Tres décadas después, la existencia de supervivientes hace que se
conozca prácticamente todo sobre lo ocurrido la noche de aquel 22 de
marzo en la bahía de Pasaia, donde fueron acribillados cuatro miembros
de los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Por contra, persiste la
nebulosa sobre quién, cómo y por qué ordenó a la Policía española y la
Guardia Civil actuar a sangre y fuego, mediante una emboscada
perfectamente preparada, en la que hasta contaban con un cebo humano: la
militante Rosa Jimeno, que había sido detenida días antes sin que sus
compañeros lo supieran.
La novedad en este aniversario es que existe un hilo del que tirar; o
más bien tres. Como había confirmado "Gara" y publicó también "Berria"
ayer, la acusación ejercida por el abogado Santiago González ha pedido
que sean citados a declarar dos exdirigentes del PSOE muy conocidos,
José Bono y Joaquín Leguina. El Juzgado de Donostia se lo está pensando.
En buena lógica, les debería seguir otro ya condenado anteriormente por
guerra sucia («caso Marey»): Ricardo García Damborenea.
Una frase suelta de las memorias de Bono ha ofrecido la pista más
seria hasta la fecha sobre una decisión política previa a la matanza,
según entiende el abogado González. El exministro de Defensa apunta en
su libro "Les voy a contar" que un día en la década de los 90 comió con
Leguina (en 1984 presidente de la comunidad de Madrid y diputado en dos
épocas distintas), y que este le trasladó que «`la gente que critica a
Barrionuevo por el GAL parece ignorar que no se puede reclutar a quienes
luchan contra ETA entre los muchachos de la Escuela Diplomática'. Y me
cuenta -prosigue Bono- que `cuando asesinaron al senador socialista
Enrique Casas hubo una reunión con el PNV y los nuestros del PSOE, con
Damborenea a la cabeza, les dijeron que comprendieran que tenían que
reaccionar, y una noche, cuando los asesinos cruzaban el Bidasoa con una
zodiac, encontraron su merecido'».
Con el entrecomillado, Bono remarca que es Leguina quien lo dice. Y a
su vez señala a Damborenea, pero en este caso ya no como testigo, sino
como uno de los autores del presunto plan.
La conexión entre la muerte de Casas a manos de los «autónomos» y la
matanza de Pasaia no es una novedad en absoluto. Casas falleció en
atentado apenas un mes antes.
Joseba Merino, único superviviente del comando y que pasó diecisiete
años preso, siempre lo ha visto claro. Considera que se trató de una
venganza y que él fue dejado vivo para intentar extraerle información y a
la vez como «éxito propagandístico, para poder presentar ante la
opinión pública a uno de los que presuntamente habían participado en la
ekintza contra Enrique Casas», indica.
En cuanto a Bono y Leguina, su opinión sobre la guerra sucia es
ampliamente conocida, porque la han expresado sin pelos en la lengua. En
el mismo libro, Bono confirma que Felipe González le contó hace tiempo
que «tuvo la tentación de matar a la cúpula de ETA en 1993». Y en una
entrevista en 2010, el exministro se refirió a González como «el mejor
presidente de España desde la A hasta la X».
En cuanto a Joaquín Leguina, al hilo de la misma afirmación de
González sobre el supuesto plan para «volar a la cúpula de ETA», ha
apuntado lo siguiente: «No dijo nada que no estuviera en la mente de
mucha gente. ¿O es que se creen que el Estado es un rosal? No, el Estado
está lleno de mierda, y gracias a ello sobrevivimos, gracias a que el
Estado puede defenderse con muchas armas».
Fuente: Gara