Néstor Carlos (Río Gallegos, Santa Cruz, 25 febrero de 1950 – El , Santa Cruz, 27 de octubre de 2010)[2] fue un político y abogado argentino, perteneciente al Partido Justicialista y al Frente para la Victoria, 54º presidente de la Nación Argentina, se desempeñó desde el 25 de mayo de 2003 hasta el 10 de diciembre de 2007. Sucedió a Eduardo Duhalde, quien debía completar el mandato inconcluso de Fernando De la Rúa pero renunció antes de tiempo, por lo que ejerció su mandato en los cuatro años correspondientes además de los pocos meses restantes del mandato inconcluso del ex presidente radical. Kirchner fue sucedido en el 2007 por su esposa Cristina Fernández. En consecuencia, se convirtió en el primer Primer Caballero de la historia argentina.
Antes había sido intendente de Río Gallegos (1987-1991) y gobernador de la provincia de Santa Cruz (1991-2003). En 2009 fue elegido diputado de la Nación Argentina por la Provincia de Buenos Aires, con mandato desde el 10 de diciembre de 2009 hasta el 10 de diciembre de 2013. Desde el 4 de mayo de 2010 se desempeñaba como secretario general de la Unasur.
También presidió el Partido Justicialista, cargo al que renunció el 29 de junio de 2009 y volvió a ocupar el 11 de noviembre de 2009, asumió de modo oficial el 10 de marzo de 2010.
Kirchner nació en Río Gallegos, capital de la provincia patagónica de Santa Cruz. Su padre, Néstor Kirchner, era un trabajador postal descendiente de inmigrantes suizos; su madre, María Ostoić, chilena descendiente de inmigrantes croatas, nació en Punta Arenas. Realizó sus estudios primarios y secundarios en escuelas públicas locales. Egresó del Colegio Nacional República de Guatemala.
Desde temprano Kirchner participó en el movimiento justicialista como miembro de la Juventud Peronista, un sector de izquierda radicalmente opuesto al gobierno militar de la Revolución Argentina. A principios de la década del setenta, Kirchner estudió Derecho en la Universidad Nacional de La Plata, recibió su diploma de abogado en 1976. En 1974, a las órdenes del director Héctor Olivera, actuó como extra en el exitoso largometraje "La Patagonia rebelde". El 6 de enero de 1976, durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón, ambos fueron encarcelados durante un mes en una comisaría de Río Gallegos. En el mismo año, luego del inicio del Proceso de Reorganización Nacional abandonó La Plata junto con su esposa, Cristina Fernández para retornar a Río Gallegos para dedicarse a ejercer su profesión, alejándose así de la actividad política. En 1977, durante el Proceso de Reorganización Nacional fue puesto en prisión durante dos noches junto al diputado Rafael Flores.[7Una vez terminado el gobierno militar y con el retorno de la democracia en 1983, Kirchner se convirtió en funcionario del gobierno provincial. Desde fines de 1983 hasta julio de 1984 fue presidente de la Caja de Previsión Social de la provincia, pero fue forzado a renunciar por el gobernador a causa de una disputa sobre política financiera. Este incidente lo hizo conocido en el ámbito local, y constituyó el paso inicial de su carrera política.
En 1986 había alcanzado el apoyo interno necesario para obtener la candidatura a intendente municipal (alcalde) de la ciudad de Río Gallegos. Triunfó por escaso margen en las elecciones del 6 de septiembre de 1987, asumiendo el cargo el 10 de diciembre siguiente. Al mismo tiempo, su compañero de partido Ricardo del Val era electo gobernador, con lo que el peronismo se afianzó en la provincia de Santa Cruz.
La gestión de Kirchner como intendente desde 1987 a 1991 le granjeó suficiente apoyo para ser electo gobernador de la provincia en 1991, con el 61% de los votos. Por ese tiempo su esposa ya era miembro del congreso provincial.
Cuando asumió la gobernación, la provincia de Santa Cruz tenía un déficit comercial de alrededor de 1.200 millones de dólares, pero durante los diez año en que gobernó logró mantener un equilibro o superávit fiscal. Poco después de asumir bajó los salarios un 25%, volviendo a aumentarlos a niveles superiores un año después. Alentó inversiones británicas en áreas turísticas y de minería, y se benefició de las regalías petroleras de la provincia. Dijo por entonces que "El equilibrio fiscal no es un problema de ortodoxia económica ni es de derecha. El déficit fiscal es malo. La inversión pública es buena, pero no se puede hacer a costa de perder el equilibrio fiscal."
Sus críticos señalan que su gestión no fue diferente a la de la mayor parte de los gobernadores peronistas, y que siguió los lineamientos nacionales de las políticas impulsadas por Menem. Se le cuestionaba que medios de prensa locales estuvieran subordinados al gobierno a través de la publicidad oficial, y aumentar el número de miembros del Tribunal Superior de Justicia de tres a cinco, con dos nuevos miembros cuestionados por la oposición que afirmaba que se identificaban con el partido gobernante.
