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De: alí-babá  (Mensaje original) Enviado: 23/08/2014 23:39

EL PAIS › LAS ABUELAS DE PLAZA DE MAYO ANUNCIARON LA RESTITUCION DE UNA NUEVA NIETA, LA HIJA DE ELENA DE LA CUADRA Y HECTOR BARATTI

La búsqueda de la identidad no tiene límites ni fronteras

Se trata de la nieta de la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Alicia Zubasnabar de De la Cuadra, que falleció en 2008. La joven, que nació en la Comisaría Quinta de La Plata, vive en Europa y se realizó el estudio de ADN voluntariamente.

 

 Por Victoria Ginzberg

Claudia Carlotto, de la Conadi; Pablo Parenti, de la Procuración, y Estela de Carlotto y Rosa Roisinblit, en la sede de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Imagen: Pablo Piovano.

“Sus padres le pusieron Ana Libertad. Hoy ella logró adquirir ese bien tan preciado que sus padres le desearon con su nombre: bienvenida Ana a tu libertad”, leyó Estela de Carlotto ayer, al anunciar que una nueva hija de desaparecidos, en este caso nacida en cautiverio, recuperó su identidad. Se trata de la hija de Elena de la Cuadra y Héctor Baratti, nieta de la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Alicia Zubasnabar de De la Cuadra. “Licha” no podrá encontrarse con su nieta, falleció en 2008. El caso número 115 resuelto por Abuelas de Plaza de Mayo involucró a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), la Unidad Especializada en casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado de la Procuración, los abogados de las Abuelas y la Cancillería, ya que la joven vive actualmente en Europa y su muestra de ADN llegó a través de una valija diplomática.

La noticia de este nuevo hallazgo se produjo a menos de tres semanas del anuncio del encuentro de Ignacio Guido Montoya Carlo-tto, el nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Ese hecho hizo que las consultas de personas que creen que pueden ser hijos de desaparecidos y las denuncias sobre posibles apropiaciones se multiplicaran. Pero este nuevo caso no es producto del “efecto Guido”, sino de un trabajo conjunto de distintos organismos que empezó algunos años antes.

El dato que permitió iniciar la investigación llegó en 2010 a través de un mail anónimo con no mucha información, tan solo el nombre de la joven y sus presuntos apropiadores (que no fueron difundidos para preservar la intimidad de la nieta) y algunas circunstancias que hacían presumir que se trataba de una hija de desaparecidos. Con ese material, la Conadi inició una pesquisa: algo que llamó la atención fue el nombre de la partera, que ya estaba identificada como una profesional vinculada con la trata de personas. Luego, el expediente fue a la unidad especial de la Procuración que encabeza Pablo Parenti, que profundizó y formalizó la denuncia. Luego de enterarse de que había un expediente abierto, la hija de Héctor Baratti y Elena de la Cuadra aceptó hacerse el estudio de ADN voluntariamente. Se presentó el 25 de abril de este año en el consulado del país en el que vive para sacarse sangre, su muestra viajó en valija diplomática y llegó el 8 de mayo a la Dirección de Derechos Humanos de Cancillería. El Banco Nacional de Datos Genéticos confirmó su filiación.

“No es el primer examen que se hace en el extranjero. Hace años logramos evitar el traslado al país de quienes dudan. Trabajamos con Cancillería para hacer una cadena de custodia legal y científicamente adecuada. Se han hecho muchos, también de familiares reclamantes. Este es el primer caso que da un resultado positivo, pero no es casualidad o suerte, es fruto de años de trabajo”, señaló Claudia Carlo-tto, titular de la Conadi, durante la conferencia de prensa realizada en la sede de las Abuelas.

Elena y Héctor militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) y fueron secuestrados el 23 de febrero de 1977 en La Plata, cuando ella estaba embarazada de cinco meses. Ambos pasaron por el centro clandestino de detención que funcionó en la Comisaría Quinta de La Plata, donde nació su hija. Elena podría haber estado también en el Pozo de Quilmes. Sigue desaparecida. Héctor fue visto en la Comisaría Octava. Sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.

Desde el secuestro de Elena hasta poco después del nacimiento de la niña, la familia De la Cuadra recibió mensajes por abajo de la puerta de la casa o al teléfono. Uno de ellos, supieron años después, se los dejó Adriana Calvo, ex detenida-desaparecida. En julio de 1977 recibieron un papelito que Alicia, mamá de Elena y luego Estela, su hermana, guardaron y mostraron en lo juicios en los que se ventiló el caso. “16/6 la señora tuvo una nena, que no saben dónde está la nenita, los padres están bien, de la Cuadra”, decía.

