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General: " MINERVA " ... Gran revista cubana ...para la historia !!
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 30/11/2013 11:50 |
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Mujeres con historia |
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Fotos: Fondos del Instituto de Literatura y Lingüística
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Pensamientos de las colaboradoras de una revista cubana del siglo XIX
En las páginas de Minerva
Llama poderosamente la atención en el conjunto de publicaciones periódicas cubanas del siglo XIX, la revista Minerva (1886-1889), por haberse dedicado a la difusión de los derechos y deberes de la mujer; por tal razón contó con un notable número de mujeres afrodescendientes que, de forma muy digna, expresaron su pensamiento feminista a mediados del llamado período de la paz fecunda (1880-1895). Algunas de ellas incorporaron un punto de vista intelectual novedoso para la época, subrayaron las particularidades que las hacían diferentes de las mujeres blancas: el histórico origen social y el color de la piel, como dos elementos adicionales a la discriminación genérica, vigente en las llamadas sociedades modernas. Justamente esa realidad objetiva había motivado la aparición y crecimiento del movimiento feminista en muchos países de Europa y de América.
En Cuba, a pesar de que era todavía colonia española, hubo voces y acciones femeninas que, desde diferentes perspectivas y épocas, reflejaron la voluntad de ellas para lograr el disfrute pleno de sus derechos en igualdad con los hombres. No pueden pasarse por alto los reclamos legales de las esclavas y de las libres ante los atropellos de que eran víctimas. Aunque posiblemente el balance de los resultados totales a favor de sus reclamos no fueron ampliamente exitosos, los obtenidos evidencian la voluntad de luchar ante las injusticias imperantes en la sociedad de entonces.
Por eso revisten singular relevancia las mujeres agrupadas alrededor de la re-vista Minerva y la explicitación de algunos de los problemas que enfrentaban. La selección que hoy da a conocer la revista Mujeres permitirá, sin duda alguna, el conocimiento de nombres a los cuales han tenido solo acceso los poquísimos historiadores, profesores, estudiantes e investigadores que se han interesado en el estudio de la mujer, de la mujer negra en particular, y de las publicaciones periódicas del siglo XIX que daban a conocer el desarrollo intelectual de la pequeña clase media de los negros y de las negras cubanas. Agradezcamos a los que abrieron los caminos por los cuales hoy transitamos: Carlos M. Trelles, Pedro Deschamps Chapeaux y más recientemente a la doctora María del Carmen Barcia, autora del estudio más amplio y revelador hasta ahora sobre la revista Minerva.
Los fragmentos de los textos seleccionados fueron tomados del índice de la propia revista Minerva; tarea llevada a cabo gracias al acceso en la Biblioteca del Instituto de Literatura y Lingüística a la única colección, muy incompleta, lamentablemente, que existe en el país. Hecho este que hace de Minerva una verdadera y muy importante muestra de nuestro rico patrimonio bibliográfico, y por lo tanto muy urgente su restauración y digitalización inmediata para preservarla para las generaciones futuras.
Debe agradecerse a la revista Mujeres el ser pionera en dar a conocer, desde sus páginas, esta muestra que tanto dice de la mujer cubana, y en particular de la mujer cubana negra, al exponer sus criterios y búsquedas de soluciones ante sus problemáticas genéricas y raciales. Ojalá que la publicación de este texto posibilite que personas poseedoras de ejemplares de Minerva, o sepan quienes los tienen, permita recuperarlos y lograr completar la colección existente en la biblioteca ya mencionada...
Breve muestra del pensamiento femenino cubano a finales del siglo XIX
Font, América. «Mis opiniones» Minerva Año 1, no. 4. 30 de noviembre de 1888. pp. 1-3.
«Condeno los extremos por viciosos; y opino que la mujer debe instruirse en cuantos ramos del saber humano sean compatibles con su delicado organismo, y con la misión que está llamada a desempeñar en el mundo, y que le sean suficientes la libertad de la más odiosa esclavitud: la ignorancia».
Storini, María Ángela. «Una carta», Minerva Año 1, no. 4. 30 de noviembre de 1888. pp. 3-5.