En 1994 y en 1998, Kirchner impulsó reformas en la constitución provincial, que incluyeron la posibilidad de reelección indefinida del gobernador. En 1994 fue miembro de la Convención Constituyente que reformó la Constitución Argentina.
En 1995, con las reformas a la Constitución provincial ya en vigencia, Kirchner fue reelecto gobernador por amplio margen (66,5% de los votos). A partir de ese momento Kirchner se distanció de Menem (que además de presidente de la Nación era el líder del Partido Justicialista) lanzando una línea interna dentro del partido, llamada “Corriente Peronista”.
El intento de Menem en 1998 de presentarse como candidato a un nuevo mandato presidencial, a pesar de que la Constitución no lo permitía, generó fuerte oposición en la sociedad argentina, en ámbitos académicos y aún dentro de las filas del Partido Justicialista. Kirchner se alineó con el principal opositor de Menem dentro del Partido Justicialista, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires (y más tarde presidente) Eduardo Duhalde.
Durante la gobernación de Néstor Kirchner la provincia recibió una suma de 535 millones en concepto de regalías hidrocarburíferas. Siguiendo un consejo de Domingo Cavallo, Kirchner depositó una parte en un banco de Suiza, y con otra compró acciones de YPF. En la actualidad se repatriaron 128,5 millones, mientras que 390 millones continúan depositados.[10
La situación con vistas a las elecciones presidenciales se presentaba confusa. Varios líderes del Partido Justicialista aspiraban a la candidatura: el propio Kirchner, que contaba con pocas fuerzas propias para definir una elección interna dentro de su partido; el ex presidente Carlos Menem; y los gobernadores de las provincias de Córdoba, José Manuel de la Sota, Salta, Juan Carlos Romero, y San Luis, Adolfo Rodríguez Saá. Este último había tenido un breve interinato como presidente en diciembre de 2001 y fue quien declaró la cesación de pago de la deuda externa argentina. Las elecciones internas para definir la candidatura peronista se anunciaron primero para noviembre de 2002, y luego se postergaron a febrero de 2003.
El senador en ejercicio de la Presidencia, Eduardo Duhalde, figura de peso dentro del justicialismo por su control hegemónico sobre la estructura partidaria de la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país, intentó jugar sus cartas en favor del gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann. Éste, sin embargo, prefirió no presentar su candidatura; Duhalde trasladó sus preferencias a De la Sota, con quien tampoco pudo alcanzar un acuerdo estratégico. Así, el 15 de enero de 2003 anunció su apoyo a la precandidatura de Néstor Kirchner. Con este espaldarazo, Kirchner se situó en una posición mucho más favorable.Sin embargo, la situación interna del justicialismo no estaba resuelta y si bien el apoyo de Duhalde era significativo, no garantizaba de por sí que Kirchner resultara el candidato presidencial. Por otra parte, las fricciones de una elección interna tan cercana a la elección nacional, prevista para el 27 de abril, podrían provocar un deterioro en las expectativas del justicialismo de obtener una victoria. Así, el 24 de enero, y con el argumento de que los tres aspirantes que quedaban en carrera (Kirchner, Rodríguez Saá y Menem, que había incorporado a Romero como candidato a vicepresidente) presentaban programas contrapuestos, el congreso del partido justicialista toma una decisión inédita: suspender la elección interna y permitir a todos los precandidatos el uso de los símbolos partidarios comunes para presentarse a la elección general. En la práctica, esto significaba que iban a enfrentarse como si perteneciesen a partidos distintos.
Kirchner arrancó su campaña en una posición desfavorable. Las encuestas de intención de voto lo ubicaban por detrás de los otros candidatos justicialistas y de Ricardo López Murphy (ex ministro de De la Rúa y candidato de un conjunto de fuerzas de centroderecha). Sin embargo, la popularidad de Kirchner comenzó a crecer impulsando un programa de perfil socialdemócrata con el que buscaba diferenciarse de las políticas aplicadas durante los gobiernos de Menem y De la Rúa, poniendo acento en priorizar la producción, la justicia, la educación, el trabajo, la equidad y la salud (sintetizado de algún modo en sus eslogans de campaña: “Un país en serio” y “Primero Argentina”). No fue desdeñable tampoco el aporte que significaron tanto su compromiso de mantener al ministro de economía de Duhalde, Roberto Lavagna, con una imagen positiva en la sociedad por su gestión anticrisis, como la participación de su esposa, Cristina Fernández, diputada y senadora por la provincia de Santa Cruz desde 1995.La campaña electoral estuvo condicionada por los efectos de la crisis: la fecha de elecciones había tenido que ser adelantada tras la represión del 26 de junio en el Puente Pueyrredón (ver Masacre de Avellaneda). Si bien se evidenciaron algunos leves signos de recuperación económica, por efecto del default y la restricción del gasto público, con leve recuperación de la tasa de cambio del peso frente al dólar y moderado aumento del PBI, las consecuencias sociales de la crisis fueron terribles: el 54% de la población se hallaba por debajo del límite de pobreza; la mitad de esta población (27% del total), por debajo de la línea de indigencia.
