Budistas cubanos reconocen respaldo estatal y libertad religiosa
El gobierno cubano propicia un escenario favorable para la libertad religiosa y mantiene buenas relaciones con los diferentes credos e instituciones, afirmó aquí la directora general de la Soka Gakkai de la isla, Joannet Delgado.
En diálogo exclusivo con Prensa Latina a propósito del desarrollo en el país caribeño del budismo de Nichiren (monje japonés del siglo XIII), la líder religiosa calificó los vínculos con el Estado de “muy cordiales y de gran confianza”.
Cada vez que solicitamos apoyo para resolver problemas o necesidades recibimos una atención expedita, por tanto no tenemos obstáculos para llevar adelante nuestra labor de crear valores, principio que define a nuestra sociedad Soka Gakkai, precisó en esta capital.
Para Delgado, prueba de esos lazos entre el Estado y las instituciones religiosas es la sistemática celebración de encuentros con dirigentes y funcionarios del Partido Comunista de Cuba, y también del Ministerio de Justicia.
Se trata —agregó— de intercambios en los que abordamos los intereses, objetivos y necesidades.
Según la practicante del budismo, en la isla son más de 500 las personas incorporadas a la Soka Gakkai, la cual cuenta con reconocimiento jurídico desde 2007.
Tenemos miembros en 13 de las 15 provincias cubanas, con mayor presencia de seguidores en La Habana, Holguín y Camagüey por ese orden, dijo.
Respecto a las relaciones con el exterior, expuso que hay buenos vínculos con otras sociedades y con la Soka Gakkai Internacional, entidad que dirige Daisaku Ikeda y tiene su sede central en Tokio, Japón.
Mantenemos contactos con budistas de otros países, quienes con frecuencia se sorprenden por las facilidades para desarrollar las actividades, señaló.
“La libertad religiosa que ven aquí contrasta con la propaganda anticubana que reciben en el extranjero, por lo cual son muy buenos estos acercamientos a la realidad de Cuba”.
Delgado comentó que recientemente visitó la isla un grupo de la Soka Gakkai de Estados Unidos, que comprobó el avance del budismo de Nichiren, pero también las limitaciones causadas por el bloqueo norteamericano.
Los visitantes estadounidenses no conocían del bloqueo y sus múltiples restricciones, lo que han podido comprobar de regreso a su país cuando intentaron enviarnos bibliografía, afirmó.
Fuente: Prensa Latina (http://bit.ly/10lu3yv)
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Población Penitenciaria
La pena, y la salvación
Por: Ana María Domínguez Cruz
13 de Abril del 2013
Tiene siete meses de nacida y no deja de balbucear, de enseñarnos sus diminutos dientes, de querer gatear. Tiene mucha energía, dice Dorelys Montalvo, su mamá. Luego de los ejercicios que ella le hace sobre una toalla en el piso Maía Nilien debe dormir, pero no es seguro; tal vez siga con deseos de jugar.
Una sensación de dolor y a la vez gratificante resulta de verlas a las dos, madre e hija, regalándose amor y disfrutando del tiempo juntas. Sobrecoge este cuadro feliz, en condiciones tan «extrañas» para la convivencia de una madre y una hija. No es posible ignorar, pese al enternecimiento al que invita la escena, que Dorelys vive hace un año y seis meses en la Prisión de Mujeres de La Habana, situada en la localidad de El Guatao, en el municipio capitalino de La Lisa.
Se tienen una a la otra todo el día; la bebé crece sana y fuerte, aunque su mamá no puede llevarla en coche a un parque infantil, ni visitar a sus amigas y familiares, como tampoco escoger la ropa y los juguetes de su niña en una tienda.
—Eso puede hacerlo una madre allá afuera, en la calle —me dice Dorelys.
En ese instante vemos que sus ojos se nublan y seguramente su imaginación vuela lejos y logra visualizarse en el futuro, de paseo con su pequeña y su padre, quien también cumple sanción de privación de libertad en otro centro penitenciario.
«Me quedan cuatro años de sanción —añade— o tal vez menos, según mi conducta. Cometimos un error hace un tiempo y lo estamos pagando caro, no solo por estar privados de libertad, sino también por lo que estamos dejando de vivir con la niña en la primera parte de su vida».
