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General: Nieto recuperado 114 es el hijo de Laura Carlotto y Walmir Montoya
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De: Gran Papiyo (Mensaje original) |
Enviado: 10/08/2014 00:33 |
La noticia que por estos días nos conmovió a todos los argentinos y que recorrió el mundo entero, es el nieto recuperado N° 114.
Además de la lógica alegría que produce la restitución de identidad de quien fue separado de sus padres siendo un bebé, antes de ser los mismos asesinados, y criado por los genocidas o cómplices en la mayoría de las veces, el caso de este muchacho que hasta hace poco tiempo era conocido como Ignacio Hurban, tiene la relevancia de que resultó ser el nieto de la actual Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo (Estela de Carlotto).
Alí Babá ya creó un tema al respecto, muy amplio y rico en información, titulado GUIDO.
Por ello, antes de seguir agregando mensajes con más material, creo conveniente dejar aquí el link para que el mismo no se pierda en el tiempo y pueda ser ubicado facilmente y consultado dentro de unos meses o años :
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El apropiador de Guido Carlotto fue candidato de Macri
"Pancho" Aguilar, un estanciero de Olavarría, habría entregado al bebé a una familia que vivía en sus campos, asegura Infojus
BUENOS AIRES.- Tras la aparición de Guido, el nieto de Estela de Carlotto, la Justicia deberá investigar cómo el hijo de Laura Carlotto terminó en manos extrañas.
Ignacio Hurban (es su nombre de crianza y por el que prefiere seguir siendo llamado), fue criado en una casa de campo en Olavarría, provincia de Buenos Aires. Según un informe de Juan Carrá y Laureano Barrera para Infojus, su apropiador es Carlos Francisco "Pancho” Aguilar quien era el dueño de los campos en los que vivía la familia de Ignacio.
Los padres de crianza, Clemente Hurban y Juana, fueron puesteros de Aguilar durante la última dictadura. Juana no podía tener hijos, entonces. Pancho Aguilar les entregó el niño, ocultándoles que había nacido en una maternidad clandestina, sostiene el informe.
Estela de Carlotto había confirmado ante la prensa, apenas conocida la noticia de la aparición de su nieto, que el niño había sido entregado a los trabajadores rurales por su patrón. La Justicia deberá develar cómo llegó el bebé a las manos de Aguilar.
Infojus asegura que Aguilar era una especie de pionero llegado desde la Capital para la cría de caballos y ganado, era parte de esas fuerzas vivas. El hombre, casado con una mujer especialista en caballos y padre de dos hijos varones y una mujer, fue presidente de la Sociedad Rural de Olavarría, del club Estudiantes de esa misma ciudad, del Consejo de Promoción Agropecuaria del Inta y, por si fuera poco, presidente del Centro de Equitación de Olavarría.
Aguilar murió a los 74 años el 26 de marzo de este año. El diario El Popular, decano de Olavarría, lo despidió con un obituario a la altura de sus cargos. "Dolor por el fallecimiento de "Pancho" Aguilar”, titula el matutino y dice: "Profundo dolor causó ayer en amplios círculos de la comunidad local la noticia del fallecimiento del señor Carlos Francisco Aguilar (Pancho), un reconocido y apreciado vecino olavarriense”.
Además de destacar toda su actividad en los círculos sociales, la semblanza habla de que "su espíritu inquieto lo llevó a incursionar en política en la década de los ‘90 y su carácter alegre lo hacía caracterizarse por el relato pormenorizado de sus anécdotas y cuentos”.
Por último, el artículo sostiene que Aguilar, pese a pertenecer a una familia de tradición radical, fue candidato a segundo concejal en la lista de Unión–Pro en 2007. (Especial El Intransigente)
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Ignacio Guido Carlotto: la música que sobrevivió a los campos de concentración
¿Hasta dónde llega la imperturbable carga de los genes? ¿Qué le habrá dicho/transmitido Laura mientras sentía cómo ese bebé crecía y le pateaba suavemente las entrañas? Nuestra jefa de editores Maru Ludueña, biógrafa de Laura Carlotto, estuvo en la primer conferencia de Guido Carlotto. Esto fue lo que vio.
(www.infojusnoticias.gov.ar)
El aire estaba cargado: no era una conferencia de prensa típica. Era la primera aproximación al nieto de una abuela emblemática, Estela. Ese que conmovió a millones de personas como si fuera de su familia, el hijo de Laura Estela Carlotto y de Walmir Oscar Montoya.
