Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
¡ Feliz Cumpleaños ♥ SuaveQuel ♥ !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 Conociendo Cuba 
 CANCION L..A 
 FIDEL CASTRO.. 
 Fotos de FIDEL 
 Los participantes más activos 
 PROCLAMA AL PUEBLO DE CUBA 
 
 
  Herramientas
 
General: TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN .... IGLESIA CATOLICA Y CAPITALISMO .
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 18 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 30/11/2010 13:06
“Un poder inmenso y una despótica dominación económica están concentrados en manos de unos pocos. Este poder deviene particularmente irresistible cuando es ejercido por los que, controlando el dinero, gobiernan el crédito y determinan su concesión. Ellos suministran, por así decirlo, la sangre de todo el cuerpo económico, y la retiran cuando les conviene: como si estuviera en sus manos el alma de la producción de manera que nadie ose respirar contra su voluntad” S.S. Pio XI “Quadragesimo Anno”




Primer  Anterior  4 a 18 de 18  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 4 de 18 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 30/11/2010 20:27

19 Febrero 2010

Camilo Torres Restrepo
Juan Diego García

Argenpress

Hoy, 15 de febrero se cumple un nuevo aniversario de la muerte en combate en las filas del ELN del sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo, un destacado intelectual y profesor universitario, quien luego de liderar un amplio movimiento de protesta popular consideró que los caminos de la legalidad estaban cerrados en la asfixiante atmósfera de la dictadura civil del llamado Frente Nacional y en consecuencia ingresó, como muchos otros activistas sociales en este país, a las filas de una insurgencia popular, un fenómeno que acompaña la historia de Colombia a lo largo de casi todo el siglo anterior y se prolonga hasta el presente, sin perspectivas de solución.

Camilo Torres es sin duda un producto necesario de las condiciones sociales y políticas de su país pero es al mismo tiempo expresión de la profunda crisis de la Iglesia Católica, sometida también en Latinoamérica a los embates de la modernidad y desorientada ante la exitosa competencia de las iglesias protestantes.

Colombia era (y sigue siendo) un país de enormes desigualdades sociales y económicas, con un sistema político primitivo y violento que asegura los privilegios de una casta pretenciosa e ignorante, profundamente cínica pero muy cuidadosa de las formas (hay elecciones tramposas cada cuatro años) y de una sumisión a los Estados Unidos que raya en la servidumbre. No resulta extraño entonces que a la violencia oficial la respuesta de los afectados haya sido con tanta frecuencia la lucha irregular, el levantamiento armado y la insurrección.

La Iglesia Católica, por su parte, pierde su influencia y buena parte de su poder político como resultado del agudo proceso de urbanización de las últimas décadas que la deja sin su feligresía campesina tradicional y carente de un discurso adecuado a las nuevas realidades que impone la modernidad.

Esto no significa por supuesto que desaparezca plenamente la religiosidad ni que termine el imperio del pensamiento mágico en la mente de las amplias masas que se agolpan desordenadas y empobrecidas en el caos de las nuevas urbes. Pero aún así, inevitablemente aparecen nuevos valores y nuevas necesidades ante las cuales la jerarquía de la Iglesia reacciona con la más conservadora de las actitudes.

Su oposición cerrada al control de la natalidad, al aborto, al divorcio, al matrimonio civil, a la eutanasia; su cruzada permanente contra las opciones diferentes en familia y sexualidad, su anticomunismo enfermizo, su empecinamiento contra toda manifestación de laicismo y otras posiciones no menos retardatarias producen un distanciamiento entre la Iglesia y su feligresía que mayoritariamente se traduce en una religiosidad puramente convencional, limitada a rituales y formalismos, mientras contravienen en la vida diaria las guías espirituales de la jerarquía.

Son católicos pero no asisten a misa, controlan la natalidad, se divorcian y abortan mientras gana terreno una sexualidad menos opresiva y la tolerancia de la homosexualidad. No faltan tampoco los católicos que hacen compatible su fe con la militancia en partidos comunistas (como en Italia o España). No son pocos los que buscan respuestas en otras confesiones (particularmente iglesias y sectas protestantes) y crece el número de aquellos que buscan un retorno a las raíces cristianas para recuperar valores que se consideran incompatibles con el capitalismo.

A todo lo anterior hay que agregar el compromiso político de la Iglesia, colocada siempre al lado de las minorías dominantes, convertida ella misma en un poder puramente terrenal y en legitimadora de las peores formas de opresión que soportan las mayorías pobres. Para todos, pero en particular para quienes se sienten fieles a las raíces mismas del cristianismo juega un destacado papel el mensaje renovador de Juan XXIII, una reforma frustrada que ahonda aún más el divorcio entre iglesia y feligresía. La represión de los reformadores no llega al rompimiento formal (aunque ha habido algunas expulsiones sonadas) pero si a la convivencia difícil de dos comunidades dentro de la iglesia.

La llamada opción por los pobres afecta a todo el catolicismo del continente (y de otras latitudes) con ejemplos de una entrega y dedicación a las causas populares que les lleva hasta el sacrificio de sus propias vidas. Son incontables los laicos de los grupos de base, las monjas y curas asesinados y sobresalen figuras destacadas como Camilo Torres en Colombia, Monseñor Romero, el padre Ellacuría y sus compañeros jesuitas en El Salvador, Gaspar García Laviana en Nicaragua en las filas del FSLN, Domingo Laín en el ELN de Colombia y muchos otros. Todos ellos quedan como ejemplo y testimonio.

En contraste, la Iglesia oficial persiste en su posición retardataria en los aspectos morales (endurecida ahora con las orientaciones del anterior y el actual Papa) y reafirma su compromiso con las elites y su oposición a todo movimiento político de reforma social. No resulta extraño entonces ver a la cúpula de la iglesia apoyando activamente el golpe contra Chávez en Venezuela o más recientemente bendiciendo el golpismo en Honduras. La Iglesia colombiana se parece más a la argentina –groseramente comprometida con las dictaduras militares- que a la de Brasil o Chile, en las que al menos grupos significativos y hasta la misma jerarquía han mantenido un discurso y una práctica de compromiso con las mayorías pobres y en general con la democracia como sistema.

El legado del sacerdote colombiano Camilo Torres pertenece a esta corriente renovadora y lejos de debilitarse se acrecienta con los años. En efecto, los puntos centrales de su programa de reformas son tan válidos hoy como ayer, pues en lo fundamental poco o nada ha cambiando en la suerte de la mayoría de la población. Tal vez lo único destacable es la formación de un limitado grupo de “estratos medios” que da cierta amplitud social y política a la vieja oligarquía y constituye el núcleo activo del movimiento de Álvaro Uribe. Es el sector que participa en las encuestas amañadas que arrojan adhesiones exorbitantes al actual mandatario y que apoya febrilmente ese fenómeno de fascismo tropical que encarna la alianza siniestra entre militares y paramilitares.

Para los católicos progresistas sigue vigente el mensaje ético de Camilo Torres, seguramente con mucha mayor fuerza que antes. La opción por los pobres de la Teología de la Liberación les impone un compromiso firme en la lucha social y política contra la explotación inhumana de los obreros, la persecución despiadada de las comunidades indígenas y negras, el empobrecimiento agudo de las capas medias, el desplazamiento violento de más de cuatro millones de campesinos y la emigración obligada de otros cuatro millones, expulsados de su país por el modelo económico y sometidos hoy en el mundo rico a la discriminación humillante y la explotación infame como mano de obra barata.

Pero la crisis no solo afecta a los católicos. De hecho, un número creciente de evangélicos, luteranos menonitas y otras iglesias protestantes experimentan procesos de reflexión y de acción muy similares. Más aún, ante la agudización de la represión y la violencia aparecen también grupos de otras comunidades de menor presencia numérica en Colombia, como islamistas y judíos que unen sus esfuerzos a los cristianos progresistas en el empeño por detener la guerra y construir un país más grato, pacífico y próspero.

Y para los no creyentes, agnósticos y ateos comprometidos en la lucha social, el mensaje de Camilo Torres lejos de aparecer un elemento extraño se ha convertido también en inspiración y ejemplo. No hay conflictos por la creencia. No creyentes, creyentes de diferentes iglesias, monjas, curas y pastores aparecen juntos en todos los frentes de lucha social -incluida la misma insurgencia-. Para todos ellos sigue siendo válido el mensaje de Camilo que dejaba de lado el debate filosófico sobre la mortalidad del alma para coincidir con todos en la lucha contra el hambre y la explotación, esos sí, males letales de necesidad.


Respuesta  Mensaje 5 de 18 en el tema 
De: albi Enviado: 30/11/2010 20:33


Respuesta  Mensaje 6 de 18 en el tema 
De: albi Enviado: 30/11/2010 20:38


Respuesta  Mensaje 7 de 18 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 30/11/2010 20:45

BIOGRAFÍA POLÍTICA DE CAMILO TORRES

 

    Vida de Camilo

    Jorge Camilo Torres Restrepo nació en Bogotá el 3 de febrero de 1929. Sus padres fueron Calixto Torres Umaña, prestigioso médico, e Isabel Restrepo Gaviria. De familia acomodada, burguesa y liberal. Vivió junto con su familia en Europa, entre 1931 y 1934. En 1937, el matrimonio se disolvió, y Camilo pasó a vivir con su madre y su hermano Fernando.