En las elecciones del 27 de abril de 2003, el Frente para la Victoria (de Kirchner) obtuvo sólo un 22,0% de los votos, resultando superado por Menem (“Alianza Frente por la Lealtad -UCD), que obtuvo el 24,3%. La legislación electoral argentina prescribe que si ningún candidato alcanza el 45% de los votos válidos emitidos, los dos más votados deben disputar una segunda vuelta (ballotage).
Fuera de esta segunda ronda quedaron López Murphy, Rodríguez Saá con el 14,2% y la candidata de centroizquierda Elisa Carrió (ex radical) con el 14,1%. El candidato de la Unión Cívica Radical, Leopoldo Moreau, ocupó el sexto puesto con un 2,3% en la peor elección de la historia de su partido. (Ver resultados detallados en Elecciones Argentina 2003.)
Después de la primera ronda, Kirchner visitó al presidente del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y al de Chile, Ricardo Lagos Escobar, ante quienes ratificó sus intenciones de fortalecer el Mercosur, tal como lo había prometido en el Plan de Gobierno que había presentado poco tiempo antes de las elecciones, y declaró que mantenía con orgullo las convicciones políticas que había sostenido en el pasado.
La segunda vuelta debía llevarse a cabo el 18 de mayo de 2003. Los sondeos previos indicaban entre un 60 y 70% de intención de voto para el gobernador de Santa Cruz. Sin embargo, el ballotage no tendría lugar: el 14 de mayo el ex presidente Menem, después de una larga cadena de rumores y desmentidos, anunció su decisión de renunciar a su candidatura, lo que automáticamente convirtió a Kirchner en presidente electo. Muchos analistas señalan que la maniobra de Menem tuvo como propósito evitar una derrota estentórea, y al mismo tiempo condicionar a Kirchner, que accedió a la presidencia con el nivel más bajo de votos jamás registrado en la historia argentina. El 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner prestó ante el Congreso el juramento de ley para convertirse en presidente de la República hasta 2007.
link: http://www.youtube.com/watch?v=aIy5CYP8Blo Kirchner asumió confirmando al ministro de economía de Duhalde, Roberto Lavagna, y a otros miembros del gabinete de su antecesor. La política económica del gobierno de Kirchner continuó los lineamientos establecidos por Lavagna bajo la presidencia de Duhalde, manteniendo la devaluación de la moneda mediante una fuerte participación del Banco Central en la compra de divisas, impulsando mediante las exportaciones un crecimiento económico con tasas del PBI cercanas al 10%. Las políticas implementadas fueron exitosas, además, en sacar al país de la cesación de pagos más grande de su historia: se canjeó la deuda soberana, de valor nulo tras la crisis del 2001, por nuevos bonos indexados por la inflación y el índice de crecimiento económico. Los índices de pobreza y de desempleo disminuyeron notoriamente. En esta etapa jugó un importante papel el pequeño bloque de diputados nacionales que respondían en forma directa al Presidente Kirchner. Eran apenas 14 que debían lidiar con un Bloque oficial del PJ con más de 70 legisladores alineados con Eduardo Duhalde y un variopinto escenario de pequeños agrupamientos menemistas, romeristas y otros. En muy poco tiempo, este sector de 14 diputados entre quienes destacaban Juan Irrazabal de Misiones, Daniel Varizat de Santa Cruz, Osvaldo Nemirovsci de Río Negro y Jorge Arguello de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lograron imponerse en la conducción del Bloque oficial y desde ahí brindaron un mas que importante aporte a la consolidación de la conducción política de Néstor Kirchner. Néstor Kirchner y su homólogo brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva en marzo de 2004.
Durante el gobierno de Kirchner, Argentina y el Fondo Monetario Internacional han mantenido una relación tirante. Al igual que Brasil, una de las principales medidas de su gestión fue cancelar por anticipado la totalidad de la deuda con este organismo internacional por un monto de 9.810 millones de dólares. El objetivo declarado de ambos gobiernos fue terminar con la sujeción de las respectivas políticas económicas nacionales a las indicaciones del FMI.
