Rafa Nadal y Roger Federer se conocen hasta el hartazgo. Sus constantes cruces en las rondas finales de los torneos del circuito ATP son ya una estampa clásica de la historia del deporte en el siglo XXI. En Londres, con el emblemático O2 Arena como escenario de fondo, volverán a cruzar sus caminos el helvético y el balear en busca de una final de la Copa de Maestros.
Roger Federer llega con la desventaja de haber tenido menos descanso que Nadal, después de un durísimo partido ante Juan Martín del Potro en el que se decidió que sería el suizo, y no el tandilense, el que se enfrentaría al número 1 del mundo en semifinales.
Federer se tomó cumplida revancha con Del Potro -quien le había ganado hace quince días en Suiza- y pide cita para jugar contra Nadal, una de las pocas figuras del circuito que puede presumir de tener un balance positivo ante el que es considerado por muchos el mejor tenista de la historia.
Nadal llega tras haberse deshecho con mucho oficio de Berdych en un torneo en el que está demostrando más acierto que en ediciones anteriores. La evolución en el juego de Nadal es un hecho y ya no parte con tanta desventaja respecto a los tenistas que tienen una ventaja en pistas bajo techo, como es el caso de Federer.
Con el único objetivo de conseguir la Copa de Maestros, el único lunar en un expediente casi perfecto, Nadal mira más el calendario y una posible reserva de energías que el nombre del rival que tiene enfrente. Esto no restará en ningún caso el atractivo de un partido del que el aficionado no se cansará jamás de paladear. Está a punto de producirse un nuevo Nadal-Federer.