Se graduó como bachiller en el Liceo Cervantes en 1946. Luego de estudiar un semestre de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, donde permaneció siete años, tiempo durante el cual Camilo se comenzó a interesar por la realidad social, creando un círculo de estudios sociales, junto con su compañero Gustavo Pérez. Como cristiano, se sintió atraído por el tema de la pobreza y la justicia social.

Camilo se ordenó como sacerdote en 1954, y luego viajó a Bélgica a estudiar sociología en la Universidad de Lovaina. Durante su estadía en Europa, hizo contacto con la Democracia Cristiana, el movimiento sindical cristiano, y con los grupos de resistencia argelina en París, factores que lo llevaron a acercarse a la causa de los oprimidos. Fundó con un grupo de estudiantes colombianos de la universidad el ECISE (Equipo colombiano de investigación socioeconómica).

En 1958 se graduó como sociólogo con el trabajo “Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá” (publicado en 1987 como “La proletarización de Bogotá”), que fue uno de los pioneros en sociología urbana del país. En 1959 regresó a Bogotá y fue nombrado capellán de la Universidad Nacional. Allí, junto con Orlando Fals Borda, fundó la Facultad de Sociología en 1960, a la que estuvo vinculado como profesor.

Sus investigaciones sociológicas iniciadas con su tesis de grado lo llevaron a familiarizarse con las estructuras sociales tanto urbanos como rurales. Fundó el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC), y desarrolló trabajos de investigación y de acción social en barrios populares y obreros de Bogotá, como el barrio Tunjuelito. Como capellán, introdujo en Colombia muchas de las reformas del II Concilio Vaticano, como dar la misa de frente y no de espaldas, y decirla en español y no en latín. Pregonó que el problema no era rezar más sino amar más.

En 1961 empezó a tener problemas con el cardenal Concha Córdoba, quien no veía con buenos ojos las labores de Camilo. La situación fue tornándose espinosa, hasta que el prelado lo destituyó de su cargo de capellán, de los trabajos académicos y de las funciones administrativas que tenía en la Universidad Nacional.

Colaboró con la investigación dirigida por Germán Guzmán, publicada como “La violencia en Colombia” (1962, segundo tomo 1964). En 1963 presentó el ensayo “La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas”, en el primer Congreso Nacional de Sociología. Hizo parte del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP). Presionado por el alto clero, en 1965 renunció al sacerdocio.

Ése año, planteó una plataforma para un movimiento de unidad popular, gestando así a la fuerza política “Frente Unido del pueblo”. Desarrolló numerosas manifestaciones y actos públicos, y publicó el semanario “Frente Unido”. Igualmente hizo contacto con el Ejército de Liberación Nacional, conformado en 1964, con el que acordó la continuación de la agitación política en las ciudades, y su posterior ingreso a la organización cuando se considerase necesario.

El segundo semestre de 1965 Camilo trabaja en el impulso al Frente Unido y en la publicación del semanario del movimiento (el “Frente Unido”). Camilo llenó las plazas públicas y tuvo un vertiginoso ascenso político. Ratificó el abstencionismo como posición revolucionaria.

Luego del hostigamiento y la persecución estatal, se vinculó en noviembre al ELN, y lanzó la “Proclama a los colombianos”. En su primer combate, el 15 de febrero de 1966, murió en combate en Patiocemento, Santander. Sus restos mortales fueron sepultados en algún lugar clandestino, desconocido hasta el momento.

 

    Pensamiento político

    Camilo formó parte de una iglesia contestataria internacional que se desarrolla en la década de 1960, convirtiéndose en una de sus figuras principales. El cristianismo bien entendido suponía, para Camilo, la creación de una sociedad justa e igualitaria. Esto lo tradujo como la obligación de hacer una profunda revolución, que despojara del poder a los ricos y explotadores (la oligarquía), para darle paso a una sociedad socialista.

Los principales planteamientos de Camilo Torres pueden sintetizarse en las siguientes ideas en torno a la situación nacional: para transformar el país y lograr el bienestar de la clase popular es necesario liberar al país del imperialismo norteamericano y de la oligarquía que sirve a sus intereses; es necesaria la fusión, la movilización y la vinculación de los sectores pobres de la población a la lucha por la construcción de un nuevo Estado. Por esto, debe generarse la unidad del movimiento revolucionario y opositor, aglutinando a las masas oprimidas del país; debe tenerse la convicción de llevar la lucha hasta el final afrontando todas las consecuencias; y por último, los cristianos no solamente tienen la posibilidad de participar en la revolución, sino que tienen la obligación de hacerlo (“el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”).

Otro elemento fundamental en el pensamiento de Camilo lo constituyó su esfuerzo por conciliar el cristianismo con el marxismo, impulsando un nuevo tipo de sociedad de carácter socialista y cristiano, basado en la justa distribución de la riqueza. “Los marxistas luchan por la nueva sociedad, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado”.

Todo este proceso debe ser desarrollado, como lo plantea Camilo, a partir de la acción popular, combinando la actividad política con la militar, y llevando a cabo labores políticas y organizativas a partir de las bases, es decir, en estrecha relación con el pueblo.

La formación del pensamiento político de Camilo estuvo marcado por varias etapas. En primer lugar, tuvo una formación cristiana católica, pero siempre estando vinculado a la realidad social, y a la situación de pobreza de la población colombiana. Posteriormente viajó a Europa donde se formó como sociólogo, pero también donde hizo contacto con el mundo socialista y el movimiento obrero.

A su regreso a Colombia, Camilo se planteó complementar sus esfuerzos por el bienestar de los pobres con la actividad científica e investigativa, a partir de sus conocimientos de sociología. En este sentido, desarrolló proyectos de acción social y comunitaria, en los que puso el saber sociológico al servicio de los sectores pobres.

Pero sus labores fueron truncadas y entorpecidas por la burocracia gubernamental y el régimen político, factor por el cual Camilo pasó a participar en el campo político, oponiéndose al sistema del Frente Nacional (1958-1974) en el que los partidos tradicionales, el liberal y el conservador, se repartirían el poder milimétricamente, excluyendo a los demás sectores políticos. En esta perspectiva, Camilo gestó e impulsó el “Frente Unido del pueblo”, en el que buscaba aglutinar a todas las fuerzas políticas revolucionarias y de oposición en torno a la “Plataforma del Frente Unido”, que constaba de diez puntos, los cuales hacían referencia a: reforma agraria, reforma urbana, planificación, política tributaria, política monetaria, nacionalizaciones, relaciones internacionales, salud, familia y fuerzas armadas.

La incapacidad de lograr cambios auténticos y profundos por medios pacíficos y legales, llevó a Camilo a plantearse la necesidad de la lucha armada como medio para el establecimiento de un nuevo estado y una nueva sociedad, de carácter socialista. Por ello se vinculó al ELN, donde esperaba alcanzar la realización de la revolución en Colombia, hasta que cayó muerto en su primer combate.*

Su ejemplo inspiró a movimientos de sectores cristianos como el grupo “Golconda”, o el caso chileno de “Sacerdotes para el socialismo”, impulsor del ascenso de Salvador Allende, y a personalidades como el padre Ernesto Cardenal, participante de la rebelión sandinista en Nicaragua, y en general, a las comunidades eclesiales de base, que conformaron una nueva iglesia latinoamericana comprometida con el cambio revolucionario, originándose la corriente conocida como la “teología de la liberación”.

Igualmente, el ejemplo de Camilo fue retomado por sacerdotes comprometidos que se vincularon a la lucha armada, como los casos de los españoles Domingo Laín y Manuel Pérez, que morirían combatiendo con el ELN. (Pérez llegó a ser comandante político de la organización, hasta que murió por una enfermedad en 1998).

Hoy en día, su ejemplo se mantiene en la lucha revolucionaria que mantiene el Ejército de Liberación Nacional desde hace 38 años, y su pensamiento perdura en estudiantes, obreros y campesinos de toda Colombia y América Latina.

Edgar Camilo Rueda Navarro

2002

 

 

 

Bibliografía sobre Camilo Torres

    Sobre Camilo se han escrito numerosas obras que trascienden todos los géneros, en las que se pueden encontrar ensayos, libros, tesis de grado, artículos, reportajes, etc., así como obras a nivel internacional. Las más destacadas son:

SOTO APARICIO, Fernando. “La siembra de Camilo”. (novela). Bogotá, Plaza y Janés, 1971.

BRODERICK, Walter. “Camilo Torres. El cura guerrillero”. Bogotá, Círculo de lectores, 1977. {edición colombiana}

VILLANUEVA, Orlando. “Camilo. Acción y utopía”. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1995.

HABEGGER, Norberto. “Camilo Torres, el cura guerrillero”. Buenos Aires, Peña Lillo, 1967.

LÓPEZ, María. “Camilo camina en Colombia”. Bogotá, 1989.

TRUJILLO, Francisco. “Camilo y el Frente Unido”. Bogotá, 1987.

 

 


 

 

________________________

* En una entrevista conducida por Marta Harnecker y publicada con el titulo Unidad que multiplica (Quito, Editorial La Quimera, 1988), Rafael Ortíz, miembro del Comando Central de la Unión Camilista Ejército de Liberación Nacional (UCELN), explica las circunstancias de la muerte de Camilo Torres:

"Al vincularse a la lucha armada, él se compenetra de inmediato con la vida guerrillera. ... En esas circunstancias, cuando se planifica una emboscada, él sostiene que tiene que participar argumentando que si hay normas, él no puede quedar al margen de ellas. ... Camilo convence a Fabio y a Medina y éstos resuelven que vaya, pero lo ubican en el sitio más seguro, es decir, en la punta de la emboscada. ... Los compañeros, pensando que ya se había eliminado a la tropa que había entrado en la emboscada, dieron la voz de recuperación, pero cuando Camilo va a recuperar un arma es tiroteado por uno de los militares que había caído herido. La emboscada fue un poco larga y cuando se dan cuenta que Camilo ha caído se lanzan a sacarlo pero ya es demasiado tarde. ... En esa acción caen cinco compañeros tratando de auxiliar a Camilo."