Afortunadamente, agrega Dorelys, la realidad no es como la pensó. «Tuve miedo cuando supe que estaba embarazada, porque creí que no podría tener a mi bebé conmigo aquí. Pero todo ha estado bien; los médicos me atendieron durante el embarazo, con las pruebas, la dieta y los medicamentos que necesité; di a luz en Maternidad Obrera y ahora están al tanto de Maía, su salud y su bienestar».
Dorelys y su hija estarán juntas hasta que la niña cumpla un año, según establece el reglamento del Sistema Penitenciario Cubano. Será la abuela quien cuide a la pequeña hasta que sus padres puedan hacerlo.
Tendremos una vida normal, asegura la joven de 23 años. «No podemos tropezar dos veces con la misma piedra, y menos ahora. Retomaré mis estudios en la carrera de Psicología o trabajaré de secretaria, pues cuando concluya el curso aquí tendré mi certificado. Maía Nilien se lo merece».
Es el testimonio de una de las poco más de 400 internas que conviven en este centro penitenciario, uno de los 16 de media seguridad que existen en el país para las mujeres. Ella forma parte del 85 por ciento de la población penal que incurre por vez primera en un delito y, como las demás, reconoce que su vida ha cambiado de manera radical, no solo por su condición actual, sino por lo que ha reflexionado y pensado en este tiempo.
Conversar con Dorelys y algunas de sus compañeras le permitió a este equipo de reporteros conocer la realidad de un lugar que, como a otros similares en Cuba, no pocos le han colocado falsas etiquetas y epítetos indignos.
POR DENTRO… SIN REJAS
El Sistema Penitenciario Cubano garantiza el cumplimiento de las sanciones privativas de libertad, y a la par desarrolla diversos programas educativos para lograr la reinserción a la sociedad de quienes egresan de sus establecimientos y centros de estudio y trabajo.
El reglamento tiene su base legal en la Constitución de la República, en la Ley de Procedimiento Penal y en el Código Penal, explica la teniente coronel Sara Rubio Valdés, directora de la Prisión de Mujeres de La Habana, por lo que respetamos a todos los sancionados, hombres y mujeres, en su condición de seres humanos y ciudadanos de este país.
En el caso de la población penal femenina, añade, solo existen dos establecimientos de máxima seguridad y en estos, al igual que en el resto y también en los que ingresan hombres, desarrollamos numerosas actividades a las que los sancionados pueden sumarse, si así lo desean, pues la voluntariedad también es un derecho que respetamos.
En este centro la capacidad máxima es de 500 internas, detalla Rubio Valdés, y actualmente más del 60 por ciento de las que se encuentran aquí tienen entre 31 y 59 años de edad. Contamos con 12 colectivos de internas, y con un personal de trabajo integrado principalmente por mujeres. Por ejemplo, tenemos a las educadoras penales, en su mayoría jóvenes, quienes atienden de manera individual y diferenciada a 40 sancionadas, aproximadamente.
«Aquí, más del 60 por ciento de las internas cumple sanción por delitos contra el patrimonio, o sea, malversación y desfalco, además de otros como hurto, estafa, robo con fuerza y robo con violencia, en la mayoría de los cuales participan con hombres.
Nuestro régimen es progresivo, aclara, por lo que nunca tenemos el centro a plena capacidad. El objetivo es que, según la conducta manifestada, las mujeres puedan abandonarlo y pasar a otro con otras condiciones, antesala ya de su incorporación a la sociedad.
«Como en todos los establecimientos y centros penitenciarios, contamos con el Área de Ingreso, Observación, Evaluación y Diagnóstico, en la que un equipo multidisciplinario analiza la personalidad del interno, las características de su familia, sus antecedentes, y emite consideraciones.
«Es posible que una mujer sancionada a la pena severa de 15 años de privación de libertad no la cumpla en este centro, teniendo en cuenta su condición primaria; es decir, que sea la primera vez que comete un delito, que esté arrepentida de ello y que proceda de buena familia, entre otros factores».
La instrucción escolar en todos los niveles de enseñanza, rectorado por el Ministerio de Educación y el Ministerio de Educación Superior, así como la capacitación en diversos oficios y el trabajo socialmente útil son de las actividades o programas principales que se despliegan en estas instituciones, acota la teniente coronel Rubio Valdés.
