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General: llevar adelante una revolución fidel
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De: alí-babá (Mensaje original) |
Enviado: 04/09/2014 18:02 |
Llevar adelante la Revolución es más difícil que dirigir una guerra desde la Sierra Maestra
(Fragmentos del discurso pronunciado por Fidel en la Plenaria Nacional Azucarera, efectuada el 9 de febrero de 1959. Periódico Revolución, 10 de febrero de 1959)
Hay intereses que se creen más poderosos que el interés de un pueblo entero. Hay que decirles que la Revolución sabe lo que está haciendo y que llegará tan lejos como sea necesario y que llegará no cuando ellos crean, sino cuando nosotros creamos que debemos llegar.
Todos los males del campesinado se resolverán con una medida fundamental. Esta medida fundamental es la Reforma Agraria. La Reforma Agraria es esencial para elevar el estándar de vida al campesinado, para elevar su poder adquisitivo y darle entrada a la fase industrial.
El Gobierno Revolucionario hará leyes revolucionarias, porque si el Gobierno no hace leyes revolucionarias, no es un Gobierno revolucionario.
Creo que no estamos preparados para intervenir los centrales azucareros, porque todavía el propio Estado no lo hemos podido administrar debidamente, ni el Municipio, ni las cajas de retiro. Si decimos ahora cuatro turnos de trabajo en los centrales y estos dicen no, tendremos que intervenir y eso no puede hacerlo ahora el Gobierno Revolucionario.
Lo que sucede con los centrales azucareros es que ahora tienen ventajas y tácticas. Dentro de cinco meses las ventajas serán nuestras. Creen que nosotros somos un pueblo pequeño y quizás cobarde. Creen que ante el poderío enorme del país de donde proceden tendremos que doblegarnos ante sus caprichos y sus insolencias, creen que somos brutos y que vamos a caer en medidas que en estos momentos no convengan. Y no es allí solo, aquí en la capital grandes hoteles están amenazando con despedir a cientos de obreros con motivo de la campaña que están realizando los "gangster" para crear problemas a la Revolución.
La Revolución está por encima de los grupos. No podemos supeditar a los intereses sectarios los intereses de la Revolución... Tengo fe en la victoria. Llevar adelante la Revolución es más difícil que dirigir una guerra desde la Sierra Maestra. Si ganamos la guerra fue por la estrategia. Si cada pelotón hubiese atacado disgregadamente la guerra no se hubiese ganado. Necesitamos la absoluta identificación entre todos. Porque ser líder para paralizar un centro de trabajo es fácil. Hay que ser líder para lo más útil. Hay que ser responsable como líder para los trabajadores. Esto no es una competencia de un grupo contra otro grupo, o partido político contra otro partido. El líder fácil puede hundir al pueblo, a un sindicato. Esta prueba es más dura de lo que muchos se imaginan. Asumo la responsabilidad de pedir. Yo asumo esa responsabilidad. Las palabras que digo hoy se comprobarán mañana. Quizás pocas tareas han sido tan difíciles como esta.
Hablo a hombres que tienen hambre y les digo: esperen. Hablo a hombres que no tienen empleo y les digo: esperen.
Unos pocos disfrutan de todos los privilegios. Otros, la inmensa mayoría, todas las necesidades, toda la miseria. Con eso acabará la Revolución.
El obrero es el principal creador de la riqueza. No el capitalista que se sienta en un cómodo despacho de Wall Street.
Estableceremos el salario justo. La vivienda justa. La vida justa. Nuestra preocupación es el porvenir de todo el país. Luchemos juntos, obreros, campesinos, estudiantes, desocupados. Es hora de hacer, no de prometer. Se van a aplicar cuantas leyes revolucionarias sean necesarias. La revolución se plasmará en las leyes revolucionarias. No todas las leyes juntas, porque no se pueden librar juntas todas las batallas.
En Cuba hay que hacer una revolución. O salvamos esta república o esta república se hunde. No hay disyuntivas. No hay términos medios.
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Esta Revolución ni se ha prostituido ni se prostituirá
[...] a nosotros no nos van a intimidar y nosotros no amenazamos. Sencillamente realizamos nuestros objetivos sin amenazas de ninguna índole, porque esas son actitudes de impotencia. Cuando se cuenta con los medios de hacer las cosas, se hacen, no se amenaza [...]