Respuesta  Mensaje 8 de 18 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 09/12/2010 14:58
 

Respuesta  Mensaje 9 de 18 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 16/12/2010 21:51
Bienvenido a La Ventana

Camilo Torres Restrepo: a 40 años de su muerte
Fecha Viernes, 24 de Febrero del 2006 (18:46:22)
Tema Nuestra América


"El deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución"

por Gilberto López y Rivas

Recordar a Camilo Torres Restrepo a los 40 años de su muerte en combate es hacer memoria de una historia de congruencia y compromiso personal con la causa de los explotados de Nuestra América. Es revivir del pasado cercano la figura de un revolucionario, trasgresor de barreras y convencionalismos, colombiano universal que murió luchando, como escribe su mentor y amigo, Françoise Houtart, por un sueño que "tendría tres dimensiones, colombianas, latinoamericanas y globales. Siempre tendría también tres bases: sociales, humanistas y espirituales".

Habiendo nacido en una familia acomodada, Camilo cruza su primera frontera, la de clase, al escoger el sacerdocio como expresión de la brújula que guió la brevedad de su vida: el amor al prójimo, que mucho predican los mojigatos que nos gobiernan en México hoy en día y que poco practican en la cotidianidad. Sin embargo, en la búsqueda de explicaciones terrenales a los problemas sociales de su pueblo y respondiendo a la honda huella de rebeldía e inconformidad que impactó a la generación que fue testigo del triunfo de la Revolución Cubana, Torres Restrepo encuentra en la sociología un instrumento idóneo para adentrarse en la interpretación de la lacerante realidad colombiana.

Es explicable que, habiendo estudiado en Lovaina, halló no la ciencia social que elabora complejas justificaciones a la pobreza y coberturas a la explotación, sino explicaciones basadas en una interpretación marxista, de la cual retoma sus aspectos metodológicos y su tradición humanista. Nunca se consideró comunista, pero jamás se sumó a la campaña furibunda contra el comunismo de las oligarquías y el imperialismo, tan común en esos días, a través del bombardeo masivo desde los medios de comunicación y los pulpitos al servicio de los poderosos.

La convergencia entre cristianos y marxistas lo describe como un hombre flexible y nada afecto al dogmatismo que ha menguado tantos afanes de la izquierda. Con toda justeza pedía al marxista que evolucionara de la perspectiva simplista de la religión como "el opio del pueblo" y, por otra parte, pedía a los cristianos que reconocieran la utilidad del materialismo histórico para la práctica revolucionaria y la idea de que también existen valores fundamentales fuera de la iglesia y las creencias religiosas. Muy oportuna y conocida su frase al respecto: "Es absurdo pensar que comunistas y cristianos no pudieran trabajar juntos por el bien de la humanidad y que nosotros nos ponemos a discutir sobre si el alma es mortal o inmortal y dejamos s in resolver un punto en que si estamos todos de acuerdo y es que la miseria sí es mortal".

También como sociólogo, Camilo cruza otra frontera, la de la ciencia contemplativa, y se adentra en el territorio de la acción política con fundamento en un criterio que da origen a la teología de la liberación: "el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución".

Como dirigente político se topa en un momento dado con las limitaciones impuestas por la represión a la lucha institucional y cruza la frontera definitiva que lo llevaría a la lucha armada y a la muerte, la cual en este caso, debiera ser interpretada como sacrificio desde sus concepciones cristianas. Sin embargo, es significativo que un sacerdote católico haya decidido dar tan singular paso. Houtart lo explica a través de su propia experiencia de joven seminarista con el dilema de ver su patria (Bélgica) ocupada por las hordas fascistas: no había otra opción que no fuera resistir con las armas en la mano.

Se pregunta Françoise: "¿Cómo conciliar una opción cristiana, de amor al prójimo, al enemigo, del perdón, de la no violencia con la lucha armada?" Y él mismo se responde: "los principios no se viven en abstracto...Se trata de elegir las ambigüedades de los oprimidos o las de los dominantes. El Evangelio exige claramente la identificación de los pobres. Sin embargo, esta opción exige un juicio político y un juicio ético...Para Camilo, eso era claro: transformar una sociedad totalmente injusta por la vía armada porque todas las otras maneras de realizar el sueño se habían agotado".

Hay un aspecto en Camilo que lo caracteriza y que explica sus frecuentes rupturas: por un lado, su honradez sin concesiones, su coherencia, que lo llevan a transitar por la vida incesantemente y, por el otro, su criterio de eficacia: él quiso dar eficacia al sacerdocio, a la sociología, a la acción política y al compromiso revolucionario. "Para que el amor sea eficaz" podría ser una de las frases que lo definieran.

Es sorprendente actual la perspectiva de Camilo sobre su confianza en el pueblo, sobre la necesidad de organizar de "abajo arriba, de la vereda hacia el pueblo, del barrio hacia el centro, del campo a la ciudad". Él afirmaba que la verdadera organización es la que el pueblo asume como propia y construye como acción colectiva y autónoma. Esto lo hace un libertario y un enemigo de las burocracias.

No podríamos recordar la caída en combate de Camilo Torres Restrepo hace 40 años sin hacer referencia a la realidad actual de su patria, Colombia, desgarrada por decenas de años de muerte de sus mejores hijas e hijos, de terrorismo de Estado, de intervención estadounidense, de paramilitarismo, de dominio del narcotráfico en amplios espacios del Estado y la sociedad.

Hace algunos años asistí en Colombia a la firma de un dialogo que, como en el caso mexicano, no prospero. Ahora esta en marcha otro dialogo en La Habana entre el gobierno y el ELN. Hacemos votos por que la terrible problemática que vive ese país hermano tenga una solución por la vía del poder popular, la democracia participativa de las mayorías, la independencia plena y, sobre todo, la paz.

Tomado de La Jornada

Más de Camilo Torres en La Ventana:

Camilo Torres (1929-1966)








Respuesta  Mensaje 10 de 18 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 17/12/2010 12:50
 
 
Profecía de Juan XXIII sobre Benedicto XVI, penúltimo Papa antes de la parusía.
diosmio88


Jul 6, 2005, 1:46 PM



 
Reportar Abuso
Todo esto lo digo según estas profecías, que aunque en algunos párrafos parecen enrevesados y muy buscados, ha acertado en los acontecimientos que han ocurrido desde el año 1968, cuando se publican("Le propezie di Papa Giovanni")hasta el año 2005.Según Pier Carpi, investigador que las divulga, un anciano de barba blanca que pide permanecer en el anonimato le da una quinta parte de las profecías que dijo Juan XXIII en el año 1935 hasta el final de los tiempos,en una sociedad esotérica, que tiene sus raíces en los caballeros templarios, que lucharon por la cristiandad en los siglos XI y XII dc, pero que fueron rechazados después de que se supiera que algunos practicaban la sodomía, escupían la cruz y negaban a Cristo.No obstante, en la actualidad se mantienen relaciones con las ordenes militares y el vaticano.

Sólo el tiempo dirá si se cumple lo que dijo Juan XXIII sobre Benedicto XVI.

"Benedicto, benedicto, benedicto.Un nuevo Padre (Papa) de una madre(Iglesia) sonriente.Los hijos del Santo de Milán.Dieciseís te contarán.Vendrán los jóvenes a aclamarte.La Tierra te levantará las manos.

La Virgen María estará próxima, la Virgen que fue sacrificada.En sus palabras hallarás el camino, Benedicto, Benedicto, Benedicto.

Tú serás el padre de todos.

Será díficil el inicio del viaje, caminar en Roma en los días de sangre.Disiparás las tinieblas de la hora sexta y aclararás los sepulcros.Darás nombres sagrados a las cosas sagradas, y nombres profanos a las cosas profanas.

Israel, tu que sufres y luchas como nadie y no saben compartir tus padecimientos.Ustedes soís hermanos.Siempre os empujan al combate, pero no salen todavía de su escondrijo.Aquí se decide el destino del mundo.El odio por el templo, la ruina de todos.

Dos hermanos se matarán en el ataque del mayor de ellos,entonces combatirán los hijos.

Lucharán entre sí la luna creciente contra la Estrella y el Gran Imperio.Entre ellos se yergue la cruz negra.Infierno en la Tierra.

Benedicto, cuando los hermanos combatan entre sí, recibirás en tu casa a un santo descalzo.Y dejarás a la espera a los poderosos de manos desarmadas, rezando por tí.

El tuyo será el viaje del coraje, el del desafío al mundo y a la derrota del príncipe de las tinieblas.El santo hablará por tí en cada región y he aquí que te cubrirán de flores blancas por todo el mundo.

A quien te envíe soldados, tú les opondrás legiones.Y nunca retirarás tu palabra.Te quitarás tus zapatos y andarás descalzo.

Cuando divulgues la palabra de María, verás cerrar la herida que sufrirás.La Madre de la Iglesia será la Madre del mundo.Angel te llamarán,bendito.

Tras los días que la sangre teñirá el desierto y otras partes de la Tierra,el mundo entero se rebelará contra el juego de los poderosos, contra la secreta hermandad de los grandes que tramaba la esclavización de los pueblos de la Tierra.Los escasos jefes honrados se unirán y los culpables serán juzgados y derrocados."