«El trabajo, sabemos, influye en la transformación de la conducta, pues mediante este se construyen valores, hábitos, y se logran cambios en las personas. Por ello los internos también laboran en entidades estatales fuera de los centros y establecimientos penitenciarios, brindándole su aporte a la sociedad».
El 85 por ciento de quienes cumplen sanciones en la Prisión de Mujeres de La Habana, agrega su directora, están vinculadas a la capacitación en oficios, a través de los talleres de tejido, bordado, arte culinario, peluquería, manicure, servicios gastronómicos, corte y costura, y albañilería, con lo que no solo adquieren conocimientos, sino que ocupan su tiempo y se preparan para su vida futura.
Lo confirma Daina Rivero, de 46 años de edad, quien vive en este centro hace cuatro años y medio y debe cumplir una sanción de 15 años de privación de libertad por incurrir en el tráfico de drogas, o quizá menos, en dependencia de su conducta.
«Desde temprano ocupo mi puesto y hago artesanía de vidrio, fundamentalmente, gracias a lo que me enseñó una de mis compañeras, quien era vitralista. Los días pasan y yo estoy creando mis piezas, y así la espera por ver a mi hijo cada 21 días se hace un poco menos angustiosa», nos cuenta Daina.
Más del 50 por ciento de la población penal femenina de El Guatao está vinculada a labores productivas en entidades estatales, como son huertos de la agricultura y los talleres textiles, agrega la Directora del centro, y muchas de las internas que tienen nivel universitario de escolaridad fungen como profesoras en los distintos cursos, y también son ellas, si tienen el conocimiento, las que trabajan como cocineras, enfermeras y promotoras de salud, entre otras esferas.
Así lo confirman la ingeniera industrial Cattia Bagarotti, profesora del curso de Secretaria ejecutiva, quien ya ha cumplido 11 meses de su sanción de tres años; y Emelina González, de 53 años de edad, quien es licenciada en Economía y cuya sanción es de 14 años, de los que ha cumplido dos.
«Aquí se imparten muchos cursos de Computación, de Inglés, de Apreciación de las artes plásticas, de Culinaria, de Secretaria ejecutiva y, además, se dan clases para alcanzar el noveno y el duodécimo grados, a las que me sumo como profesora de Física.
«Me mantengo ocupada; ayudo a las demás y me siento útil. Así tengo cosas nuevas que contarles a mi hija y a mi nieto cuando vienen a verme cada 35 días, porque no me es nada fácil recibirlos aquí y hablar de mi error. Puedo decirles que hago cosas buenas, que me tratan bien, y les transmito confianza para que estén tranquilos, para que no se preocupen y para que vivan como debe ser, sin meteduras de pata», comenta Emelina.
La alimentación de quienes viven en este centro, como sucede en los demás, es garantizada por el país, afirma Rubio Valdés. «Recibimos los productos necesarios para que nuestras internas mantengan una dieta sana y balanceada, en la que nunca falta el plato fuerte, y con la que se cumplen los horarios de alimentación de cada día.
SALUD Y CRECIMIENTO ESPIRITUAL, UN DERECHO
El derecho a la asistencia médica y estomatológica también es respetado en las instituciones del Sistema Penitenciario Cubano, con la garantía de la atención de los especialistas y el suministro de los recursos y medicamentos necesarios.
Según el doctor Carlos Alberto Espinosa Carbonell, segundo jefe de Servicios Médicos de la Prisión de Mujeres de La Habana, las internas padecen por lo general de enfermedades crónicas no transmisibles, y se efectúan chequeos médicos con regularidad a ellas y a sus parejas, quienes acuden a los pabellones conyugales en la fecha que corresponde.
Las dietas médicas también son respetadas y garantizadas, afirma el galeno, y lo ratifica Emelina González, quien es diabética, y además de la leche y los alimentos asignados se hace los exámenes con frecuencia y tiene su glucómetro.
El doctor Marcel Batista insiste en que la salud mental es muy importante y en ello influye el Tai Chi, que se practica en el centro gracias a la voluntad de una de las internas, quien era profesora de esa especialidad. La motivación es vital, y podemos verlo en ellas, quienes además muestran los efectos positivos de esta actividad en su salud física también.
«Como parte de los derechos constitucionales de nuestro país está el respeto a la maternidad y los establecimientos y centros penitenciarios no están ajenos a ello. Es el Ministerio de Salud Pública quien rectora en nuestras instalaciones el Programa Materno Infantil, tal como se desarrolla en la sociedad, y seguimos de cerca el estado de salud de nuestras embarazadas y sus bebés», explicó Espinosa Carbonell.
