Cuando María Luisa Piraquive tenía siete años tuvo un sueño muy peculiar. “Soñé que era el fin del mundo y que el señor Jesucristo estaba apartando las almas para el Cielo y para el Infierno. Veía dos montones de cuerpos de personas muertas y yo estaba al lado de él observando. De repente se dirigió
a mí y me dijo: ‘Ayúdame a escoger las almas para el reino’”.
Cierto o falso, la propia María Luisa incluyó ese relato en su autobiografía y es uno de los detalles con que quiere demostrar a su feligresía que ella es la elegida de Dios para representarlo en la Tierra. El libro circula entre los devotos de la iglesia que ella lidera, que tiene un nombre difícil de recordar (iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional) y es conocida como la iglesia del Mira (el movimiento que se convirtió en una sorpresa de la política colombiana en la última década).
Pero lo del sueño no es una simple delegación de funciones. Va más allá. “Nosotros somos un imperio y tenemos una reina”, explicaba Iván Darío Moreno Piraquive, uno de los hijos de María Luisa, en una charla con pastores de Florida, Estados Unidos. “¿Qué pasa si el rey está demente? No importa… es el rey”, decía, hablando en inglés con acento marcado. “No importa si mata, no importa si es adúltero… él es el rey. ¡Dios respalda las decisiones de la reina!”, decía a los pastores de las 19 iglesias de ese estado. Y concluía con cierto desdén: “Al que no le guste, no tiene que estar aquí”.
Para algunos puede parecer un chiste. Pero deja de serlo si se tiene en cuenta que esta mujer ha construido una suerte de imperio en la Tierra. Cuando la iglesia del Mira nació, en 1972, la pobreza era proverbial. En ese entonces ella sobrevivía en un barrio popular en la zona de las Ferias, en Engativá, haciendo bordados, y con su esposo, Luis Eduardo Moreno, que a sus 38 años no había podido sentar cabeza.
Hoy, 40 años después, la iglesia es toda una ‘empresa de Dios’ –como María Luisa la llama– con 850 sedes en 45 países. De ella surgió el Mira (Movimiento Independiente de Renovación Absoluta) que es hoy la octava fuerza política del país con tres senadores, una representante a la Cámara, un gobernador, siete diputados, 22 concejales y más de 300 ediles. Y tienen una fortuna, producto del pago de diezmos y ofrendas, difícil de calcular, entre otras cosas, porque las iglesias no declaran renta en Colombia.
Las lujosas casas en las que viven ‘la hermana María Luisa’ –como la llaman en su iglesia– y cada uno de sus cinco hijos en Florida dan una idea de la dimensión de la ‘empresa’. Cada casa puede costar en el mercado entre 2 y 3 millones de dólares.
Otros datos recogidos por SEMANA, con fuentes que conocen de cerca a la familia, permiten ver cómo se maneja el dinero. Uno de los hijos de María Luisa, por ejemplo, recibía una mesada mensual de 40 millones de pesos cuando estaba en la universidad, según contó un compañero de esa época. Un novio de Perla Moreno, otra de las hijas de María Luisa, cuenta que ella llegó a darle 20.000 dólares en un mes, en efectivo, de lo que recogía en las iglesias de Florida, para que gastara. “Yo la acompañé a hacer el recorrido para recoger las ofrendas y los diezmos. En esa época eran como cuatro o cinco iglesias. Ella iba y cogía la plata que estaba guardada en unos buzones en el púlpito. La vez que más recogimos fueron 120.000 dólares porque unos ‘hermanos’ le entregaron 50.000 dólares”, dijo el hombre, que pidió reserva de su identidad, a SEMANA.
Por eso, cuando los senadores Carlos Baena y Alexandra Moreno Piraquive, del Mira, renunciaron a usar carro blindado, escoltas y teléfonos celulares del Estado, pocos creyeron que se tratara de un gesto de austeridad. Cada uno de ellos llegó con un grupo de guardaespaldas privados de la empresa de seguridad de la iglesia, que cuenta con 300 vigilantes y 14 escoltas.
Como si todo lo anterior fuera poco, se ha creado un grupo en Facebook, con más de 2.000 seguidores, que se llama Postulemos a la doctora María Luisa Piraquive al Premio Nobel de Paz y en la página de la Fundación de su iglesia, de la cual ella también es presidenta, aparecen fotografías de misiones de ayuda a Camerún y a Bolivia, y la construcción de colegios dotados con dormitorios en lugares recónditos de Colombia.
