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General: “El primer frente ucraniano” necesita de nuestro apoyo
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De: Quico º (Mensaje original) |
Enviado: 30/04/2014 10:54 |
“El primer frente ucraniano” necesita de nuestro apoyo Yuri Bóldyrev, es dirigente del Partido Democrático Ruso Yábloko Svobodnaya Pressa Traducido del ruso por Josafat S. Comín
La situación en Rusia, incluida la situación económica es bastante complicada, por no emplear términos más duros. Pero no hay abatimiento. ¿Por qué? Porque estamos viendo un momento de ascenso emocional, relacionado con la reunificación de Crimea.
Pero la cosa no queda aquí. El destino de Ucrania sigue estando entre interrogantes. Eso significa que está en juego el destino y la configuración futura de nuestro espacio económico, de ese mismo en cuyo marco debemos desarrollarnos. Querámoslo o no, apostando primordialmente por nuestras propias fuerzas.
Hay un sector entre nuestros intelectuales que presume de hablar desde “la altura moral”, que no están satisfechos con la postura y el actuar de Rusia: se preguntan si no estamos actuando como agresores, si no estamos alentando la guerra civil en el territorio de otro Estado.
Bueno, es una pregunta que no puede quedar sin respuesta. Nadie podrá discutir que la paz es mejor que la guerra, y que el agresor debe ser repelido. El problema es otro: ¿podemos elegir entre la paz y la guerra (por suerte por ahora sin llegar a que ésta sea a gran escala) y quién en esta situación es a fin de cuentas el agresor?
Lo quiero aclarar sin entrar en demasiados detalles (de los que ya he escrito bastante anteriormente). Los acontecimientos que se están desarrollando ahora mismo, yo los interpreto no como el inicio del escenario bélico (como si alguien pudiese decir que hasta ahora todo ha sido pacífico), sino como lo prueba de la disposición de Occidente para romper las reglas del juego, cuando estas no le aseguran un éxito incondicional. Al mismo tiempo, lo que está sucediendo, viene a demostrar que nuestro país se encuentra en una situación de guerra permanente; una guerra que se lleva a cabo contra nosotros. Y desde luego los métodos que aplican no son los mismos que, por ejemplo, durante la Segunda guerra mundial.
La especificidad de la situación, reside en el hecho de que defender a los suyos y sus intereses estratégicos, a Rusia le toca formal y jurídicamente fuera de su territorio, lo que hace la tarea significativamente más compleja y delicada.
Esta valoración de la situación presupone una cierta contención en su descripción, así como en lo que concierne a la crítica de la actuación de los nuestros (en este caso de nuestro gobierno).
¿Observar o intervenir?
Actualmente la cuestión ucraniana tiene dos componentes principales: el formal, jurídico y el esencial. Jurídicamente la postura de Rusia es clara e inequívoca: apoyamos moralmente a las fuerzas, que se han rebelado contra los golpistas de Kiev, pero mientras el gobierno no reconocido por nosotros no ejecute una operación a gran escala para aplastar la rebelión del pueblo alzado, no nos inmiscuimos abiertamente. Aquí surge una pregunta no menos sustancial: ¿está interviniendo Rusia de un modo tapado, no oficial? Pongamos que así sea. Yo no lo sé. Pero si mañana resulta, que después de todo hemos estado interviniendo, ¿qué opinión debería eso merecernos? ¿Debería eso avergonzarnos? Para determinar la cuestión de si debe Rusia implicarse por todos los medios posibles en la situación actual en Ucrania, debemos antes aclarar una pregunta sustancial.
Sobre la Ucrania anterior
Lo esencial de la actual cuestión ucraniana está, en que por desgracia, con todo mi respeto hacia el pueblo ucraniano, Ucrania no termina de convertirse en el mapa geopolítico del mundo, en un sujeto independiente. Claro que lo mismo podríamos decir de la absoluta mayoría de los Estados del mundo.
Ucrania ha permanecido siendo un objeto de litigio entre fuerzas que la superan y que compiten entre ellas, intentando llevársela a su lado. Sujeto, solo lo fue dentro del marco de ciertas reglas del juego, en correspondencia con las cuales las decisiones significativas desde el punto de vista jurídico, debían adoptarse por los órganos de gobierno del Estado, legítimos y reconocidos por la comunidad internacional. De un Estado, que tras su asociación con la UE, seguirá siendo sobre el papel soberano, formalmente, pero cuyo estatus real en la práctica, desde mi punto de vista, sería propio calificar como el de un Estado anexionado por una formación mayor. En realidad, como es sabido, en lo que concierne a Ucrania, ni siquiera se puede hablar de su ingreso en la Unión Europea, algo que ni siquiera ha estado sobre la mesa. Lo que estaba en juego realmente era esa transición “voluntaria” hacia un estatus de Estado dependiente de la Unión Europea, lo que no dejaría de ser el de una colonia contemporánea.