Lo escrito, escrito está.

Respuesta  Mensaje 11 de 18 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 17/12/2010 12:54
  • RSS
  • MAPA
  • ENVIAR 
  •  

    Juan XXIII, primavera en la Iglesia

    Se cumple medio siglo del comienzo de un papado que terminó con la Contrarreforma
    Religiones - 29/10/2008 11:07 - Autor: Juan José Tamayo - Fuente: El País
    Vota:
    - Resultado 17 votos
     
     
    Juan XXIII.
    Juan XXIII.

    El 28 de octubre de 1958, hoy hace medio siglo, era elegido Papa el anciano patriarca de Venecia Angello Giuseppe Roncalli, que tomaba el nombre de Juan XXIII, tras casi 20 años de pontificado de Pío XII, muy criticado por su insensibilidad ante la persecución de los judíos por el nazismo.

    Nada hacía pensar en la biografía del nuevo Papa que pudiera llevar a cabo cambios importantes en la marcha de la Iglesia católica, anclada en la Cristiandad medieval. De joven se había formado en un seminario de la Contrarreforma. Ya sacerdote, fue secretario particular del obispo de Bérgamo, su diócesis natal, y profesor de Historia de la Iglesia. Su siguiente destino fue la dirección nacional de Propaganda Fide en Roma. Después, ejerció, durante diez años, la función de visitador apostólico en Bulgaria, país con sólo 62.000 católicos, sin mucho entusiasmo. "Bulgaria es mi cruz", escribió entonces con resignación.

    De Bulgaria pasó a la nunciatura de la Turquía laica de Atatürk en plena política secularizadora, que rechazaba el islam y cualquier forma religiosa considerada integrista, incluido el catolicismo. Su posterior misión fue la nunciatura de Francia, donde llegó en 1944 cuando estaba a punto de ser liberada del nazismo, en un momento de fuerte división entre los católicos -sacerdotes y obispos incluidos- por profundas divergencias políticas e ideológicas. Allí le tocó vivir la experiencia de los sacerdotes obreros y las sanciones de Pío XII a algunos de los más cualificados representantes de la nouvelle théologie. Con 71 años fue nombrado arzobispo de Venecia. Una vida, por tanto, entre el trabajo burocrático de la curia romana y la diplomacia, con un breve tiempo de actividad pastoral.

    Sin embargo, en menos de cinco años, la duración de su pontificado, logró poner en marcha una de las mayores transformaciones de la Iglesia católica, que pasó del autoritarismo piano al conciliarismo, del integrismo al compromiso con la historia, de la Contrarreforma a la reforma, de la Cristiandad a la Modernidad, de la alianza con el poder a la Iglesia de los pobres y del anatema al diálogo. Ponía fin a cuatro siglos de Contrarreforma, haciendo suya, sin citarla, la propuesta de Lutero ("La Iglesia debe estar en permanente reforma"), que luego asumió el concilio Vaticano II.

    Con el pontificado de Juan XXIII se inicia una era de cambios compulsivos en la historia de la humanidad, que continuaron a lo largo de la década de los sesenta del siglo pasado. Fue, por utilizar la expresión de Karl Jaspers aplicada a otra época histórica, el tiempo-eje de las utopías en el que se sucedieron importantes transformaciones de toda índole: la revolución cubana, la independencia de los países sometidos a las potencias europeas, la lucha por los derechos civiles, los movimientos de liberación en América Latina, la revolución estudiantil, la primavera de Praga, el diálogo cristiano-marxista, etc. Transformaciones todas ellas alentadas por una filosofía de la esperanza que tuvo su traducción religiosa en las teologías de la secularización, revolución, de la esperanza y de la liberación. ¡Era la utopía en acción!

    Juan XXIII llevó a cabo una revolución copernicana dentro de la Iglesia católica. Con la convocatoria del Vaticano II recuperaba la tradición democrática de los concilios medievales de Basilea y de Constanza, que defendieron el concilio como forma colegiada de dirección de la Iglesia. En el discurso de apertura del Vaticano II mostró su distanciamiento de los "profetas de calamidades que siempre están anunciando infaustos sucesos como si fuese inminente el fin de los tiempos". Criticó las alianzas que el cristianismo había hecho, desde Constantino, entre el trono y el altar, denunciando las "ilícitas injerencias de las autoridades civiles" en el desarrollo de los Concilios ecuménicos y las acciones supuestamente protectoras de los "príncipes de este mundo" que respondían a motivaciones políticas y al propio interés, y que tantos daños generaron. Entonaba, así, el réquiem por la muerte de la Iglesia de la Cristiandad, considerada hasta entonces la única forma de realización del cristianismo, e iniciaba el diálogo con la Modernidad, a la que sus predecesores habían condenado como el Anticristo y la gran enemiga de la Iglesia .

    Hizo suya la cultura de los derechos humanos, anatematizada sistemáticamente por los papas desde la Revolución Francesa, y la incorporó a la doctrina social de la Iglesia en su memorable encíclica Pacem in terris, dirigida "a todos los hombres de buena voluntad" y publicada el 11 de abril de 1963, apenas dos meses antes de su fallecimiento. Quince años después de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en la ONU y tras no pocas resistencias de la Iglesia católica hacia ella, Juan XXIII la asumía en su integridad.

    Gracias a Juan XXIII volvió a haber primavera en la Iglesia católica, tras siglos de invernada, y empezamos a acariciar la esperanza de Otra Iglesia Posible. Pero fue una primavera corta, que apenas duró diez años. Luego vino, de nuevo, la larga invernada, que ya dura cuarenta años. ¿Hasta cuándo?

    Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Ignacio Ellacuría de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor del Nuevo diccionario de teología.

     


    Respuesta  Mensaje 12 de 18 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 17/12/2010 13:29
     

    martes 14 de julio de 2009

    14 DE JULIO DE 1961: JUAN XXIII DA A CONOCER LA ENCÍCLICA MATER ET MAGISTRA.

     
    Juan XXIII, Mater et Magistra.

    Parece increíble que promediando el siglo XX haya habido un Papa con tanta inteligencia y habilidad política que en lugar de recordarlo por su número en el vicariato clerical se lo recuerde aún como Juan "El Bueno". Claro, fue el que salvó y le dio sentido a la Iglesia como institución más en su misión espiritual que en su misión temporal, sino, creemos sinceramente que ya se hubiera perdido y no hubiera existido la Teología de la Liberación.

    Fundadores de la Teología de la Liberación.

    Uno no puede menos que contraponerlo -nada más que por nombrar algunos hechos que ocurrieron en los últimos días- a ese infame obispo (con minúscula) de Tegucigalpa, cardenal (también con minúscula)Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, denunciado por cobrar un sueldo de cinco mil quinientos dólares mensuales, reconocido por el gobierno anterior a Manuel Zelaya; activo colaborador de los militares hondureños que sembraron el terror en los años ´80. Alguien dijo: "parecía más un coronel que un pastor". Cómplice del golpe y el primero que se apuró a reconocer al gobierno ilegal de Honduras. ¿Qué tenía que ver este oscuro sotanudo con Juan XXIII?

    Conózcalo el mundo, cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga.

    ¿Y aquí en la Argentina? No hace falta más que remontarse a hace dos días y las desafortunadas declaraciones de monseñor (continúo con las minúsculas) Casaretto, de la diócesis de San Isidro (la más cheta del país), que ahora se acuerda de denunciar -mintiendo como hace el medio de comunicación más pedorro que es Clarín- un "recrudecimiento de la pobreza" que empieza con Kirchner, según él. Infame degenerado, como su compañero de sotana pedófilo "padrecito" Grassi; Casaretto, estando en en ese mismo sitial cuando la situación de pobreza era inexcusablemente verdadera ¿Cuándo le dijo algo a Menem o a la Alianza? Otro cómplice del poder económico y de los medios quienes no encuentran nada de positivo en el actual gobierno que, indiscutiblemente, fue el que más hizo por erradicar la pobreza y conseguir una distribución más equitativa de la riqueza, por ejemplo con las retenciones...

    Monseñor Jorge Casaretto, por supuesto el de la derecha.

    Volviendo a la historia y simplemente haciendo de la introducción un recordatorio necesario, digamos que en 1958 el cardenal Angelo Giuseppe Roncalli, entonces patriarca de Venecia, fue elegido Papa (esta vez con mayúsculas) y asumió el nombre de Juan XXIII. Aparentemente, el suyo iba a ser un pontificado de transición; sin embargo el Sumo Pontífice Bueno se reveló -ya lo venía haciendo desde sus primeros contactos con el público- como muy distinto a sus predecesores. En efecto, durante los cuatro años y medio en que reinó en la cátedra de San Pedro, la iglesia católica experimentó una auténtica revolución, sellada por el Concilio Ecuménico Vaticano II, que el Papa inauguró en Roma en octubre de 1962.

    El Papa Juan XXIII en el Concilio Ecuménico Vaticano II.

    Pero antes ya había dado muestras de su capacidad de transformación -porque sino tal vez el catolicismo se hubiera orientado hacia otros espacios- seduciendo a la feligresía con importantes encíclicas sociales. Son obra de Juan XXIII varias encíclicas, pero en especial hay que destacar a Mater et Magistra, acerca de las cuestiones sociales, y Pacem in Terris, sobre la paz en el mundo. En estos dos textos fundamentales, estrechamente ligados entre sí, se expresaba la voluntad de Juan XXIII de trabajar para establecer en el mundo un orden armonioso fundado en el respeto a la dignidad humana. Estos dos documentos constituyeron un verdadero esbozo de un nuevo orden social y político de inspiración cristiana.

