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...Lo que quiero decir es que los argentinos no somos los mejores en nada y no tenemos por qué serlo. Y no lo somos, además, porque si bien tenemos un pueblo bueno y trabajador, que tiene nobles sentimientos y mucha fe, también tenemos en el seno de esta sociedad a muchos sujetos horribles, resentidos, corruptos y malvados. Y hay una legión de confusiones sobrevolando la así llamada “opinión pública”, a la que, si existe, aquí le formatean la cabeza todo el día, a toda hora, mediante la mentira y el engaño sistemáticos.
Entonces no somos los mejores, y los brasileños tampoco. Ni los alemanes ni los de cualquier otra nación....
Estoy convencido de que le hará bien a nuestro pueblo –y digo “pueblo”, no “la gente”–, pero no sólo por la eventual victoria deportiva, sino por lo que hay detrás de ella. Una victoria mejor, que aunque al partido lo ganen los alemanes, es lo que sería bueno enaltecer y subrayar para nosotros. Quiero decir la victoria que prenunció ese tipo discreto y cauto que es Alejandro Sabella. Quien no se cansó de decir, sereno y sin alharacas, que este presente futbolero se debe a tres años de humildad, trabajo y esfuerzo.
Vale la pena repetir esos tres vocablos: humildad, trabajo, esfuerzo. Eso que se vio en la cancha, partido a partido, y que es lo que realmente vale. Hay que agradecerle esa enseñanza a Sabella, el menos hablador de todos los directores técnicos que tuvo la Argentina en cuarenta años, el más reservado y discreto.
Si nuestro pueblo puede verlo así, ganemos o no el domingo, ya ganamos."