[...] se nos están pareciendo ya estos reaccionarios a los voceros de la tiranía y es en que amenazan. La Revolución nunca amenaza y la reacción está amenazando. Eso es lo que hacía la tiranía y ciertas frasecitas en la reunión, por ejemplo, de los ganaderos, ciertos gritos que eran copias textuales de frasecitas de los Otto Meruelos y de los Díaz-Balart y comparsa [...] ya empezamos a reparar en la idiosincrasia de ciertas gentes que en todo se están pareciendo, como una gota de agua a otra, a los elementos que andan prófugos de la justicia y lo peor es que quieren abolir una palabra. Es curioso que se quiera abolir aquí una palabra, que se esté haciendo una campaña no solo contra la Revolución, sino contra una palabra. Se quiere abolir la palabra contrarrevolucionario, se quiere abolir la palabra reaccionario. Hay quienes quisieran que ni siquiera existiera en el diccionario, para que entonces nosotros, y eso va contra la libertad de expresión, no pudiéramos contar ni con una palabra para calificar ciertas actitudes y en consecuencia se están haciendo campañas contra palabras, métodos, por supuesto, que van contra la libertad de expresión lo cual vale la pena recalcar un día como hoy, porque en materia de trabas a la libertad de expresión hay ciertos monopolios de órganos que son supercontralibertarios de expresión, si se quiere buscar una palabra [...]
Estamos en un caso curiosísimo, y es el peligro de que los grandes intereses contrarrevolucionarios monopolicen los mayores recursos de propaganda aunque, desde luego, esto más bien para aclarar conceptos, porque como hemos dicho en otras ocasiones, no nos importa que los intereses creados cuenten con muchos recursos de propaganda y tengan unos cuantos defensores, porque el pueblo cuenta con muchos defensores también, que pueden hoy hablar y escribir. Pero debemos estar atentos de al hablar y escribir no subestimar a los enemigos de la Revolución, y hablar y escribir para evitar que confundan, que tergiversen, que desorienten; hablar y escribir contra el espíritu contemporizador, contra los argumentos de los que quieren echar mantos de olvido, contra los que quieren hoy pintar como infelices víctimas a los verdugos recientes, cuyas víctimas están todavía frescas.
Ustedes tienen que librar la batalla junto con nosotros, tienen que aclarar conciencias, sin que se dejen llevar por ese complejo que es otra cosa que se quiere establecer aquí, un complejo, y observen bien, se quiere abolir palabras, sembrar complejos, el complejo de que el que defiende al Gobierno Revolucionario es un adulón, un sinvergüenza y un servidor rastrero del poder.
Es bueno que estén alertas porque quieren sembrar complejos también, cuando la verdad es que los defensores de la Revolución son espontáneos, porque esta Revolución lo único que le da es trabajo y sacrificio a sus amigos, tareas duras y difíciles a sus amigos. Esta Revolución no da prebendas, ni gajes, ni ventajas. Nadie se debe dejar impresionar por esas palabritas de los que quieren pintar como una heroicidad el combatir el Gobierno Revolucionario y como adulonería el defenderlo [...]
Así que debemos levantar nuestras banderas de moral, nuestra fe, nuestros limpios pendones, porque si hay una causa que merece lucharse, es esta; si hay un proceso que merece vivirse, es este; si hay una idea que merece defenderse, es esta; porque los que no conformes con todo el lodo que tienen encima no les importa todavía sepultarse más, al menos no intenten hacer creer a nadie que defender la Revolución deshonra, porque esta Revolución ni se ha prostituido ni se prostituirá.
[¼ ] En esta lucha entre los propósitos y los intereses enemigos de la Revolución, tenemos posiciones morales y nuestra estrategia aquí será como en la guerra. La posición moral, la posición correcta es cada día más exigente y cada día más firme. Todos ustedes saben en qué han fracasado los gobernantes.
Hay cosas que parecen absurdas, y sin embargo, ocurren. ¿Cómo es posible que ocurran? Esta vez podrá ocurrir lo imprevisible, lo que no se pudiera prever o evitar, accidentalmente pudiera ocurrir, pero conscientemente esas posturas y esos actos que han desacreditado a los gobiernos no ocurrirán jamás en el Gobierno Revolucionario; tenemos mucho cuidado en mantener nuestra posición histórica y en mantener nuestra posición moral en esta lucha, sin descender un paso en nuestras trincheras morales, desde donde esperamos luchar y combatir contra los intereses que se quieren oponer a esta Revolución.