Sobre la Ucrania que no llegó a realizarse
¿Pudo haber sido de otro modo? En teoría, sí. La decisión podría formalmente no representar la anexión de facto de Ucrania (o de una de sus partes) por una u otra parte, sino expresar la voluntad consciente del pueblo en caso de que, en primer lugar, ese pueblo estuviese más o menos unido. Y en segundo lugar, si tuviese en lo relativo a esta cuestión una voluntad más o menos unida, y que fuese capaz de ponerla de práctica, de imponérsela a su gobierno. Especialmente, si esa voluntad significase no entregarse a una u otra de las fuerzas potentes que compiten por ella, sino convertirse por un periodo histórico prolongado, en un cierto centro independiente, que hiciese de balanza entre las fuerzas en disputa.
Hay que reconocer que durante cierto tiempo esto es algo que consiguió mantener en cierta medida. Lo que ocurre es que por esa auténtica independencia también hay un precio a pagar: con la tensión de todas las fuerzas y la renuncia a aquellas preferencias con la que los buenos vecinos y contrincantes, pretenden atraerte a su órbita de influencia.
¿Tenía Ucrania fuerzas y aspiraciones suficientes para esa auténtica independencia y la puesta en marcha de una política consecuente de neutralidad y desarrollo fuera de bloques? La pregunta no es para nada retórica: puede que las tuviese de no ser porque…
Sobre la Ucrania destruida
Pongan aquí por favor, atención: no simpatizo para nada con el régimen de Yanukovich, un régimen vendido y oligárquico. ¿Pero acaso se trata aquí de evaluar sus cualidades? ¿Acaso el nuestro en este sentido es mejor? Lo importante aquí es, que el régimen de Yanukovich hasta el último momento de su existencia, no entregó Ucrania definitivamente a ninguna de las partes en disputa. Y precisamente por eso, porque en ese último momento bajo presión rusa, frenó la entrega definitiva del país a los brazos de la Unión Europea, fue que ese régimen fuera derrocado. Derrocado por fuerzas interesadas en entregar el país bajo control de Occidente. Después de lo cual, Ucrania definitivamente ha pasado de ser un sujeto potencial de la política mundial a un objeto de reparto.
¿Por qué? Porque toda la soberanía de la absoluta mayoría de los Estados contemporáneos no se sostiene en lo que está escrito en las constituciones, sino sobre todo, en aquellas reglas del juego acordadas por las grandes potencias, que compiten por la influencia y poder en el mundo. En el marco de esa reglas, cualquier relativamente Estado pequeño, bien se incorpora a una de las estructuras del bloque, garantizando así su defensa, bien aspira a una auténtica autodeterminación, balanceándose entre los centros de fuerza y confiando en la contención mutua de las partes.
Mientras nadie rompa las reglas, mientras que los relativamente Estados pequeños, no permitan la intromisión grosera en sus asuntos internos de los centros de fuerza -bajo los paraguas influencia y defensa de los cuales se encuentran-, estos relativamente Estados pequeños, tiene la oportunidad de seguir siendo sujetos de la política mundial. Dentro de lo razonable, es decir en los límites de las fuerzas y recursos de los que disponen, tienen más o menos la oportunidad de determinar independientemente su propio camino. Pero en cuanto esas reglas alguien las rompe de un modo radical, como acaba de pasar, por ejemplo, en Ucrania con el golpe de estado inspirado y organizado por Occidente, ese Estado se convierte en… un territorio. Simplemente un territorio, en el que los centros de fuerzas reales, como ocurría anteriormente, ponen en práctica sus planes e intereses, solo que ahora recurriendo a métodos distintos. Y esos métodos han quedado diáfanamente demostrados, en primer lugar por los EE.UU., cuando para arreglar la situación en Ucrania, o lo que es lo mismo ayudar a la Junta que ha derrocado un gobierno legítimo, ha enviado tres centenares de combatientes, de sus formaciones militares privadas.