Estela de Carlotto contó ayer que Ana Libertad habría crecido con una familia sin vínculo directo con las Fuerzas Armadas (pero “anotar como hijo propio alguien que no lo es es un delito del que se ocupará la Justicia”) y que “estaba ansiosa por saber”. También recordó a Licha, compañera de los primeros tiempos. “Su casa fue a la primera que fui para no estar sola. Nos reuníamos allí aún en dictadura y era la casa de donde se habían llevado a su hijo, Era una especie de desafío”, aseguró.

La Iglesia

–Ustedes no tienen que odiar cuando los torturan –insistía a los secuestrados el cura Christian Von Wernich, asiduo concurrente a la Comisaría Quinta.

–¿Qué culpa tiene mi hija? –le replicó una vez Héctor Baratti, que acababa de enterarse de que su mujer, Elena de la Cuadra, había dado a luz en cautiverio.

–Los hijos deben pagar la culpa de los padres –fue la respuesta.

La escena fue relatada ante la Justicia por el sobreviviente Luis Velasco, que la presenció. Von Wernich cumple condena por su responsabilidad en delitos de lesa humanidad, pero la Iglesia nunca lo sancionó.

No fue la única intervención de funcionarios eclesiásticos en este caso. En su búsqueda, los De la Cuadra lograron contactar al obispo Mario Serra, que los mandó a ver al secretario del vicariato castrense, Emilio Graselli. A él le piden por Elena y por Roberto José, otro de sus hijos, que había sido secuestrado antes.

En una segunda reunión Graselli les dijo: “No me dijeron que Elena estaba embarazada”. También les reveló que sobre Roberto José no había nada que hacer, pero que Elena estaba bien y en los alrededores de La Plata. No quiso dar precisiones. “Va a ser peor para ella, ustedes van a empezar a dar vueltas, y eso es peor”, argumentó. También les dijo que volvieran, que si Elena pasaba a disposición del Poder Ejecutivo entonces, quizá, podía ayudarlos. Pero eso no ocurrió.

Otro contacto al que acudió la familia fue Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús, que había estado en Argentina y se había ido a Japón becado por los De la Cuadra. En ese contexto, el padre de Elena les pidió a sus hijos que se habían ido a Italia que lo buscaran para pedirle por la niña. Los hermanos tuvieron una audiencia en Roma y Arrupe les dijo que iba a conectarse con el provincial de los jesuitas, Jorge Bergoglio.

“Mis hermanos le comentan el resultado del encuentro a mi padre, pasa el tiempo y mi padre intenta ver a Bergoglio, hasta que finalmente es recibido”, contó Estela de la Cuadra al declarar en el juicio por el plan sistemático de apropiación de niños durante la última dictadura. “Acá –dijo Estela– tengo la notita. Bergoglio le dio una carta a mi padre en la que le dice, claramente, al obispo auxiliar de La Plata que interceda y se ocupe del caso.”

Con esa carta, Mario Picchi –el arzobispo de La Plata– recibió al padre de Elena. “Voy a ir a ver al vicegobernador”, le dijo y en ese encuentro supo que la niña había nacido y había sido regalada. “Espere un poco”, le dijo al padre de Estela. “En diciembre, con el cambio de jefatura, va a subir alguien que fue alumno mío y no me va a negar una gauchada.” Lo hizo, pero el resultado fue el mismo: que la tenía “un matrimonio bien” y que no había “vuelta atrás”.

Por este caso Bergoglio declaró por escrito como testigo. Mencionó la entrevista con el padre de Elena y Estela, pero dijo que no se acordaba si le habían dicho que la hija que buscaban estaba embarazada. Elogió la tarea de las Abuelas pero aseguró no haber sabido de la apropiación de niños hasta el Juicio a las Juntas.

Durante la conferencia de prensa realizada ayer, Página/12 preguntó si esperaban que la Iglesia colaborara en resolver otros casos de hijos de desaparecidos. Carlo-tto señaló que después de la entrevista que tuvo con Bergoglio luego de que se convirtiera en Papa se habían abierto algunos canales de diálogo. “Hay disposición”, afirmó. Otros colaboradores de la institución contaron que recientemente recibieron actas de bautismo que pidieron en casos que se están investigando.

Tal vez sea por esas pesquisas, tal vez por alguno de los tantos que a partir del “efecto Guido” quisieron sacarse la duda. Lo cierto es que Estela de Carlotto cerró la conferencia entusiasmada: “Hasta el próximo nieto”, saludó


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 23/08/2014 23:42

EL PAIS

La abuela Licha

La primera presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo murió en 2008. No pudo abrazar a su nieta Ana Libertad. En esta nota, publicada el 26 de mayo de 2006, Página/12 contó la conmovedora historia de su búsqueda.