« …/ Aunque nacida en Cuba, he tenido la suerte de residir algún tiempo en algunas de las principales capitales extranjeras. Nací esclava, fui mimada de mis amos y a esta circunstancia debí el que, viéndose forzados a emigrar de Cuba cuando el período álgido de la guerra, no se decidieron hacerlo sin partir conmigo. Yo, desde lo más recóndito de mi alma les dirijo la más sincera manifestación de mi gratitud; pues especie rara en la manera de ser de los dueños de esclavos de este país, a ellos debo no el ser una notabilidad, pero sí el tener algunas nociones indispensables en toda mujer para tener conciencia de cuáles son sus deberes y derechos. Y esto sea dicho sin pretensiones de ninguna clase./ … lectora asidua de su periódico, concebí la idea, desde que vi su primer número, de dar a luz un pensamiento que hace tiempo acaricio con carácter de irrealizable. /Bien sabio es lo descuidada que está, si es que alguna vez mereció la atención que se merece, la educación de la mujer de nuestra raza, ni los hombres, ni mujeres se ocupan de eso; para muchos el educar a la mujer es cuestión de adorno, de la cual se puede prescindir. Error lamentable, causa de la cual se deriva la mayor parte de los males que lamentamos en el presente, consecuencia lógica de otros muchos que lamentaremos en el porvenir./ Y pregunto ahora, ¿hemos de seguir siempre así? ¿Seguiremos impávidas contemplando el estado de decadencia moral en que vivimos por la falta de ilustración? ¿Seguirán las que pertenecen a mi raza, a mi sexo, sin encaminar sus pasos por la senda de la ilustración? Sensible sería que ello resultase, sensible sería que la mujer negra no sirviese en Cuba más que para los deleites de la danza y no tratase de conocer los sacrosantos deberes del hogar, despreciando las frivolidades, que dicen muchos ser las propias de nuestro sexo./ Si, los deberes del hogar. Nunca necesidad más grande que esa tiene hoy la raza a la que pertenezco. Yo veo con pesadumbre que él no existe; veo más, veo que si los hombres de mi raza siguen en el indiferentismo en que viven, no podrán constituirlo porque… le faltarán las mujeres, factor indispensable, porque sin ellas no puede existir el hogar. …/ Y he aquí, amigo Director, el ideal de que antes yo le hablaba: constituir las mujeres de buena voluntad, las inconformes con nuestro estado actual, las que deseamos otro porvenir más diáfano para nuestros hijos, las que nuestra única, en fin, es perpetuar nuestra familia en Cuba, constituir, repito, una asociación para la enseñanza de la mujer de nuestra raza; en donde podamos aprender todas, tanto la niña como la mujer ya hecha, todo lo necesario e indispensable para el cumplimiento de nuestros deberes, una asociación que responda a todas nuestras necesidades morales».
Nuestras colaboradoras
Úrsula Coímbra de Valverde (grabado). Minerva Año 1, no. 5, 1 de diciembre de 1888. p. 1.
R.P., O. «¡Raza de color elévate!» La Familia. Minerva Año 1, no. 6. 30 de diciembre de 1888. pp. 1-3.
«…si la raza de color desea cordialmente dignificarse, y ocupar en las funciones públicas el lugar a que están llamados todos los elementos componentes de la sociedad, empiece por formar la familia dentro de los preceptos dictados por la moral, y exigidos por las leyes. Tenga presente que sin familia no hay organización sociológica posible.
«Cada hombre de color busque su esposa entre las mujeres honradas y mejor educadas de su clase; no reniegue de su raza, que eso lo abatiría más. No exija todavía que su elegida sea hija de mujer casada; recuerde que esa madre fue esclava».
Lanita, K. «Prosigamos». Minerva Año 1, no. 6, 30 de diciembre de 1888. pp. 4-5.
