Cuba acaba de aceptar la propuesta de diálogo por parte de la Unión
Europea. Pero para normalizar las relaciones, Bruselas tendrá que
levantar la Posición Común - obsoleta y contraproducente - vigente desde
1996,.
El 10 de febrero de 2014, la Unión Europea aprobó por unanimidad de sus
28 miembros abrir un diálogo con el gobierno cubano para superar el
diferendo que los separa desde hace casi veinte años. El 6 de marzo de
2014, Cuba aceptó la propuesta de diálogo.
En 1996, bajo la égida del antiguo Primer Ministro español, José María
Aznar, la Unión Europea decidió alinearse con la política exterior de
Washington hacia La Habana y renunciar a su postura soberana e
independiente. El acuerdo era sencillo. Por un lado Estados Unidos, que
acababa de adoptar la ley Helms-Burton que reforzaba el estado de sitio
económico impuesto a Cuba desde 1960 y sancionaba las multinacionales
extranjeras que invertirían en la isla, aceptó preservar los intereses
europeos. Pero a cambio, Bruselas debía alinearse con su política
exterior e imponer sanciones a Cuba.[1]
Desde esa fecha, la Unión Europea impone una “Posición Común” que se ha
convertido en el pilar de la política exterior de Bruselas hacia La
Habana. Limita los intercambios políticos, diplomáticos y culturales y
constituye el principal obstáculo a la normalización de las relaciones
entre las dos partes. La razón es la misma que usa Washington para
justificar su hostilidad hacia Cuba: la situación de los derechos
humanos.[2]
Cinco aspectos fundamentales definen la política europea hacia La
Habana: su carácter unilateral, su alcance discriminatorio, su lógica
contradictoria, su fundamento ilegítimo y su ineficacia demostrada.
Las sanciones políticas y diplomáticas que impone la Unión Europea son
unilaterales y arbitrarias. Cuba jamás ha atentado contra los intereses
fundamentales de Bruselas y nunca se ha mostrado hostil. Al contrario,
el Gobierno de La Habana siempre ha deseado establecer relaciones
normales con las naciones europeas, basadas en el respeto mutuo, la
reciprocidad y la no injerencia en los asuntos internos.
La Posición Común también es discriminatoria y contradictoria. El único
país del continente americano que sufre semejante sanción es la isla de
Cuba. Bruselas no estigmatiza a ninguna otra nación, desde Canadá hasta
Argentina, por la cuestión de los derechos humanos. Ahora bien, según el
último informe de Amnistía Internacional de 2013, Cuba está lejos de
ser el peor alumno en cuanto a la problemática de los derechos humanos.
Al revés, un estudio minucioso del tema revela que, según la
organización, la situación de los derechos humanos en Cuba es una de las
menos desfavorables del continente americano. Incluso resulta difícil
hallar una nación americana, desde Canadá hasta Argentina, con un
balance mejor que el de la isla del Caribe.[3]
Las sanciones europeas también son ilegítimas. En efecto, si Bruselas
tiene la ambición erigirse en juez moralizador, debe ser irreprochable
en cuanto a los derechos humanos. Ahora bien, el informe 2013 de
Amnistía Internacional es abrumador para la Unión Europea y afecta
singularmente su credibilidad y autoridad en dar lecciones a La Habana.
La mayoría de las naciones de la Europa de los 27 presenta una situación
de los derechos humanos mucho más desastrosa que la de Cuba[4].
A guisa de ejemplo, en cuanto a España, Amnistía Internacional denuncia
actos de “tortura y malos tratos” cometidos por las fuerzas del orden,
así como la impunidad de la cual gozan los policías responsables de
homicidios. La organización denuncia el racismo institucionalizado
contra las minorías por parte de las autoridades, así como la violencia
contra las mujeres españolas que costó la vida a 46 en 2012. Para
Francia, Amnistía denuncia también la impunidad de las fuerzas del orden
responsables de asesinatos, así como actos de tortura por parte de la
policía. Nunca se han reportado hechos similares en Cuba[5].
Finalmente, al alinearse con la política exterior de Estados Unidos
contra Cuba, la Unión Europea se encuentra aislada en la escena
internacional, y particularmente en América Latina que rechaza toda
sanción arbitraria contra La Habana. Cuba está plenamente integrada en
el ámbito continental y los 33 países de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que incluso eligieron presidente a
Raúl Castro, expresaron su apoyo político y diplomático a Cuba. En
enero de 2014, 31 jefes de Estado de 33 del continente latinoamericano y
caribeño viajaron a Cuba para participar en la Cumbre de la CELAC y
reafirmaron su rechazo no sólo al estado de sitio anacrónico y cruel que
impone Estados Unidos a los cubanos, sino también a la política de la
Unión Europea.
La Unión Europea es una potencia económica innegable, aunque se
encuentra enfrentada a una grave crisis sistémica. No obstante, mientras
no adopte una política racional e independiente –lejos de la sombra
tutelar de Estados Unidos– que responda a sus propios intereses, seguirá
siendo una enana diplomática sin influencia en la escena internacional.
[1] Salim Lamrani, Double Morale : Cuba, l’Union européenne et les droits de l’homme, Paris, Editions Estrella, 2008.
[2] Ibid.
[3] Amnesty International, La situation des droits humains dans le monde, Rapport annuel 2013.http://www.amnesty.org/fr/annual-report/2013 (site consulté le 8 février 2014).
[4] Ibid.
[5] Ibid.