Hacía muchos días que no comparecía en ningún acto público; el deseo de trabajar, de crear y de ganar tiempo es más poderoso que la necesidad de hablar y de aclarar muchas cosas, pero no nos queda más remedio que empezar a ripostarles antes de que se crean que han descubierto el Mediterráneo, los enemigos de la Revolución; salirles al paso con razones, porque de razón a razón, vamos a ver quién las tiene todas y quiénes no las tienen; en la polémica pública contra los intereses creados, vamos a ver quién sale victorioso en el esfuerzo creador, mientras los otros tratan de obstruccionar, contraer y rebajar; vamos a ver quién sale victorioso en esta batalla histórica entre el pueblo de Cuba y los enemigos del pueblo de Cuba; vamos a ver quién sale victorioso.
(Reunión con los periodistas, el 7 de junio de 1959, tomado del periódico Hoy)
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Fidel en 1960
Le damos al pueblo más que el voto: le damos los fusiles
Respuesta del Comandante en Jefe durante una comparecencia en el programa de televisión "Telemundo Pregunta", el 28 de marzo.
[...]. ¿Dudan que seamos democráticos? Bueno, pues entonces yo emplazo a esos que dicen que no somos democráticos a que les den armas a los estudiantes, a los campesinos y a los obreros. Yo los emplazo. Porque los campesinos, los obreros, los estudiantes, los sectores humildes del país, son mayoría. ¿alguien niega eso? Nadie niega eso. Pero nosotros les damos algo más que el voto: les damos los fusiles, fusiles como prueba absoluta de su respaldo, de su confianza, de que se interpretan los intereses de la mayoría. Yo emplazo a esos que se llaman demócratas y que creen que nosotros no somos demócratas, a que sencillamente compren fusiles para los guajiros, los obreros, los desempleados y toda la gente humilde del país; y que para demostrar que son demócratas y que creen que la mayoría los apoya, que les den fusiles: esa es la prueba suprema de la democracia, la prueba suprema de la democracia, darles fusiles a todas esas familias humildes, y entonces sí de verdad que estamos iguales, somos demócratas todos. Cuando el pueblo tiene fusiles, cuando un gobierno le da fusiles al pueblo, ese gobierno sí es demócrata, y esa es la prueba suprema. [...]
[...] ¿Cómo nos van a asustar a nosotros con un ejército profesional? Nosotros tenemos táctica y experiencia suficientes en el pueblo, para enfrentarnos a los ejércitos profesionales; los ejércitos profesionales no son para nosotros ningún problema. A nosotros lo que nos interesa es el pueblo y ese es el que tenemos junto a nosotros, para afrontar cualquier contingencia; y tenemos una fuerza de combate que si la fuéramos a pagar, valía 700 millones de pesos todos los años, porque podemos movilizar medio millón de hombres, de cubanos, a luchar.
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Una Revolución implica cambios que chocan con el estado social existente
Y en realidad revoluciones en el mundo ha habido muy pocas. La palabra incluso ha llegado en ciertas circunstancias a ser antipática por los hechos que bajo su manto se han tratado de cubrir, pero en verdad, que como todos nosotros sabemos por lo que hemos estudiado de historia, revoluciones en el mundo, es decir, cambios verdaderamente profundos y justos ha habido muy pocos [...]
