20 de octubre de 2013, 01:11Por Roberto Castellanos *
La Habana (PL) Antiguo enclave comercial holandés, Paramaribo, capital de Surinam, es una ciudad donde se mezclan la historia con la modernidad, y donde el ambiente tranquilo y distendido contrasta con el bullicio y la vorágine de las grandes urbes del mundo.
Esa ciudad, con unos 250 mil habitantes, concentra casi la mitad de la población del país, ubicado en el noreste de Sudamérica y con fronteras con Guyana, Brasil y Guyana Francesa.
Al igual que el resto de la nación, Paramaribo es poco conocida fuera de la región caribeña, con la que mantiene fuertes vínculos históricos, políticos y económicos.
Fundada por los holandeses en 1603, la entonces población fue conquistada por los británicos en 1630, quienes la perdieron 37 años después.
Los Países Bajos mantuvieron la colonia hasta 1799 y luego la recuperaron en 1815 hasta su independencia en 1975.
Para un visitante salta a la vista la alta cifra de construcciones coloniales de madera, desde viviendas e iglesias hasta comercios y sedes de instituciones gubernamentales, en las cuales predemonina el blanco.
Muchas de ellas son rectangulares y simétricas, con techos rojos inclinados y subestructuras de ladrillo.
Los edificios públicos más importantes, como el Palacio Presidencial y el Ministerio de Hacienda, fueron construidos en piedra y ladrillo de estilo tradicional holandés pero incorporan elementos nativos, lo cual les da un toque característico.
Las amplias calles y los espacios públicos abiertos y llenos de árboles ofrecen al viajero la impresión de un paisaje urbano tranquilo y placentero.
En 2002 la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad al señalar que es un ejemplo excepcional de la fusión gradual de la arquitectura europea y las técnicas de construcción con materiales y artesanía local.
Precisamente, a finales del siglo XVII su gobernador y co-propietario Van Sommelsdijck presentó la primera planificación y expansión del entonces pueblo.
En esa época fueron erigidos para su protección los fuertes Zelanda, en 1667, sobre un promontorio en la orilla izquierda del río Surinam, y Amsterdam. Ambos se conservan en la actualidad.
Su centro es la Plaza de la Independencia, donde está ubicado el Palacio presidencial y la Asamblea Nacional (Parlamento), ambas edificaciones con una clara influencia de su antigua metrópoli. Paramaribo descansa a orillas del río del mismo nombre y a 15 kilómetros de la costa.
Entre sus principales atractivos destaca el puente Jules Wijdenbosch, inaugurado en mayo de 2000, que une a la ciudad con el suburbio de Meerzorg, en el distrito Commewijne.
Con sus más de mil 500 metros, el también llamado Puente de Surinam es una de las principales vías de comunicación del país.
También sobresalen la Universidad, fundada en 1968, el Museo de Surinam, que desde 1954 exhibe muestras arqueológicas, culturales e históricas del país, y el Centro Cultural.
Con sus dos torres, la catedral católica de estilo neogótico de San Pedro y San Pablo, abierta en 1885, es considerada uno de los edificios de madera más grandes del hemisferio.
Al sur de la ciudad están ubicadas las ruinas de la primera sinagoga judía de esta región, que fue erigida en 1639.
Junto a estas construcciones se erigen otras más modernas que se entremezclan y resaltan los contrastes.
Gran parte de su vida económica se desenvuelve en la avenida Waterkranz, donde se ubica el mercado más grande y numerosos centros comerciales, así como restaurantes y hoteles.
En la ciudad, como en el resto del país, se entremezclan las culturas asiáticas: hindú, china y de Java, así como la africana, las europeas, en especial holandesa y británica, y de los pueblos aborígenes.
El origen de esta diversidad se remonta al período colonial, cuando decenas de miles de esclavos africanos fueron obligados a trabajar en las grandes plantaciones cañeras de los colonos europeos.
Para reemplazar a los africanos entre finales del siglo XIX y principios del XX las autoridades trajeron a más de 70 mil chinos y javaneses, grupo étnico que habita en Indonesia, como mano de obra barata y de fácil explotación.
Una prueba de esa variedad son los edificios religiosos que se levantan por toda la ciudad: dos sinagogas, mezquitas, iglesias católica y protestante, y dos templos hindúes.
Símbolo de la paz religiosa de Surinam son la sinagoga Neve Shalom, que con su suelo de arena recuerda el éxodo de los judíos por el Sinai, y la Mezquita de Keizerstraat, ubicadas a escasos metros una de otra en la calle Keizerstraat.
Esta diversidad étnica resalta también al recorrer las calles de Paramaribo y observar la cultura culinaria, la vestimenta y el idioma de sus habitantes.
La economía de la ciudad descansa en la exportación de productos agrícolas, forestales y mineros, así como del comercio y del turismo.
El aeropuerto Internacional Johan Adolf Pengel, a 45 kilómetros al sur de la ciudad, es la principal vía de comunicación de Paramaribo con el mundo, mientras el Zorg en Hoop se encarga de los vuelos nacionales y regionales.
* Periodista de la Redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina
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