Los críticos a la política económica del gobierno argumentan que el alto crecimiento económico se debe más a una tendencia mundial que a particularidades argentinas. Sostienen que la recuperación económica del gobierno de Kirchner no podría mantenerse sin la depresión de los salarios, y el elevado precio internacional de los granos y cereales que exporta Argentina y que el canje de la deuda externa no ha implicado una quita, sino que la nueva deuda, al estar indexada, crece indefinidamente. Los defensores de los logros de la política económica del gobierno, sostienen que Kirchner asumió en una situación muy delicada y que la mayoría de los demás países de la región, han tenido un desempeño económico-social más acotado que el argentino, y que ello se debe precisamente a la política económica adoptada.
En noviembre de 2006 las reservas internacionales subieron más de 30.000 millones de dólares, la desocupación bajo al 10% y la pobreza se mantiene en un 33,5%.
Kirchner ha llevado adelante una activa política para promover los Derechos Humanos. Su gobierno ha incorporado reconocidos integrantes de organismo de Derechos Humanos. Además, ha impulsado el enjuiciamiento a los responsables por crímenes de lesa humanidad ocurridos durante los años 70, realizados por la Triple A y por el gobierno del Proceso de Reorganización Nacional. Para conseguirlo, sus partidarios apoyaron en el Congreso Nacional las anulaciones de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, las cuales mantenían frenados dichos juicios desde el gobierno de Raúl Alfonsín. Dicha medida fue posteriormente ratificada por el Poder Judicial. Algunos sectores criticaron estas políticas argumentando que funcionan en contra de la reconciliación nacional. Otros sectores consideran que su gobierno no promueve los Derechos Humanos, sino que atenta contra ellos, tomando como ejemplos la represión ocurrida en Las Heras[14] y el envío de tropas argentinas a Haití en el marco de la MINUSTAH.
Tras las elecciones legislativas en octubre de 2005, Kirchner obtuvo la primera minoría a nivel nacional. Esto se vio reflejado en importantes cambios en el gabinete (fundamentalmente la sustitución de Roberto Lavagna por Felisa Miceli en el ministerio de economía). Algunos analistas, sin embargo, hacen hincapié en el carácter precario que tendrían los acuerdos alcanzados con los intendentes y gobernadores que aportaron a sus listas. Kirchner, Lula y Chávez.
La oposición cuestionó el hecho de que, pese a controlar la mayoría de ambas cámaras del Congreso, Kirchner ha preferido en reiteradas ocasiones hacer uso de las facultades legislativas del poder ejecutivo, legislando a través de decretos de necesidad y urgencia en vez de seguir los trámites ordinarios previstos para la sanción de leyes. Desde su asunción y hasta mayo de 2006, de 337 leyes originadas en el poder ejecutivo que podrían haberse sancionado por decreto, Kirchner envió solo 136 como proyectos de ley al Congreso, mientras que las restantes 201 fueron sancionadas apelando a decretos de necesidad y urgencia. La estadística arroja así unos 67 decretos por año, con frecuencia comparados con los 54,5 por año de Carlos Menem —quien firmó un total de 545 durante sus diez años de gobierno—. Néstor Kirchner y su par estadounidense George Bush (enero de 2004).
A nivel internacional, sus adherentes insisten en que Kirchner forma parte de un grupo de mandatarios de varios países, junto con Lula (Brasil), Tabaré Vázquez (Uruguay), Evo Morales (Bolivia), Michelle Bachelet (Chile), Rafael Correa (Ecuador) y Hugo Chávez (Venezuela) quienes, por primera vez en la historia de América Latina, han planteado la posibilidad de establecer una coalición de países de la región que desarrolle políticas independientes de las potencias mundiales hegemónicas[1]. En cambio, para las posiciones más de izquierda, estos jefes de estado -con la eventual excepción de Chávez, Morales y Correa-, han mantenido las relaciones con el gobierno estadounidense sin cambios esenciales. La participación argentina en la MINUSTAH se realizó por pedido directo del gobierno estadounidense, y el gobierno argentino sigue permitiendo ejercicios militares conjuntos con las fuerzas armadas estadounidenses en territorio argentino. Asimismo, en marzo de 2006 ha aprobado una batería de leyes con el fin de sumarse a la "lucha contra el terrorismo" propugnada por el presidente estadounidense George W. Bush, quien había sido felicitado por su colega Kirchner en la reelección del primero en noviembre de 2004.
Durante el año 2005, se realizó el canje de la deuda, que iniciaba las renegociaciones por los bonos que habían quedado en default desde 2001. Su agrupación política, el Frente para la Victoria, triunfó, liderado por su esposa, en las elecciones legislativas de dicho año. En los primeros días de noviembre de ese año se realizó en Mar del Plata la IV Cumbre de las Américas, donde Kirchner manifestó un rechazo hacia el ALCA, propuesto por Estados Unidos. A fines de ese mes Roberto Lavagna renunció al cargo de ministro de Economía, sucediéndole Felisa Miceli. Ese mismo año, procedió a designar al hasta entonces Secretario de Comunicaciones, Guillermo Moreno, como Secretario de Comercio Interior. Moreno se convirtió en uno de los principales ejecutores de las políticas económicas de Kirchner, que han sido motivo de fuertes críticas tanto por su forma como contenido.[cita requerida] Acto oficial en Gualeguaychú en oposición a la instalación de papeleras sobre el Río Uruguay por parte de Uruguay.
