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General: EL MITO DE LA BUENA EDUCACIÓN
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De: carlos305  (Mensaje original) Enviado: 26/10/2013 14:31

EL MITO DE LA BUENA EDUCACIÓN

EN LA CUBA DE FIDEL CASTRO

José Martí:

Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida”.

Antes de que Fidel y Raúl Castro

se apropiaran de las escuelas cubanas

Manuel Castro Rodríguez

Antes de que los hermanos Castro se adueñaran de las escuelas cubanas, en ellas se defendía la libertad de pensamiento, se estimulaba el pensamiento crítico y se educaba en el ideario martiano, ese que nos enseña que “Ver en calma un crimen, es cometerlo” y “El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice”.

 

Cursé la enseñanza primaria en el Colegio Moderno, una pequeña escuela laica –como la inmensa mayoría de los centros educativos cubanos-, ubicada en La Rosalía, un barrio pobre de San Miguel del Padrón, que por una mensualidad de cinco pesos brindaba una excelente educación.

 

Recuerdo con gran añoranza el clima de respeto mutuo que existía en el Colegio Moderno. De mis condiscípulos, en Cuba solamente vive Ana Oviedo, doctora en Medicina, cuyo padre hizo un gran esfuerzo para que ella pudiera estudiar: El papá de Ana vendía periódicos, para lo cual tenía que caminar por todo el barrio bajo el sol o la lluvia.

 

Evoco con gran cariño a mis maestras: América, María, Lourdes, Gladys y Florentina. También recuerdo con gran afecto a la directora del Colegio Moderno, Aleida Pérez Mareque, la cual me llamaba ‘líder’, por dos razones:

 

1- Como mis padres y mis amigos me llamaban ‘Manolo’, yo le hacía recordar a Manolo Castro, el dirigente estudiantil asesinado el año anterior a mi nacimiento.

 

2- Porque en su diario recorrido por las aulas, me veía discutir respetuosamente con mis maestras en las clases de Historia, sobre la ingerencia norteamericana en Cuba, Panamá, Nicaragua, República Dominicana y Guatemala –era la época del derrocamiento reciente de Jacobo Arbenz, debido a la intervención yanqui. Jamás recibí una reprimenda por ello, y frecuentemente era premiado con ‘El Beso de la Patria’, que se realizaba en una ceremonia especial en que se reconocía a los mejores alumnos del Colegio Moderno, al ser seleccionado un estudiante por aula.

 

Florentina me dio clases en 5º (curso 1959-1960) y 6º grado (curso 1960-1961) –desconozco qué pasó con la profesora que habitualmente le había impartido clases a 6º grado-, último curso en que funcionó el Colegio Moderno, ya que Fidel Castro estatizó la enseñanza. Ese fue un período de gran enfrentamiento político; al igual que la inmensa mayoría de los cubanos, yo apoyaba a la Revolución, mientras que mi maestra Florentina mostraba su desacuerdo con el rumbo que la misma había tomado, por lo que aumentó los debates respetuosos que sostenía con ella, pero seguí recibiendo ‘El Beso de la Patria’ y el cariño de Florentina y Aleida. Sí, yo defendía a la incipiente tiranía, pero como nos dice José Martí: “La verdad una vez despierta, no vuelve a dormirse”.

 

Mi maestra Florentina fue la primera persona que me dijo: “No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que tenga la oportunidad de decirlo”, aforismo que se le atribuye al filósofo francés François Marie Arouet (Voltaire). En ese momento no lo entendí; cuando al fin pude comprenderlo, ya era demasiado tarde y tanto Florentina como Aleida se habían exilados. Por ello, nunca pude decirles cuánto contribuyeron a sembrar en mí el amor por la verdad, la libertad, los valores cívicos, la legalidad y la justicia, así como la defensa de los derechos humanos, que son cualidades primordiales en una persona honesta.

 

Antes de que los hermanos Castro se adueñaran de Cuba, ocupábamos el tercer lugar en Iberoamérica en educación y salud, como lo demuestran todos los informes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Como han reconocido varios economistas e historiadores marxistas (Juan F. Noyola, Raúl Cepero Bonilla, Manuel Moreno Fraginals y Óscar Zanetti Lecuona), Cuba era un país con índices crecientes de progreso económico y social.

 

En 1958, con una población de más de seis millones de habitantes, Cuba tenía un producto interno bruto per cápita de 374 dólares, según el Atlas of Economic Development (1961) de Norton Ginsburg, o de 520 dólares, según otros autores (H. T. Oshima, Felipe Pazos, José F. Álvarez Díaz, Leví Marrero, José M. Illán). Ese mismo año, el ingreso nacional por habitante de España fue de 180 dólares, menos de la mitad del de Cuba en cualquiera de los dos cálculos.

Véase una muestra del daño antropológico

Niños que quieren ser ‘jinetera’ (prostituta), ‘yuma’ (extranjero) o dictador

La Edad de Oro (Corto documental, 2013)

Javier Castro



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