Una revolución implica cambios, cambios que necesariamente chocan con el estado social existente y naturalmente que concita contra sí toda una serie de fuerzas poderosas, las fuerzas de los que han estado detentando el poder y los privilegios, las cuales lógicamente tratan de defender por todos los medios posibles esas ventajas que han estado disfrutando; no se resignan tranquilamente a perderlas, y los que conocen la historia de las revoluciones saben de las tremendas dificultades que han tenido que vencer para llegar a ser realidades, para obtener en muchas ocasiones una parte siquiera de lo que pretenden, porque son muchos y muy poderosos los intereses que se oponen a ella, y particularmente en nuestro caso cubano, porque contra nuestra Revolución no solo se concitan intereses internos, que los hay, no debemos cegarnos, y aunque nos duela tenemos que reconocer que contra ella se concitan poderosos intereses internos, no por el número, sino por sus recursos, por su influencia, por su maña e incluso porque cuentan a su favor con todas las ventajas que implica el estado de ruina, de incultura y los malos hábitos y vicios que durante años, decenas de años, y en ocasiones siglos, han sembrado en los pueblos. Y contra nuestra Revolución se concitan intereses extraños a la nación; puede decirse que se concitan todos los intereses que en los demás pueblos de nuestro continente temen a una revolución como esta, temen el triunfo de una revolución como esta. No porque cuando nosotros hagamos una ley revolucionaria los estemos perjudicando en sus propios intereses, sino porque la nación cubana está dando un ejemplo, porque todos los pueblos de América tienen puestos sus ojos en la nación cubana.
[...] No dejamos de comprender dónde está la razón de los que pagan las campañas que van contra la Revolución, movilizan recursos contra la Revolución, inventan argumentos contra la Revolución y comienzan a asociarse ya con los criminales de guerra, y en esto no invento, pero basta saber, ya no por informaciones que tenemos en nuestro poder, sino observando las coincidencias cada vez más señaladas, de las actitudes cada vez más audaces de los que dentro y fuera de la patria quieren que esta Revolución fracase. [...]
Cuando se hace una ley revolucionaria y justa donde el Estado empieza por dar sus tierras a los propios campesinos, donde el Estado, prácticamente, se queda sin tierras–si se exceptúan las destinadas a la reserva forestal o algunas otras con fines de beneficio nacional–, si se hace una Ley Agraria para recobrar incluso muchas de las tierras que le robaron al Estado, si se hace una Ley Agraria también para recuperar las mejores tierras de la nación en manos extranjeras [...]si gracias a esa reforma cientos de miles de campesinos van a disfrutar de la propiedad de la tierra, a esa ley que todavía deja considerable capacidad de tierra en manos privadas, se le califica de una ley antidemocrática, de una violación a los principios de la Constitución de la República, y se hacen campañas contra nosotros [...]. A Trujillo, a Somoza, a los criminales, a los grandes dictadores, a esos no se les dedica campaña, esos son prohombres de la democracia.
Esos son prohombres de la libertad, esos son prohombres de los sagrados derechos de la propiedad; nosotros somos totalitarios, enemigos de la democracia, enemigos del derecho de propiedad, pero vale decir dos cosas:
En primer término, cómo no calificaron de totalitaria la Constitución de 1940? Porque la Constitución de 1940 decía que la ley prescribe el latifundio y la ley señalará un máximo de extensión de tierra para determinar cada tipo de cultivo agrícola industrial. La ley señalará el máximo de extensión de tierra, mas como nunca la ley señaló el máximo, la Constitución era democrática, mas cuando se señala el máximo, como el máximo que se señaló no era de treinta mil caballerías sino de treinta, ¡ah! entonces la Constitución, la ley, no es democrática. La cuestión no estaba en la ley, la cuestión estaba en el límite. Si la Revolución hubiese establecido lo que venía bien a los grandes trusts extranjeros y a los grandes intereses de unos pocos, entonces esa hubiese sido la ley más democrática del mundo; si en vez de un tres y un cero, hubiésemos añadido dos más, tenga la seguridad de que ahora en vez de ser calificado el gobierno de totalitario y de antidemocrático, de abusador; de violador de la Constitución y de los sacratísimos derechos de esos intereses, yo estaría condecorado a estas horas por los latifundistas [...]
Estas tierras no son solo de nosotros, no son solo de los que hoy vivimos en Cuba, y sería egoísta pensar que la tierra es de los seis millones que vivimos hoy, porque todos nosotros, aunque no queramos, más tarde o más temprano, habremos desaparecido, y detrás de nosotros vendrán otras generaciones; estas tierras no son solo de nosotros, y mucho menos de unos cuantos de nosotros; estas tierras pertenecen también a las generaciones venideras, tendrán que vivir de ellas los doce millones del futuro [...]
(En el encuentro con abogados el 8 de junio de 1959. Tomado del periódico Revolución)
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Cuando se cuenta con los medios de hacer las cosas, se hacen, no se amenaza [...] |
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fidel fidel qué grande sos!!!
mi comandante cuánto valés! |
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