Horror y burla en la Plaza del Cristo
José Hugo Fernández
24 de octubre de 2013
Entre columnas apuntaladas con madera podrida y paredes que parecen mantenerse en pie sólo a la espera del próximo ciclón, aquel cartel anunciando “La Maravilla” convierte al sitio en plató de una de esas películas de misterio burlón, al estilo de La mansión de los horrores. Es la primera impresión que recibirá quien acceda a la Plaza del Cristo por la calle Villegas, en La Habana Vieja. Allí existió, hace mucho, un bar cuyo cartel identificativo es el último reducto de un espacio de energía humana hoy ocupado sólo por espectros y por ruinas.
Con todo, es una suerte que esté deshabitado. No menos horrorosa que “La Maravilla”, pero con un horror serio –pues en vez de fantasmas, alberga seres vivos-, es la situación de otras edificaciones del entorno. La población de los alrededores de la Plaza del Cristo asciende a 1 338 personas, hacinadas en 45 edificaciones, donde abundan ejemplos de la arquitectura doméstica de los siglos XVIII y XIX, cuyo 70 % requiere acciones reconstructivas de envergadura.
Algunos de esos edificios forman parte del patrimonio histórico de Cuba. Entre ellos, la Casa del Obispo, en la esquina de Bernaza y Teniente Rey, que fue Palacio Episcopal, habitado por Francisco Fleix Solans, obispo de La Habana entre 1846 y 1864.
Otrora distinguido por sus aportes al barroco cubano y por su monumental portada y bellos balcones, el inmueble, en avanzado deterioro, acoge ahora a unas 36 familias que viven a la buena de Dios, sufriendo el déficit de los más elementales servicios al hábitat, y cooperando con el efecto arrasador del tiempo.
Los turistas extranjeros que pasan por la Plaza del Cristo podrán leer un anuncio según el cual allí se ejecuta una obra restauradora, en colaboración con la Junta de Andalucía. Pero lo que nadie les aclarará es que el proyecto para restaurar la plaza y sus entornos da vueltas, desde hace muchos años, sobre un eje de promesa inmovilista, sin que hasta este minuto haya arrancado en firme.
El vagón recolector de escombros que (también desde hace años) está situado frente al antiguo bar “La Maravilla”, no parece actuar sino como otro elemento del plató para la película de horror burlón. Mientras, en la Casa del Obispo no se aprecian señales, ni siquiera engañosas, de la existencia de un plan salvador, tanto para el tesoro arquitectónico como para la pobre gente que lo habita.
Al tiempo que los posibles inversionistas extranjeros llegan y se van por la misma puerta del enfermizo secretismo oficial, funcionarios de la red empresarial de la Oficina del Historiador de La Habana (creada para sustentar económicamente los proyectos de preservación, conservación y restauración patrimonial) se hunden hasta el cuello en uno de nuestros más sonados escándalos de corrupción de los últimos tiempos. Y luego, para colmo, su monopolio ha pasado a manos directas de los generales. Es lo dicho: una película de horror, cuyo desenlace podríamos contar después del próximo ciclón.
Cuba: niñas prostitutas y mercaderes sexuales
Alejandro Armengol
16 de octubre de 2013
Cuba no promueve oficialmente la prostitución en general, y mucho menos la infantil, sin embargo, su enfoque al respecto es hipócrita y mal intencionado
El hecho de que extranjeros mantienen relaciones sexuales con niñas cubanas no es una noticia nueva. Durante años se vienen señalando denuncias en este sentido, y el gobierno cubano ha hecho poco —por no decir nada— para evitar que ello ocurra.
Hace unos meses una investigación realizada por los diarios Toronto Star y El Nuevo Herad brindó una amplia información al respecto, y obligó a modificar esa caracterización del turismo canadiense como una práctica familiar y común entre matrimonios de edad avanzada o jóvenes idealistas, que viajaban a Cuba impulsados por el atractivo de playa y sol. Un destino relativamente barato y donde se viajaba con el objetivo de conocer una nación singular y alejada de la sociedad de consumo en que se han criado estos visitantes internacionales: un país con dificultades, pero también con ciudadanos sonrientes y con buena música.
No es que todos los visitantes canadienses vayan detrás de relaciones sexuales baratas e impunes con menores, pero vale la pena enfatizar en esta realidad triste, que significa el tráfico sexual con niños.
Sin embargo, esta realidad no solo tiene que ver con los canadienses. Viene ocurriendo desde hace años.
Niñas en Cuba, prostitutas en Londres
Un negocio redondo según el vendedor. “Cubanitas” de 11, 12 y 13 años. Había donde escoger. Un vídeo de las niñas jugando y comiendo durante un cumpleaños. Simplemente verlo y señalar las preferidas. Además, la mercancía estaba garantizada. Los compradores podían “probarla” antes de la compra. Si no estaban satisfechos, escoger otra.
Solo que los “compradores” resultaron dos reporteros británicos, Graham Johnson y Nyra Mahmoo, y la información aparece en el Sunday Mirror.
La prostitución infantil y el tráfico de menores han aumentado notablemente en Gran Bretaña. En diciembre del año pasado, la rama británica de la organización End Child Prostitution, Pornography and Trafficking (Ecpat, UK) alertó que un número creciente de niños extranjeros son obligados a prostituirse. La situación llevó a un juez, Peter Singer, de la división familiar, a instar al gobierno de que introduzca leyes que detengan el comercio internacional de mujeres y niñas. Se estima que unas 1.400 entran al país anualmente y son obligadas a la prostitución.
Los reporteros del Sunday Mirror realizaron una investigación que los puso en contacto con Aktham Zuhair Salem Madanat, quien se encontraba en Gran Bretaña alegando ser un iraquí perseguido por Sadam Husein. Madanat era en realidad un jordano que confesó a los periodistas haber sido proxeneta en Miami, tener una casa en Cuba y residir durante diversos períodos en Inglaterra, a lo largo de nueve años. Agregó que nueve meses atrás se vio forzado a dejar Inglaterra y retornar a Cuba, pero que ahora estaba de vuelta en Londres para hacer “negocios”. Tiene nueve visas cubanas estampadas en su pasaporte y había viajado 13 veces a la Isla.
Madanat había regresado a Inglaterra con su esposa cubana y cuatro hijos, y todos estaban alojados en el London Park Hotel, que albergaba unos 500 refugiados en busca de asilo. En el lugar operaban diversas bandas dedicadas a la prostitución.
Según el Sunday Mirror, Madanat alardeó que podía traer mujeres y niñas de Cuba. Siete en total. Cuatro con edades entre 16, 21 y 22; otra entre 26 y 27, y dos mucho más jóvenes: una de apenas 11 años.
Campesinas del pueblo de su esposa “a siete horas de La Habana”, desesperadas por abandonar la Isla a causa de la pobreza. El vídeo fue tomado durante el cumpleaños de una de sus hijas, en su vivienda en Cuba. Había invitado a la fiesta a un grupo de jóvenes del pueblo y ahora usaba la cinta para promover la venta de las jóvenes como prostitutas.
“Le doy $200 a los padres y son suyas”, dijo Madanat, según cita el Sunday Mirror. Los familiares tenían la esperanza de que las jóvenes se casaran, encontraran algún hombre rico o al menos pudieran mandarle algunos dólares.