    Afiche simbólico de Pacem in Terris.

    Mater et Magistra proponía cierto número de soluciones positivas. El progreso social debía acompañar al desarrollo económico; era preciso asociar a los trabajadores con la propiedad y con la gestión de las empresas, de modo que, no sólo el capital debía sacar provecho del trabajo. La encíclica incitaba a los católicos a buscar en estos principios los medios concretos para su aplicación. También llamaba la atención y se inquietaba por las enormes zonas subdesarrolladas del mundo, aunque para hacer frente a la crisis de la alimentación mundial condenaba a toda política malthusiana (que echaba la culpa del hambre en el mundo a la cantidad de población con respecto a la poca productividad que era apropiada por unos pocos. Es decir, los culpables del hambre en el mundo son los pobres por ser muchos...), subrayando las posibilidades ilimitadas que la naturaleza ofrecía al hombre.

    Símbolo de "La creación" de Miguel Ángel, del humanismo social cristiano.

    En conjunto, Mater et Magistra era una lección de solidaridad, en la que se afirmaba que todos los hombres tienen derecho a participar en los bienes de este mundo, que fueron recibidos de Dios como herencia común y que el control del Estado debía reducirse a la extirpación de las desigualdades y las injusticias.

    "Solidaridad para el mundo entero", parece decirnos "El Redentor".


    en   

    Respuesta  Mensaje 13 de 18 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 18/12/2010 23:19

    Respuesta  Mensaje 14 de 18 en el tema 
    De: residente Enviado: 19/12/2010 00:05
    Un socialista adinerado, ese es el Santaneco
     
     
    De: ELSANTANECO Enviado: 15/03/2010 00:06

    Resi, que no se te olvide que soy un judío adinerado, por ende, puedo viajar donde me plazca.(Santa)

    También en China hay chinos adinerados y también son socialistas marxistas, pues el gobierno no permite otro sistema de gobierno, esa gente es la mas perniciosa, esa gente que dice;

    la pobreza es buena para tí, pero para mí no, pues yo estoy impuesto a la riqueza, de esos socialistas hay muchos, por eso es que a todos esos rojillos los veo como basura, por eso siempre te digo lo que eres, un hipócrita, toda esa gente es pedante, en este foro hay gente así, ustedes los rojillos no tienen cerebro, sean pobres o ricos, son gente sin cerebro, Santa no desees para otros lo que no quieras para tí, si tú no quieres ser pobre no andes gritando que Cuba es un paraiso, pues Cuba es un pais pobre, Cuba es un paraiso para los turistas, el régimen cubano odia al capitalismo pero vive del capitalismo, pues los turistas son capitalistas y los del régimen son capitalistas, el pobre es el pueblo.

    -----------------------------

    Aquí pongo el mensaje de una mensoloca rojilla;

     

    De: residente Enviado: 17/12/2010 11:45
    Yo creo que la igualdad de clases y oportunidades es una conidición natural, lo que s absurdo es la desigualdad, provocada como consecuencia de la posesión de bienes, por ejemplo el dinero, que no es natural sino artificial(albi) abandona todas estas cosas porque son artificiales
     
    ropa
    calzado
    casa
    automovil
    refrigerador
    estufa
    television
    computadora
    telefono
    reloj
    fotografias
    calentador de agua
    cama
    DVD
    etc.


    Respuesta  Mensaje 15 de 18 en el tema 
    De: albi Enviado: 19/12/2010 02:47
    .

    Respuesta  Mensaje 16 de 18 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 18/01/2011 19:10

    DOM HÉLDER CÂMARA

    Hélder, don y profecía

     

     “Obispo de los pobres”, “voz de los sin-voz”, “abogado del Tercer Mundo”, “profeta de la Iglesia de los pobres”, “apóstol de la no violencia activa”, “obispo rojo”, de innumerables maneras es conocido el obispo de la Iglesia católica, Helder Cámara, fallecido el día 27 de agosto de 1999. “¡Dom Helder, hermano de los pobres y hermano mío!”, así saludó al arzobispo local, un día de 1980 al descender del avión en el aeropuerto de Recife, el Papa Juan Pablo II, añadiendo a aquellas palabras el gesto de abrazarle largamente contra su pecho.         

       De baja estatura, delgado, parecía un gigante cuando tomaba la palabra. Recuerdo una ocasión, cuando yo daba un curso para religiosos, organizado por la CRB, en Santa Teresa, estado de Rio, Brasil. En el momento de mi intervención, llegó Dom Helder que estaba de paso por Rio. Entró, pidió permiso para saludar al grupo (unos ochenta sacerdotes y religiosas de casi todos los estados del país). Cuando acabó de hablar, se terminó el curso por aquella tarde.

       Celebridad para los medios de comunicación, conocido internacionalmente, es muy difícil resumir en unas líneas las muchas facetas de la vida de Dom Helder sin caer en banalidades; ya se han escrito más  de 370 libros sobre él. Para celebrar sus noventa años de vida, la editorial ‘Vozes’ publicó un libro, coordinado por Zildo Rocha, con este título: “HELDER, EL DON 1. Una vida que marcó el rumbo de la Iglesia en Brasil”. En el libro participan más de 26 escritores, incluidos varios teólogos y personalidades conocidas internacionalmente.  

       De forma muy cariñosa, al hablar de su obispo, el pueblo de Olinda y Recife usaba las siguientes expresiones: “nuestro ‘Dom’”, voy a hablar con ‘el Dom’”, “’el Dom’ llega ahí”. El pueblo entendía espontáneamente que su obispo era el ‘DON’, la gracia, el presente que Dios les había dado.

       ‘Dom’ Helder es para la Iglesia lo que Paulo Freire representa para la educación y los movimientos sociales. Sin la “pedagogía del oprimido” no habría MST (Movimiento de los Sin Tierra), CUT (Central Única de los Trabajadores), CNT (Confederación Nacional del Trabajo), PT (Partido de los trabajadores). Sin ‘Dom’ Helder, tal vez no habría comunidades eclesiales de base y pastoral social, campaña de fraternidad y grito de los excluidos, la CNBB (Conferencia Nacional de Obispos de Brasil) y el CELAM (Conferencia Episcopal Latino Americana).

       La teología de la liberación tiene grandes teólogos como Gutiérrez, Boff, Libnio, Mesters y tantos otros. Tiene también sus profetas y sus grandes símbolos. No se puede hablar de ella sin recordar a ‘Dom’ Helder, D. Paulo Evaristo, D. Pedro Casaldáliga, Mons. Oscar Romero y sucesos con tanta huella como Medellín, Puebla, encuentros intereclesiales de las Comunidades Eclesiales de Base.

       Nacido el 7 de febrero de 1909 en Fortaleza, Ceará, estado situado en el Nordeste de Brasil, ‘Dom’ Helder Cmara es el décimo primer hijo de una familia sencilla y numerosa, compuesta de trece hijos de los cuales sólo ocho consiguieron sobrevivir, falleciendo los demás a causa de una epidemia de gripe que asoló la región en 1905.

       El padre, Joo Cmara, era administrativo de una firma comercial. La madre, Adelaide Pessoa Cmara, era profesora de primaria. El nombre de Hélder lo escogió el padre, siendo la denominación de un pequeño puerto de Holanda. Ya en la infancia comenzó a manifestar su deseo de ser sacerdote. Cierto día escuchó de su padre estas palabras: “Hijo mío, ¿sabes lo que es ser sacerdote? Ser ‘padre’ y ser egoísta no pueden ir nunca juntos. El ‘padre’ tiene que gastarse, que dejarse devorar”. En 1923 ingresa en el Seminario Diocesano de Fortaleza (Prainha), donde realiza los cursos preparatorios y después filosofía y teología. Fue ordenado sacerdote a los 22 años, el día 15 de agosto de 1931, tras haber recibido autorización especial de la Santa Sede, ya que no cumplía la edad mínima exigida, 24 años. Tras la celebración de su primera misa, recibió del Padre Breno, uno de sus profesores, una última lección: “No sea bobo. Va a hablar a gente humilde. Tiene que hablar naturalmente”. Una lección que aprendió para toda su vida. Después, en los primeros años de su vida sacerdotal, el P. Helder se empeñó en la organización del Movimiento de Juventud Obrera Cristiana; en 1931 fundó la Legión del Trabajo de Ceará , y en 1933, con lavanderas, planchadoras y empleadas domésticas, instituyó el Sindicato Obrero Femenino Católico.

       Estas iniciativas del  joven sacerdote atrajeron la atención de Plínio Salgado, fundador y dirigente de la Acción  de Integración Brasileña, que le invitó a afiliarse a la AIB, y donde ejerció actividades de Secretario de Estudios, en el Estado de Ceará. En 1935, el gobernador del Estado le propuso ser Secretario de Educación. En 1936 abandona el ideario integralista y se traslada a la diócesis de Rio de Janeiro, donde prosigue sus estudios y se dedica a la enseñanza religiosa. Entre 1947 y 1952 dirige la Acción Católica, de la cual es representante eclesiástico, y es el primer redactor y luego director de la revista Catequética y uno de los colaboradores principales de la Revista Eclesiástica Brasileña. En 1950, en Roma, tuvo el primer contacto con  Monseñor Montini, futuro papa Pablo VI, con quien articula las primeras conversaciones sobre los que será, en 1952, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB).

