Después de una semana de bombardeos brutales contra la población civil de Gaza, que dejó un saldo de al menos 172 muertos (entre ellos 36 niños, más de 1500 heridos, el gobierno israelí del derechista Benjamin Netanyahu continúa con la operación “Margen Protector” mientras evalúa la tregua propuesta por el gobierno golpista de Egipto.
El ejército de Israel desató el 7 de Julio una enorme ofensiva contra el pueblo palestino de la Franja de Gaza, que durante los dos primeros días se tradujo en 400 ataques con misiles y en el lanzamiento de 400 toneladas de explosivos que destruyeron más edificios e infraestructura que en el mes de noviembre de 2012 con la operación “Pilar Defensivo” que duró más de 8 días.
La amenaza de una incursión por tierra para “atacar infraestructuras terroristas” de Hamas (un puesto de lanzamiento de cohetes), ha significado el éxodo masivo de decenas de miles de palestinos de las zonas fronterizas del norte de Gaza. Muchos de los expulsados se refugiaron en escuelas e instalaciones de la ONU, aunque esto no signifique ninguna garantía, pues más de 50 edificios de la organización han sido dañados, a pesar de que Israel posee las coordenadas de ubicación de los mismos.
El ataque de Israel contra la población de la Franja de Gaza, donde viven 1.8 millones de personas ha tenido como pretexto el secuestro y asesinato de 3 jóvenes israelíes atribuido por Israel a integrantes de Hamas, aunque ninguna organización ha reivindicado los hechos, tras el que también un grupo de extremistas israelíes (cuya autoría si está confirmada) secuestró y asesinó a un adolescente palestino. Ambos acontecimientos son producto de la larga política de ocupación lanzada por Israel contra el pueblo palestino, que hoy argumenta hipócritamente que la ofensiva ha sido una respuesta “defensiva” contra el lanzamiento de misiles desde Gaza contra ciudades de Israel después de los acontecimientos. Cabe mencionar que luego de la desaparición de los 3 jóvenes israelíes, el gobierno de Netanyahu lanzó una serie de ataques selectivos con misiles e importantes incursiones y redadas en Cisjordania, con un saldo de varios muertos y 4 centenas de detenidos, la mayoría militantes de Hamas. Tras esto, se desataron importantes movilizaciones en Cisjordania que fueron reprimidas por el ejército sionista.
Las verdaderas motivaciones del ataque contra la Franja de Gaza
Esta escalada militar israelí se produce luego de que fracasara un nuevo intento formal de restablecer el llamado “proceso de paz”, al que Israel, con el aval de Estados Unidos y la Unión Europea, nunca estuvo dispuesto a retornar, alegando que su política no es negociar con “terroristas”.
La decisión de esta ofensiva fue tomada tras una serie de discusiones al interior del gabinete de Netanyahu, donde se impuso la orientación del ala ultra derechista del régimen israelí, encabezada por el Ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, del partido Nuestra Casa Israel, voz cantante de los colonos y defensor de la política de “mano dura” en contra del pueblo palestino, que hasta hace poco integraba la coalición de gobierno. Esta disputa al interior del gobierno de Netanyahu está relacionada con las próximas elecciones y la pelea por los votos de los sectores de ultra derecha del electorado entre el Partido del primer ministro, el Likud y el del Ministro del exterior Lieberman.
Sin embargo, más allá de la discusión y disputas electorales al interior del gobierno, Lieberman y Netanyahu no difieren en lo fundamental en cuanto a la política opresora, colonial y racista contra el pueblo palestino y la preservación del carácter exclusivamente judío del estado de Israel. Esta política es tan obscena, que ministros del gobierno israelí, como el ministro de defensa, Danny Danon, admiten abiertamente que para “garantizar su seguridad” el estado sionista debería anexar unilateralmente el 60% de la Franja Occidental con la menor cantidad de palestinos posible.
En lo inmediato, esta ofensiva tiene entre sus objetivos debilitar cualitativamente la capacidad defensiva de Hamas y otras fracciones más radicalizadas de la resistencia palestina, y hacer fracasar el frágil gobierno de unidad nacional entre Al Fatah y Hamas. El intento fallido de Al Fatah, apoyado por Estados Unidos e Israel, de derrocar mediante un golpe de estado al gobierno electo de Hamas llevó, en 2007, a la fractura territorial y política de los territorios palestinos. Desde entonces, Israel con la complicidad de sus aliados imperialistas, mantuvo un bloqueo criminal contra Gaza, esperando que las penurias económicas y el aislamiento hicieran caer al gobierno de Hamas. Mientras que en Cisjordania, el gobierno de Al Fatah encabezado por Mahmud Abbas se hacía cada vez más colaboracionista de Estados Unidos e Israel. Esta división debilitó a los palestinos y facilitó la política ofensiva del gobierno sionista que amplió su política de ocupación no solo construyendo una muralla anexando territorios palestinos sino extendiendo los asentamientos de colonos.
La reunificación de las dos principales fracciones palestinas, junto con la política del gobierno de Obama de abrir un diálogo con Irán, hizo que el gobierno de Netanyahu saliera con una ofensiva.