Las veinteañeras Teresa Estrada e Ivón Baranis, con 31 y 21 semanas de gestación, respectivamente, han sido protagonistas de esos cuidados médicos.
«Recibimos las atenciones como todas las embarazadas; las mismas que recibí hace nueve años cuando fui madre por primera vez y por eso estamos tranquilas. Mi familia también lo está, porque cuando salgo de pase cada 60 días pueden comprobar que yo estoy bien y que mi hija también lo estará», comenta Ivón.
Desarrollamos también el programa Educa a tu hijo, subraya la teniente coronel Rubio Valdés, para preparar a las madres en el cuidado de sus hijos y en su formación en la edad preescolar.
«Después de cumplir un año, los bebés pasan al cuidado del familiar que la madre designe, y en caso contrario nuestro país cuenta con círculos infantiles para niños sin amparo filial, a donde llevamos a la madre todas las semanas para mantener el vínculo entre los dos. Estudiamos nuevas posibilidades para que permanezcan más tiempo juntos».
Como parte de los programas que se desarrollan en los establecimientos y centros penitenciarios, tenemos los culturales-recreativos y los deportivos, rectorados por el Ministerio de Cultura y el Instituto Nacional de Deporte y Recreación, detalló Rubio Valdés.
«La visita de Silvio Rodríguez y de artistas de la plástica como Kcho y Rancaño son un ejemplo de ello, y también la realización de talleres de teatro, canto, música y danza, mediante los cuales las internas tienen la posibilidad de desarrollar sus talentos en estas manifestaciones y de presentarse a competencias que efectuamos entre las distintas instituciones del Sistema Penitenciario.
«Otros programas sociales y comunitarios como el Acércate más, que lo realizamos en los territorios para romper con la mala imagen que muchas veces se tiene de los sancionados, es otro ejemplo. El derecho a rectificar existe y nosotros creemos en él».
NACIONES DISTINTAS, TRATAMIENTOS IGUALES
No hay diferencias entre cubanas y extranjeras. En la Prisión de Mujeres de La Habana se encuentran actualmente cumpliendo sanción 16 internas que proceden de otros países como México, Venezuela, Jamaica y Colombia, entre otros.
Precisamente de la nación del escritor Gabriel García Márquez pudimos conversar con Carolina Gálviz, de 30 años de edad, quien conoce este lugar al dedillo, pues ha vivido en él durante un quinquenio, de los 16 años que contempla su sanción por tráfico de drogas.
«Nos llevamos bien en esta área, y podemos cocinarnos nuestra propia comida según los gustos y costumbres de cada una, gracias a que nos hacen el favor de comprarnos los productos para elaborarla.
«Dos veces al mes mis padres pueden llamarme desde Colombia, porque aunque aquí tenemos acceso a la telefonía pública, es muy caro para mí comunicarme con ellos. Estudio en el curso de Gestión Comercial, leo mucho y participo en el grupo de bailoterapia. Eso sí, este lugar es muy tranquilo y aunque pudiera cumplir sanción en mi país, haría todo lo posible por quedarme aquí, porque lo que muestran las series de televisión de las cárceles de otros lugares es muy diferente a esta».
Maía y su mamá están siempre juntas pero, por un error del pasado, hay experiencias que no han podido disfrutar.
El estudio en los distintos niveles de enseñanza es una prioridad del Sistema Penitenciario Cubano y a él pueden acceder las internas si así lo desean.
Talleres de teatro, danza, música y canto son impartidos en los centros y establecimientos penitenciarios y en ellos las internas se sienten muy motivadas.
Las internas practican deportes y Tai Chi, lo que incide en su salud física y mental.
La elaboración de los alimentos es una actividad que realizan las internas, lo que asegura su calidad.
Debo cumplir mi sanción aquí y no en Colombia, pero lo prefiero aunque esté lejos de mi familia, porque lo que se conoce de las cárceles de otros países asusta mucho, asegura la colombiana Carolina Gálviz.
Fuente: Juventud Rebelde (http://bit.ly/17qWcut)
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Cuba abre sus cárceles a la prensa
Por: Dalia González Delgado
Hasta el Combinado del Este, el mayor establecimiento penitenciario cubano, llegaron este martes periodistas nacionales y extranjeros, que pudieron conversar con los internos en las celdas, el hospital y los lugares donde estudian y trabajan.
