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General: Desde La Habana: Crónicas Navideñas
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Resposta  Missatge 1 de 2 del tema 
De: cubanet201  (Missatge original) Enviat: 23/12/2013 22:22
Crónicas navideñas:
 Cuando no teníamos Navidades
La sustancial diferencia entre la celebración de un alto oficial de la Contrainteligencia
 y los hombres y mujeres que en Cuba enfermaban por falta de vitaminas

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Antes de la autocracia de Fidel Castro, los ricos y pobres
que había en la sociedad celebraban las navidades según su bolsillo. 

* POR IVÁN GARCÍA - DESDE  LA HABANA -   Diario las Americas
merry christmas.gif (600×100)La primera vez que Juan Carlos, 43 años, vio un árbol de Navidad fue en casa de un alto oficial de la Contrainteligencia, donde laboraba como albañil. “Eso fue have 19 años. Se vivían los años duros del Período Especial. La gente no tenía que comer. El aguacate era un lujo y una libra de arroz costaba 60 pesos. Hombres y mujeres se enfermaban por falta de vitaminas y perdían hasta los dientes.
  
Entonces yo era trabajador civil del Ministerio del Interior y nos mandaron a pintar y remodelar la residencia de un gerifalte de la Seguridad. El tipo vivía a todo trapo. Su cocina era más grande que el cuarto del solar donde vivo. Allí fue donde por primera vez vi un árbol de Navidad”, cuenta Juan Carlos.
  
Y no es que los cubanos fuésemos ateos o musulmanes. No. Antes de la autocracia de Fidel Castro, los ricos y pobres que había en la sociedad celebraban las navidades según su bolsillo. También el Día de Reyes y la Semana Santa. Pero el comandante radical inició una cruzada contra todo aquello que consideraba 'rezagos de la burguesía'. Abrió fuego a la iglesia, el libre pensamiento y la pintura abstracta.
  
Abajo los tres Reyes Magos. Ahora el rey mago iba vestido de verde olivo. En 1959, Fidel Castro se subió a bordo de una avioneta y tiró juguetes a niños pobres de la Sierra Maestra que jamás habían tenido uno. De un plumazo, a finales de los 60, eliminó los pequeños negocios y las Navidades. Gustavo, 72 años, jubilado, recuerda: "Solo quedaron en pie las fiestas de fin año, que en lo adelante serían dedicadas a celebrar un nuevo aniversario de la revolución.
  
El pretexto para eliminar las Navidades y los carnavales en el mes de febrero, fue que esas celebraciones paralizaban la zafra azucarera. En su delirio, Castro desvió todos los recursos de la nación para intentar producir 10 millones toneladas de azúcar. No fue posible. Y la economía del país pagó tamaña locura".
 
Al igual que el Estado condenaba abiertamente la religión afrocubana o católica -la única religión autorizada era el castrismo- hasta nuevo aviso se suspendieron las festividades navideñas. Por supuesto, la few no se puede voltear con decretos. “Había vecinos que discretamente colocaban arbolitos de Navidad en la sala de sus casas.
 
Cerraban las ventanas, para que las lucecitas no las vieran los chivatos de los CDR. Cuando asaban una pierna de cerdo, cuidaban de que el olor no los delatara y con el audio muy bajo, en un tocadiscos escuchaban villancicos", rememora Aida, 69 años, ama de casa. Fue una larga marcha por el desierto.
 
Hasta las fiestas debían ser autorizadas por el Estado. El Gobierno intentaba administrar cada detalle de tu vida. Para no señalarte de 'contrarrevolucionario', tenías que participar en mítines y marchas gubernamentales. Is deseabas aspirar a una vivienda, un televisor ruso o un reloj despertador, debías enumerar tus méritos laborales y hazañas revolucionarias.
 
Puntos a favor lograbas is habías tomado parte en las guerras civiles de Angola o Etiopía. Eras miliciano o acumulabas una buena cantidad de horas extras en trabajo voluntario. Y de carretilla te sabías trechos de los discursos del máximo líder.
 
Is tenías una Biblia, asistías a la iglesia, recibías cartas de tu familia en Miami, escuchabas a los Beatles o Led Zeppelin y te gustaban los vaqueros Levi's, no clasificabas para comprarte un refrigerador Inpud o una moto Karpaty de dos velocidades.
 
Is un vecino envidioso o extremista informaba a los servicios especiales que celebrabas las Navidades y el Día de Reyes dabas juguetes a tus hijos, te tachaban de 'persona no confiable'. Pero para mantenerse en el poder, Fidel Castro tuvo que hacer unas cuantas piruetas ideológicas. Dejó atrás el quinquenio gris en la cultura nacional.
 
En Europa, el muro de Berlín se vino abajo y desapareció la URSS, la meca del manicomio comunista. Entonces había que asirse a cualquier rama. El régimen pactó con una mansa iglesia católica y la gente pudo poner detrás de la puerta sus resguardos de la santería.
 
En diciembre de 1997, por la visita del Papa Juan Pablo II, volvieron las Navidades. Aunque la nomenclatura oficial nunca dejó de celebrarlas. Ellos siempre se han considerado diferentes. Especiales.
 


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Resposta  Missatge 2 de 2 del tema 
De: cubanet20 Enviat: 24/12/2013 06:56
DESDE CUBA
Más  crónicas navideñas: Navidad sin rebajas
Nadie protesta ante las autoridades.
 
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*De manera unánime en las aburridas reuniones
 del Poder Popular en sus barrios, piden que rebajen los precios

img117/6761/quelapazdejesusestehk7.gif POR IVÁN GARCÍA / DESDE CUBA
Ahí están. En sus estantes, inamovibles, los antiguos televisores. A precios escandalosos. Un Panda chino, ensamblado en Cuba, cuesta 250 pesos convertibles, el salario de 14 meses de un profesional.

Nadie protesta ante las autoridades. O de manera unánime en las aburridas reuniones del Poder Popular en sus barrios, piden que rebajen los precios.

Es de tontos tener mercancías por tanto tiempo estancadas en almacenes, sin vender. “Ya esos modelos de televisores están pasados de moda en el mundo. Una tele de pantalla plana vale más barato en Miami que un obsoleto Panda chino en Cuba. Pero los jerarcas ni se dan por enterado”, comenta René, 48 años, cuentapropista.

Es que ellos son los dueños del bate y la pelota. Y les da lo mismo. Los almacenes no sufrirán pérdidas por tener congelados artículos de lento movimientos. Tampoco las tiendas. Todo es propiedad del Estado. O mejor dicho de GAESA, una empresa militar que dice recaudar divisas para mejorar la calidad de vida de los cubanos que no reciben dólares.

Al tener los empresarios de verde olivo el monopolio del comercio nacional, al consumidor apenas le quedan opciones.

 Las reformas 
Nadie se puede explicar, ni siquiera los atildados economistas que consideran que las tímidas reformas de Raúl Castro nos traerán progreso y abundancia.

Una muestra brutal que el salario de los cubanos es un chiste de mal gusto es el caso de Juanito, chofer de una línea de ómnibus que circula por La Habana. No tiene familia afuera y es un tipo honrado, que vive de su salario y no roba dinero de la alcancía. Al mes devenga 1,000 pesos, equivalentes a 40 pesos convertibles o cuc. Contagiado por el espíritu navideño, Juanito fue a una Cadeca (casa de cambio) y compró 25 cuc, por cada cuc pagó 25 pesos. Con sus 25 cuc se fue a una tienda, a comprarle un electrodoméstico para regalárselo a su mujer.

Recorrió Ultra, Trasval, La Época y otras tiendas. Las batidoras más baratas costaban 35 cuc. Una olla arrocera, alrededor de 40. Una cafetera eléctrica, 50 cuc. Un microwave, más de 100 pesos convertibles. Al final, se decidió por un artefacto de hacer merengue que valía 19 cuc. Al llegar a su casa, la mujer le cantó las cuarenta. “Pero cómo gastaste dinero en eso, si  nosotros nunca hacemos dulces. Lo que necesitamos es una cocina de gas nueva”, le dijo iracunda la esposa. “Sí, también necesitamos una casa y muebles nuevos y un montón de cosas más, pero el Estado no me paga para eso”, ripostó el marido. Y se fue al bar más cercano y los 6 cuc que le sobraron se los bebió en ron barato.

Comprar artículos domésticos que te hagan la vida más llevadera es una misión imposible en Cuba. Solo puedes hacerlo si tienes familias en el exterior que te lo pueden costear o te envíen los equipos.

Tome nota. Un televisor de pantalla plana de 32 pulgadas cuesta de 600 a 800 cuc en las tiendas por divisas del Estado. Una nevera normal de doble temperatura no baja de 760. Las más modernas, donde puedes tomar agua sin tener que abrir la puerta, supera los 2.000 cuc.

 En otros países  
Por estos días de Navidad, en Estados Unidos la gente hace colas para comprar en rebajas. En Venezuela, el impresentable Nicolás Maburo, por ley decretó rebajar los artículos en las tiendas particulares, como método populista para ganar votos en las elecciones de alcaldes y concejales.

Los autócratas cubanos -políticos, militares y comerciantes-, saben de la existencias de esas rebajas, pero se hacen los suecos. El colmo es que lanzaron un ultimátum para que antes del 31 de diciembre los particulares que venden pacotillas textiles e industriales liquiden toda su mercancía.

No quieren competencia de precios. Han llevado a Cuba a otra galaxia.

En la isla no existen rebajas navideñas. Los mandarines de verde olivo son los dueños de todo.  De tiendas, almacenes, industrias, bancos y hasta del cielo y el mar. Su lema: o lo compras o lo dejas.
 
 
La fuente de estos escritos son de :  http://www.diariolasamericas.com/


 
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