       El día 20 de abril de 1952 fue elegido obispo auxiliar de Rio de Janeiro. En 1955 se destaca como organizador y secretario general del XXXVI Congreso Eucarístico Internacional; en 1956 funda, en Rio, la Cruzada San Sebastián, destinada a atender a los chabolistas (favelados o habitantes de las favelas); en 1959 funda el Banco de la Providencia, para actuar junto a los más miserables. De 1952 a 1964 ejerce el cargo de Secretario de la CNBB, promoviendo la comunión de los obispos de Brasil para mejorar la actuación de la Iglesia en la sociedad, especialmente entre los más pobres. En 1964 es nombrado arzobispo de Olinda y Recife. Perteneció a 45 organizaciones internacionales dedicadas a los derechos humanos, la justicia y la paz. Escribió unos 20 libros, traducidos a las principales lenguas.

       En la juventud, la mayoría de las personas acostumbran a ser más progresistas o de izquierdas; cuando llegan a la madurez, cambian de posición, se vuelven más equilibrados o de derechas. La trayectoria de ‘Dom’ Helder es un poco al contrario: comienza siendo integracionista y acaba siendo “revolucionario”. Su trabajo de aproximación a los chabolistas, aún en Rio, era de carácter más asistencialista. Quería resolver los problemas del chabolismo llevando asistencia, recursos, condiciones de vida para los que carecían de ellas. Más tarde se dio cuenta de que no era suficiente dar el pez, era necesario enseñar a pescar. La convivencia con Alceu Amoroso Lima y con otros líderes del “Centro Dom Vital” le llevó a las tesis de Maritain, más tarde consagradas por el Vaticano II, en cuanto a la autonomía relativa de la sociedad civil y del Estado en relación a la Iglesia. Finalmente el padre Lebret le abrió los ojos a la necesidad de promover el desarrollo de todo el hombre y todos los hombres, tesis adoptada más tarde por Pablo VI en la “Populorum Progressio”. La transformación de la sociedad debe hacerse también por el propio pueblo asumiendo responsabilidades. En ese momento cambia de estrategia.

       La transición del acto de alimentar a los pobres al de preguntar por qué son pobres es el mismo movimiento que va de la “caridad” a la justicia. ‘Dom’ Helder era una encarnación viva de esa lucha por la justicia, en el marco de la Iglesia que salió del Vaticano II, de Medellín, Puebla y Santo Domingo. ‘Dom’ Helder, obispo de la “justicia”. ‘Dom’ Helder, expresión viva de la “opción por los pobres”.

       Dos hechos significativos contribuyeron al cambio de posición de ‘Dom’ Helder: el golpe militar del 64, del cual él será símbolo de resistencia, y el Concilio Vaticano II, del cual es uno de los grandes articuladores. Moviéndose como el viento dentro del Concilio, en tres momentos la presencia de ‘Dom’ Helder es fundamental; en el primero, podemos verlo articulando entre los cardenales y, con el propio Montini, la no aceptación de los esquemas preparados por la curia romana; en el segundo, es posible ver a DH aglutinando, en las reuniones de la “Domus Mariae”, que él dirigía, las principales cabezas de comisiones, que debatían los asuntos que serían aportados a las grandes comisiones. Una gran parte del espíritu del Concilio estaba alimentándose y estructurándose en esas reuniones de la “Domus Mariae”; en el tercer momento, encontramos un grupo de obispos preocupados por el problema del Tercer Mundo, articulados por el padre misionero en Palestina, Paulo Gauthier. Después ‘Dom’ Helder comparte este liderazgo. Las preocupaciones de este grupo se expresan en la sala conciliar, enseguida, en la primera sesión, cuando el cardenal Lercaro hace una intervención apuntando que los pobres deberían estar en el centro de toda preocupación y de todo mensaje del Concilio. Así se gesta la famosa “opción preferencial por los pobres”. La creación por ‘Dom’ Helder de la CNBB y del CELAM, son los frutos de ese espíritu.

       También en Medellín, ‘Dom’ Helder desempeñó un papel poco común, no sólo en la preparación sino en la redacción de los textos del documento final.

       En opinión de Comblin, ‘Dom’ Helder no era un obispo administrador, tridentino, que gobierna la diócesis con el código en la mano; era un obispo del tercer milenio, un profeta cuyo palco era el mundo. El día de su toma de posesión como obispo de Recife, no quiso ser recibido en el templo sino en la plaza pública (en paralelo con el nacimiento de Jesús en el Evangelio de Lucas), allí donde el pueblo se congrega; deseaba hacer llegar su mensaje a todos. Fue allí donde dijo: “En el Nordeste, Cristo se llama Zé, António, Severino... ‘ecce Homo’:¡ he aquí al Cristo, he aquí al Hombre! El es el hombre que necesita justicia, que tiene derecho a la justicia, que merece justicia”..

       ‘Dom’ Helder se resistió a la dictadura militar instalada en el país en 1964; esta le persiguió,  le calumnió y mató a algunos de sus colaboradores inmediatos.

       De su relación con la policía militar, el pueblo cuenta algunas anécdotas significativas. En cierta ocasión, la policía federal llamó a su puerta: - Venimos a ofrecerle un equipo de seguridad. Si usted muriera en accidente o fuera asesinado por un malvado, la culpa recaería sobre el régimen militar. ‘Dom’ Helder rechazó el favor y con seguridad respondió: Ya tengo tres personas que cuidan de mí. Los delegados se quedaron sorprendidos: No consta en nuestros archivos. Nadie puede tener seguridad privada sin autorización oficial. Denos sus nombres. El arzobispo respondió: son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

       En otra ocasión, una familia pobre llamó a la puerta del arzobispo: Señor obispo, la policía se llevó a nuestro padre confundido con un bandido. Están pegándole. ‘Dom’ Helder compareció inmediatamente en la delegación. ¡Señor obispo! -exclamó el delegado- ¿usted por aquí? Sí -le respondió ‘Dom’ Helder- he venido a buscar a mi hermano. ¿Su hermano? Si, está detenido aquí. ¡Es fulano! El delegado ordenó la inmediata liberación del preso. ¡Pero, ustedes son tan diferentes -observó el delegado- en el color de la piel y en el nombre! Sin titubear, ‘Dom’ Helder dice: Es que somos hijos del mismo Padre.

       Dejó el palacio episcopal y pasó a vivir en una casita en medio del pueblo, detrás de la Iglesia de las Fronteras, para poder acoger a todo el mundo. Durante el Concilio, escribió una carta al Papa Pablo VI aconsejando acabar con el estado Vaticano. Proponía que el Papa hiciese una profunda reforma en la curia romana para volverla instrumento de comunión y articulación de las Iglesias locales. Como en tiempos antiguos, el Papa volvería a habitar en la Iglesia de Santa María la Mayor, cerraría las nunciaturas en el mundo entero y se comunicaría con las Iglesias locales a través de las conferencias episcopales.

       Defensor acérrimo de los pobres, toda su actuación se guió por la búsqueda de una alternativa que superase tanto el comunismo como el capitalismo. A causa de esa utopía, recorrió el mundo, aprendió a hablar inglés con acento nordestino y movilizó multitudes en los países desarrollados. A causa de esa utopía, movilizó las “minorías abrahámicas”, Justicia y Paz, la no violencia, los Derechos Humanos y la Operación Esperanza.

     

       Su trayectoria de vida simboliza y sintetiza lo mejor que ocurrió en la Iglesia Católica en esta segunda mitad del siglo XX, como señala Frei Beto. . Su último sueño era llegar al “Año 2000 sin miseria” 2, eso no consiguió realizarlo. Según el testimonio del sacerdote que lo asistía antes de morir, sus últimas palabras fueron: “não deixem cair a profecia” 3.

                                 

     

      NOTAS

       1 NT. Hay un juego de palabras en el original entre don, tratamiento respetuoso de la persona y don de donación.
       2 NT. “Año 2000 sin miseria” es una campaña de mejora de las condiciones de los empobrecidos lanzada hace algunos años por ‘Dom’ Helder.
       3 “No dejen que se vaya perdiendo la profecía” 

     

    (Seleccionado de un artículo de Manuel R. Losada)

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     


    Respuesta  Mensaje 17 de 18 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 16/02/2012 21:43

    Camilo Torres Restrepo
    Juan Diego García

    Argenpress

    Hoy, 15 de febrero se cumple un nuevo aniversario de la muerte en combate en las filas del ELN del sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo, un destacado intelectual y profesor universitario, quien luego de liderar un amplio movimiento de protesta popular consideró que los caminos de la legalidad estaban cerrados en la asfixiante atmósfera de la dictadura civil del llamado Frente Nacional y en consecuencia ingresó, como muchos otros activistas sociales en este país, a las filas de una insurgencia popular, un fenómeno que acompaña la historia de Colombia a lo largo de casi todo el siglo anterior y se prolonga hasta el presente, sin perspectivas de solución.

    Camilo Torres es sin duda un producto necesario de las condiciones sociales y políticas de su país pero es al mismo tiempo expresión de la profunda crisis de la Iglesia Católica, sometida también en Latinoamérica a los embates de la modernidad y desorientada ante la exitosa competencia de las iglesias protestantes.

    Colombia era (y sigue siendo) un país de enormes desigualdades sociales y económicas, con un sistema político primitivo y violento que asegura los privilegios de una casta pretenciosa e ignorante, profundamente cínica pero muy cuidadosa de las formas (hay elecciones tramposas cada cuatro años) y de una sumisión a los Estados Unidos que raya en la servidumbre. No resulta extraño entonces que a la violencia oficial la respuesta de los afectados haya sido con tanta frecuencia la lucha irregular, el levantamiento armado y la insurrección.

