LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org – Cuba no es exactamente el remanso de paz que quieren vender. Como no existe la crónica roja en la prensa oficial, cualquiera pensaría que Cuba es un remanso de paz. En realidad, no es así. Datos recientes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) confirman lo que sabemos todos los que vivimos en Cuba y con demasiada frecuencia escuchamos en la calle noticias de asesinatos, muchos de ellos espeluznantes: la sociedad cubana no es tan apacible como pretende el gobierno.
Según datos del año 2012 de la ONUDD, Cuba tiene una tasa de 5 homicidios intencionales por cada 100 000 habitantes, lo que la coloca un poco por delante de Estados Unidos, cuya tasa es 4,8.
En cada cuadra un comité
Resulta bastante elevada la cifra para un país donde está terminantemente prohibida la tenencia de armas, hay un Comité de Defensa de la Revolución en cada cuadra y legiones de chivatos y confidentes en los barrios, se puede ir a la cárcel solo porque un jefe de sector considere que se es proclive al delito, y la presencia policial en las calles es constante y abrumadora.
Aunque el informe de la ONUDD aclara que la tasa de homicidios no necesariamente indica el nivel general de violencia en una sociedad, la cifra pone en entredicho el mito -tan conveniente para atraer turistas extranjeros- de que Cuba es un país tranquilo, donde se puede andar por la calle a cualquier hora sin ser molestado.
Aquellos que consideren que los datos están exagerados o han sido manipulados con intenciones políticas, debían tener presente lo enervados y violentos que se han tornado los cubanos en las últimas décadas.
En Cuba es común que estalle una bronca por un puesto en una cola o un pisotón en una guagua abarrotada. Y nunca se sabe cómo pueden terminar estas riñas, en que los contendientes echan mano al primer objeto contundente o punzante que tenga a mano. Pueden ser palos, piedras, cabillas, botellas, destornilladores, etc. Eso, si alguien no saca un arma blanca. Como los machetes y navajas que sí aparecen invariablemente en los llamados bonches a ritmo de reguetón y otras fiestas públicas, donde las riñas, casi siempre entre adolescentes y jóvenes, borrachos o endrogados, con saldo de heridos y muertos, se han hecho rutinarias.
Asaltos y robos con violencia
Últimamente, abundan los asaltos, los robos con violencia, los ajustes de cuentas, los choques de pandillas, las deudas de dinero que se cobran con sangre; las peleas entre borrachos, que son la mayoría de la población, al menos los fines de semana; los hechos de violencia en las cárceles, donde muchas veces los carceleros son peores que los presos.
Cada vez hay más crímenes pasionales. Y la violencia doméstica, de tan cotidiana, ya a nadie asusta. A pesar de los spots televisivos, las campañas de la FMC y las casas de atención a la familia, pocas mujeres hacen la denuncia cuando son golpeadas por sus maridos, porque generalmente, los policías, si el asunto no es de mucha envergadura, por aquello tan arraigado en Cuba de que “entre marido y mujer nadie se debe meter” les aconseja que resuelvan el problema entre ellos, que la PNR tiene otros asuntos que atender…como, por ejemplo, recoger los muertos luego de una bronca, proteger a los turistas extranjeros, extorsionar a las jineteras o ayudar a la Seguridad del Estado a reprimir a los disidentes.
Tal vez a muchos les sirva de consuelo el hecho de que en el continente americano haya otros países con tasas de homicidio mucho más altas que la de Cuba: Jamaica (40,9), El Salvador (69,2), Honduras (91,6), Colombia (31,4), Venezuela (45,1). Es un pobre consuelo. Que Cuba no sea de los países con más alta tasa de asesinatos en América Latina (la segunda región del mundo en cuanto a homicidios intencionales) no significa que la violencia en la sociedad cubana no sea un fenómeno cada vez más alarmante. Y lo peor: las causas que la motivan, lejos de mejorar, se agravan.