Dos horas antes, fotógrafos y camarógrafos se sacaban chispas para acomodar las cámaras en el salón de la Casa de las Abuelas. Los hermanos Remo, Kibo y Claudia se ubicaron detrás de la mesa como ángeles guardianes, junto a sus hijos, que cargaban a upa a los bisnietos de la presidenta de Abuelas. Estela y su nieto entraron al salón en medio de un tremendo operativo de seguridad y del griterío histérico de los medios por acomodarse en la cobertura.
Mientras su abuela trataba de protegerlo del frenesí periodístico, sus tíos maternos -también había parte de la familia Montoya- hacían señas para que los trabajadores de prensa bajaran un cambio.
-Buenas tardes, yo soy Ignacio. O Guido.
Si algo quedó claro en la conferencia de ayer es que Ignacio-Guido es el nieto soñado para Estela por un guionista de cine (aunque no podríamos hablar de final feliz con tanto dolor y muerte). Hacía 48 horas que el huracán de la verdad se había instalado en su vida y entre sus primeras palabras pedía a otras personas que sintieran dudas que se acercaran a Abuelas y se dejaran arrasar como él por el derecho a la identidad. “Quiero que esto que me pasa a mí sirva para potenciar esta búsqueda”.
Ante la insistencia en llamarlo Guido se permitió el humor, ese que los Carlotto conocen tan bien, un rasgo que comparte con su madre Laura: “Metele un Ignacio, dale”. Cada vez que se refirió al tema, los tíos maternos y su abuela lo acariciaron o le palmearon los hombros cariñosamente, mientras a su mujer Celeste, silenciosa y conmovida, se le nublaban los ojos.
Sereno, introvertido, sencillo, cálido, honesto, entero a pesar de ese espacio de incompletud que llegó con la verdad. Así se lo vio ayer. Y con un discurso tan afín a todos los Carlotto, que su tía Claudia -una mujer extrovertida, inquieta, aguda y arremetedora- lo miraba hipnotizada, con la mirada dulce y delicada de quien contempla a un sobrino recién nacido.
Los Carlotto parecían redescubrirse a sí mismos. La volvían a tener un poco más cerca a Laura. Y si algo les faltaba para coronar la felicidad era que él desplegara un discurso que parecía forjado en los domingos familiares con el estofado de tres tiempos preparado por la abuela Estela.
En medio del vendaval emocional que debe atravesar, sus frases sonaban redondas y contundentes, y por momentos poéticas, como si otras voces también hablaran a través de la suya. El rostro de Estela -¿quién no se alegró con ella por el modo en que la sonrisa extática le atravesaba la cara?- y su pecho parecía también sonreír y elevarse orgulloso cuando Ignacio hablaba de “construcción colectiva”, de “pequeña victoria”. O cuando se refirió a la militancia de sus padres.
"Evidentemente hay una memoria genética y una energía que trasvasa todo, y hace que hoy yo esté acá en el lugar del que nunca me tendría que haber ido. En algún lugar debe estar la relación, porque sino, yo que fui joven en los 90, habría ido para otro lado, hubiera terminado haciendo otra cosa. Ser artista es una actividad política también", dijo el nieto, que es pianista y director de una escuela de música, y que alguna vez tocó en el centro Cultural Haroldo Conti (ex ESMA). Entonces él no sabía que hay pistas que indican que su mamá Laura estuvo unos días ahí, en la ESMA, antes de ir a parar a La Cacha, donde transcurrió el embarazo. Ayer también hizo una alusión a unas jornadas de Música por la Identidad de las que participó en San Fernando en 2010. Fue la primera vez que pudo verbalizar sus dudas respecto de sus orígenes.
Ignacio, plantado en esa subjetividad sorprendente, hace que uno se pregunte cómo se construye la identidad. ¿Hasta dónde llega la imperturbable carga de los genes? ¿Cómo se significan las cuestiones subjetivas y las elecciones que están en la esencia estructural de quiénes somos? ¿Qué le habrá dicho/transmitido Laura mientras sentía cómo ese bebé crecía y le pateaba suavemente las entrañas? Y:¿cómo la habrá ayudado él a ella a aferrarse a la vida ante el poder desaparecedor de los represores, convencidos de que eran dioses que podían disponer de la vida, la muerte y de los bebés?
El terrorismo de Estado mentó un plan sistemático único en el mundo: “desaparecer” a los hijos de los militantes. Educarlos con otros valores, lejos de las convicciones y los rituales de sus padres. Como escribió Pilar Calveiro: “Esta fractura de la historia en los ascendientes y en los descendientes ha creado un agujero en lo simbólico.
