PINAR DEL RÍO.— Tras varios años en que la falta de insumos, las limitaciones con la maquinaria, las dificultades con la aviación y hasta el clima (cada uno por momentos), habían venido afectando la actividad arrocera, por fin la producción de este importante cereal comienza a dar señales reales de recuperación.
A pocos días del cierre de la siembra de primavera, todo indica que no habrá dificultades para poder completar las 22 mil 558,8 hectáreas pactadas para el 2014.
El panorama contrasta significativamente con lo que durante años estuvo sucediendo.
Tomás Rivas, de la CCS Abel Santamaría, recuerda que en otros momentos hubo que realizar las aplicaciones de herbicidas y fertilizantes de manera tardía, e incluso cancelarlas, y cosechar el arroz pasado de maduro, por falta de combinadas.
“Siempre habíamos tenido algún tipo de problema”, asegura este campesino que desde el 2009 asume un área de 36,8 hectáreas, y a renglón seguido señala que “un solo día de atraso en las labores que demanda este cultivo, significa perder quintales de arroz”.
EL DESPEGUE
Norángeles Ipsán, directora adjunta de la Empresa Agroindustrial de Granos de Los Palacios, la tercera más grande de Cuba, afirma que los resultados que se han venido logrando este año no son obra de la casualidad. Por el contrario, con ellos se demuestra el impacto que va teniendo el programa de desarrollo arrocero iniciado en el 2011.
Alberto Berbes, inversionista de la entidad, explica que tanto en la parte agrícola como en la industria, se han realizado importantes acciones encaminadas a frenar el deterioro acumulado durante mucho tiempo.
Entre ellas se incluyen la recuperación de alrededor de 180 kilómetros de viales primarios y unos 140 de canales, donde se han montado cerca de 730 compuertas.
Además, la modernización de dos molinos y la construcción de uno nuevo, la reanimación de varias plantas de secado y de almacenamiento, y la entrada de tractores de alta potencia, combinadas, tractolvas, carretas, así como dos baterías completas de equipos para el movimiento de tierras.
“Gracias a ello, hemos podido reactivar la totalidad de nuestros sistemas de riego, los cuales llevaban más de 15 años sin recibir un mantenimiento adecuado y presentaban una situación muy desfavorable”, comenta Berbes.
“Por otra parte se han recuperado gran parte de los viales, al punto de que nuestras granjas ya vuelven a comunicarse de forma interna. Esto es algo que se había perdido y que acorta las distancias y favorece el tiro de arroz”.
VIAJE A LA SEMILLA
Con las mejoras en la maquinaria, se ha logrado la incorporación de áreas que se hallaban infestadas de marabú. “La granja Cubanacán, por ejemplo, en el 2011 solo tenía el 60 % de sus tierras en explotación, y ya hoy posee el 97 %”, precisa el inversionista.
No obstante, la reanimación de la producción arrocera no se sustenta únicamente en la entrada de equipamiento. Una acertada estrategia para asegurar que todos los productores dispongan de semilla de calidad, también ha empezado a dar frutos este año.
Ortelio Rodríguez, subdelegado de la Agricultura en Vueltabajo, recuerda que durante el último lustro, incluso en el sector especializado eran muy pocos los campos plantados con semilla certificada.
“A pesar de que la época del año y las características de los suelos determinan las variedades a utilizar, en muchos lugares fue preciso sembrar la que hubiera, porque no teníamos más”.
“Durante el embate de los huracanes Gustav y Ike en el 2008, el almacén de semillas perdió la cubierta y se mojó todo lo que había en su interior. Prácticamente nos quedamos en cero”, argumenta la directora adjunta de la Empresa Agroindustrial de Granos.
Para la funcionaria, el hecho de haber vuelto a cubrir el 100 % de las áreas de la entidad con semilla certificada, ha sido uno de los factores determinantes en el incremento del rendimiento en esta campaña.
Así también lo cree Isidro Jesús Ligoña, presidente de la CCS Abel Santamaría, una estructura que en el 2013 promedió a 3,21 toneladas por hectárea y que hoy supera las 4,5 en las más de mil ha cosechadas.
“Cuando hay semillas de calidad y se cumple la disciplina tecnológica, los resultados se ven en la producción, y ambas cosas se han logrado esta vez”, dice Ligoña.
A lo largo del macizo arrocero de Vueltabajo, donde hasta ahora se alcanza un rendimiento de 4,1 toneladas por hectárea, prevalece el mismo criterio.
De momento, más allá de las cifras quienes llevan a cabo la contienda, más que en imponer una nueva marca, concentran sus esfuerzos en hacer que las acciones que hoy repercuten en una mayor producción, se mantengan, a fin de que el despegue de la actividad arrocera sea un hecho definitivo y sin vuelta atrás.