Creer ciegamente en la Cuba de Fidel Castro
Creer ciegamente en algo y mantener una idea frente a otros razonamientos de mayor peso que la nieguen, es terreno de la fe. Eso es lo que les ocurre a muchos extranjeros: consideran que la realidad cubana es binaria y que por lo tanto, sólo se puede estar con el castrismo o con el imperialismo yanqui.
Mi formación se consolidó cuando conocí el ‘método científico’, que considero es uno de los mayores logros de la humanidad. El ‘método científico’ se resume en:
1) El escepticismo (cualquier enunciado está abierto a la duda y al análisis).
2) El determinismo (los eventos ocurren de acuerdo a leyes y causas regulares, y no como resultado del capricho de demonios o deidades).
3) El empirismo (la investigación debe ser conducida a través de la observación y verificada con la experiencia).
Según la Real Academia Española –considero que debiera llamarse Real Academia Castellana-, una de las acepciones de ‘escepticismo’ es: “Desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo”. Esto me hace recordar otra frase que mi padre utilizaba: “Ver para creer”.
Sé que a los extranjeros no les es fácil romper los vínculos que los atan a las mentiras del castrismo, sobre todo para aquellos que desconocen cómo funciona realmente el régimen que existe en Cuba, y consideran que es la única alternativa que tienen los pueblos latinoamericanos.
Aunque en 1918 se promulgó en Cuba la ley que estableció el divorcio con disolución del vínculo matrimonial, liberando a los cónyuges para contraer nuevas nupcias, durante muchos años estuve casado con la mentira de la Cuba de Fidel Castro, me costó mucho esfuerzo disolver el vínculo matrimonial que tenía con ese engendro.
Como la praxis es el criterio de la verdad, les sugiero a los extranjeros que creen la eficaz propaganda del castrismo, que vayan a vivir a Cuba durante un mes en las condiciones en que sobrevive el cubano que