Ignacio fue despojado del pecho de su madre, de su familia, de su nombre, de su historia.
Y acá está, éste es él. Escucharlo hablar es -en alguna medida- cicatrizar. Sus palabras suenan como una melodía poderosa. La música que no se ve pero flota. La música que sobrevivió a los campos de concentración, a la tortura de su madre embarazada, al nacimiento en cautiverio, al robo siendo un bebé, a la identidad falseado. Libre de mentiras, sigue sonando 36 años después. La música, el lazo invisible, indisoluble, infinito, que lo une a sus padres.
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La historia de Puño, el padre de Guido Carlotto
Nació a pocos kilómetros de Caleta Olivia. Fue músico, igual que su padre y que el hijo al que nunca conoció. Militó en Montoneros y llegó a Buenos Aires escapando de la dictadura. Fue el último amor de Laura. Se cree que los secuestraron juntos. A él lo fusilaron enseguida: se la tenían jurada.
Ignacio/Guido Montoya Carlotto nació el 26 de junio de 1978 en una maternidad clandestina de la dictadura. Ese mismo día, pero de 1944, a 15 kilómetros de Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz, se fundó el campamento petrolero Cañadón Seco, donde creció Walmir Oscar “Puño” Montoya, el padre de Ignacio, pareja de Laura Carlotto.
La coincidencia puede ser simplemente una anécdota más, o como dijo el presidente de la Comisión de Fomento de Cañadón Seco, Jorge Soloaga, “una señal del destino”. Soloaga es el que en 2010 impulsó el homenaje que el pueblo le hizo a sus tres desaparecidos: Walmir “Puño” Montoya, Reinaldo Oscar “Tatú” Rampoldi y Eduardo José Clivio. Un dato: de los siete desaparecidos que tiene la provincia de Santa Cruz, tres son de la tierra de Puño.
Ignacio –al que toda la familia Carlotto llama Guido, como lo bautizó su mamá- es músico como el padre y el abuelo, quien además de ser empleado de YPF, era saxofonista. Puño era baterista y había trabajado en la mina de Río Turbio. “Acá no era militante, sí desplegaba su vocación y talento artístico, era payaso, mago, músico, hacía teatro”, contó Soloaga a Infojus Noticias y agregó que el año pasado se inauguró una sala de música en la zona con su nombre. Ese fue el último acto público del que participó su mamá, Hortensia Adura.
Puño nació el 14 de febrero de 1952 en Comodoro Rivadavia. Su abuela le puso el sobrenombre cuando era un nene. “Puñito, le decía y le quedó”, contó Hortensia, de 91 años, mamá de Puño. “Era mi primer hijo, los militares de porquería lo persiguieron y lo hicieron desaparecer de mi vida”, recordó. Ella prefiere no hablar mucho de eso: le causa mucho dolor y no quiere empañar la felicidad que siente por saberse abuela de un hombre de 36 años que ella “sabía que existía, pero que no soñaba verlo ni conocerlo”.
“Son historias tan amargas y tan largas que uno no sabe", dijo Hortensia. Ni ella ni su marido fueron militantes pero Puño lo hizo desde muy joven, después del servicio militar. El que luego sería el último amor de Laura Carlotto hizo la colimba en 1968. Claudia Carlotto, titular de la Conadi y tía de Ignacio-Guido, dijo que Puño llegó a Buenos Aires o La Plata corrido por la dictadura. Y en su militancia platense, siempre dentro de Montoneros, conoció a Laura.
Poco supo la familia sobre la vida de Puño una vez que se fue de Cañadón Seco. El contacto que mantenían era por teléfono, “era breve, estábamos bajo mucho peligro, persecución, hablábamos por teléfono dos minutos y cortaba”, recordó Hortensia. Poco antes de perder el contacto a principios de 1977, Puño le contó a la familia de Tatú Rampoldi su trágico destino. Incluso les hizo entrega del cuerpo.
Entre sus compañeros de militancia lo conocían con el nombre de guerra "Petiso", "Chiquito" o "Capitán Jorge”, aunque los dirigentes de la organización Montoneros estiman que no había alcanzado ese rango dentro de la estructura. “De Bahía Blanca para el sur teníamos una fuerza chica, pequeños grupos en los pueblos que trabajaban en el frente de masas gremial”, describió un ex dirigente de Montoneros.