«… no os debe importar el sarcasmo de aquellos que tanto hacen; pues si algo alcanzan, demuestran a las claras que solo se inspiran en el deseo de sumir en la inacción a la raza que por luengos años, les ha servido de motor para abastecer sus anaqueles de oro y para saciar por la fuerza (las más de las veces) sus avaros apetitos, …»
González, Lucrecia. «La instrucción» Minerva Año 2, no. 7, 26 de enero de 1889, pp. 1-2.
«No podemos vivir en la inacción. Seamos las heroínas de nuestro sexo, libertándole del férreo yugo de la ignorancia y nuestro esfuerzo nos cubrirá de verdadera gloria».
Ayala, Cristina. «Me adhiero» Minerva Año 2, no. 7, 26 de enero de 1889, pp. 2-3.
«…siempre he creído que mientras todos los individuos de nuestra raza no estén en condición de hacerlo, no se eduquen, y por medio de la educación se moralicen, no podremos entrar en el concierto de las sociedades que se titulan cultas, sin que del seno de las mismas se levante alguna voz dispuesta arrojarnos en cara faltas que, verdaderamente no son más que lamentables consecuencias del triste estado de abyección a que ominosas instituciones sociales nos tenían relegados hasta ahora.»
Cecilia. «Gratitud» A mis amigas y colegas del periódico Minerva. Minerva Año 2, no. 9, 15 de febrero de 1889. p. 1.«Yo, al proclamar estas verdades, me siento orgullosa de pertenecer a una raza que por sí sola y a costa de sacrificios, procura elevarse a la altura de las demás y lucha, trabaja y estudia para vencer».
(De la Antorcha, de Trinidad).
« A las cubanas de color.» Minerva Año 2, no. 9, 15 de febrero de 1889,
pp. 4-5.
Céspedes, África. «Reflexionemos.» Minerva Año 2, no. 10, 28 de febrero de 1889, pp. 2-5.
«La mujer negra sañudamente tratada por sus viles explotadores, viene hoy a ser blanco más saliente a donde dirigen sus saetas envenenadas aquellos mismos que más traficaran con su noble sangre en los luctuosos días de esclavitud./ Por eso, enervado nuestro espíritu por el duro tratamiento de ayer y el torpe juicio de hoy, nos preparamos a la defensa en el constante batallar porque estamos pasando; y tal haremos hasta que se nos considere tal como somos, y tal como a cada artista pirata le ha parecido o convenido a sus medrosos fines./ ¿Nos invitáis a luchar? Pues luchemos./ Reflexionemos, pues, sin hacer separación alguna de razas, sobre el juicio que de la mujer tiene formado la mayoría de los hombres y hasta de algunas Maritornes de baja esfera, al mismo tiempo que a nosotras, las de la raza negra, se nos considera en las últimas capas de ese infamante juicio».
Céspedes, África. «A Cuba». Minerva Año 2, no. 11, 16 de marzo de 1889, pp. 2-4.
«Si después de los acontecimientos que han tenido lugar en nuestra hospitalaria Cuba durante cuatrocientos años, hubiéramos nacido a mediados del siglo XX, que estará casi olvidado el período vergonzoso de esclavitud porque hemos pasado y capacitado para hojear la historia, nos hubiéramos hallado en sus páginas con que la mujer de color había servido de fuerte eslabón para dar ascenso a ignominiosos capitales; ora regando los fértiles campos de nuestra abatida Cuba con el sudor amargo de su frente, ocupada en las rudas faenas agrícolas, desde abrir o picar la rosa, hasta la recolección del fruto, ora sirviendo de peón a albañiles y carpinteros en la construcción de edificios; ya por los maestros herreros de ayudantes en la forja; ya en las más fuertes ocupaciones en los ingenios, en el período de la zafra, y por último en todas aquellas faenas propias para hombres y opuestas abiertamente a la constitución física de la mujer; no hubiéramos creído, pero testigos presenciales de esos azarosos trabajos, la punzante realidad nos desconcierta con su terrible elocuencia. /…/ ¡Alguna compensación había de alcanzar la familia negra, del heroico sacrificio de la sangre generada de tantos mártires derramada, en holocausto de la patria en la epopeya de los diez años./… De hoy en lo sucesivo, Cuba, serás bendecida por toda la eternidad, porque libres aquellos hijos tuyos que gemían en la más cruel servidumbre en el regazo de tu amoroso seno, serán en pocos años, de constante estudio, hombres de provecho a la familia, a la sociedad y a la patria.»
Basilio, Felipa. «La mujer ante la razón». Minerva, no.15, 15 de mayo de 1889, pp. 1-2.
No temais que el estudio y la ilustración hagan perder a la mujer ninguna de sus encantadoras debilidades por el contrario, cuanto más educada, será más mujer porque podrá comprender mejor la grandeza de su misión, sabrá colocarse no por encima, sino al nivel de su esposo, y este encontrará en ella, no una instruida esclava, pero si una amante compañera.»
Duabanc, María. «Imitémoslas». Minerva, no.15, 15 de mayo de 1889, pp. 2-3.
«Sofoquemos, pues, ese temor, hagamos un esfuerzo por vencer ese miedo y avancemos en ayuda de nuestras generosas compatriotas, que con el heroísmo y abnegación tratan de combatir frente a frente un enemigo irreconciliable la ignorancia. / Bien sabe la prensa sensata e ilustrada, que todo lo que hace la raza de color es a costa de desvelos y esfuerzos sumos, y que desde luego, debe ser indulgente con nosotros. / Sírvannos de ejemplos las señoras y señoritas mencionadas, las principales colaboradoras del periódico dedicado a la mujer de color, titulado Minerva y ya que ellas han sido las primeras en subir los escalones de las bellas letras para abrirnos las puertas del Templo, reanimándonos a seguirlas, imitémoslas».
Turín, Francisca. «A mi querida condiscípula Etelvina de Zayas.» Minerva, no.15, 15 de mayo de 1889, pp. 3-4.
¿Me dices que si no sentí gozo inexplicable en el período en que el Sr. Millet abordó los derechos del ciudadano negro? No, Etelvina, ni estaba ahí, ni he sabido de semejantes derechos por lo demás, de canto y recitaciones, ¡oh!, muy bien./ Cuando se te facilite, mándame la carta de ciudadanía, que quiero saber mis derechos, y se despide hasta otra, tu amiga de corazón.»
Clarens, Laura «La mujer y la academia». Minerva Año 2, no. 16, 30 de mayo de 1889. pp. 5-6.
«Muchas, preocupaciones se vencerán, muchas teorías contrarias al mejoramiento de la condición de la mujer vendrán a tierra, y surgirá una nueva era para la triste desterrada del festín, que tanto ha luchado por la conquista del puesto que su aliento merece y su dignidad reclama, y que tarde o temprano, tendrán que darle las naciones civilizadas./ No desmayen las que, como la dignísima escritora gallega, aspiran al sillón académico; ya alcanzarán, por medio de su talento, el ambicionado puesto.»
*Investigador Titular
Biblioteca Nacional de Cuba.
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www.lajiribilla.cu/.../minerva-presente-prensa-cubana-de-los-siglos-xix-x...
10/11/2012 - La primera en el tiempo es La Minerva (Santiago de Cuba, ... la revista Minerva, de carácter quincenal y “dedicada a la mujer de color”. ... a reflejar los problemas e intereses de la mujer de la raza negra. ... Colaboraron en sus páginas Úrsula Coimbra de Valdés, Lucrecia ... Leamos algunas estrofas:.
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www.cubaliteraria.com/articulo.php?idarticulo=9236&idseccion=25
Página. 1. Acerca de la presencia de la mujer negra como protagonista de la historia ... Reflexionemos, pues, sin hacer separación alguna de razas, sobre el juicio que ... Esos procesos de invisibilización social de las mujeres negras cubanas ... de periódicos y revistas, entre las que queremos destacar a Minerva, revista ...
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www.ecured.cu/index.php/Minerva_(Revista)
Revista quincenal dedicada a la mujer de color, estaba dedicada a reflejar los problemas de la mujer de la raza negra. ... Según parece, la publicación cesó en ese año, pues León Primelles, en su crónica cubana, 1915-1918 (La ... En sus páginas aparecieron noticias sobre la actividades de la Sociedad de Estudios ...
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librinsula.bnjm.cu/secciones/311/nombrar/311_nombrar_5.html
30/11/2012 - Minerva, un hito para la cultura cubana de todos los tiempos ... el reto de ser una revista quincenal dedicada a la mujer de color, y en su segunda ... Algunas de ellas incorporaron un punto de vista intelectual novedoso para la ... contaba con 20 páginas) las inquietudes de la intelectualidad negra cubana; ...
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Afrocubanas, historia, pensamiento y prácticas culturales "Mis Razones" por Gloria Rolando, 15/2/12
Una luz especial irradia sobre este libro. Desde la portada nos recibe un enigmático rostro de mujer negra con la mano en la cabeza. Talvez ella sugiere la necesidad de revelar los más íntimos recuerdos de la memoria acumulada por los siglos.
Su mirada penetrante, insistente. Una mirada que llama al desafío y al diálogo entre el pasado y el presente. Esa imagen que encabeza nuestro libro salió de las manos y la inteligencia de Belkis Ayón. Ella tuvo el privilegio de conjugar el mito y la realidad hasta convertirse ella misma en el mito y parte de una historia que no podemos negar. Algunos se preguntarán:¿Por qué afrocubanas? ¿Es que ahora las negras de Cuba quieren o tienen o inventaron una historia diferente al resto de las mujeres de esta nación?¿Se trata de alguna corriente pasajera de influencia foránea?¿Por qué un libro como este? Desde el prólogo Inés María Martu (Lalita) deja bien establecida una poderosa razón: “La imagen de la mujer negra en la sociedad cubana en todos las épocas ha sido construida a base de estereotipos negativos”. Y en mi opinión, esta época a pesar de los avances, no ha sido una excepción. Por eso, cuando me invitaron a presentar el libro, no lo pensé dos vecez. Yo también tengo mis razones.
Pero quiero referirme a una pequeña anécdota para que me entiendan: Imaginen los que cogen guagua, un camello en la llamada hora pico, un calor insoportable, el desespero por subir y una mujer con muchos paquetes que no podía o no quería avanzar hacia el interior del ómnibus se produce una discusión entre ella y el chofer. Sube la temperatura del diálogo en las circunstancias, hasta que el chofer le dispara: “…tú no eres más que una negra”. El público quedó paradalizado, se hizo un silencio. Todos y todas fuimos testigos de aquel triste momento. La mujer quedó muda, aplastada. La historia devolvió al presente las voces de los amos, mayores y contramayores, personajes de la época colonial que deseñaron una filosofía del desprecio y el abuso físico y psíquico hacia la mujer negra, que, lamentablemente, llega hasta nuestros dias.
En esta acción verbal del chofer también había mucha ignorancia, mucho desconocimiento. Es hora ya de sacar a la luz, así de conjunto, historias tan interesantes que ponen al descubierto el aporte, el protgonismo de la mujeres negras. Y desde aquí hay que reconocer un paso que marcó las diferencias. El libro es una invitación a recorrer el alma de esa parte olvidada de la nación.
Los contenidos de esta edición están organizados o agrupados en 3 secciones: Historia, Pensamiento y Prácticas culturales. Cada cual, según sus intereses en determinado tema, podrá encontrar una motivación para la lectura. Sin embargo, un hilo conductor ayuda a visualizar nuestras acciones en los diferentes espacios de la historia de Cuba.
Desde el comienzo, me sumergí en el fascinante trabajo de la Digna Castañeda: “Demandas judiciales de las esclavas en el siglo XIX cubano”. La autora se dedicó a pulir el sentido de cada documento antiguo para que ellos revelaran la epopeya de esas mujeres negras que alzaron su voz en condiciones tan adversas, en medio de la tragedia de la esclavitud. Lo hicieron para mantener a sus familias e impedir las vejaciones y los atropellos del sistema colonial. Valor y Resistencia. ¿Qué imagen tan diferente a esos personajes sumisos de algunas telenovelas, sin personalidad, diseñados solo como sombras que acompañan a los personajes centrales? Dice la autora: “Pocas veces lograron sus propósitos a través de las demandas”, pero es muy importante conocer la disposición, la certeza de que los negros y las negras esclavizadas nunca aceptaron aquella sociedad que reducía su condición humana. Razones sobraban para luchar por la libertad y mejorar en la escala social. ¿Era eso posible? Oilda Hevia trae a la luz del conocimiento público el caso de Belén Alvarez. De esclava urbana a propietaria. Vuela la imaginación y empieza uno a reconocer el paisaje humano de La Plaza Vieja de ese siglo. Hay una buena presencia de mujeres negras en diversas labores. De ese inmenso ajetreo callejero salieron los pequeños capitales que día a día tejieron el sueño de obtener la libertad para ellas o sus descendientes. En ese contexto desconocido, ignorado y anónimo de la colonia, Oilda encontró la historia de Belén Alvarez quien muere en 1887 con una fortuna de 6500 pesos depositados en el Banco Español de La Habana.
Otras esclavas, exesclavas, otras familias negras lograron un progreso dentro del siglo XIX. Entonces puede sorprendernos la existencia de la Revista habanera “Minerva” (una revista quincenal dedicada a la mujer de color).
“Minerva” apareció en 1888, era de pequeño formato y muy modesta. María del Carmen Barcía, autora de este trabajo hace un comentario revelador del espíritu de esta revista (pag 83): La revista expresaba a través de artículos o de otras contribuciones cartas, poesías o notas no solo lo que la esclavitud había significado en el plano individual para estas mujeres, sus familiares o amigos antes de ser abolida, sino las consecuencias que el racismo, por ella engendrado, ejercía sobre la sociedad. Doblemente desestimadas, las mujeres negras y mestizas arrastraban un pasado de uniones consensuales, hijos ilegítimos y marginación social y cultural que estaban decididas a redimir a toda costa.
Una y otra vez yo quisiera penetrar en el pasado y conocer de cerca las voces y el quehacer cotidiano de mujeres como Úrsula Coimbra de Valverde, América Font, África Céspedes. Ellas y otras fueron la razón de ser Minerva. Una experiencia única. Sus directores eran hombre pues “las mujeres, salvo en el caso de ser viudas, no tenían entidad jurídica para ocupar cargo”. A veces la historia es muy extraña, hoy día tenemos muchas leyes, muchos derechos, pero no tenemos una publicación, ni acciones específicas dirigidas a ese sector tan complejo de la sociedad cubana contemporánea. Solo basta echar una mirada, a pié, para darse cuenta de mi preocupación.
Para las mujeres de “Minerva” el camino de la instrucción era vital escribió América Font: “La instrucción debe ser para la mujer lo que es la sabia para el árbol pues donde no hay instrucción no hay libertad”. El eco de estas palabras tienen un gran sentido en el presente. Pero muchas jóvenes no quieren escuchar.
Entramos en la segunda parte del libro (Pensamiento) y aunque no podré referirme a los 17 ensayos que componen esta sección, tengo muchas razones para detenerme en la página 95: “ Voces negras a favor del Partido Independiente de Color”.
Es de obligada consulta para aquel que quiera abordar el tema de Los Independientes de Color, redimirse a las páginas de “Previsión” órgano oficial del Partido. Allí encontraremos también la presencia de las mujeres negras como es el caso de Carmen Piedra. Tres fragmentos ilustran el caractér de la prédica política, directa, enérgica, patriótica. Palabras fuertes que llegan al corazón y también hacen pensar en el presente, especialmente el titulado “Havana” “Verguënza da el estado de retraimiento, en que está la mayor parte de la raza negra en esta localidad…”
Los fragmentos que aparecen de Carmen Piedra fueron escritos en abril de 1910, mes y año de dura campaña en contra de Los Independientes de Color. Fueron perseguidos y encarcelados bajo la causa 321. Fue el año 1910, momento de la aprobación de La Enmienda Morúa que desencadenó los sangrientos hechos de 1912.
