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De: carlos305  (Mensaje original) Enviado: 24/10/2013 18:28

La moneda única o el champú de Zumbado

| Por Wichy García Fuentes
    

SONORA, México, octubre de 2013, www.cubanet.org.- En uno de aquellos relatos del humorista Héctor Zumbado – alguien que, aún perteneciendo a una generación mayoritariamente crédula, no dejaba de plantear contradicciones álgidas del sistema, en clave de chiste – aparece un personaje que decía haber encontrado la solución para el ahorro de champú. El contenido de un pomo lo convertía en dos pomos, mezclando con agua a partes iguales. Su ingenio innovador y racionalizador le había permitido economizar el preciado champú de la cuota, y si la misma cantidad antes le duraba un mes y quince días, ahora le duraba ¡un mes y dos semanas!… Porque en vez de “un poquito” que se echaba en la cabeza, ahora debía echarse “dos poquitos”. “Y estaba de lo más contento”, decía la última línea del relato.

Zumbado, quizá sin saberlo, dejaba por escrito un precepto básico de la filosofía socialista y “revolucionaria”: la ridiculez del esfuerzo humano frente a una maquinaria socioeconómica estéril.

La ya anunciada, aunque sin demasiados detalles, unificación del CUC y el CUP – que sería algo así como la simbiosis del príncipe y el mendigo en términos monetarios – deja demasiadas dudas flotantes en torno al futuro financiero de intramuros. Como en el relato de Zumbado, parece ser que se avecina un gran cambio, positivo y reformador en apariencia, y que en la práctica no va a hacer más diferencia que aquel cambio de “un mes y quince días” por “un mes y dos semanas”.

El gobierno, no obstante, está haciendo conveniente uso, para sus fines propagandísticos, de una de las ansias populares que más tiempo llevan en la palestra. La gente desde hace mucho tiempo que está harta de la doble moneda, humillada por la diferencia entre el salario que recibe en el ultra devaluado CUP y el producto que tiene que comprar en el astronómico CUC.

La anticipación

A los efectos de la publicidad internacional, el cambio parece ser tan refrescante como el de la eliminación de los permisos de entrada y salida. Al principio se ofrece la idea vaga de que se eliminan restricciones para bien de los ciudadanos, muy útil para mantener la fachada internacional de legitimidad; luego pasan meses, o años, antes de que el grueso de la opinión mundial descubra que sólo se trató de una maniobra pueril en función de la imagen.

Así como la movilidad de las entradas y salidas aduanales, aún con cierta – y selectiva – relajación, siguió bajo estricto control del estado a través de la “habilitación” del pasaporte, ya nos tocará comprobar cómo la eliminación de la doble moneda no va a representar más que una estrategia publicitaria destinada a revitalizar el rostro ajado del castrismo y para, ¡cómo no!, mostrar al mundo que las reformas raulistas van en serio, que se cambiará todo aquello que deba ser cambiado, sin “secretismos” y sin reparar en las posibles consecuencias.

La estructura económica cubana, improductiva, dependiente de la caridad internacional y siempre empecinada en un centralismo que poda, obsesivamente y de manera sistemática, cualquier espíritu emprendedor, seguirá siendo la misma aún cuando la doble moneda se vuelva una sola. El valor de la moneda cubana no se va a elevar, sino todo lo contrario: la inflación, que desde hace décadas existe de forma congénita aunque disfrazada con una divisa artificial, se hará más visible y palpable.

El salario del trabajador seguirá devaluado, y sólo habrá de cambiar el hecho de que, si antes necesitaba 3 CUCs para comprar una botella de aceite vegetal, ahora tendrá que pagar 75 CUPs para poder freír los plátanos. Si antes necesitaba 25 mil CUCs para comprar un Chevrolet “Pisicorre” del año 52, ahora necesitará 625 mil CUPs para poder tenerlo.

O sea, que estamos como aquel personaje de Zumbado: “¡De lo más contentos!”.

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