Emilio Rodríguez se despertó una mañana de 1963 en su aldea
de A Pena (Ourense), se asomó a la ventana para ver sus viñedos y todo
estaba nevado. Era pleno mes de agosto. Se fue al baño, se miró al
espejo y allí también nevaba. Minutos después perdía la vista para toda
la vida. La noche anterior se había tomado una copa de licor café de garrafa que provenía de las bodegas de Rogelio Aguiar.
Han
pasado cincuenta años de esto, un caso real con el que arranca el
documental del director de cine Emilio Ruiz Barrachina. Lo acaba de
estrenar en el Festival Internacional de Cine de Ourense y se emitirá próximamente en la Televisión de Galicia y en La 2 de Televisión Española.
El trabajo audiovisual narra los hechos del denominado ‘caso del metílico', el mayor envenenamiento masivo de la historia de España
provocado por metanol o alcohol metílico, y que por intereses políticos
y económicos trató de ocultarse en la época. Como consecuencia, muchos
de los fallecimientos fueron registrados como muertes naturales.
El mayor envenenamiento masivo de la historia de España se ocultó por intereses políticos y económicos
"La
bodega de Rogelio Aguiar no vendía el alcohol con su sello, sino que lo
distribuía en garrafón a otros bodegueros para que lo embotellasen. Se
sabe que compró en Madrid 75.000 litros de alcohol metílico
porque, según manifestó, le dijeron que se podía consumir si se
rebajaba con agua. El alcohol que compró estaba destinado a la
fabricación de combustible de aviones", explica Ruiz Barrachina.
La realidad era que el alcohol metílico costaba la mitad que el etílico
y quería hacer negocio. Con esos 75.000 litros, él fabricaría un total
125.000 que pondría a la venta a bodegas de toda España en garrafas. Uno
de los lugares donde llegaron primero fue Lanzarote, porque había un
bodeguero en Vigo con muy buenas relaciones con Canarias.
"Es por
eso que la primera persona que relaciona el consumo de determinadas
botellas de alcohol con los fallecimientos y la ceguera es una
farmacéutica canaria, Elisa Álvarez. A partir de ahí empieza la
investigación. Pero la tragedia se extiende por toda España, y donde más incidencia tiene es en Galicia", añade el director de cine.
Tan solo una copa de licor café o de orujo fue capaz de dejar ciego o matar a quien se la bebió
"El
metanol produjo en aquel momento una tragedia que a veces se reproduce
por la ignorancia de la gente. Este producto tóxico se absorbe y se
metaboliza en el hígado creando ácido fórmico y formaldehído. El primero
provoca problemas digestivos y síntomas de embriaguez -como una
intoxicación etílica-, y el formaldehído ataca a la retina y causa la
ceguera. La muerte sobreviene porque una vez absorbido pasa rápidamente a
los órganos y puede provocar un coma", declara Rosario Moyano, catedrática de toxicología de la Universidad de Córdoba.
Por
esta intoxicación falleció sobre todo gente de extracto social bajo,
consumidores de aguardiente o licor café de garrafa. Al ser en su
mayoría personas de los pueblos y con pocos recursos, muchas de ellas se
consideraron muertes naturales.
Juicio descafeinado por los intereses del franquismo
En
el juicio se mezclaron los intereses económicos y políticos del
franquismo. El gobierno de Franco iniciaba por entonces una costosa
campaña para vender al exterior que España se había modernizado y quería ofrecer nuevas oportunidades al turismo.
"Si
este caso se llegaba a conocer y saltaba a los medios internacionales,
como tenía que haber sucedido, todo aquello se podía venir abajo y por
eso trataron de ocultarlo", apunta el director del documental. Por otra
parte, España continuaba recibiendo dinero de EEUU y este escándalo hubiera repercutido en las relaciones con los estadounidenses.
"Lo equipararon a vender productos caducados y por ello solo se reconocen 51 muertes", explica Ruiz Barrachina
Lo que se hizo, de la manera legal que entonces creyeron más oportuna,
fue plantearlo no como homicidio involuntario, sino como un juicio de
atentado contra la salud pública, un mal menor. "Lo equipararon a vender
productos caducados y por ello el resultado es que solo se reconocen 51 muertes", subraya Ruiz Barrachina.