    La Iglesia Católica, por su parte, pierde su influencia y buena parte de su poder político como resultado del agudo proceso de urbanización de las últimas décadas que la deja sin su feligresía campesina tradicional y carente de un discurso adecuado a las nuevas realidades que impone la modernidad.

    Esto no significa por supuesto que desaparezca plenamente la religiosidad ni que termine el imperio del pensamiento mágico en la mente de las amplias masas que se agolpan desordenadas y empobrecidas en el caos de las nuevas urbes. Pero aún así, inevitablemente aparecen nuevos valores y nuevas necesidades ante las cuales la jerarquía de la Iglesia reacciona con la más conservadora de las actitudes.

    Su oposición cerrada al control de la natalidad, al aborto, al divorcio, al matrimonio civil, a la eutanasia; su cruzada permanente contra las opciones diferentes en familia y sexualidad, su anticomunismo enfermizo, su empecinamiento contra toda manifestación de laicismo y otras posiciones no menos retardatarias producen un distanciamiento entre la Iglesia y su feligresía que mayoritariamente se traduce en una religiosidad puramente convencional, limitada a rituales y formalismos, mientras contravienen en la vida diaria las guías espirituales de la jerarquía.

    Son católicos pero no asisten a misa, controlan la natalidad, se divorcian y abortan mientras gana terreno una sexualidad menos opresiva y la tolerancia de la homosexualidad. No faltan tampoco los católicos que hacen compatible su fe con la militancia en partidos comunistas (como en Italia o España). No son pocos los que buscan respuestas en otras confesiones (particularmente iglesias y sectas protestantes) y crece el número de aquellos que buscan un retorno a las raíces cristianas para recuperar valores que se consideran incompatibles con el capitalismo.

    A todo lo anterior hay que agregar el compromiso político de la Iglesia, colocada siempre al lado de las minorías dominantes, convertida ella misma en un poder puramente terrenal y en legitimadora de las peores formas de opresión que soportan las mayorías pobres. Para todos, pero en particular para quienes se sienten fieles a las raíces mismas del cristianismo juega un destacado papel el mensaje renovador de Juan XXIII, una reforma frustrada que ahonda aún más el divorcio entre iglesia y feligresía. La represión de los reformadores no llega al rompimiento formal (aunque ha habido algunas expulsiones sonadas) pero si a la convivencia difícil de dos comunidades dentro de la iglesia.

    La llamada opción por los pobres afecta a todo el catolicismo del continente (y de otras latitudes) con ejemplos de una entrega y dedicación a las causas populares que les lleva hasta el sacrificio de sus propias vidas. Son incontables los laicos de los grupos de base, las monjas y curas asesinados y sobresalen figuras destacadas como Camilo Torres en Colombia, Monseñor Romero, el padre Ellacuría y sus compañeros jesuitas en El Salvador, Gaspar García Laviana en Nicaragua en las filas del FSLN, Domingo Laín en el ELN de Colombia y muchos otros. Todos ellos quedan como ejemplo y testimonio.

    En contraste, la Iglesia oficial persiste en su posición retardataria en los aspectos morales (endurecida ahora con las orientaciones del anterior y el actual Papa) y reafirma su compromiso con las elites y su oposición a todo movimiento político de reforma social. No resulta extraño entonces ver a la cúpula de la iglesia apoyando activamente el golpe contra Chávez en Venezuela o más recientemente bendiciendo el golpismo en Honduras. La Iglesia colombiana se parece más a la argentina –groseramente comprometida con las dictaduras militares- que a la de Brasil o Chile, en las que al menos grupos significativos y hasta la misma jerarquía han mantenido un discurso y una práctica de compromiso con las mayorías pobres y en general con la democracia como sistema.

    El legado del sacerdote colombiano Camilo Torres pertenece a esta corriente renovadora y lejos de debilitarse se acrecienta con los años. En efecto, los puntos centrales de su programa de reformas son tan válidos hoy como ayer, pues en lo fundamental poco o nada ha cambiando en la suerte de la mayoría de la población. Tal vez lo único destacable es la formación de un limitado grupo de “estratos medios” que da cierta amplitud social y política a la vieja oligarquía y constituye el núcleo activo del movimiento de Álvaro Uribe. Es el sector que participa en las encuestas amañadas que arrojan adhesiones exorbitantes al actual mandatario y que apoya febrilmente ese fenómeno de fascismo tropical que encarna la alianza siniestra entre militares y paramilitares.

    Para los católicos progresistas sigue vigente el mensaje ético de Camilo Torres, seguramente con mucha mayor fuerza que antes. La opción por los pobres de la Teología de la Liberación les impone un compromiso firme en la lucha social y política contra la explotación inhumana de los obreros, la persecución despiadada de las comunidades indígenas y negras, el empobrecimiento agudo de las capas medias, el desplazamiento violento de más de cuatro millones de campesinos y la emigración obligada de otros cuatro millones, expulsados de su país por el modelo económico y sometidos hoy en el mundo rico a la discriminación humillante y la explotación infame como mano de obra barata.

    Pero la crisis no solo afecta a los católicos. De hecho, un número creciente de evangélicos, luteranos menonitas y otras iglesias protestantes experimentan procesos de reflexión y de acción muy similares. Más aún, ante la agudización de la represión y la violencia aparecen también grupos de otras comunidades de menor presencia numérica en Colombia, como islamistas y judíos que unen sus esfuerzos a los cristianos progresistas en el empeño por detener la guerra y construir un país más grato, pacífico y próspero.

    Y para los no creyentes, agnósticos y ateos comprometidos en la lucha social, el mensaje de Camilo Torres lejos de aparecer un elemento extraño se ha convertido también en inspiración y ejemplo. No hay conflictos por la creencia. No creyentes, creyentes de diferentes iglesias, monjas, curas y pastores aparecen juntos en todos los frentes de lucha social -incluida la misma insurgencia-. Para todos ellos sigue siendo válido el mensaje de Camilo que dejaba de lado el debate filosófico sobre la mortalidad del alma para coincidir con todos en la lucha contra el hambre y la explotación, esos sí, males letales de necesidad.


    Respuesta  Mensaje 18 de 18 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 03/11/2013 07:49
     
    Para q los troskos y fachos del grupo sepan algo sobre la Teología de la Liberción )
    NOTAS EN ESTA SECCION
    Biografía política de Camilo Torres, Edgar Camilo Rueda Navarro  |  La rebelión de las sotanas (reportaje, 1965)
    La revolución, imperativo cristiano, Camilo Torres  |  ¿Comunismo en la Iglesia? (reportaje, 1965)
    El cristianismo es un humanismo integral, Camilo Torres  |  Proclama a los colombianos, Camilo Torres

    Bibliografía sobre Camilo Torre  |  Consejos a los militantes desde la Teología de la Liberación

    NOTAS RELACIONADAS
    Revista Cristianismo y Revolución  |  Carlos Mugica  |  Enrique Angelelli

    ENLACES RELACIONADOS
    Camilo Vive  |  Voces del ELN  |  MIA-Camilo Torres  |  Grupo De Sacerdotes En La Opción Por Los Pobres
    www.cronicon.net/paginas/camilotorres/inicio.htm

    LECTURAS RECOMENDADAS
    Camilo Torres - Diversos recortes de prensa (jpg)   |   Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo, Suplemento Punto Final Nº 44, 19/12/67
    Entrevista a la madre de Camilo Torres, Punto Final Nº 76, 12/03/69   |   Milton Hernández - Aproximación al ELN
    "Jesús murió para darle vida al pueblo, igual que el Che" - Reportaje a Rubén Dri, por Hernán Giardini  | 
    Camilo Torres - El amor eficaz
    Eduardo Umaña Luna - Camilo y el nuevo humanismo  |  Nota Revista Cristianismo y Revolución Nº 9, septiembre 1968
    Moira Cristiá - Reflexiones en torno a la imagen y a los imaginarios sociales en Cristianismo y Revolución 1966-1971

    Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, documento de Punto Final 34, Chile, agosto de 1967
    Mensaje a los estudiantes, en Cristianismo y Revolución Nº 2, 1966
     

     

     

    "Donde cayó Camilo nació una cruz,
    pero no de madera sino de luz.
    Lo mataron cuando iba por su fusil,
    Camilo Torres muere para vivir"

    Cruz de luz - Víctor Jara

    "Sabemos que el hambre es mortal" decía el cura Camilo Torres. Y si lo sabemos, decía, ¿tiene sentido  perder el tiempo discutiendo si es inmortal el alma? Camilo creía en el cristianismo como práctica del amor al prójimo y quería que ese amor fuera eficaz. Tenía la obsesión del amor eficaz. Esa obsesión lo alzó en armas y por ella ha caído, en un desconocido rincón de Colombia, peleando en las guerrillas."

    Eduardo Galeano


    Biografía política de Camilo Torres

    Vida de Camilo

    Por Edgar Camilo Rueda Navarro, 2002

    Jorge Camilo Torres Restrepo nació en Bogotá el 3 de febrero de 1929. Sus padres fueron Calixto Torres Umaña, prestigioso médico, e Isabel Restrepo Gaviria. De familia acomodada, burguesa y liberal. Vivió junto con su familia en Europa, entre 1931 y 1934. En 1937, el matrimonio se disolvió, y Camilo pasó a vivir con su madre y su hermano Fernando.

