La Charanga Habanera ha venido muchas veces a Miami
LA HABANA, Cuba -”Tu gozando en Miami y yo gozando en La Habana”… coreaban en estribillo los cantantes de La Charanga Habanera en un programa de Mega Tv hace un par de años. Para no herir susceptibilidades y garantizar el dinero de los promotores de su viaje a esa ciudad, La Charanga modificó la letra que originalmente decía “Tú llorando en Miami…”
La Charanga Habanera se ha presentado muchas veces en Miami. Su director David Calzado se siente identificado con el régimen: “Si soy artista es gracias al Gobierno: antes de la Revolución, los negros no teníamos ninguna posibilidad, y yo me pude formar como músico, tocar a Bach, Beethoven, Tchaikovsky. Por eso estaré eternamente agradecido a la Revolución Cubana”.
En fecha reciente, Francis del Rio, –-ex cantante de la agrupación Interactivo–, pidió ante las cámaras de televisión de Miami, la liberación de los espías cubanos llamándoles “héroes”. Olvidaba del Río –o quiso olvidar–que uno de estos “héroes” propició la masacre por cazas de las FAR, de dos avionetas desarmadas y pilotadas por dos cubanos de Hermanos al Rescate.
Hace unos días estuvo Tony Ávila en Miami contratado por el Club The Place. La prensa miamense reveló que el cantautor había participado, en Cárdenas, en mítines de repudio contra las Damas de Blanco. Desde Cárdenas, Leticia Ramos Herrería, representante de las Damas de Blanco, reafirmó que Ávila participa, desde hace un año, en las golpizas contra las mujeres a la salida de la Iglesia de la Purísima Concepción en Cárdenas. “Se abalanzó en varias ocasiones contra nosotras, nos insultó, todo fue muy violento”, afirmó.
Baby Lores con el tatuaje de Fidel Castro en su brazo
El cantautor lo renegó ante las cámaras de Miami, e invitó a las Damas de Blanco a su próximo concierto en la Isla. Vale preguntarse si Las Damas de Blanco pudieron ir al concierto del trovador-militante el pasado 12 de julio en Cárdenas. O recibieron el habitual concierto represivo de la Seguridad del Estado.
Mañana, el regguetonero Baby Lores, mostrando orgulloso su tatuaje con la efigie de Fidel Castro, pudiera presentarse en el Bongo’s Café, El club Aché, u otro centro nocturno de La Ciudad del Sol. Muchos cubanos recién llegados irían prestos a menear la cintura con el tatuado. Pagarían por una entrada un billete que, en la isla, ni soñarlo, porque el siniestro personaje que ilustra el tatuaje, les impidió prosperar en su Isla y los obligo a emigrar en busca de libertad. Quizá –solo quizás– una Isla, tan cercana y lejana a la vez, les hace dejar de lado que en Cuba sigue habiendo una dictadura:
Tony Avila fue denunciado por participar en mítines de repudio contra las Damas de Blanco
La misma dictadura que fusiló a miles de cubanos durante la década de los sesenta, encarceló en condiciones infrahumanas a otros tantos, y sigue encarcelando. Segregó, como a parias sociales, a religiosos, rockeros y homosexuales. Enfrentó a cubanos contra cubanos, en los días terribles del éxodo de 1980 que es vergüenza para la nación. Sacrificó a dos generaciones de cubanos en guerras de rapiña en África. Esa dictadura que hoy los chantajea, a costa del dolor y la pobreza de sus familiares que quedaron en la Isla. Los estafa para poder volver a verles, robándoles a mansalva en la Aduana de La Habana.
Esa dictadura, muchachos, es mucho más que la “obsesión de libertad” de los veteranos que juegan dominó en el parque Máximo Gómez de la Calle 8. Es mucho más que la pesadilla recurrente de los que llegaron desde El Mariel. Y mientras el exilio histórico parece diluirse, como consecuencia del paso de los años, una nueva generación se empodera económicamente dentro de la comunidad cubana emigrada. Disfruta de los derechos que, como refugiados, heredan de sus padres y abuelos, en un Miami complejo, pero próspero.
Un Miami que es un imán, para los hijos “renegados” de altos personeros del régimen de La Habana, que llegan para invertir el dinero que sus padres saquearon, en nombre de “la revolución de los humildes por los humildes y para los humildes”. Estos “renegados” son la apuesta del castrismo tardío, para influir en la atmosfera política, económica y espiritual de Miami. Y muchos, ya sea por ignorancia o conveniencia, quieren creer el cuento del “apoliticismo” de los heraldos culturales del régimen cubano. Ojala despierten a la realidad de que no hay dictadura banal. Y que ese guante de seda esconde un puño de hierro