Se cree que fue secuestrado junto con Laura en 1977 en una confitería de la Capital. También que ambos fueron llevados al centro clandestino de detención "La Cacha". Él fue fusilado rápidamente. "No tendría que ver con su grado militar en la organización, sino con las operaciones en las que participó. Se la tenían jurada por eso", evaluó ante esta agencia ese ex dirigente montonero y confirmó que su militancia estaba ligada a la Juventud de Trabajadores Peronistas (JTP), el nombre que tenía la agrupación sindical de Montoneros.
Como parte de esa estructura, Puño “subió” desde Cañadón Seco a La Plata. “Siempre militando. Trabajaba y se fue a La Plata a militar”, describió un familiar de Montoya.
En mayo de 2009, en el marco de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas llevada adelante por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) fueron reconocidos sus restos. Había sido enterrado como NN en el cementerio de Berazategui el 27 de diciembre de 1977.
El hermano menor de Puño, Jorge Montoya, contó que viajó a Buenos Aires porque había visto el trabajo del EAAF y quería dar una muestra de sangre para cotejar con los cuerpos que se hallaban. “No le había dicho nada a mis viejos. Tuve contacto con Abuelas, vino gente acá, le sacó sangre a mi mamá y esos eran los datos que están en este momento en el banco y con los que se pudo comprobar primero que un cuerpo NN era de Puño. Me dieron el cuerpo, lo cremamos y tiramos sus cenizas en el campo junto a mi viejo. Sobre un hueso que quedó hicieron los análisis ahora”, contó Jorge.
Esa búsqueda que hizo Jorge permitió encontrar los restos de Puño. La que inició Ignacio-Guido terminó de cerrar el círculo y posibilitó terminar de contar la historia, de amor y militancia, que unió a sus padres.
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Los medios del mundo hablan sobre el hallazgo del nieto de Carlotto
Los principales diarios de América y Europa destacaron la identificación de Guido Montoya como "un símbolo de la lucha contra la dictadura".
La identificación de Guido Montoya, nieto de Estela de Carlotto, es una noticia que recorre los diarios del mundo. Se trata del nieto recuperado número 114 por la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo "pero la del nieto de la presidenta es especialmente simbólica por su lucha contra la dictadura argentina y por su desaparición durante la guerra sucia", sostienen los principales medios de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica.
Uno de los medios que más destacó el hecho fue El País de España. En su portada, el importante diario ibérico informó que "uno de los símbolos de las Abuelas de Plaza de Mayo recupera a su nieto". En su edición online, resaltaron que el joven de 35 años fue voluntariamente a hacerse las pruebas de ADN. "Esta es una de las grandes noticias del año en Argentina, una de ésas que a todo el mundo le gusta anunciar", señalaron.
En el mismo país, el diario El Mundo también jerarquizó la noticia. "Estela de Carlotto, de 83 años, es una gran exponente de la lucha por los derechos humanos y recuperó a su nietodespués de una incansable lucha de más de 35 años", informó, en una cobertura completa sobre el tema, donde contó la historia de Laura Carlotto (madre de Guido).
Desde Italia, el Corriere de la Sera hizo énfasis en la figura de Carlotto. "Estela, su madre, que a finales de los 70 dio a luz al movimiento de las madres argentinas que buscan a sus hijos 'desaparecidos', nunca ha perdido en todos estos años con la esperanza de ser capaz de encontrar este nieto", sostuvieron.
En Francia, el diario Liberation que fundó el filósofo Jean Paul Sartre, le informó a sus lectores la magnitud que tuvo la última dictadura argentina para contextualizar la noticia."Las Abuelas de Plaza de Mayo creen que 500 bebés de opositores políticos separados de sus madres o nacidos en cautiverio, fueron luego adoptados por los dignatarios del régimen militar que cuenta con 30.000 muertos o desaparecidos, según organizaciones de defensa derechos", redactaron.
Los análisis de ADN que se practicó Ignacio Hurban determinaron que su verdadera identidad es la de Guido Montoya, hijo de Laura y Oscar, en un 99%. En ese dato hicieron énfasis los diarios norteamericanos. "Los militares argentinos capturaron, torturaron y mataron a miles de personas como Laura en una ofensiva contra los guerrilleros y sus simpatizantes", consignó elWashintogn Post para contextualizar el dato.
En la misma línea, Fox News y Daily Mail destacaron las declaraciones de Estela de Carlotto y sostuvieron que se trata de "una reparación para la brutalidad de la dictadura", pero hicieron hincapié en que "no es el fin de la lucha por la justicia".
