Reina, Protectora y Patrona de Cuba, su festividad se celebra el 8 de setiembre.
En el siglo XVI aumentó en Cuba la cría del ganado. Era necesario para los españoles en camino hacia los nuevos territorios. En 1598 comenzó la explotación del cobre en las montañas de la región oriental de la isla. A 15 leguas de las minas el gobierno español estableció el hato de Varajagua o Barajagua que contaba con mucho ganado. Por eso era necesaria la sal que prevenía la corrupción de la carne.
En los primeros años del siglo XVII, fueron a buscar sal en la bahía de Nipe dos hermanos indios y un negrito de nueve o diez años. Se llamaban respectivamente Juan de Hoyos, Rodrigo de Hoyos y Juan Moreno, conocidos por la tradición como "los tres Juanes". Mientras iban por la sal ocurrió la aparición de la estatua de la Virgen. He aquí el relato de Juan Moreno, dado en 1687, cuando tenía ochenta y cinco años:
«...habiendo ranchado en cayo Francés que está en medio de la bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar calma salieron de dicho cayo Francés antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante, embarcados en una canoa para la dicha salina, y apartados de dicho cayo Francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios "parece una niña", y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: "Yo soy la Virgen de la Caridad", y siendo sus vestiduras de ropaje, se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto, llenos de alegría, cogieron sólo tres tercios de sal y se vinieron para el Hato de Barajagua...»
El administrador del término Real de Minas de Cobre, Don Francisco Sánchez de Moya, ordenó levantar una ermita para colocar la imagen y estableció a Rodrigo de Hoyos como capellán.
Una noche Rodrigo fue a visitar a la Virgen y notó que no estaba allí. Se organizó una búsqueda sin éxito. A la mañana siguiente, y para la sorpresa de todos, la Virgen estaba de nuevo en su altar, sin que se pudiera explicar, ya que la puerta de la ermita había permanecido cerrada toda la noche.
El hecho se repitió dos o tres veces más hasta que los de Barajagua pensaron que la Virgen quería cambiar de lugar. Así se trasladó en procesión, con gran pena para ellos, al Templo Parroquial del Cobre. La Virgen fue recibida con repique de campanas y gran alegría en su nueva casa, donde la situaron sobre el altar mayor. Así llegó a conocerse como la Virgen de la Caridad del Cobre.
En el Cobre se repitió la desaparición de la Virgen. Pensaron entonces que ella quería estar sobre las montañas de la Sierra Maestra. Esto se confirmó cuando una niña llamada Apolonia subió hasta el cerro de las minas de cobre donde trabajaba su madre. La niña iba persiguiendo mariposas y recogiendo flores cuando, sobre la cima de una de las montañas vio a la Virgen de la Caridad.
La noticia de la pequeña Apolonia causó gran revuelo. Unos creían, otros no, pero la niña se mantuvo firme en su testimonio. Allí llevaron a la Virgen.
Desde la aparición de la estatua, la devoción a la Virgen de la Caridad se propagó con asombrosa rapidez por toda la isla a pesar de las difíciles comunicaciones.
Fue en el Cobre, en 1801, que los mineros, alentados por el Padre Alejandro Ascanio, obtienen la libertad por Real Cédula del 7 de abril.
Con los años se adquirió un recinto mayor para construir un nuevo santuario que pudiese acoger al creciente número de peregrinos, haciéndose la inauguración, con el traslado de la Virgen el día 8 de Septiembre de 1927.
Durante la guerra de independencia, las tropas se encomendaban a la Virgen de la Caridad. No es que se pueda ver a la Virgen como una aliada en la guerra. Mas bien ella, como madre, sufre y se preocupa de todos, busca la paz entre sus hijos, finalmente cuando los corazones no le permiten otra cosa, busca atenuar los odios y fomentar la reconciliación y el perdón.
Después de la guerra de independencia, los veteranos pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En documento firmado el día 10 de Mayo de 1916 por el Cardenal Obispo de Hostia, Su Santidad Benedicto XV accedió a la petición, declarando a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona Principal de la República de Cuba y fijando su festividad el 8 de Septiembre.
En 1977, el Papa Pablo VI eleva a la dignidad de Basílica al Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
Durante los meses de preparación para la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, diez imágenes peregrinas de la Virgen de la Caridad recorrieron las distintas diócesis del país con gran respuesta del pueblo.
El 24 de enero de 1998, en la homilía que Su Santidad Juan Pablo II pronunció durante la celebración eucarística en Santiago de Cuba momentos antes de coronar la venerada imagen, le recordó a los cubanos lo siguiente: «Amados fieles, no olviden nunca los grandes acontecimientos relacionados con su Reina y Madre. Con el dosel del altar familiar, Céspedes confeccionó la bandera cubana y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la libertad. Los valientes soldados cubanos, los mambises, llevaban sobre su pecho la medalla y la "medida" de su bendita imagen. El primer acto de Cuba libre tuvo lugar cuando en 1898 las tropas del General Calixto García se postraron a los pies de la Virgen de la Caridad en una solemne Misa para la Declaración mambisa de la Independencia del pueblo cubano. Las diversas peregrinaciones que la imagen ha hecho por los pueblos de la Isla, acogiendo los anhelos y esperanzas, los gozos y las penas de todos sus hijos, han sido siempre grandes manifestaciones de fe y de amor». La Virgen de la Caridad fue coronada por S.S. Juan Pablo II como Reina y Patrona de Cuba.
El rostro de la imagen es de barro cocido, recubierto de una pulida capa de fino polvo blanco, posiblemente pasta de arroz, y su tez ha sido pintada de color moreno; es interesante notar que su color original tendía más al rojizo indio, pero en la última restauración se prefirió conservar en su tez el color mestizo moreno al que sus fieles están acostumbrados. La profunda renovación de la imagen realizada hace pocos años sacó a la luz los finos rasgos que innumerables capas de pintura habían desfigurado. Una nariz bien formada y un rostro de hermosas proporciones con grandes y amorosos ojos, comunican una dulce nobleza e invitan a la confianza y a la oración. La Virgen de la Caridad del Cobre mide aproximadamente unos 84 centímetros. La imagen se apoya en una brillante media luna, cuyas puntas inclinadas hacia abajo, enmarcan la nube de plata en la que se asoman tres querubines de alas doradas.
El Niño que la imagen nos muestra a su izquierda, levanta una de las manos en actitud de bendición, y en la otra sostiene un globo terráqueo de oro rematado en pedrería. Arropa la imagen un pesado manto, que le confiere una forma triangular típica.
Sus vestiduras originales eran blancas, sin embargo la imagen posee trajes color de oro o de plata, regalo de sus hijos agradecidos. Por ser Nuestra Señora de la Caridad un símbolo importante de la nacionalidad cubana, las estatuas populares acostumbran a representarla vestida con túnica blanca, manto azul y con el niño vestido de rojo; colores de la bandera cubana.
El traje que viste en la actualidad, copia de otro antiguo, es de grueso lamé bordado en hilos de oro; en su falda ostenta el escudo nacional de la República de Cuba.