Pero aunque para Israel sea intolerable, el acuerdo entre Al Fatah y Hamas es producto de la debilidad de ambos y no implica un avance progresivo para la causa palestina. El retroceso de la primavera árabe y, en particular, del proceso revolucionario en Egipto, dejó con pocos aliados a Hamas, que para evitar el aislamiento aceptó las condiciones de Abbas, de hecho no hay ministros de Hamas en el gobierno palestino. Mientras que en el caso de Al Fatah su colaboración escandalosa con la ocupación israelí lo estaba haciendo muy impopular. Estos intereses sectoriales son los que empujaron a la reconciliación y lo que también la hace endeble.
En este marco, las diferencias entre Al Fatah y Hamas se comienzan a mostrar nuevamente, así, el pasado 10 de Julio, Mahmud Abás, planteó la siguiente pregunta a Hamas: “¿Qué lograran lanzando cohetes? Es mejor luchar con sabiduría y con la política". Es precisamente esto lo que Israel pretende provocar, para profundizar y aprovechar el aislamiento en que se encuentra la lucha del pueblo palestino.
Netanyahu sabe que cuenta también con el apoyo incondicional de Estados Unidos, que una vez más ha defendido en el Consejo de Seguridad de la ONU el supuesto “derecho a la defensa de Israel” frente al lanzamiento de cohetes desde Gaza, al mismo tiempo que hipócritamente dice estar “dispuesto a facilitar un cese de las hostilidades”, dándole oportunidad de continuar con sus ataques. Los imperialismos europeos por su parte, se limitaron vagamente a llamar a un alto al fuego, sumándose al coro de condenas "contra la violencia palestina" y legitimando los crímenes del estado sionista.
Un capítulo más de una larga ofensiva colonizadora
Este es un episodio más de una persistente política colonial de Israel, que actúa con métodos de terrorismo de estado, como los castigos colectivos y los bombardeos a la población civil.
Esta política criminal del estado sionista ha erosionado su legitimidad en la opinión pública internacional, incluidos intelectuales, personalidades y una amplia franja de personas de origen judío, que desafían la trampa de que criticar al estado de Israel es ser “antisemita” y ya no cree que Israel sea víctima de “terroristas” y que actúa en defensa propia, sino que perciben que su política es mantener la ocupación y sostener un régimen de apartheid contra el pueblo palestino. Esto incluso se expresa en sectores minoritarios dentro del propio Israel que cuestionan el ataque militar, a pesar del clima derechista reinante.
Por esto decenas de miles de personas se han movilizado en todo el mundo a las embajadas israelíes para repudiar este nuevo ataque militar contra el pueblo palestino. Es necesario profundizar esta movilización contra la política criminal de Israel contra la Franja de Gaza, por romper el duro bloqueo que asfixia y mata de inanición al pueblo palestino y por rodear de la más amplia y fuerte solidaridad a los trabajadores, mujeres y jóvenes palestinos en su lucha de resistencia contra la opresión.
Una estrategia revolucionaria para la lucha de Palestina
Los revolucionarios defendemos el derecho democrático elemental del pueblo palestino a la autodeterminación nacional y a tener su propio estado, un derecho negado por el imperialismo y el estado de Israel.
A 20 años de los acuerdos de Oslo, auspiciados por Estados Unidos, está claro que el supuesto “proceso de paz” que debía llevar a una “solución de dos estados” ha servido para profundizar la colonización del estado de Israel en los territorios palestinos ocupados y la miseria del pueblo palestino.
El supuesto estado palestino que debía surgir junto al estado de Israel, no sería más que una ficción de estado basado en territorios discontinuos, rodeado por una muralla y bajo custodia del ejército israelí. Por eso se compara con los bantustanes del régimen del apartheid en Sudáfrica.
Al Fatah, la dirección nacionalista palestina, ha capitulado a los ocupantes y al imperialismo, transformándose en agente del orden al servicio de la política israelí. Su enorme desprestigio surge que a pesar de su capitulación no consigue ni siquiera concesiones menores del estado sionista. La estrategia de Hamas que se apoya en distintos gobiernos reaccionarios de la región y busca imponerle un carácter religioso al estado palestino tampoco ha sido una salida.
El Estado de Israel es un Estado artificial, fundado sobre la “limpieza étnica” de la población árabe originaria y la colonización, desplazando a millones de palestinos de su territorio, confinados en campos de refugiados en países vecinos como Jordania y Líbano, y hacinados en la Franja de Gaza y Cisjordania. Desde su creación en 1948, y sobre todo desde la Guerra de los Seis Días, se ha convertido en un enclave del imperialismo estadounidense principalmente, para garantizar su dominio en la región.
El estado de Israel trata como ciudadanos de segunda a la minoría árabe israelí y se opone furiosamente al retorno de los refugiados palestinos porque esto cuestiona objetivamente el carácter exclusivamente judío –y racista- del estado sionista. Por eso defendemos el derecho al retorno de todos los refugiados palestinos, expulsados de sus tierras por la colonización sionista y su continuidad bajo la ocupación militar y la extensión de asentamientos de colonos. Ante los ataques militares actuales, que llamamos a repudiar ampliamente como planteamos en este texto, nos pronunciamos contra la falsa solución de dos estados, y la estrategia reaccionaria de las direcciones islámicas que buscan establecer un estado teocrático, y luchamos por el desmantelamiento de las bases del Estado de Israel como enclave pro imperialista y colonial y por un Estado único palestino en todo el territorio histórico, una Palestina obrera y socialista donde puedan convivir en paz árabes y judíos, como un eslabón de la revolución obrera en el Medio Oriente.