En peligro varias especies marinas por la sobrepesca
Solo en 1985 se capturaron 78.000 toneladas de pescado en la plataforma de la Isla. En 2012, toda la oferta de pescado, incluyendo la acuicultura, fue de 48.498 toneladas.
"Te lo digo en una frase: todo está reducido", dice el pescador Lázaro Andrés Gorrín, quien se gana la vida en las aguas oscuras del Golfo de Batabanó, que bañan su humilde poblado, Cajío, en el sudoeste de Cuba, reporta IPS.
La tradición pesquera, alma de más de 577 asentamientos costeros de Cuba, está en peligro por la caída de las capturas en todo el litoral.
"Ahora nos pasamos todo un día para cubrir apenas el fondo de la caja y son bajos los ingresos", dice Gorrín mientras muestra las pocas y diminutas biajaibas que atrapó. "Con esto no se puede mantener una familia", añade su esposa.
La sobrepesca es la principal causa de la caída de la biajaiba en el Golfo de Batabanó y de la casi desaparición de la cherna criolla en toda el área de su hábitat, entre otras pérdidas.
En 1990 se hizo muy evidente el declive, en el que también inciden la contaminación, el aumento de la temperatura del mar y su mayor salinidad, puesto que los represados ríos cubanos vierten menos agua dulce hacia las costas.
Los tamaños de los peces son menores y predominan los de carnes menos codiciadas por la población, indican investigaciones del oceanólogo Rodolfo Claro.
Por eso Gorrín, de 41 años, y otros pescadores piensan "en serio" irse a ríos, lagunas y represas o migrar a otras formas de subsistencia.
Algunos se sienten viejos para dejar el oficio que le legaron sus ancestros.
Por ejemplo Roberto Díaz, de 53 años, que sale con Gorrín en un pequeño bote a motor a pescar "a la pita" (con cordel de nailon) y trasmallos rústicos a unas 40 millas de la costa de Cajío.
"Sigo aquí aunque cada día es más difícil obtener buenas ganancias. También existen muchas regulaciones. Está vedada la pesca de varias especies y el uso de algunos artes y métodos de captura", dice Díaz.
Hace 15 años, estos hombres, de una cooperativa pesquera, salían en balsas y repletaban la nevera todas las jornadas con abundantes biajaibas, pargos, chernas y cuberas, entre otros pescados.
Pero Cuba pescó de más entre las décadas de 1960 y 1980.
Solo en 1985 se capturaron 78.000 toneladas de pescado en la plataforma submarina. Desde entonces, y con la crisis económica que comenzó en los años noventa, el sector pesquero se redujo y se establecieron prohibiciones para áreas y especies.
En 2012, toda la oferta de pescado, incluyendo la acuicultura, fue de 48.498 toneladas. De biajaiba solo se obtuvieron 1.694 toneladas, y de cherna, no hubo más que 26.
En 2007 se prohibieron los chinchorros, un arte de pesca de arrastre con redes de mallas muy finas que depredaban el hábitat marino.
"Los barcos de arrastre y el uso de tranques (sistema de redes en el agua) acabaron con la biajaiba", dice Díaz.
Como casi no hay empleos en la pesca, aparece la actividad informal, que también depreda: de subsistencia, furtiva o legalizada como recreativa.
Montado en una cámara de tractor a modo de balsa, un electricista del municipio de Quivicán, cerca de Cajío, se dedica a pescar los fines de semana para mejorar lo que come su familia. No puede aventurarse a más de 400 metros de la costa.
"Aunque lo quisiera, no podría dedicarme solo a esto", cuenta este hombre que pide no revelar su nombre. Pescar era una afición desde la infancia, pero hoy tiene otro cariz. "No sé si lo que hago es legal", apunta.