El Teniente Coronel Roelis Osorio, jefe de esa instalación, explicó que allí el 27 % de la población penal realiza actividades laborales voluntarias y remuneradas.
Es precisamente el trabajo uno de los pilares de la reeducación y posterior reinserción social de los sentenciados y, al mismo tiempo, una manera de resarcir el daño que causaron.
Así lo corrobora Nelson, quien trabaja en la desarmadora de vehículos del Combinado. El trabajo tiene “bastantes beneficios”, cuenta. “Nos ayuda a progresar de régimen, nos dan visitas de estímulo, o nos sacan el fin de semana a jugar pelota. Eso normalmente nos toca, pero por estímulo lo hacen más seguido”.
En el Combinado del Este funciona un polígono de capacitación donde se imparten los oficios de albañil, ferrallista (operario de estructuras de hormigón armado), carpintero, electricista, plomero y soldador.
Luis Piña Rojas, jefe de tratamiento educativo en ese centro, declaró que las materias duran alrededor de seis meses, y al concluir se les entrega un diploma que continúa teniendo validez al salir del penal.
“Voy a un curso de superación de soldadura y soy promotor de lectura”, cuenta Reinier, que convive en una celda con otros dos internos y lleva siete meses a la espera del juicio.
El tiempo establecido para que enjuicien a un acusado es de hasta 180 días —declaró a Granma el Teniente Coronel Osorio—, pero a veces puede demorarse incluso un año, aunque no es lo más frecuente. Se hace sobre todo cuando se trata de delitos graves y es preciso profundizar en las investigaciones para no cometer ninguna injusticia, subraya.
Otra especialidad por la que pueden optar desde el 2004 son los cursos de enfermería, que se imparten en colaboración con el Ministerio de Salud Pública. Para esa profesión son más rigurosos los criterios de selección. Entre otros requisitos, los internos no pueden haber cometido atentados contra la integridad física de otra persona.
Esa disciplina se estudia en el Hospital Nacional de Internos —con sede en el Combinado—, que brinda servicios nacionales, aunque en todos los establecimientos hay atención primaria médica y estomatológica, además de sanatorios para personas con VIH.
Otra de las bondades del sistema penitenciario cubano son las visitas familiares y conyugales, a las que tienen derecho todos los internos. Adicionalmente, en el Combinado existe un pabellón familiar, donde por estímulo los sentenciados pueden pasar 24 horas con su más allegados.
CENTROS DE TRABAJO Y ESTUDIO
De los 200 establecimientos penitenciarios que hay en Cuba, 155 quedan fuera de los moldes tradicionales. Los llamados Centros de Trabajo y Estudio (CTE) son prisiones al aire libre, sin celdas ni cercas de protección, donde los internos salen a trabajar fuera del lugar.
Y contrario a lo que podría pensarse, el índice de fuga es casi nulo, según cuenta el Mayor Jorge Fonseca Calzadilla, jefe del CTE La Lima, en Guanabacoa.
A ese régimen de mínima severidad —donde está aproximadamente la mitad de la población penal— acceden personas de baja peligrosidad o por buena conducta, como parte de la progresión en el sistema penitenciario cubano, donde se transita desde la mayor severidad, severidad y media severidad (en establecimientos cerrados) hasta los centros abiertos.
Aquí el trabajo es aún más importante —comenta el Mayor Jorge Fonseca—, porque el hombre está en la antesala de la libertad condicional.
El CTE La Lima mantiene contratos laborales con 18 entidades estatales, encargadas, por ejemplo, de edificación de viviendas e higienización de la capital.
A los internos cubanos no solo se les ofrece capacitación en oficios, sino instrucción escolar. Según datos oficiales, 27 095 están incorporados al estudio en los diferentes niveles de enseñanza.
Ese es el caso de Pedro, quien a sus 53 años cursa en el sexto grado. Su día comienza a las 5:30 a.m., desayuna y se incorpora a trabajar. “Eso es hasta las cuatro, más o menos. Después estudio”.
