Cierto es que la presidenta de Brasil no está pasando el mejor momento con los disturbios creciendo sin parar en las calles de Brasil en plena celebración de la copa Confederaciones de fútbol a apenas un año del Mundial y con la vista puesta en los Juegos Olímpicos. Pero no hay que olvidar asuntos menores como que el parlamento acaba de dar el primer paso para aprobar las “curaciones” de la homosexualidad. La presidenta no solo no está sabiendo hacer frente a las protestas, sino que tampoco se enfrenta al ascenso del lobby evangelista, por eso mismo recibió el año pasado el premio negativo de las asociaciones LGTB, pues no ha cumplido ni una sola promesa destinada al colectivo.
Durante su campaña electoral, la ahora presidenta, prometió luchar por los derechos del colectivo pues sabía lo que era haber sido marginada durante su tiempo como presa política. Youssef, además, ha reaccionado de forma furibunda cuando le han preguntado si era homosexual. Cierto es que la pregunta quizá no era conveniente, pero tampoco una respuesta de este tipo, pues presupone que dudar de su sexualidad es algo negativo.