Mucha más trascendencia tuvo la noticia en medios de latinoamérica. El diario O'Globbo de Brasil jerarquizó la historia en la portada y elogió la actitud de Carlotto quien "pasó más de 35 años sin ninguna información sobre el paradero del niño nacido durante el período de detención ilegal".
El Caracol de Colombia, en tanto, destacó que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner "lloró" con la aparición del nieto de Estela. Mientras que El Universal de México sentenció que "este hallazgo corona una larga lucha que comenzaron estas valientes mujeres (las Abuelas de Plaza de Mayo) que no dudaron en enfrentarse a los dictadores".
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La verdad es que fue emocionante éste reencuentro, siempre recuerdo como Estela buscaba y añoraba a éste nieto durante tantos años, por suerte la vida a veces tiene final feliz. |
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Quién era el estanciero que lo habría entregado a los padres de crianza
La principal sospecha de Abuelas, que se extiende en toda Olavarría, apunta a Carlos Aguilar.
Carlos "Pancho" Aguilar, con su esposa y sus nietos en la estancia "Los Aguilares".
“El día de mi cumpleaños, el 2 de junio, me enteré de muchos detalles de mi identidad, con una vuelta extraña que no voy a contar ahora, con una serie de azares y circunstancias que signan cada búsqueda, hilos finos que se unen, que alguien te diga algo, que alguien se muera o no se muera”. Con esas palabras, Ignacio Hurban, el nieto recuperado de Estela de Carlotto,intentó explicar ayer parte de cómo fue el proceso que lo llevó a restituir su identidad. Esa identidad que dice que él es Guido Montoya Carlotto, hijo de Laura y Oscar, militantes montoneros desaparecidos y asesinados por la dictadura. “Hay como unos ruidos que tenés en la cabeza, unas mariposas de dudas, hay cosas que no sabés, pero las sabés. Hasta que pensás, lleva algún indicio cierto, y comenzás con la búsqueda”, dijo ayer, feliz con el resultado, aunque aclaró que prefiere que lo llamen Ignacio.
Esos “hilos finos” a los que hace referencia son los que terminarán de reconstruir su historia, para determinar cómo llegó a Olavarría, quién se lo quitó a su mamá –que estuvo detenida en el centro clandestino La Cacha de La Plata– y lo entregó al matrimonio Hurban, y por qué durante todos estos años no supo quién era en verdad.
Una de las hipótesis más fuertes apunta a Carlos Francisco Aguilar, “Pancho”, como se conocía al dueño del campo donde Ignacio creció, que falleció en marzo de este año. El habría sido quien les entregó el bebé a Juana y Clemente Hurban, peones que trabajaban (y siguen trabajando) para la familia Aguilar, muy reconocida en la ciudad.
Remo Carlotto, tío de Ignacio, dijo en declaraciones al diario Tiempo Argentino: “Tenemos la información, que es inicial, de que esta persona (Aguilar) fue quien se llevó a Guido de La Plata y lo entregó en Olavarría. Corresponde que la Justicia investigue todo lo sucedido: quién le entregó el bebé, quién firmó la partida de nacimiento; en fin, todo el proceso de investigación posterior”. En la misma línea se muestra un ex juez penal de Olavarría, quien analiza que si Aguilar fue quien entregó el bebé, tuvo que haber tenido un contacto militar directo. “Ahí hay un punto oscuro. ¿Cuál era su vínculo? ¿Qué militar era su amigo?”, se pregunta.
Esa sospecha es la que siguen desde Abuelas y que incluso ayer el nieto de Estela dejó entrever cuando mencionó que sus dudas comenzaron el día de su cumpleaños, cuando los hilos empezaron a unirse. Además, según pudo reconstruir este diario de fuentes locales, Aguilar les habría dicho a sus padres de crianza, Juana y Clemente, que no le dijeran a Ignacio que era adoptado hasta que él estuviera muerto. Las mismas fuentes sostienen que Aguilar “era un vecino prestigioso, que tenía campos donde criaba caballos de montar y donde había explotación de piedra granítica”, y que fue por esa actividad que sus vínculos con los militares se habrían iniciado.
El 27 de marzo de este año, el diario El Popular de Olavarría anoticiaba sobre la muerte de Aguilar, productor agropecuario de 74 años, casado y padre de dos hijos, a quien describía como un “reconocido y apreciado vecino olavarriense”. Allí también se destaca su participación activa en distintas entidades del lugar, entre las que se mencionan que fue dirigente de la Sociedad Rural local, titular del Consejo de Promoción Agropecuaria del INTA de Balcarce, vicepresidente del Club Atlético Estudiantes y ex presidente del Centro de Equitación de Olavarría.
