El anuncio de la expropiación de YPF estaba programado para el mediodía del jueves 12 de abril. Pero minutos antes Cristina Kirchner tuvo una crisis de prudencia y decidió postergarlo. La presidenta pensó que no sería conveniente asistir a la Cumbre de las Américas, que tendría lugar el sábado 14, con un fardo tan pesado a cuestas. Además, le entró la duda de si el Estado argentino sería capaz de indemnizar a Repsol, el principal socio de YPF, por la pérdida de sus acciones en la petrolera.
El ánimo de Cristina oscilaba entre dos polos; el del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, partidario de buscar una salida pacífica al conflicto con los españoles y el de Axel Kicillof, quien ardía de impaciencia por desenfundar la pistola. Finalmente, el criterio –para algunos la falta de criterio- del impetuoso viceministro de Economía se impuso al de su tímido colega. Axel sacó la calculadora del bolsillo y le demostró a Cristina que restando los dividendos que Repsol había obtenido en Argentina, de lo que había pagado en 1999 por adquirir el 97,8% del capital accionario de YPF, la operación daba cero. Hasta un niño podía entenderlo: la empresa que dirige Antonio Brufau pagó 13.200 millones de dólares por su ingreso a la petrolera y a partir del año 2.000 giró 15.700 millones de dólares en dividendos. La aritmética del gurú económico fue el empujoncito que necesitaba Cristina para saltar a las quietas aguas (según Kicillof) de ese remanso.
En base a su razonamiento, el 'cerebro' a quien la presidenta designó como interventor de YPF junto con De Vido (siempre es sano mantener el equilibrio) no entiende por qué algunos kirchneristas y ciertos dirigentes de la oposición, se ponen a temblar cuando Antonio Brufau cifra en 10.500 millones de dólares lo que el Estado argentino debe a Repsol por sus acciones. "Recuerdo el caso de Aerolíneas Argentinas, cuando la gente de Marsans (España) dijo que valía 1.000 millones de dólares y el Tribunal de Tasación halló que no valía ni una fracción de esa cifra", dijo Axel en una reciente entrevista con la Televisión Pública, refiriéndose a la estatización de esa compañía aérea.
La calculadora de Kicillof no para de trabajar y mientras más lo hace, menores son las expectativas que Repsol puede tener en cuanto al resarcimiento de sus acciones.
Gracias a las pesquisas que ha venido realizando desde que asumió como interventor, Kicillof presume que YPF facturaba 14.000 millones de dólares por año y sólo declaraba una rentabilidad de 13.000 millones de dólares anuales. "Eso es lo que en todo el mundo se conoce como desviación de fondos y la cuestión es hacia donde se desviaba la plata", señaló Kicillof. Al ocultamiento de ganancias se suma la investigación que conducen los interventores por los supuestos daños ambientales que YPF habría ocasionado bajo la férula de Repsol y la deuda de 9.000 millones de dólares que habría contraído en circunstancias que no han sido dadas a conocer.
De acuerdo con el diario 'La Nación', dos días después de que Cristina Kirchner anunciara la expropiación (el 16 de abril) Kicillof insinuó a sus compañeros en el gabinete de ministros que Antonio Brufau no pretende realmente recibir la suma que pidió por las acciones de su compañía. "No me extraña que él diga que el 51% del paquete accionario vale 10.500 millones de dólares. Brufau está negociando. Igual podría haber dicho 30.000 millones de dólares", señaló.
Axel Kicillof no está en absoluto preocupado por lo puede deparar el futuro, tras la estatización de YPF. "A lo mejor Repsol va al CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) y allí le dicen: usted ha vaciado esa compañía (YPF). No lo sé; primero vamos a ver qué fija el Tribunal de Tasación", concluyó el funcionario de quien tanto se habla tanto en Argentina como en España.