En el 2006 surgió un conflicto diplomático con Uruguay a raíz de la instalación de unas plantas de celulosa sobre el Río Uruguay, situación que llevó al corte por parte de activistas de la provincia de Entre Ríos de los puentes internacionales con el país oriental. Kirchner se negó a reprimir a los manifestantes e incluso se manifestó públicamente a favor. Las declaraciones del presidente tensaron las relaciones con Uruguay.
En abril de 2007 hubo un escándalo político con funcionarios involucrados denominado Caso Skanska. El 25 de mayo se realizó un acto multitudinario, ésta vez en el Cerro de la Gloria, en la provincia de Mendoza, denominado La Patria somos todos.
El 2 de junio de 2007 el Jefe de Gabinete, Alberto Ángel Fernández, confirmó que Kirchner no buscaría la reelección en las elecciones presidenciales de octubre, agregando que quien lo haría sería su esposa, la senadora Cristina Fernández, como representante del "Frente para la Victoria" (FPV - Provincia de Buenos Aires). La noticia había trascendido el día anterior y había sido publicada por el diario Clarín[16]
A mediados de 2007, la ministra de economía Felisa Miceli se vio envuelta en un escándalo de corrupción por una bolsa con dinero, que contenía cien mil pesos argentinos y treinta y un mil seiscientos setenta dólares estadounidenses, encontrada en el baño de su despacho. Al ser llamada a declarar por el fiscal Guillermo Marijuán, presentó la renuncia a su cargo el 16 de julio de 2007.
El 4 de mayo de 2010, se le designó para ponerse a cargo de la Secretaría General de Unasur. Su primera acción como secretario fue la visita a Paraguay para promover la integración regional.[cita requerida]
Fallecimiento
Durante 2010 su salud se debilitó seriamente. En febrero fue operado de la carótida. El 11 de septiembre tuvo que ser sometido a una angioplastia y se le colocó un stent. Se le había recomendado cambiar su estilo de vida debido al estrés. Fue dado de alta al día siguiente.
Finalmente falleció a los 60 años de edad en la ciudad de El Calafate, provincia de Santa Cruz. Según el parte médico oficial, el ex mandatario murió como consecuencia de un paro cardiorespiratorio no traumático, el 27 de octubre de 2010 a las 9:15, en su residencia de "Los Sauces", donde se encontraba junto a su esposa, la presidente Cristina Fernández de Kirchner. El deceso se produjo al iniciarse el mega operativo del censo poblacional del 2010, día declarado feriado nacional, lo cual causó mayor impacto en la población argentina.
aunnque no me crean nunca he militado en ningun partido ni pertenesco a ninguno pero creo, que estamos en medio de la historia grande de la argentina,simplemente para mi nace un mito aun mas grande que el del gral peron..........
Creo que en el comentario que se vé al final de mi escrito , el cual debe ser de una persona del pueblo sin mucha educación , ha quedado plasmado lo que la mayoría de la gente argentina piensa ... : ha surgido en el firmamento de la Patria del Plata una nueva gran estrella ... NÉSTOR KIRCHNER ... el mejor que ha pasado por el solio de San Martín .- Y estoy de acuerdo .-
Para ud gusaniento quien es el mejor presidente que ha tenido Argentina ....y no se vaya por las ramas .... ud a veces ha sido directo y así es mejor .-
Ahora entiendo gusaniento de donde sale su anticomunismo y su fobia contra Fidel y la Revolución cubana ... y es que Ilia nunca le dió su respaldo a la Cuba de Fidel ... al contrario .... se puso contra ella ...y aunque no votó por el uso de la violencia contra ella pidió que se aplazara esa determinación .. y se aplicara si Cuba persistía en el apoyo al movimiento insurgente latinoamericano . Veamos un poco de historia ... de la política argentina frente a Cuba :
"Tanto en el caso de la reunión de la OEA en Punta del Este en enero de 1962, como en la de Washington en julio de 1964, las respectivas delegaciones argentinas se opusieron a las opciones extremas: partidarios de sanciones versus no intervencionistas. En el primer caso, el canciller ( de Frondizi )Miguel Angel Cárcano se abstuvo de expulsar a Cuba del sistema interamericano; en el segundo caso, si bien el canciller( de Ilia ) Miguel Angel Zavala Ortiz votó con la mayoría de los miembros de la OEA la resolución que aconsejaba la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con la isla, se opuso a una acción armada inmediata, y optó por advertir que dicha acción podría tomarse a futuro, si el régimen castrista persistía en su actitud de promover agresiones revolucionarias contra cualquier estado miembro de la organización. "
Comparar lo que hizo Néstor Kirchner con lo que hizo Ilía por su pueblo y decir que el último fué mejor es desconocer la situaciín vivida por el pasi al momento de asumir funciones el primero .- Ante el mundo la economía argentina no valía nada ... el fenómeno del corralito hacía palidecer a cualquiera por las consecuencias para una persona que no pudiera sacar su dinero del banco ante una emergencia ... ello daba la nota para imaginarse la situación desesperada que se vivía en la nación hermana ... y Kirchner pudo con inteligencia y audacia y sabiduría sacar a flote su pais .... y lo mejor de todo fué que dejó bien en claro ante los milicos quien era el que gobernaba ... algo que no pasó con Ilía y por eso el golpe que inició tan negra noche de la historia de ese gran pueblo .-
Decir que Ilía fué mejor que Néstor es respetable ...pero para mí hay una distancia en favor de K ." de aquí al cielo" .-
Por Carlos Tomada. Ministro de Trabajo de la Nación. Argentina
Todos conocemos y sabemos quién es Bertolt Brecht. Pero él nunca conoció a Néstor Kirchner. Cuando este poeta murió, Néstor apenas tenía seis años. Sin embargo, nadie lo describió mejor que cuando escribió aquello que también casi todos conocemos: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”. Ese era Néstor. Así era. Un luchador de toda la vida. Tenaz. Y convencido. Un militante infatigable de sus ideas. Comprometido con su generación y con las futuras. Acostumbrado a las realizaciones. Y no a las promesas. Tal es así que fue –sin dudas– un presidente que hizo más de lo que prometió. Mucho más. A Néstor lo inquietaba la desigualdad. Lo irritaba la exclusión. Se indignaba con la decadencia que vivía nuestro país. Por el saqueo que habían hecho de las ilusiones. Individuales y colectivas. Él nunca se resignaba. No se daba por vencido. Y mucho menos bajaba los brazos. Era así. Como la descripción de Brecht. Imprescindible. Sí. Fue imprescindible. Sin él, el país de hoy seguiría siendo aquel de 2003. Devastado por algunos dirigentes de quienes bien podríamos prescindir. Los argentinos lo sabemos bien. Habíamos perdido nuestra industria, nuestro trabajo. Nuestra dignidad. Y también la esperanza. Hasta que él llegó a proponernos un sueño. Que parecía difícil de creer, tal era nuestra resignación. Pero él nos mostró que era posible. Fue posible tener millones de nuevos puestos de trabajo. Que devolvieron no sólo el pan en la mesa sino la ilusión a millones de familias. Fue posible –y lo sigue siendo– tener paritarias democráticas para proteger el salario y las condiciones laborales de los trabajadores. Fue y es posible el Consejo del Salario Mínimo, que durante años pareció ciencia ficción. O recuperar los fondos jubilatorios y asignarles aumentos automáticos cada seis meses. También fue posible, con Cristina, tiempo después, la AUH, y los 2000 nuevos colegios que permiten que millones de chicos vuelvan a la escuela y cuiden su salud. Hoy vemos que resulta real y concreto volver a trabajar todos juntos por una Argentina con justicia social. Como querían Perón y Evita. Y como hoy construye la Presidenta. En este tiempo, en el que los nostálgicos de los privilegios para pocos y del ajuste para muchos quieren cambiarlo todo, Néstor sigue siendo imprescindible. Como rumbo. No es casual que los que aparecen aliados a intereses corporativos tengan el desliz de descolgar su cuadro. Es lógico. Le tienen miedo. Por lo que representa. Por el impacto social que produce. Por la referencia insoslayable junto a Cristina. Por el proyecto que tiene los mismos objetivos que planteó hace diez años. Ampliar derechos. En cada rincón. En cada ámbito de la vida de todos. Y de cada uno. En la cultura. En la producción. En la ciencia. En la tecnología. Para los que queremos un país inclusivo, Néstor es, fue y será imprescindible. No sólo por lo que hizo. No sólo por lo que genera. Sino también por el enorme ejemplo que significa. Kirchner es para los adultos el que sacó del olvido a los jubilados. Es para los jóvenes un ejemplo militante. Y un estímulo para su formación. Y es para los chicos una luz de futuro. Una referencia de insoslayable justicia social para siempre. Pero es más. Es el que enarboló las imprescindibles banderas de Memoria, Verdad y Justicia junto a las Madres y a las Abuelas. Es el que jamás dejó las imprescindibles convicciones de lado. A partir de sus realizaciones, Cristina siguió con otras. Y hoy podemos estar orgullosos de tener una Ley de Matrimonio Igualitario. U otra de Identidad de Género. De haber transformado leyes nefastas para los trabajadores. Y de haber puesto en un pie de igualdad a colectivos laborales largamente postergados. Tal como era el Trabajador Rural y las Trabajadoras de Casas Particulares. Hoy se cumplen tres años de aquel 27 de octubre. Un día que a muchos de nosotros nos conmovió para siempre. Ese día la plaza de Mayo habló y dijo: “Gracias Néstor! Fuerza Cristina!”. Ese grito sigue vigente. Los jóvenes, sus jóvenes, nos ayudaron y nos ayudan a comprender. Aceptar cada vez que cantan “Néstor no se murió”. ¿Y saben por qué? Porque los imprescindibles nunca mueren.