Asimismo, se viene implementando en los centros penitenciarios el programa “Educa a tu hijo”, encaminado a fortalecer el vínculo entre los privados de libertad y sus familiares. “Es una cosa bien linda”, comenta Annel. “Aquí se nos enseña cómo saber las cosas que tenemos que hacer en las diferentes edades de los niños. Para mí fue una experiencia maravillosa hacer algo con mi mujer y mi hija a pesar de los años que llevo preso”.
Los oficiales que trabajan con los internos reconocen que el ambiente de los CTE contribuye de manera más eficiente a la creación de hábitos y valores con vistas a la reinserción social de esas personas.
Además del Combinado del Este y La Lima, un segundo grupo de periodistas visitó el establecimiento penitenciario de mujeres “El Guatao” y el Centro de Jóvenes por Conducta San Francisco de Paula.
Fuente: GRANMA (http://bit.ly/11uANwz)
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Prensa visita Cárcel de Mujeres de La Habana y Centro de Jóvenes de San Francisco de Paula
Miércoles, 10 de abril de 2013
La población penal de Cuba, considerada en 57 000 al término de mayo en 2012, se redujo de aquella fecha a abril de 2013, declaró este martes a Cubadebate el coronel Osmani Leyva Ávila, segundo jefe de la dirección general de establecimientos penitenciarios del país.
Según Leyva Ávila, con 25 años de experiencia en el sistema de penitenciaria cubano, la cifra, sujeta siempre a fluctuaciones propias de la dinámica del trabajo correccional, ronda hoy los 50 000 sancionados con penas que comprenden el internamiento.
“De este total, los jóvenes representan el dos por ciento y las mujeres el tres”, detalló el licenciado en derecho en una conversación exclusiva con nuestro sitio, en un momento del itinerario cumplido por varios medios de difusión, nacionales y extranjeros, por la Cárcel de Mujeres de La Habana y el Centro de Jóvenes de San Francisco de Paula, también en la capital cubana.
“A pesar de que libramos una batalla contra el delito económico, porque como sabemos lacera muy hondo el desarrollo de nuestra sociedad, la disminución obedece a que se han puesto en práctica labores de libertad anticipada y se aplicaron acciones subsidiarias de la privación de libertad, como puede ser el trabajo correccional sin internamiento.
“Nuestro sistema, por su carácter reeducador, persigue que se interne la menor cantidad de personas, aunque todo el que por la gravedad de sus actos tenga que venir a prisión, viene. La integridad y tranquilidad de nuestra sociedad no corre peligro por esta política”, explicó el coronel Osmani.
A la pregunta de que si la reducción de la población penal ha disminuido los gastos del sistema penitenciario, Osmani Leyva Ávila aseguró que “sí, se reordenaron los gastos como se ha hecho en cada una de las instituciones del país, pero, ¡cuidado! en cómo se interpreta esto; el Estado cubano subvenciona todo lo imprescindible para atender a la población penal sin violar uno solo de sus derechos y con garantías para su desarrollo personal y social”.
Ubicada en El Guatao, hoy están recluidas en la Cárcel de Mujeres poco más de 400 procesadas, casi todas vinculadas a sistemas de enseñanza, instrucción, capacitación técnico-profesional o formación de oficios, siempre bajo el principio de la voluntariedad, que les permiten, por ejemplo, superar sus escolaridades, convertirse en operadoras de microcomputadoras o aprender diferentes oficios .
Allí están internadas 16 mujeres procedentes de ocho naciones , la mayoría de América Latina y por el delito de tráfico de drogas, algunas de las cuales, interrogadas por los periodistas, aprobaron la seguridad y el respeto institucional por sus derechos dentro del penal.
Este, el mayor establecimiento para mujeres aquí, es uno de dos de su tipo en Cuba —el otro está ubicado en Camagüey— e integra un programa de corrección, reeducación y reinserción social en el que están incluidos, además, otros 16 centros abiertos dispersados en todo la Isla.
En virtud de las bases legales del código penal cubano y el respeto a la dignidad, ideología y religiones individuales, las encausadas disponen, así mismo, de todos los servicios médicos comprendidos en el sistema de salud nacional y garantías para la maternidad en cualquiera de los estadios de la gestación y alumbramiento de los bebés.
“Nuestro propósito primero es corregir, reeducar, reinsertarlas en nuestra sociedad —de igual modo con los hombres— y en este empeño participa el MININT (Ministerio del Interior) y todos los organismos de la administración central del Estado”, aseguró en una breve alocución la teniente coronel Sara Rubio Valdés, directora de la Cárcel de Mujeres.