    Se graduó como bachiller en el Liceo Cervantes en 1946. Luego de estudiar un semestre de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, donde permaneció siete años, tiempo durante el cual Camilo se comenzó a interesar por la realidad social, creando un círculo de estudios sociales, junto con su compañero Gustavo Pérez. Como cristiano, se sintió atraído por el tema de la pobreza y la justicia social.

    Camilo se ordenó como sacerdote en 1954, y luego viajó a Bélgica a estudiar sociología en la Universidad de Lovaina. Durante su estadía en Europa, hizo contacto con la Democracia Cristiana, el movimiento sindical cristiano, y con los grupos de resistencia argelina en París, factores que lo llevaron a acercarse a la causa de los oprimidos. Fundó con un grupo de estudiantes colombianos de la universidad el ECISE (Equipo colombiano de investigación socioeconómica)

    En 1958 se graduó como sociólogo con el trabajo “Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá” (publicado en 1987 como “La proletarización de Bogotá”), que fue uno de los pioneros en sociología urbana del país. En 1959 regresó a Bogotá y fue nombrado capellán de la Universidad Nacional. Allí, junto con Orlando Fals Borda, fundó la Facultad de Sociología en 1960, a la que estuvo vinculado como profesor.

    Sus investigaciones sociológicas iniciadas con su tesis de grado lo llevaron a familiarizarse con las estructuras sociales tanto urbanos como rurales. Fundó el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC), y desarrolló trabajos de investigación y de acción social en barrios populares y obreros de Bogotá, como el barrio Tunjuelito. Como capellán, introdujo en Colombia muchas de las reformas del II Concilio Vaticano, como dar la misa de frente y no de espaldas, y decirla en español y no en latín. Pregonó que el problema no era rezar más sino amar más.


    Camilo Torres - Fragmento del discurso a los estudiantes, Universidad Nacional de Bogotá

    En 1961 empezó a tener problemas con el cardenal Concha Córdoba, quien no veía con buenos ojos las labores de Camilo. La situación fue tornándose espinosa, hasta que el prelado lo destituyó de su cargo de capellán, de los trabajos académicos y de las funciones administrativas que tenía en la Universidad Nacional.

    Colaboró con la investigación dirigida por Germán Guzmán, publicada como “La violencia en Colombia” (1962, segundo tomo 1964). En 1963 presentó el ensayo “La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas”, en el primer Congreso Nacional de Sociología. Hizo parte del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP). Presionado por el alto clero, en 1965 renunció al sacerdocio.

    Ese año, planteó una plataforma para un movimiento de unidad popular, gestando así a la fuerza política “Frente Unido del pueblo”. Desarrolló numerosas manifestaciones y actos públicos, y publicó el semanario “Frente Unido”. Igualmente hizo contacto con el Ejército de Liberación Nacional, conformado en 1964, con el que acordó la continuación de la agitación política en las ciudades, y su posterior ingreso a la organización cuando se considerase necesario.

    El segundo semestre de 1965 Camilo trabaja en el impulso al Frente Unido y en la publicación del semanario del movimiento (el “Frente Unido”). Camilo llenó las plazas públicas y tuvo un vertiginoso ascenso político. Ratificó el abstencionismo como posición revolucionaria.

    Luego del hostigamiento y la persecución estatal, se vinculó en noviembre al ELN, y lanzó la “Proclama a los colombianos”. En su primer combate, el 15 de febrero de 1966, murió en combate en Patiocemento, Santander. Sus restos mortales fueron sepultados en algún lugar clandestino, desconocido hasta el momento.

     

    Pensamiento político

    Camilo formó parte de una iglesia contestataria internacional que se desarrolla en la década de 1960, convirtiéndose en una de sus figuras principales. El cristianismo bien entendido suponía, para Camilo, la creación de una sociedad justa e igualitaria. Esto lo tradujo como la obligación de hacer una profunda revolución, que despojara del poder a los ricos y explotadores (la oligarquía), para darle paso a una sociedad socialista.

    Los principales planteamientos de Camilo Torres pueden sintetizarse en las siguientes ideas en torno a la situación nacional: para transformar el país y lograr el bienestar de la clase popular es necesario liberar al país del imperialismo norteamericano y de la oligarquía que sirve a sus intereses; es necesaria la fusión, la movilización y la vinculación de los sectores pobres de la población a la lucha por la construcción de un nuevo Estado. Por esto, debe generarse la unidad del movimiento revolucionario y opositor, aglutinando a las masas oprimidas del país; debe tenerse la convicción de llevar la lucha hasta el final afrontando todas las consecuencias; y por último, los cristianos no solamente tienen la posibilidad de participar en la revolución, sino que tienen la obligación de hacerlo (“el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”).

    Otro elemento fundamental en el pensamiento de Camilo lo constituyó su esfuerzo por conciliar el cristianismo con el marxismo, impulsando un nuevo tipo de sociedad de carácter socialista y cristiano, basado en la justa distribución de la riqueza. “Los marxistas luchan por la nueva sociedad, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado”.

    Todo este proceso debe ser desarrollado, como lo plantea Camilo, a partir de la acción popular, combinando la actividad política con la militar, y llevando a cabo labores políticas y organizativas a partir de las bases, es decir, en estrecha relación con el pueblo.

    La formación del pensamiento político de Camilo estuvo marcado por varias etapas. En primer lugar, tuvo una formación cristiana católica, pero siempre estando vinculado a la realidad social, y a la situación de pobreza de la población colombiana. Posteriormente viajó a Europa donde se formó como sociólogo, pero también donde hizo contacto con el mundo socialista y el movimiento obrero.

    A su regreso a Colombia, Camilo se planteó complementar sus esfuerzos por el bienestar de los pobres con la actividad científica e investigativa, a partir de sus conocimientos de sociología. En este sentido, desarrolló proyectos de acción social y comunitaria, en los que puso el saber sociológico al servicio de los sectores pobres.

    Pero sus labores fueron truncadas y entorpecidas por la burocracia gubernamental y el régimen político, factor por el cual Camilo pasó a participar en el campo político, oponiéndose al sistema del Frente Nacional (1958-1974) en el que los partidos tradicionales, el liberal y el conservador, se repartirían el poder milimétricamente, excluyendo a los demás sectores políticos. En esta perspectiva, Camilo gestó e impulsó el “Frente Unido del pueblo”, en el que buscaba aglutinar a todas las fuerzas políticas revolucionarias y de oposición en torno a la “Plataforma del Frente Unido”, que constaba de diez puntos, los cuales hacían referencia a: reforma agraria, reforma urbana, planificación, política tributaria, política monetaria, nacionalizaciones, relaciones internacionales, salud, familia y fuerzas armadas.

    La incapacidad de lograr cambios auténticos y profundos por medios pacíficos y legales, llevó a Camilo a plantearse la necesidad de la lucha armada como medio para el establecimiento de un nuevo estado y una nueva sociedad, de carácter socialista. Por ello se vinculó al ELN, donde esperaba alcanzar la realización de la revolución en Colombia, hasta que cayó muerto en su primer combate.*

    Su ejemplo inspiró a movimientos de sectores cristianos como el grupo “Golconda”, o el caso chileno de “Sacerdotes para el socialismo”, impulsor del ascenso de Salvador Allende, y a personalidades como el padre Ernesto Cardenal, participante de la rebelión sandinista en Nicaragua, y en general, a las comunidades eclesiales de base, que conformaron una nueva iglesia latinoamericana comprometida con el cambio revolucionario, originándose la corriente conocida como la “teología de la liberación”.

    Igualmente, el ejemplo de Camilo fue retomado por sacerdotes comprometidos que se vincularon a la lucha armada, como los casos de los españoles Domingo Laín y Manuel Pérez, que morirían combatiendo con el ELN. (Pérez llegó a ser comandante político de la organización, hasta que murió por una enfermedad en 1998).

    Hoy en día, su ejemplo se mantiene en la lucha revolucionaria que mantiene el Ejército de Liberación Nacional desde hace 38 años, y su pensamiento perdura en estudiantes, obreros y campesinos de toda Colombia y América Latina.

    Emisión del programa radial Atrapados en libertad por AM 530, La Voz de las Madres

    Las circunstancias de su muerte. En una entrevista conducida por Marta Harnecker y publicada con el titulo Unidad que multiplica (Quito, Editorial La Quimera, 1988), Rafael Ortíz, miembro del Comando Central de la Unión Camilista Ejército de Liberación Nacional (UCELN), explica las circunstancias de la muerte de Camilo Torres: "Al vincularse a la lucha armada, él se compenetra de inmediato con la vida guerrillera. ... En esas circunstancias, cuando se planifica una emboscada, él sostiene que tiene que participar argumentando que si hay normas, él no puede quedar al margen de ellas. ... Camilo convence a Fabio y a Medina y éstos resuelven que vaya, pero lo ubican en el sitio más seguro, es decir, en la punta de la emboscada... Los compañeros, pensando que ya se había eliminado a la tropa que había entrado en la emboscada, dieron la voz de recuperación, pero cuando Camilo va a recuperar un arma es tiroteado por uno de los militares que había caído herido. La emboscada fue un poco larga y cuando se dan cuenta que Camilo ha caído se lanzan a sacarlo pero ya es demasiado tarde.... En esa acción caen cinco compañeros tratando de auxiliar a Camilo."



    Primer  Anterior  4 a 18 de 18  Siguiente   Último  
    Tema anterior  Tema siguiente
     
    ©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados