Ambos volverán a medirse este viernes, con 32 duelos ya en su historial, de los cuales Rafael Nadal ha ganado 22
El suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal se medirán en una de las semifinales del Abierto de Australia, un clásico duelo entre dos amigos y grandes rivales, que hoy dejaron en la cuneta al británico Andy Murray y al búlgaro Grigor Dimitrov, respectivamente.
Nadal disparó primero y necesitó tres horas y 37 minutos para librarse de Dimitrov, por 3-6, 7-6 (3) , 7-6 (7) y 6-2. Luego, Federer, mucho más en forma que Murray, que compite en su segundo torneo después de operarse la espalda el pasado año, se impuso por 6-3, 6-4, 6-7 (6) y 6-3, en tres horas y 20 minutos, para lograr por undécima vez consecutiva las semifinales.
Y ambos volverán a medirse este viernes, con 32 duelos ya en su historial, sabiendo que Rafa ha ganado 22 de ellos, y los dos que disputaron aquí, en la final de 2009 y en las semifinales de 2012 en las que Nadal se impuso en ambas, y en las que Roger terminó llorando en ambas también.
Pero este Federer de 2014, de 32 años, está resuelto a hacer lo imposible por dejar su marca en la historia de este deporte donde ya ha ganado 17 títulos grandes y cuatro de ellos aquí. Lo demostró jugando dos primeros sets de ensueño ante Murray, y sin desanimarse luego cuando su rival levantó dos bolas de partido en el desempate del tercero que acabó llevándoselo, y volviendo a la carga en el cuarto.
Su ambición permanece y ante un rival como el escocés, finalista el pasado año, se exhibió con una extensa gama de golpes, desde un sólido juego de fondo a un perfeccionista y sutil esquema de ataque.
Sus reservas también parecen intactas. Hoy aguantó al pie del cañón, sin importarle los extenuantes 18 minutos de tensión del tercer juego del cuarto parcial, donde Murray defendió con éxito seis ocasiones de rotura.
Pasadas casi tres horas y cuarto, Federer seguía sin bajar el ritmo, luchando cada bola, y sacando al mismo nivel que al principio. Rompió en el octavo juego (5-3) cuando parecía que Murray podía alargar el partido, y luego sentenció como un maestro para cerrar con su décimo saque directo.
"Será un gran partido, duro y complicado" , dijo al referirse al duelo contra Nadal. "Tengo un día libre, para ver y preparar con mi equipo cómo debo encararlo. Él ha hecho una increíble gran vuelta el pasado año, después de estar siete meses lesionado. Veremos cómo sale" , dijo el suizo que acabó 54 golpes ganadores, prueba de su agresividad.
Antes, Rafael Nadal cedió el primer set en lo que va de torneo, salvó tres puntos que le hubieran costado otro más, pero al final logró dominar al talentoso jugador búlgaro Grigor Dimitrov.
Sus problemas en la mano izquierda, que permanece vendada para proteger la llaga que tiene abierta en la palma, mantuvo en vilo al español que sufrió para doblegar al búlgaro en la primera intervención de este en los cuartos de un grande.
"He tenido mucha suerte en el desempate" , señaló Nadal, "y he sufrido mucho" , añadió el jugador de Manacor que explicó que sus principales problemas con el vendaje de protección lo pagó su saque, ya que algunas veces su raqueta se le escapaba.
El conocido refrán "gato con guantes no caza ratones" se hizo realidad en Rafa, porque a su mano le faltaba sensibilidad en los agarres, especialmente para conectar su saque. Al no poder cerrar bien la empuñadura y sentir con naturalidad el toque, Nadal juega disminuido.
Así cedió dos veces su saque con doble fatal final y cometió siete de ellas en todo el encuentro. Y su tarjeta mostró 47 errores no forzados, 27 de derecha, demasiados en su cuenta.
Ya tenía Nadal demasiados problemas técnicos para controlar a un adversario, que había dejado en la cuneta al canadiense Milos Raonic cuando a todo esto se añadieron una docena de apasionados aficionados búlgaros que además de animar a su compatriota se enfrentaron enfurecidos y de forma descarada al español cada vez que Rafa se acercaba a su área para gritarle.
"Me están faltando al respeto" se escuchó decir a Nadal dirigiéndose al juez de silla, el brasileño Carlos Bernardez, que no podía hacer nada para detener las agresiones verbales que Rafa sufría.
Dimitrov estuvo formidable con su servicio. Ganó el primer punto del partido con saque directo, una indicación de como iba a defenderse en este duelo, y acabó con 16 marcando uno a 219 kilómetros por hora. Supo aprovecharse de los fallos de Nadal para escaparse en el marcador, e incluso tuvo el partido en sus manos de haber concretado tres puntos de set en el tercer parcial, dos de ellos en el desempate, que falló con sendos "regalos" de derecha con Nadal casi vencido, propios de su falta de experiencia, por lo que luego acabó llorando.
Ahí firmó su sentencia de muerte el novio de la rusa Maria Sharapova, que aunque dejó constancia de su clase y gran talento y salvó tres bolas de partido, no supo rematar a Nadal cuando le tuvo a tiro, y acabó sumando su cuarta derrota ante el español.
La experiencia de Nadal, ganador de 13 títulos del Grand Slam, con tres llegadas a las semifinales en Melbourne, título incluido en 2009, y 21 semifinales firmadas en total en los grandes, impulsó al de Manacor en el cuarto set, en el que ya dominó a placer, respirando con algo más de tranquilidad tras un partido agobiante. Y ahora le espera Federer de nuevo.
"Estoy listo para resistir. Tengo que jugar bien, eso es lo que me preocupa y me motiva, y no estoy lejos de hacerlo. Por momentos juego bien, con nervios extras por el saque. Espero estar preparado para este partido, si no juego bien no gano" , dijo Nadal sobre su duelo contra el suizo.
"Lo que importa es lo global, jugar activo, golpear fuerte con mi derecha y revés, jugar con ese ritmo de piernas que me hace ganar partidos y tener el éxito que he tenido en mi carrera" , añadió Nadal