 

 Por Victoria Ginzberg

En el sillón de pana verde que todavía está en el comedor de su casa comenzó a gestarse en 1977 la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo. Fue una mañana en que Chicha Mariani, otra señora de La Plata que estaba tratando de dar con Clara Anahí, secuestrada cuando tenía tres meses, le tocó el timbre. Alicia Zubasnabar de De la Cuadra –Licha para casi todo el mundo– le contó su historia y la de otras mujeres que se reunían en La Plata o en Buenos Aires, en la Plaza de Mayo. Al poco tiempo, las que buscaban a sus nietos secuestrados o que debían haber nacido en cautiverio sumaban doce, entre ellas estaba Estela Carlotto.

Licha fue la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Nació en Sauce, un pueblo correntino. Y allí se casó con Roberto Luis De la Cuadra. La pareja decidió mudarse a La Plata para educar a sus cinco hijos: Estela, Soledad, Luis Eduardo, Roberto José y Elena. La década del ’70 encontró a los jóvenes De la Cuadra comprometidos con la militancia política, social y sindical. Y como muchas familias platenses, los De la Cuadra fueron atravesados por el terror de la dictadura.

Licha sintió que el espanto se apoderaba de su cuerpo el 2 de septiembre de 1976, cuando un grupo de hombres, algunos con la cara tapada con medias, otros con ropa de fajina y armas, irrumpió en su departamento para buscar a Roberto José, que en ese entonces trabajaba como obrero en YPF. “Yo a ese muchacho no lo conozco”, dijo Licha en la puerta, cuando la patota estaba a punto de subirla a un auto y se encontró con Roberto José, que llegaba a la casa paterna. La frase de la madre no convenció a los represores, que empujaron a la mujer al ascensor a punta de pistola y se llevaron al hijo.

La desaparición de Roberto José movilizó a la familia De la Cuadra y las gestiones se incrementaron con el secuestro de Elena y su marido, Héctor Baratti, en febrero de 1977, y de Gustavo Freire, esposo de Estela, en diciembre de 1977.

Elena estaba embarazada de cinco meses cuando desapareció. En julio, Licha recibió una llamada telefónica que le anunció que su hija había tenido una niña y que le había puesto Ana Libertad. Sobrevivientes del centro clandestino que funcionó en la comisaría quinta de La Plata le fueron aportando detalles, como la discusión de Héctor con el cura Christian von Wernich, quien se negaba a entregar a la niña a sus abuelos porque “la iban a criar igual que a sus hijos”.

Sin imaginar que la Iglesia estaba aún dentro de los campos de concentración, Licha recurrió a distintas autoridades eclesiásticas hasta que terminó en el despacho de monseñor Emilio Graselli. “Usted no me dijo que Elenita estaba embarazada”, le dijo el cura en el segundo encuentro, demostrando que manejaba buena información. Graselli sabía que Elena estaba “en alguna comisaría”, pero no quiso aportar detalles. “Si se lo digo va a ser para peor, porque usted va a empezar a rondar y le va a ir peor a ella”, fueron sus palabras.

La búsqueda constante de Ana Libertad no hizo que Licha dejara de hacer gestiones por sus hijos y yernos. Su nombre figura en el escrito con el que la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata pidió que se iniciaran las audiencias del Juicio de la Verdad en esa ciudad. Y durante años estuvo cada miércoles en la sala de audiencias, mirando con sus ojos claros a los testigos o acusados, entre ellos a Von Wernich. El año pasado cumplió noventa años y fue declarada Ciudadana Ilustre de Corrientes. Las Abuelas la homenajearon con el título de Presidenta Honoraria.

Durante muchos años, Licha pensó que sabía quién podía ser su nieta. Inició una causa judicial que sufrió innumerables trabas, hasta que, hace unos meses, logró que la joven en cuestión se hiciera un estudio de ADN. Todavía no tiene el resultado y ahora no está convencida de que esa chica sea Ana Libertad, pero sabe que, de cualquier forma, si no es su nieta, hay grandes posibilidades que sea la nieta de alguna de sus compañeras. Licha es una de las tantas mujeres que esperan. Pero no se quedó sentada en el sillón de pana verde. Pelea y, a pesar del tiempo, no se cansa de exigir respuestas: ¿dónde está su nieta?, ¿dónde están sus hijos, sus yernos? Cuando estas preguntas se contesten, Licha será noticia. Pero Licha –como todas las Abuelas– espera todos los días. Todos los días busca.

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Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Nobotuma Enviado: 23/08/2014 23:58
¡Bienvenida la 115!
siguen tantos hijos en manos extrañas a sus familias consanguíneas. 
que crimen tan atroz...separar a un niño de sus raíces, no permitirle conocer a su verdadera familia. Esas monstruosidades no debe ocurrir nunca más.


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 24/08/2014 00:00
nunca mas nobito!!!


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