Sobre la Ucrania futura
¿Qué le espera a Ucrania en adelante? Precisamente aquí es cuando en primer lugar aparece la gente. Solo que en esta ocasión no como un objeto, sino precisamente como sujeto de la construcción de su propio destino.
Tras esas interminables discusiones sobre la democracia, a veces perdemos de vista un “detalle”, como es la necesidad de su realización directa en casos determinados, y para nada únicamente a través de procedimientos formales, sino, ante todo, mediante la auto organización espontánea de la gente, a fin de lograr sus objetivos, así como mediante la autoorganización militar (en este caso defensiva). Es un trabajo enorme y duro, con grave riesgo para la vida. Pero solo mediante el mismo, es posible hoy la realización por parte de los habitantes de Ucrania (y me interesa sobre todo el destino del sur y este de ese país) de su propia voluntad, de la defensa de sus intereses.
¿Debe Rusia ayudar a los habitantes del sur y este de Ucrania en esa auto organización y en la defensa del enemigo, con todos los medios posibles? ¿Y más aún cuando nadie niega la presencia de formaciones privadas norteamericanas en suelo ucraniano?
La pregunta desde esa “altura moral” de si no estaremos azuzando la guerra en tierra ajena, se convierte en retórica: ¿nos podremos perdonar el no ayudar?
Está claro, que en este caso ni siquiera estamos hablado de la federalización de Ucrania: no existen ni pueden existir ese tipo de “federaciones”, cuando una de las partes está con la OTAN y la otra con la fuerza contrincante. Estamos hablando del derecho de aquellos, que querrían pronunciarse sobre una alianza con nosotros, de hacer eso.
Así como sobre nuestro –no hay nada aquí que ocultar- vital e inequívoco interés en que así sea.
Sobre el futuro de Ucrania.
La paradoja de la situación está en que escribir sobre la situación interna y política de Rusia, ya no en tonos luminosos, pero cuando menos esperanzadores, es muy complicado.
Recientemente, mientras intervenía en una charla en una “Escuela del sentido común” (organizada por los egresados del Instituto militar de idiomas extranjeros. Prometieron subir la intervención a internet), preparé mi intervención, haciéndome dos preguntas para reflexionar sobre la situación: ¿Hay alguna contradicción entre, por un lado, la actuación de Rusia en la cuestión siria y ahora en Ucrania y Crimea, y, por otro lado, el ingreso en la OMC y la disolución de la Academia Rusa de Ciencias?
¿Hay alguna contradicción entre el proceder de Rusia con la incorporación de Crimea, por un lado y por otro con el proyecto presentado recientemente por el presidente en la Duma, sobre la creación en Crimea de una “zona de juego” (casinos)?
Uno de los participantes de la charla, se mostró esperanzado, en el sentido, de que después de todo, esas contradicciones se resolverían por sí mismas, y que simplemente ahora “no es el momento”.
Pongamos que, aunque a duras penas, pero acepto esa suposición. La pregunta es: ¿y qué pasa con el modo en que nuestra Rusia actual, en la que “todavía no es el momento” de resolver las cuestiones que precisan un giro radical debido a esa continuada destrucción (con el saqueo correspondiente) del país hacia el desarrollo, mientras que para crear en la heroica Crimea una “zona de juego” sí es el momento? ¿Es esa imagen de Rusia la que hará que la balanza de los habitantes del sur y este de Ucrania se decante, para que de un modo decidido e incondicional, resuelvan reunificarse con nosotros?
Y en consecuencia, si de verdad queremos ver a los rusos y ucranianos, que viven en el sur y este de Ucrania, como aliados y esperemos que como futuros compatriotas, ¿no deberíamos empezar a ponernos al mismo tiempo con nuestro país, con Rusia? Por ejemplo, poniendo fin definitivamente (cancelando todos los planes correspondientes) a la privatización de los activos estratégicos rusos, que benefician a los ingleses, japoneses y demás socios estratégicos de los EEUU? ¿No es hora de abandonar la OMC, en lugar de estar enviando quejas, que de nada sirven, sobre como los EEUU, al estar imponiéndonos sanciones, están violando e ignorando las normas de la OMC? ¿No es hora de derogar la “regla presupuestaria” de marras? Y como alguien bromeó acertadamente: ¿no es hora de reunificar con Rusia, la región de Vologda?
Sin crear allí una “zona de juego”, claro está…
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De: albi |
Enviado: 01/05/2014 20:51 |
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