Carmen Piedra, Pastora Mena, Rosa Brioso y muchas otras mujeres de los comités de Damas, incluyendo a Vicenta García de Estenóz, esposa de Evaristo Estenóz, fueron pilares y protagonistas de ese complicado y desconocido capítulo de la Historia de Cuba.
El debate sobre la raza y ya después del 12 continuó a lo largo de La República. En los años 30 Gerardo del Valle y Catalina Pozo, ambos periodistas, escribieron sobre la situación de las mujeres negras y mestizas. En su artículo “La negra cubana”, Gerardo escribió (pag 100) : “Cualquiera que visite los excecrables solares, baldón de nuestra República podrá notar cómo en una sola habitación hay una mujer de color con 4, 6 y hasta 10 retoños a su alrrededor, mientras ella lucha heróicamente”. Esta es la historia de nuestras madres, abuelas y bisabuelas. Mujeres luchadoras, amantes, dignas, contradictorias, espirituales y muy solas, luchaban solas, no había tiempo para la autocompasión. Digna Castañeda señala un rasgo muy importante de la personalidad de estas mujeres. “Ellas contribuyeron, quizás más que el hombre a preservar y transmitir su cultura ancestral”.
Pero, ¿Qué pasó con aquellas negras y mestizas que lograron un título en los años 30? Catalina Pozo Gato hace un inventario interesantísimo de mujeres negras graduadas de aulas universitarias, institutos,escuelas normales, del hogar, academias, dentistas, farmacéuticas,abogadas,doctoras. La autora interroga al lector de la época (pag 104): ¿Cuántas muchachas de color ve usted despachando en las grandes tiendas? ¿En qué proporcióón las encuentra en las oficinas públicas? ¿Cuántas en las dependencias del Estado?. Esto fue escrito en 1930, cualquier semejanza con algunos pasajes de la vida cubana en los años 90 que pase por la mente de ustedes, creanme no es pura coincidencia. Este libro tiene la virtud de ayudar a conocer el pasado para debatir el presente con objetividad y valentía. En nuestras calles, en nuestros barrios habaneros y de otras provincias, han existido y existen imágenes cotidianas de mujeres negras y mestizas cuyos atributos revelan su iniciación en la llamada Santería o Regla de Ocha. Me gusta mucho que estén incluidas en la sección de Pensamiento, porque si algún grupo social ha sido olvidado, silenciado, caricaturizado y hasta despreciado, ha sido este conjunto de sabias mujeres de pañuelos blancos, colores y pulsos, amplias sayas de guinga azul,roja o amarilla, transmisoras de una sabiduría religiosa, de una cultura maravillosa que tanto ayuda para la vida. Daisy Rubiera Castillo hace un justo homenaje. El título de su ensayo: “ La mujer en la Santería o Regla Ocha: género, mito y realidad”. Con gran astucia aprovecharon cada espacio que pudieron arrancarles a las autoridades coloniales. Rostros que hemos perdido, voces que hemos perdido porque nunca contraron en la historia oficial aunque ellas también hacían y hacen la compleja historia de la nación cubana. Por esos, la razón de ser de este libro y al igual que las negrs viejas de la poetisa Georgina Herrera son fuentes de sabiduría popular. Ojalá que algún día una estudiante cubana, sea blanca o sea negra, pueda hablar sin prejuicios de Inés Flores, Ña Caridad, Ma Josefa Cárdenas, María de Jesús Soto, Ña Rosalia, Ña Matilde de Zayas y muchas otras cuyos nombres son invocados antes de comenzar cualquier ceremonia religiosa. Ahora bien a partir del trabajo de Yulexis Almeida “Género y racialidad, una reflexión obligada en la Cuba de hoy” el libro se inserta en el debate contemporáneo. Aquellos lean atentamente las 8 últimas propuestas de la sección de Pensamiento, se enfrentarán al encuentro espinoso de nuestra realidad. No hay educación en el lenguaje. Las autoras están conscientes de la emergencia en pronunciar ciertas verdades y promover el debate en voz alta. Los títulos anuncian la naturaleza de sus polémicos contenidos: “ Pelos”, “ Pasar por Blanca” y “ La Revolución hizo a los negros”. La pasión de los textos emana de las vivencias que han tenido las escritoras, de ahí que el compromiso sea mayor.