Durante el juicio hubo once imputados que fueron condenados, sin embargo, ninguno de ellos llegó a cumplir íntegra su condena. Además, las cuantiosas indemnizaciones que debían pagar a las víctimas nunca llegaron porque se declararon insolventes.
El
fiscal del caso, Fernando Seoane, siempre defendió que solo con hacer
un sencillo cálculo matemático de lo que pueden producir 125.000 litros de alcohol tóxico
en el mercado, se podía saber la magnitud de la tragedia. Seoane
estimaba que las víctimas estuvieron por encima de 5.000, entre
fallecidos y personas que se quedaron ciegas.
El metílico letal de Aguiar llega a Nueva York
Debido
a las enormes cantidades de alcohol metílico que vendió Rogelio Aguiar,
algunas de las garrafas llegaron incluso al otro lado del Atlántico,
como indica el escritor y periodista de investigación Fernando Méndez en
su libro Metílico, 50 años envenenados, en el que está basada la película.
Ese año hubo una muerte masiva de vagabundos en Manhattan por alcohol metílico
"En
el puerto de Nueva York fue intervenido un envío procedente de Vigo de
bebidas contaminadas con alcohol metílico, según recoge el sumario del
caso. Debido al descontrol de las autoridades sanitarias y de aduanas,
no se sabe con exactitud qué cantidad pudo llegar realmente. Lo que sí
coincide en el tiempo, primavera del 63, es la muerte masiva de vagabundos
en la zona de Manhattan por alcohol metílico, con bebidas baratas que
provenían de garrafón. Los diarios se hicieron eco de ello. Es mucha
coincidencia", argumenta Méndez.
Su libro está escrito a partir de
una investigación de cinco años, de los más de 30.000 folios del
sumario del juicio. "No sé si podría volver a abrir el caso y aportar nuevas pruebas,
pero creo que las víctimas merecen por lo menos un reconocimiento
social que no han tenido en los últimos 50 años", subraya Méndez.
Un caso difícil de repetir en España
Casos de intoxicación y muerte
por alcohol metílico suceden en el mundo todas las semanas. En el caso
de España, se continúa produciendo ‘aguardiente de casa' fuera del
control de un consejo regulador.
En Madrid se han analizado este año 140 bebidas espirituosas. El 25% orujos de los cuales solo uno incumplía la normativa
Sin embargo, en la actualidad los controles de calidad del alcohol pasan
por procesos que hacen muy difícil que algo así pueda volver a
repetirse. De ello se encargan laboratorios como el de Salud Pública del
Ayuntamiento de Madrid.
"Nosotros actuamos de acuerdo con unas
campañas analíticas que, tras la inspección y toma de muestras, se
llevan a cabo en nuestro laboratorio", apunta Emiliano Rojas Gil,
adjunto al jefe de departamento del laboratorio. En total en Madrid se
han analizado este año 140 bebidas espirituosas. El 25% fueron orujos, de los cuales solo uno incumplía la normativa.
"Aplicamos
un reglamento que establece un contenido máximo de metanol. Los límites
son, por ejemplo, 1.000 mg/L para orujos, 2.000 mg/L en brandis y 1.500
mg/L en aguardiente de hollejo de fruta. Si se sobrepasan, las bebidas están fuera de la legislación y se consideran tóxicas", argumenta Rojas.
Este
año, el caso del orujo que llegó al laboratorio con límites por encima
de lo permitido se solucionó rápidamente según el protocolo de
actuación. Hicieron un análisis contradictorio con la empresa, esta
corrigió su sistema de producción y eliminó del mercado todo el producto.
"La nueva partida ya reunía las condiciones de acuerdo con el
reglamento", asegura Rojas. Para que casos como el del metanol de
Galicia no vuelvan a suceder, y se pueda hacer justica a personas como
Emilio Rodríguez, sus historias no deberían caer nunca en el olvido.