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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 17/10/2013 22:55

La crisis pone en entredicho el liderazgo mundial de EE UU

El Congreso vota al final de la noche un acuerdo que devuelve por unos pocos meses la tranquilidad presupuestaria, pero eso no despeja las dudas creadas sobre la gobernabilidad de la mayor potencia internacional

 
 

Los congresistas abandonan el Capitolio tras la votación. / JONATHAN ERNST (REUTERS)

La larga y grave crisis presupuestaria, resuelta anoche con un pacto de última hora que solo alarga los plazos hasta el siguiente duelo, ha debilitado el liderazgo internacional de Estados Unidos y ha dado argumentos a quienes apuestan por un mundo multipolar en respuesta al inminente declive norteamericano. Si la potencia que debe garantizar la estabilidad económica mundial tiene en vilo al resto de las naciones cada tres meses, si el líder que debe proveer seguridad a sus aliados está maniatado por sus problemas internos de gobernabilidad, esta crisis puede acabar siendo la señal de alarma sobre la necesidad de cambios más profundos.

Después de varias semanas de tiras y aflojas, votos y más votos, negociaciones y acusaciones de todo tipo entre republicanos y demócratas, entre el Congreso y la Casa Blanca, el Senado y la Cámara de Representantes votaron anoche una ley que permite elevar el techo de deuda solo hasta el 7 de febrero y extender el presupuesto para reabrir la Administración federal hasta el 15 de enero. Eso garantiza un comienzo del próximo año de nuevo envuelto en urgencias y peligros sobre la situación presupuestaria en EE UU. Ya se vivieron angustias similares en el verano de 2011 y en la Navidad de 2012. ¿Hasta cuándo puede esto continuar? ¿Qué solución tiene?

El sistema norteamericano se caracteriza por una estricta división de poderes y por la existencia de numerosos instrumentos de contrapeso para evitar los abusos. El Congreso tiene el control de la elevación del límite de deuda para asegurarse de que el Gobierno gasta exactamente lo presupuestado. Su aprobación ha sido durante décadas oportunidad para que cada partido plantease sus demandas y cada cual dejara oír su voz. Cuando era senador, Barack Obama votó en contra de elevarle el techo de deuda a George W. Bush, aunque más tarde confesó su arrepentimiento.

Esas negociaciones, que solían afectar a asuntos menores, se han ido resolviendo siempre sin mayores tensiones y sin que siquiera trascendieran a la opinión pública. Hasta que el Tea Party mandó parar. Hasta que el Tea Party llegó a Washington con la voluntad de aprovechar cada ocasión para impulsar su radical programa de reformas. En esta ocasión, lo que pedía para evitar la suspensión de pagos era nada menos que acabar con la reforma sanitaria de Obama, el programa emblemático de su presidencia.

El modelo de favorecer a las minorías ha funcionado mientras esas minorías compartían un visión similar sobre sus responsabilidades institucionales

El modelo de crear contrapesos de poderes y de favorecer a las minorías ha funcionado mientras esos poderes y esas minorías compartían un visión similar sobre sus responsabilidades institucionales. Pero ha quedado en entredicho cuando el futuro del país quedaba pendiente de que un solo senador del Tea Party decidiera si bloqueaba la votación del acuerdo alcanzado por la inmensa mayoría o cuando la influencia y la capacidad de intimidación de la minoría del Tea Party en la Cámara de Representes anulaba las funciones del propio presidente de ese órgano.

Esas anomalías, que tienen explicaciones históricas y se corresponden con una determinada evolución de la sociedad norteamericana y de su sistema político, han confluido en esta crisis para llevar a EE UU a las puertas de la catástrofe económica y del ridículo internacional. Las consecuencias económicas han sido largamente enumeradas y son obvias: si una gran nación amenaza con no pagar sus deudas solo puede provocar desconfianza y turbulencias de similares proporciones.

Pero son aún peores y más profundas las consecuencias políticas. Durante este periodo de crisis, Obama tuvo que ausentarse de una cumbre, donde cedió el protagonismo a China, y cancelar viajes a cuatro países de Asia, un territorio vital para la seguridad y la expansión económica de EE UU, probablemente el espacio en el que se disputa el liderazgo de la segunda mitad de este siglo.

Aunque comenzó el deshielo con Irán, esta crisis con el Congreso ha servido para recordar los obstáculos que el presidente va a encontrar cuando necesite la aprobación parlamentaria para uno de los pasos imprescindibles de cara a la plena normalización con el régimen islámico: el levantamiento de las sanciones.

La crisis presupuestaria ha relegado a un segundo plano una apuesta tan fundamental de Obama como la reforma migratoria, que ya había sido aprobada en el Senado con la inclusión de una vía para la legalización de más de 11 millones de inmigrantes indocumentados, y ha dejado tan exhausta a la clase política que se hace casi imposible pensar en una agenda relativamente ambiciosa de cambios en todo lo que queda de presidencia.