Néstor, el amigo, el compañero
Por Pedro Guastavino. Senador nacional por Entre Ríos
Recordar a Néstor Kirchner es recordar, ante todo, a un amigo, a una de esas personas que uno siempre va a guardar en la memoria porque mientras compartieron su vida con nosotros fueron generosos con su alegría, con su experiencia, con sus ilusiones. Y porque nos alentaron a ser solidarios, valientes, a levantar cabeza, a ir por nuestros sueños más queridos y más audaces; sin solemnidad, sin protocolos, con sencillez, con humildad, y hasta con la picardía propia de los hermanos mayores. Lo conocí en los ’70, en La Plata, militamos juntos en la FURN (Federación Universitaria para la Revolución Nacional). En esa época, en La Plata nos encontramos muchos chicos del interior del país. Yo venía de militar en la JP en Gualeguaychú, y la FURN, desde sus inicios, forma parte de la Jotapé, es la herramienta que le permite entrar a la universidad, un lugar que al peronismo le había estado vedado históricamente. Eran años de militancia apasionada, de debates interminables. Desde muy jóvenes perseguíamos un sueño y eso nos hizo militantes, soñábamos con una patria igualitaria, justa, solidaria, y queríamos construirla con nuestras propias manos. Pero entonces se vino la noche más negra, nos pasó por encima la tragedia. Mataron a miles de nuestros compañeros, a nuestros hermanos, y quedaron en hilachas aquellos sueños de una patria grande. A pesar de tan inmenso dolor, nunca dejamos de creer ni de militar en política. Ya en democracia, cada uno por su lado y de vuelta en el pago, seguimos luchando para mantener en alto las viejas banderas, aun cuando durante dos décadas de recetas y políticas neoliberales ese país imaginado en la juventud parecía estar cada vez más lejos. Nos volvimos a encontrar en el 2000, cuando Néstor comenzó a decir en voz alta que una Argentina distinta era posible, y nos volvió a proponer un proyecto nacional. Venía, como entonces, desde el sur del mundo, con la misma determinación de ir al frente, por el camino que sus convicciones le señalaban. Era muy sólido, rápido mentalmente, con una gran capacidad de organización y un enorme coraje. A poco a andar supo hacerse compañero de millones de argentinos. Veníamos golpeados por la basura neoliberal, confundidos; no todos tienen la claridad de darse cuenta de lo que pasa y muchos menos, la valentía de tomar la decisión de cambiar de rumbo, sabiendo que el barco –golpeado y maltrecho por tantas tormentas– se va a enfrentar a cientos de huracanes, furiosos de que alguien se interponga en su camino. Pero así era Néstor: era urgente salvar a la mayor cantidad de gente posible. La Argentina se hundía pero se podía cambiar de rumbo, y él no tuvo miedo de meterse en ese maremoto. Néstor transmitía fuertes convicciones, nada era imposible para él, contagiaba siempre un optimismo sin claudicaciones. Pero el solo no podía, necesitaba un equipo, necesitaba dirigentes comprometidos, necesitaba militantes. Y esa fue otra de sus virtudes, porque supo transmitir y convencernos de que era posible. Con su gestualidad torpe y desgarbada, todo lo que dijo desde su primer discurso en el Congreso me pegó en el centro del pecho, hacía tanto tiempo que quería sentir orgullo por las palabras que expresara un presidente. El sueño que nos propuso mi viejo amigo era el mismo que anidaba desde siglos adentro de tantos, un sueño mínimo si se quiere –educación al alcance de todos, trabajo digno, salud, justicia–, pero tan enorme desde la perspectiva del pantano de pobreza y desesperanza en el que estábamos metidos. ¿Y cómo salimos? Salimos con política. Él logró condensar todos esos ideales con el ejercicio concreto de la política como práctica de poder. Cuando recorríamos juntos Entre Ríos, muchos se reían porque quería ser presidente y tenía menos del 2% de intención de votos. Nadie lo conocía. Él miraba la crisis que se vivía en mi provincia y no lo podía creer, los galpones de pollos abandonados, la pobreza de las zonas rurales, y mientras viajaba soñaba cómo, siendo presidente, la cosa iba a cambiar. ¡Y cómo cambió! Sería de necios negarlo. Su primera medida como presidente fue venir a Entre Ríos a solucionar el conflicto docente: el 27 de mayo de 2003, yo estaba en Paraná, me hizo llamar para que fuera a Buenos Aires y me pidió que no dijera nada a nadie. Quería que lo acompañara, que llegara con él a la