Ese poder que ha acumulado María Luisa y su iglesia explica en parte la reacción airada de muchos devotos que se lanzaron a marchar a las calles a defender a ‘la sierva’ –como también le dicen– en el escándalo que se desató hace diez días cuando el país conoció un video en el cual ella decía que una persona sin un ojo o coja o manca no podía ser pastor en su iglesia.
¿Quién es? María Luisa nació en 1948. Ese dato es significativo porque su familia vivía en Sáchica, Boyacá, una región particularmente azotada por la violencia partidista de la época. Y más aún, teniendo en cuenta que su papá, Obdulio Piraquive, era teniente de la Policía. Don Obdulio era el dueño de la tienda de la plaza y llegó a ser alcalde del pueblo, que tiene 3.800 habitantes.
María Luisa pasó parte de su niñez con una tía paterna y a los 13 años se fue a Bogotá con sus hermanas Cecilia, Beatriz, Elizabeth, Hermencia y Rosalba y se puso a trabajar en una fábrica de confecciones en la que todas demostraron ser muy hábiles bordando cubrelechos. Cuando cumplió los 17 años, en 1966, se casó con Luis Eduardo Moreno y seis años después crearon juntos la iglesia del Mira.
Luis Eduardo había nacido en Pereira, su mamá era empleada doméstica, se graduó como bachiller técnico en Tolima, hizo las prácticas en Paz del Río (Boyacá), y a los 19 años llegó a Bogotá, sin empleo. Personas que lo conocieron dicen que era un personaje raro, nunca le dio un regalo a su esposa, ni siquiera la felicitaba el día del cumpleaños y forraba con papel blanco las ventanas para que de afuera no vieran a sus hijas ni ellas tampoco se dieran cuenta ‘del mundo’.
Según cuenta ‘la hermana María Luisa’, pasaban dificultades económicas. Ella bordaba cien cubrelechos cada semana y con la tela que sobraba hacía edredones para vender a los vecinos. Entre tanto, Luis Eduardo saltaba de iglesia en iglesia sin lograr encajar en ninguna. Hasta cuando les sonó la flauta.
El catolicismo comenzó a perder el monopolio de la fe en el país y una de las iglesias que más pegaron fueron las pentecostales que, como su nombre lo indica, vienen del día en que según la Biblia el Espíritu Santo se presentó a los apóstoles y les transmitió poderes para hacer milagros, sanar, hacer profecías y hablar en lenguas.
En medio de la crisis, según cuenta María Luisa, empezaron a tener revelaciones y profecías. “Un domingo a la una de la madrugada mientras orábamos y cantábamos al señor (ella y la mamá de Luis) sobrevino la manifestación del Espíritu Santo, no solo comencé a hablar en lenguas sino también a saltar como una pelota de caucho”, dice en su libro.
Entre otras cosas, estaban muy influenciados por la magia popular (agüeros, herraduras, sábila, collar de ajos) que rondaba en la familia y por una vecina, que los visitaba con frecuencia, que era dada a la adivinación.
Como explica William Mauricio Beltrán, doctor en Estudios de América Latina: “La acogida de que goza el pentecostalismo en América Latina depende de rasgos muy similares a los del catolicismo popular: ambos ofrecen milagros y participan de un mundo encantado -que incluye la creencia en el poder de los demonios, en maldiciones que actúan en este mundo y en el poder de conjuros y oraciones-”.
Y sobre esa piedra, la de las profecías, construyeron su iglesia.
Desde 1972 hasta 1996, año en que murió de manera sorpresiva Luis Moreno, el líder, la iglesia crecía al ritmo de muchas otras que se pusieron de moda en los años setenta en Colombia.
Pero lo que llama la atención es que entre los 5.000 cultos registrados en el Ministerio del Interior (cada semana piden pista 85 más) este es, sin duda, uno de los más exitosos. Y sobre todo, de todas las iglesias cristianas o evangélicas grandes, esta es la única ‘hecha en Colombia’. Además, mientras otras iglesias, que trataron de incursionar en la política (como el Partido Nacional Cristiano, de Claudia de Castellanos o el C4, de Jimmy Chamorro) quedaron por fuera de la competencia, la del Mira no solo fue capaz de pasar la dura prueba de la reforma política de 2003, que acabó con casi 60 partidos políticos, sino que cada elección fue aumentando su votación hasta alcanzar los 324.000 votos en 2010.