El partido de Lincoln no puede convertirse en el partido de Ted Cruz

En las situaciones límite se obtienen, en ocasiones, los resultados que se resistían en condiciones de tranquilidad. No se puede descartar que esta crisis actúe como catalizador del amplio acuerdo presupuestario que ha sido imposible durante años. Todo indica que el Tea Party saldrá derrotado y que el Partido Republicano tendrá que poner orden en sus filas para recuperar el papel que ha tenido siempre en este país. El partido de Lincoln no puede convertirse en el partido de Ted Cruz.

Pero todo eso sería obvio si el Tea Party fuese una fuerza política convencional y si existiese en el Partido Republicano una cabeza capaz de convocar a las mayorías, lo que en ningún caso ocurre. El Tea Party no es de este mundo. El Tea Party celebró el pasado fin de semana una concentración en la que le pedía a Obama que “pliegue su Corán y se largue de aquí”. Si alguien lo controla, ese alguien no tiene un escaño en Washington. John McCain, un representante del viejo orden en el Partido Republicano, confesaba ayer con dolor: “Los republicanos tenemos que admitir que hemos perdido esta batalla”. Pero hasta ahí llega McCain. Es útil como voz discrepante, como referencia moral, incluso, pero ya perdió unas elecciones y ha perdido casi toda influencia dentro de su partido desde entonces.

El final de esta crisis puede ser solo el comienzo de otra aún más difícil de resolver.



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De: Ruben1919 Enviado: 17/10/2013 22:56

Estados Unidos evita a última hora la suspensión de pagos

Obama afirma que está dispuesto a trabajar con ambos partidos para conseguir un arreglo fiscal de largo plazo

Estados Unidos ha evitado in extremis entrar en suspensión de pagos. A poco más de hora y media de que se cumpliera la fecha límite para que el Tesoro no pudiera pedir dinero prestado para pagar sus facturas, la Cámara de Representantes ha votado (285, a favor y 144, en contra) a favor del proyecto de Ley para elevar el límite de la deuda y reabrir la Administración. La votación ha tenido lugar tras una intensa jornada de negociaciones, rumores y declaraciones por parte de ambos partidos y de la Casa Blanca.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmó la ley pasada la medianoche del jueves, tal como había anunciado en una comparecencia ante los medios minutos después de que el Senado respaldara por 81 votos a favor y 17 en contra, el acuerdo bipartito poner fin de manera temporal a la parálisis fiscal que atenaza al país y que fue anunciado pasado el medio día de este miércoles. El presidente ha manifestado su predisposición para trabajar con ambos partidos para conseguir un arreglo fiscal de largo plazo. "Todavía quedan muchas cosas por hacer y yo voy a trabajar para mejorar la situación del país. Espero que el Congreso haga lo mismo", ha señalado el presidente. La Casa Blanca ha conseguido, además, que no se retrase en un año la entrada en vigor de una parte substancial de la reforma sanitaria.

La ley contempla refinanciar al Gobierno federal para que pueda satisfacer todos los servicios públicos hasta el 15 de enero y elevar el límite de 16,7 billones de dólares de deuda de EE UU hasta el 7 de febrero. "Este compromiso va a otorgar a nuestra economía la estabilidad que necesita de manera desesperada. Nunca ha sido fácil para las dos partes llegar a un consenso. En muchas ocasiones ha sido duro, pero esta ver lo ha sido de verdad", ha reconocido el senador demócrata, Harry Reid, el principal negociador quien ha advertido que el país estaba al "límite de un desastre", pero que, finalmente "los adversarios políticos han dejado de lado sus diferencias y desacuerdos para impedir ese desastre".

Los empleados federales, que estaban suspendidos de empleo y sueldo por el cierre parcial de la Administración deben reincorporarse al trabajo hoy. "Ahora que la norma ha sido aprobada [...] los empleados deberán volver a sus trabajos", indicó anoche Sylvia Mathews Burwell, directora de la Oficina de Gestión y Presupuesto, en un comunicado.

El desenlace de anoche supone un fracaso de las posiciones del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, una derrota que su propio presidente, John Boehner, reconoció a media tarde del miércoles tras aceptar la propuesta bipartita del Senado y admitir que no se bloquearía en la cámara Baja. "Bloquear el acuerdo bipartito alcanzado hoy por los miembros del Senado no es la táctica que debemos emplear", ha señalado Boehner a través de un comunicado. "Además del riesgo de una suspensión de pagos, oponerse supondría abrir la puerta a la mayoría republicana en Washington que quiere elevar los impuestos y deshacer los recortes que ya pactamos en 2011", se justifica.

