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De: carlos305  (Mensaje original) Enviado: 18/08/2014 04:42

El futuro está en la Conchinchina

¿Cómo entiende el MINED la vocación de los jóvenes preuniversitarios?

El curso escolar 2013-2014 terminó de manera escandalosa para la enseñanza preuniversitaria. La filtración de la prueba de ingreso a la Educación Superior fue tema de noticias y comunicados, pero, al menos en la prensa nacional, no hubo análisis.

Un caso como este de corrupción tiene que ser y será de seguro castigado por la legalidad cubana. Sin embargo, las condiciones que afectan al sistema de educación que permiten que ocurran incidentes de este tipo, difícilmente serán tema de análisis para las autoridades.

¿Dónde radica la desmotivación de los adolescentes cubanos? ¿Por qué no quieren estudiar realmente para alcanzar un título universitario?

Si el Ministerio de Educación estuviera interesado en las respuestas de estas interrogantes, le bastaría con conversar con algunos recién graduados de doceno grado, una generación que, a diferencia de otras, no teme decir lo que piensa y siente.

"Terminé el doce grado por inercia", afirma Abel. "En mi escuela la mayoría de los estudiantes no tiene motivación. La juventud no tiene ganas de estudiar porque para ellos no es importante, porque nuestro futuro lo vemos nublado, incierto".

Abel no hizo las pruebas de ingreso, no porque no le interesara ser universitario, sino porque su objetivo es irse de Cuba. "Para Burundi, la Conchinchina, no importa. No tengo fe en que las cosas puedan cambiar en este país en un corto plazo y que me permita evolucionar como profesional satisfactoriamente."

Esta visión de no futuro dentro de Cuba, es uno de los síntomas recurrentes entre los jóvenes. Alina quiere estudiar en el Instituto Superior de Belleza para ser estilista. "Estoy pensando en un futuro fuera de Cuba. Si pudiera tener mi negocio propio aquí, me quedaría, pero todavía hay muchas trabas y afuera tendré más oportunidades, aunque tampoco sea fácil."

David, futuro escritor, planifica estudiar Filología o Historia, carreras afines a sus intereses literarios. "Si me va bien como escritor aquí, me quedo. Si no puedo desarrollarme, tengo bastante familia fuera de Cuba como para irme."

Otro factor que influye en la desmotivación es la escasa remuneración y reconocimiento social que tienen los profesionales en Cuba. "Yo hubiese estudiado Medicina, que es lo que me gusta. Me paso cinco años para ser médico general integral; después, tres años para tener la especialidad. ¿Y quién soy? Nadie", dice Diana. Recién graduada de doceno grado, esta muchacha empezó a trabajar en un restaurante privado. "Me quiero seguir superando, pero no voy a dejar de trabajar."

Muchos alumnos hacen pruebas de ingreso pero no sienten verdadero deseo de estudiar. Según Javier, pidió Economía porque era una carrera fácil. "Yo quiero ser universitario, pero sin pasar tanto trabajo." No logró cogerla, le otorgaron Matemática, que también le gusta, pero "el concepto cambia, es una carrera más difícil y no es lo que tenía pensado".

En este orden de cosas, la extensión de las convocatorias para las pruebas de ingreso da mucho que pensar. Hace algunos años el estudiante tenía solo una posibilidad para aprobar. Tenía que estudiar y prepararse a conciencia para alcanzar su matrícula en algún centro universitario. Que ahora el alumno pueda repetir el examen hasta tres veces, podría ser un reconocimiento por parte del Ministerio de Educación (MINED) de la desidia y la falta de preparación de los graduados preuniversitarios. O, lo que sería peor, un intento de "ponérsela fácil" a un estudiantado completamente desmotivado por la superación universitaria.

La falta de orientación vocacional también golpea al sistema educativo. En la escuela primaria, los Círculos de Interés que se ofrecen a los niños sirven más para inducir vocaciones que para alimentar las habilidades e intereses que los estudiantes tienen. David, en la Primaria, asistió a un Círculo de Interés donde le enseñaron a fabricar azúcar. "No me interesaba, pero no es el que te interesa, es el que te toca."

Cuando llegan al preuniversitario, ya a las puertas de la enseñanza superior, es que se acuerdan de orientarlos un poco sobre las carreras que pueden cursar. Sin embargo, el sistema de inducción se mantiene. Nadie les explica en qué consiste la carrera de Sociología o la de Historia del Arte, pero se suceden las visitas para captar la atención de los adolescentes hacia carreras como Agronomía, las pedagógicas y, con más énfasis incluso, aquellas que oferta el Instituto Superior del Ministerio del Interior (MININT).

La confección de la "boleta" donde el estudiante solicita las especialidades de su preferencia, refuerza la idea de que el MINED desconoce cualquier posibilidad de que el adolescente cubano tenga vocación. La boleta contempla diez opciones, como si alguien pudiera estar interesado en diez carreras diferentes; como si existieran no diez, sino cinco especialidades tan afines que a algún muchacho le diera lo mismo estudiar cualquiera de ellas.

Es preferible pensar que el MINED ve la vocación como una fantasía romántica. La otra opción sería sospechar que lo importante es que se gradúen universitarios para mantener los indicadores que ubican a Cuba a la par de países desarrollados, no importa si a los futuros profesionales les interesa o no su carrera.

En medio de este panorama, no es extraño que jóvenes como Abel, Alina y David planifiquen su futuro "en Burundi o la Conchinchina".

Y los que se mantienen en Cuba, ¿qué planifican?

Javier, después de terminar sus estudios de Matemática, ejercerá en Cuba. "El campo de las matemáticas es muy limitado en este país. Trataré de ser profesor en la Universidad, no creo que haya más posibilidades profesionales. De madre, porque aquí ser profesor es la última carta de la baraja."

Cuando se le pregunta a Javier no lo que va a hacer, sino lo que le gustaría poder hacer, se queda pensativo y dice: "No sé bien cómo responder eso".



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