JÓVENES RECLUSOS SE PREPARAN PARA REINSERTARSE EN LA SOCIEDAD
Hasta 169 asciende el números de retenidos en el Centro de Jóvenes de San Francisco de Paula, enmarcados entre los 16 años, la edad penal de Cuba, y 27, que se reincorporan a la sociedad con habilidades para desempeñarse como cocineros, barberos, albañiles, electricistas, plomeros y otras labores.
Aquí, como en El Guatao, se internan a personas procedentes de Artemisa, Mayabeque y La Habana, o que delinquieron en algunos de estos territorios, y su sistema alimentario, compuesto siempre por más de cinco platos, se corresponde con las 3 000 kilocalorías que debe ingerir, como norma mínima, cada ciudadano.
La visita apreció en ambos establecimientos muestras del alcance de la labor de instructores de artes y técnicos de deportes, de los programas Socialmente útil, Educa a tu hijo, Biblioteca Familiar, Acércate más y Universalización de la enseñanza, además de las condiciones que se le proveen para recibir visitas familiares y conyugales, según el reglamento.
Artistas de la música, como Silvio Rodríguez, y de la plástica, tal son Rancaño y Kacho, han visitado los centros del sistema penitenciario cubano, en los cuales, al igual que festivales culturales, se organizan competiciones deportivas entre las unidades y regionales.
BLOQUEO ATENTA CONTRA SISTEMA PENITENCIARIO CUBANO
El bloqueo de Estados Unidos a Cuba, impuesto prácticamente desde 1960, daña también la integridad y el desarrollo del sistema penitenciario cubano, dijo la teniente coronel Sara Rubio Valdés, directora de la Cárcel de Mujeres de La Habana, la más grande de su tipo en el país.
“El programa audiovisual, que comenzó hace más de diez años y ha demostrado su efectividad en el proceso de rehabilitación de los internos, es uno de los más afectados”, explicó.
“La continuidad y calidad del programa depende de equipos y tecnologías, que el país no puede adquirir en este momento porque la extraterritorialidad del bloqueo lo obliga a intentar comprar en mercados más lejanos de nuestras fronteras, en los que todos las gestiones se encarecen”, detalló.
De igual manera, la teniente coronel reseñó que en la mayoría de los procesos de diagnóstico de las internas, se recoge que las situaciones económicas, “propias de las limitaciones impuestas al país por el bloqueo”, han desencadenado muchos hechos delictivos.
“En una situación sin bloqueo, sería mucho menor la actividad delictiva en el país”, aseguró.
Para Rubio, otro aspecto que obstruye el bloqueo es la intención de modernizar los inmuebles y el entorno donde viven los reclusos.
“Queremos mejorar las condiciones de vida, volverles más agradable el entorno y evitarles la sensación de enclaustramiento que suponen muchas de las edificaciones actuales, pero no es posible, es muy costoso para el país instrumentar un programa de este tipo, ahora que está inmerso en la construcción de viviendas para aliviar esa situación en el país; aunque, según las posibilidades, se dan pasos en ese sentido”, concluyó.
PRISIÓN PROVISIONAL: CUBA TIENE LA TASA MÁS BAJA DE LATINOAMÉRICA
“Apenas entre el siete y el nueve por ciento de los reclusos están en prisión provisional”, apuntó el coronel Osmani Leyva Ávila segundo jefe de la dirección general de establecimientos penitenciarios del país, en respuesta a una pregunta de Cubadebate.
Y, según su opinión, ello obedece al rigor del sistema judicial cubano en el procesamiento de los expedientes delictivos y a la baja tasa de delitos en Cuba, en comparación con los otros países de América Latina.
“Este dato puede leerse de esos dos modos porque la tendencia es completamente contrapuesta, en comparación con Latinoamérica, en muchos de cuyos países permanecen encerrados hasta el 90 por ciento de las personas, sin ser procesadas.”
El resto de los países latinoamericanos, además de tener altos porcentajes de personas presas sin condena, también enfrentan fenómenos como el hacinamiento, violencia contra las mujeres, corrupción, despojos de derechos básicos a los reclusos, condiciones de vida insalubres y otros que convierten las cárceles en pantanos humanos, en lugar de centros de rehabilitación.
Fuente: CUBADEBATE (http://bit.ly/1286RW4)