Su cara de circunstancias, abandonando como una exhalación la Cámara de Representantes antes de que la votación hubiera terminado, pero cuando el recuento de los votos emitidos confirmaban matemáticamente la victoria de la propuesta del Senado, ha evidenciado esa derrota. El presidente de la Cámara ha liderado una cruzada para impedir que en las negociaciones para acabar con la crisis fiscal se impusiera la visión de la Casa Blanca, llegando a elevar el tono beligerante aludiendo a la negativa de los republicanos a "rendirse", ha dado su brazo a torcer. Minutos antes de emitir la nota de prensa, reconocía ante una emisora de radio el fracaso la lucha por el presupuesto. "Dimos la batalla correcta, pero hemos perdido".

El líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, principal negociador de las filas conservadoras, declaró tras el anuncio del acuerdo que ha luchado por sus compañeros y que "se ha conseguido recortar el gasto", como pretendía el Partido Republicano.

El senador McConnell se ha visto obligado a contrarrestar en el Senado la estrategia de sus compañeros de la Cámara, presionados por miembros del Tea Party como Ted Cruz. Éste, convertido en uno de los grandes derrotados de la jornada, aseguró que "el Senado se niega a escuchar al pueblo americano”, pero que no se plantea bloquear el acuerdo alcanzado a pesar de que votará en su contra.

Las conversaciones, muy similares a las que pusieron a EE UU al borde de la suspensión de pagos en el verano de 2011 y diciembre de 2012, giran en torno al límite de endeudamiento del gobierno federal, el presupuesto -el Congreso no ha aprobado ninguno de los propuestos por Obama desde que llegara a la Casa Blanca- y la financiación de determinados programas sociales.

En esta última ronda de negociaciones, la facción más conservadora del Partido Republicano, el Tea Party, ha logrado condicionar cualquier pacto a que se aprueben cambios en diversas leyes afectadas por la reforma sanitaria, conocida ya como Obamacare. El presidente se ha negado hasta ahora a negociar cualquier propuesta que incluya estos cambios, forzando a los legisladores a buscar otras soluciones.


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 17/10/2013 22:57

La derrota de John Boehner

El presidente de la Cámara de Representantes de EE UU simboliza el fracaso de la estrategia republicana

 

Arrastrando su profundo acento sureño, el senador republicano de Carolina del Sur Lindsey Graham reconocía estos días haber participado en varios intentos por echar del poder al expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, quien dimitió en 1998 tras ser culpado del anterior cierre de la Administración y de la dolorosa pérdida de escaños republicanos en la Cámara. “Me gustaría esta vez participar en mantener al presidente en su puesto porque, francamente, creo que se lo merece”, finalizó Graham en referencia a John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes del Congreso de EE UU.

John Boehner, la segunda persona en la línea de sucesión de Barack Obama después del vicepresidente Joe Biden —lo que en teoría le convierte en el tercer hombre con más poder del país— ha sido la figura clave sobre la que han estado todos los ojos desde que comenzó la crisis hace ya tres semanas. En teoría, en su mano estaba acabar con la incertidumbre y el caos político que se han adueñado del país y permitir la extensión del presupuesto y aumentar el techo de la deuda.

Por qué no lo hizo puede responderse con varias teorías, desde la más común —que las filas del Tea Party tenían secuestrada su voluntad— hasta la más pueril, que toda la negociación se le ha ido de las manos y ha sucumbido al pulso de la Casa Blanca, que desde el principio anunció que no daría ni un solo paso atrás en la reforma sanitaria, barco insignia —y posiblemente único logro— de la era Obama.

La escenificación de la derrota de Boehner llegó cuando este hombre de humildes orígenes de Reading (Ohio) tuvo que morderse el labio y presentar a votación en la Cámara el acuerdo alcanzado en el Senado para evitar la suspensión de pagos y permitir que el dinero abriera la Administración cerrada desde el pasado día 1. Con 63 años —a un mes de cumplir 64—, Boehner, alcanzó el punto máximo de su bochornosa caída el pasado martes cuando no fue capaz de que los miembros de su partido aprobasen un plan para sortear la bancarrota y poner fin al famoso shutdown.

El manejo por parte de Boehner del penúltimo capítulo de la crisis ha sido calificado de “desastre” y “humillante fracaso”. Tanto fue así, que el conservador Wall Street Journal editorializaba destrozando la estrategia —si es que la había— del Partido Republicano diciendo que más hubiera valido que “este hubiera entregado el mazo de mando al líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid”.

Los analistas lo definieron como “un negociador clásico” cuando asumió el cargo en 2011 —tras hacerse los republicanos con la Cámara en las legislativas de 2010—, de esos que desde el Capitolio alimenta sus lazos con las grandes corporaciones y los hombres de negocios. Boehner lleva sufriendo tres años de batallas internas en su partido, con la reforma sanitaria como caballo de batalla de los radicales adscritos al Tea Party, con nada que perder y mucho que ganar.