Estas reflexiones sobre nuestra identidad como negros y negras son la esencia de las mejores letras del rap cubano. Y como dice una de ellas “es la manera de cimarronear en estos tiempos”. Por lo tanto, sigue la tradición de lucha. Sigue la cultura de resistencia donde las mujeres negras de ahora tienen también su lugar.
La tercera parte del libro se llama “Prácticas Culturales”. Un capítulo complejo para resumir porque se extiende al mundo de la poesía, la narrativa, el ensayo, las imágenes (cine-artes plásticas), la música y el deporte.Con mucha honestidad se proclama el orgullo que sentimos al mencionar los nombres de aquellas que habrieron un camino y nos dan prestigio como negras cubanas. Es el caso de Nancy Morejón, Georgina Herrera, Sara Gómez, Inés Martiatu, Belkis Ayón, Maria Elena Mendiola y Tania León (las dos últimas en esa carrera tan dificil que es la dirección orquestal). Lamentablemente hay algunas ausencias: la cantante lírica Yolanda Hernández, la querida Haydee Arteaga maestra de la narración oral. Creo que todavía se pueden estudiar diversas profesiones y oficios donde las mujeres negras se han destacado: las maestras, las enfermeras, las comadronas,etc. Sin embargo, agradesco enormemente el trabajo de Irene Ester Ruiz, “ La mujer negra en el deporte”. Detrás de cada nombre que ella menciona está el gran reto, la gran hazaña que no podemos olvidar porque ellas también son hijas del pueblo y una tradición ancestral. Todas forman un GRAN SALÓN DE FAMA por eso me llena de alegría mencionar algunos nombres: Aurelia Pedrón, Silvia Chivás, Maria Caridad Colón, Miguelina Cobián, Ana Fidelia Quirot, Marlene Elejalde, Violeta Quesada, Fulgencia Romay, Carmen Laura Valdéz, Maritza Martén, Silvia Costa, Mireya Luis y las famosas Morenas del Caribe. Temina Irene Ester con las siguientes palabras: “quiero que se conozca desde otra arista el papel que han desempeñado nuestras atletas negras y mestizas en su lucha por alcanzar el espacio que ellas se han propuesto y que les corresponde por pasión, valentía, esfuerzo, dedicación y amor, con lo cual han llenado de gloria el nombre de Cuba”.
Por esa razón y muchas otras que se exponen a lo largo del libro, no aceptamos el ajiaco que distorsiona nuetra imagen, donde se nos disuelve y perdemos nuestra visibilidad. Presencia ganada desde los tiempos de la colonia. Recomiendo particularmente, para una tarde o una noche de profunda reflexión sobre nuestra identidad “El negrito y la mulata en el vórtice de la nacionalidad” de Inés Maria Martiatu. Es hora ya, de scudir bien fuerte esos polvos coloniales. Para finalizar mi presentación quiero volver al inicio a aquella tarde, a aquel camello, con aquel calor insoportable y a aquella mujer negra con múltiples paquetes.
La respuesta del chofer que nos dejó paralizados, la supuesta ofensa al decirle...“tú no eres más que una negra” tiene profundas raíces históricas. Ella, no pudo responder, entre otras cosas, porque muchas no tenemos interiorizadas las herramientas morales, y el conocimiento pleno de nuestro papel para decir con orgullo: soy negra, negra cubana y a mucha honra. Talvez, ese chofer, negro, que pretendió insultarla, degradarla, ante una respuesta así, enérgica, talvez el pueda empezar a reflexionar sobre su propio pasado. Tengo mis razones para pensar que esto, aunque lentamente, todavía puede suceder.
Afrocubanas, historia, pensamiento y prácticas culturales, Compiladoras: Daisy Rubiera Castillo e Inés María Martiatu Terry, 2011
Gloria Rolando, cineasta |
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