Y si bien allí todavía se muestran sorprendidos por la noticia que los revolucionó por completo, sí admiten que los vínculos con los militares existían en muchas familias. “Un sector de la sociedad estuvo muy vinculada a los militares, y esta familia pertenecía a este grupo. No puedo decir que hayan participado activamente, pero sé que tenían vínculos y apoyaban al Proceso”, sostuvo una fuente ligada a las autoridades locales.
Ahora, muchos están preocupados por lo que todo esto pueda generarles a los padres de crianza. Ayer, durante la conferencia de prensa, Ignacio remarcó más de una vez que fue criado“por una pareja extraordinaria, con el mayor de los amores”, y la familia Carlotto deslizó que era posible que los Hurban, peones de campo, no conocieran su origen y actuaran de buena fe.
La titular de Abuelas también dijo que si lo habían criado bien, ella se lo iba a agradecer, y queera la Justicia la que debía determinar responsabilidades. En ese contexto, ayer, el juzgado de Servini de Cubría envió un informe al Registro Civil de Olavarría para solicitar el acta de nacimiento del nieto de Carlotto.
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“Sabíamos que él era adoptado”, confiesa un familiar de Aguilar.
La verdad revelada en marzo pasado luego de la muerte de Carlos Francisco Aguilar fue la punta de un ovillo que hoy comienza a desenredarse. Cómo llegó Ignacio Hurban de La Plata a Olavarría es algo que la Justicia comienza a investigar.
La hipótesis más fuerte señala como presunto entregador al patrón de los padres de crianza de Ignacio, Carlos Francisco Aguilar, fallecido en marzo de este año. La viuda del ganadero, Susana Clara Mozotegui, con la que tuvo a sus dos hijos varones y una mujer que falleció a los quince años, se negó a realizar declaraciones con los medios acerca de los rumores sobre su marido. Quienes la conocen explican que es una mujer de edad avanzada, que vive sola y no está bien de salud. Pese al hermetismo que mantiene su entorno, un familiar directo de Aguilar accedió a dialogar con PERFIL, pidiendo reserva de su identidad. Lo primero que aclara es que ellos sabían que Ignacio era adoptado. “Ellos estaban desesperados por tener un hijo. El fue criado maravillosamente, sus padres son personas excelentes. Sabíamos que no era hijo de ellos, pero nunca preguntamos nada. El matrimonio sigue siendo empleado de la familia”, sostuvo.
Al consultarle sobre si Aguilar había “entregado” a Ignacio a la pareja que lo crio, esta persona dijo que “desconocía el tema”. “Cómo lo consiguió Pancho no lo sé. Si es que lo consiguió Pancho, es algo que nunca se lo preguntamos. Ese es un tema que sale ahora y, salvo que lo digan los padres, y si lo dicen, es su responsabilidad”, dijo. Y agregó: “No queremos que esa gente sufra. No queremos escarbar, ¿entendés? Respetamos muchísimo a esos padres. Esta historia se conoció ahora, y ha sido una sorpresa para todos. Lo único que sabíamos era que no era hijo de ellos. Pancho está muerto y no le podemos preguntar. No tenemos más información”.
No queremos escarbar, ¿entendés?
No, no entiendo. Lo cierto es que la Justicia se encargará de "escarbar" todo lo que haya que "escarbar" porque se trata de un delito de Lesa Humanidad.
Si el estanciero Aguilar estuvo involucrado y ahora está muerto... lo pagará en el Infierno. Pero no hay duda que hubo cómplices en el medio, que de estar vivos, serán los que tengan que pagarla en esta vida.
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La verdad es que fue emocionante éste reencuentro, siempre recuerdo como Estela buscaba y añoraba a éste nieto durante tantos años, por suerte la vida a veces tiene final feliz.
Me alegra mucho volver a coincidir en algo con vos.
Parece que aún te quedan algunas neuronas sanas.
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Es impresionante el parecido de Guido con su abuela Estela. Un nieto más de los tantos desaparecidos. Es triste saber que muchas abuelas murieron sin poder lograr el encuentro con sus nietos, madres que perdieron hijos y nunca más supieron de ellos. Esa es la historia que no debe volver nunca más a ningún país del mundo.
Comparto la alegría con los compas argentinos.
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