No es el caso de Boehner, segundo de 12 hermanos y primer miembro de su familia en acceder a la universidad. Tras un cierre de la Administración que dura 16 días y ha sido provocado por los republicanos, al final del día y de la crisis, esos republicanos —con Boehner a su cabeza— no tendrán nada que colocar en la columna del haber excepto pérdidas.

Mucho se ha especulado sobre si Boehner podría perder su puesto debido a la actual y última crisis y por no haber frenado las veleidades del Tea Party, que ya votó en contra del político como líder del caucus cuando este inició su actual mandato. Criticado tanto por demócratas como republicanos por ser en exceso acomodaticio con esa pequeña facción que responde a la ideología de la extrema derecha, Boehner puede que haya pensado más en su puesto que en el país a la hora de tomar decisiones en este conflicto, pero lo cierto es que no hay ningún caso en la historia del Congreso de un presidente de la Cámara que haya sido expulsado en medio de la legislatura.

En un ejercicio de comparación cinematográfica —y sumando lo aficionado a las lágrimas que es Boehner—, una publicación digital se preguntaba esta semana si John Boehner no sería el equivalente a Fredo, la oveja negra de la familia Corleone en la saga de El Padrino. La buena noticia, proseguía la tesis siguiendo la analogía, es que Boehner acabaría traicionando a su propia sangre y conspirando con el enemigo. The Daily Beast acababa su artículo con una recomendación siniestra para el presidente de la Cámara: “Evitar salidas en barca a pescar al amanecer”.


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 18/10/2013 00:04
Estados Unidos respira, al menos por ahora

Republicanos y demócratas alcanzaron este miércoles en el Senado un principio de acuerdo para abrir el Gobierno y subir el techo de la deuda

WASHINGTON.— El Congreso de Estados Unidos parecía encaminarse este miércoles hacia una solución para evitar que el país se arriesgue a una cesación de pagos, gracias a un acuerdo alcanzado por los senadores, que sería votado luego en la Cámara de Representantes.

“No ganamos”, reconoció el líder de los republicanos en la Cámara, John Boehner.
“No ganamos”, reconoció el líder de los republicanos en la Cámara, John Boehner.

AFP reporta que los líderes del Senado alcanzaron el miércoles a última hora un acuerdo para aumentar el techo de la deuda. Y John Boehner, el líder de los republicanos en la Cámara, instancia que debe aprobar el texto para que sea enviado a la Casa Blanca, admitió que "no ganó" la pulseada con el Gobierno.

Sin embargo, la solución es solo temporal. El acuerdo elaborado en el Senado prevé autorizar al Tesoro a emitir más deuda hasta el 7 de febrero y reabrir hasta el 16 de enero las dependencias públicas que fue-ron cerradas el primero de octubre, cuando el Congreso fracasó en acordar una ley de presupuesto.

Así, queda abierta la posibilidad de una nueva paralización parcial del Gobierno a principios del próximo año.

Boehner reconoció el hecho como una derrota: "Peleamos por una buena causa, pero no ganamos", declaró a una radio de su estado de Ohio, luego de dos semanas de exigir concesiones a cambio de aprobar un presupuesto y un aumento del tope de endeudamiento.

"Bloquear el acuerdo bipartito obtenido hoy por los miembros del Senado no es nuestra estrategia", dijo Boehner, y prometió seguir combatiendo "la catástrofe que representa la ley de reforma de la salud", promulgada por el presidente Barack Obama en el 2010, aprobada por el Congreso y ratificada el año pasado por la Corte Suprema.

Los fondos para financiar esa reforma están en el centro de un debate político que llevó a Estados Unidos al borde del default.

Por su parte, el senador republicano John McCain consideró que el acuerdo marcó "el fin de una odisea de agonía" para los estadounidenses, refiere Reuters.

"Es uno de los capítulos más vergonzosos que he visto en los años que pasé en el Senado", sostuvo McCain, quien pidió a los republicanos no ligar sus demandas por la ley Obamacare al límite de endeudamiento o el financiamiento federal.

El acuerdo incluye también el pago retroactivo de los salarios a centenares de miles de funcionarios en desempleo técnico desde el primero de octubre a causa de la parálisis de varias agencias federales.

Además, el pacto prevé crear una comisión para negociar un presupuesto para el 2014.

Obama saludó el acuerdo y dijo que lo firmaría en cuanto llegara a su escritorio.

La bolsa de Nueva York cerró al alza este miércoles, esperanzada en un entendimiento. Al menos, por ahora, lo peor se habría evitado si, como parece, los republicanos de la Cámara baja renunciaran a seguir batallando.



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