provincia. Viajamos juntos en el avión, con Daniel Filmus ya como ministro de Educación. Hacía más de tres meses que los docentes no cobraban su sueldo, ni siquiera en federales (la cuasi moneda que circulaba por entonces en Entre Ríos). Ese día no sólo empezaron las clases: iniciamos un recorrido que todavía no se detiene, que se sigue profundizando, porque él tuvo la sabiduría de unir ladrillo con ladrillo con la esperanza y las ganas de millones de vivir en un país más digno. Néstor Kirchner restableció la autoridad institucional de la figura del presidente: después de años de circo y marionetas, nos sorprendió ver a un tipo decirle en la cara a Bush que las políticas del Consenso de Washington habían sido un fracaso para América latina, y que los organismos financieros internacionales tenían que hacerse cargo de eso. Con cada decisión que tomaba, volvía a poner a la política en el centro, como una verdadera herramienta transformadora, y eso le devolvió credibilidad. El Estado volvió a ocuparse de lo que nadie se estaba ocupando, volvió a ocupar el centro de la escena, a hacerse cargo de la educación, de la salud, de generar trabajo digno con obras históricas en todo el país, de proponer justicia y equidad, de redistribuir, y de reconstruir el tejido social que le diera una mano al que la necesitaba. Fue Néstor el que asumió su rol como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y les dijo que él no les tenía miedo, y que quería para el país el Ejército de San Martín y de Belgrano. Fue Néstor, con la firmeza de sus convicciones, el que dinamizó y multiplicó la lucha de tantas organizaciones y personas para que finalmente se hiciera justicia, se retomaran los juicios, se llamara a cada asesino por su nombre, se volviera a hablar de la dictadura en las escuelas, de los hijos apropiados, de los genocidas sueltos, de la complicidad civil, de los negociados que todavía había –y hay– que desarmar, que denunciar. Su valentía y su decisión de tomar partido fueron movilizadoras para miles de argentinos y para mí, como para tantos compañeros que sobrevivimos al horror de la cárcel genocida, como para las Madres, Abuelas e H.I.J.O.S., fue otro abrazo cálido y esperanzador. Él me invitó a acompañarlo al Colegio Militar, el histórico día en que ordenó descolgar los cuadros de Videla y Bignone. Es una imagen imborrable en mi memoria. Pero tal vez lo más importante de su legado sea el salto hacia adelante que significó su paso por la presidencia y por la política nacional, el impulso hacia el futuro que significa movilizar otra vez a los jóvenes hacia la política, motivarlos, contagiarlos. La militancia volvió a las calles, con ideales, y hoy son miles quienes la abrazan en todos los pueblos del país como una herramienta de transformación, de creación; miles que volvieron a levantar banderas abandonadas y que supieron dar lugar a reclamos de la sociedad y de las minorías hasta hace poco ignorados, y que hoy ya son nuevos derechos. Y Néstor, siempre, desde el día en que lo conocí, de la mano de Cristina, su compañera, nuestra compañera, nuestra Presidenta, la dirigente que inició con él ese camino de construcción y de creación de un país nuevo, y que lo ha sabido continuar y profundizar con inteligencia y con firmeza a lo largo de estos 10 años, con enorme valentía y fortaleza. Siempre un paso adelante, peleándole a la adversidad. Néstor y Cristina, productos de una misma historia, artífices de un hermoso futuro. Ese fue Néstor Kirchner, ése fue mi amigo, ése fue mi hermano. Sin dudas es irremplazable, sin dudas los rasgos de su personalidad son insustituibles y únicos, pero su ejemplo de vida y de militancia ya germina por miles en el suelo fértil de nuestra Argentina, donde se ganó un lugar para siempre en el corazón y en la memoria de millones. Juntos, lograremos sostener tan inmensos logros. Juntos, iremos por muchos más.
Uno de los signos del cambio que registraría el país con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno lo advertimos en ese pequeño pero inolvidable gesto de aquel 25 de mayo de 2003 al tomar el bastón de mando con un juego de manos que rompía el acartonamiento ridículo de viejos protocolos. Desde allí el ex presidente saldría a la calle para recorrer caminando las cuadras que separan el Congreso de la Casa Rosada, mezclado entre la gente, una marea incontenible que rompía el espejo congelado de diciembre del 2001.