Cuando abordó el rústico bote casero junto a otros 31 cubanos el mes pasado, Miguel López Maldonado tenía solo 18 años y la decisión de abandonar Manzanillo en busca de otro futuro en Estados Unidos. Pero el motor del bote se rompió un par de días después, dejando la embarcación a la deriva durante tres semanas.
Uno a uno los pasajeros fueron muriendo de sed y los que sobrevivieron no tuvieron más opción que tirar los cadáveres al mar. Guando fueron localizados por la marina mexicana a unos 240 kilómetros de Puerto Progreso, en la Península de Yucatán, 15 —incluyendo a López Maldonado— habían muerto. De los 17 rescatados, dos fallecieron más tarde, uno de ellos ya en el hospital, informa Reuters.
Varias versiones sobre el hecho se han publicado desde que los balseros fueron rescatados por la Armada mexicana. En un primer momento, las informaciones indicaron que de Manzanillo, Granma, habían partido 25 personas.
Más tarde, declaraciones de familiares en la Isla, dieron otra dimensión a la tragedia: advirtieron que el grupo inicial estaba compuesto por 32 personas.
"No sé si nosotros somos conformistas y nos hemos conformado con lo que tenemos (...) Desde que tenía 15 años mi hijo quería irse de Cuba, no quería vivir en este país", dijo quebrado en llanto Miguel López Vega, padre López Maldonado, sentado en la sala de su casa mientras vecinos desfilaban en silencio.
La tragedia es la peor de una embarcación cubana en dos décadas, según Reuters. Pero el viaje desesperado no es un caso aislado. Residentes en Manzanillo, una ciudad con más de 130.000 habitantes, calculan que cuatro o cinco botes con hasta 30 pasajeros parten la localidad en las semanas en las que el clima es favorable.
Los viajeros que subieron al bote junto a López Maldonado tenían entre 16 y 40 años. Pagaron entre 400 y 600 CUC cada uno por la travesía. La tarifa incluía la construcción de la embarcación, el combustible y los víveres.
Un termómetro de las reformas
El aumento de cubanos que se lanzan la mar desde varios puntos del país muestra la fragilidad de las reformas económicas ordenadas por Raúl Castro.
Joaquín de La Paz, mecánico de un molino de arroz que perdió a dos hijos y dos nietos en la tragedia, dijo que ellos estaban desesperados por los problemas económicos y por las pocas oportunidades en Manzanillo, que alguna vez fue un puerto activo que despachaba el azúcar de campos cercanos.
De La Paz, de 62 años, contó que aunque sus hijos trabajaban, una como profesora y el otro como empleado en el Ministerio de Salud, el dinero no les alcanzaba para cubrir sus necesidades.
"Los muchachos están mirando que personas que nunca han tenido ni una bicicleta se van y al año vienen y ven cómo la familia cambia", comentó sosteniendo las fotos de sus familiares fallecidos.
"Y yo en 43 años de trabajo no he podido adquirir nada, lo que he podido adquirir es más tristeza y más desgracia para mi familia", sostuvo.
A último momento, una de sus nietas decidió no acompañar a su madre y a su hermano, uno de los rescatados que murieron más tarde en México. Pero De la Paz cree que la joven podría partir en algún momento.
"Con el tiempo no va a quedar un muchacho de estos aquí, toda esta juventud que está aquí se va también", dijo el hombre.
La esposa de De la Paz, Xiomara Milán, sollozaba junto a él al recordar cómo criaban cerdos para alimentar a la familia. Confesó que su única esperanza era que su nieto fuera devuelto para ser sepultado porque su familia no tenía dinero para repatriar el cuerpo.
Familiares y vecinos dijeron que solo la Iglesia Católica les ofreció consuelo. El Gobierno y los medios de comunicación estatales no han dicho una palabra sobre la tragedia.
Parientes dicen que la única información que recibieron llegó directamente de los sobrevivientes detenidos por autoridades migratorias en México, a quienes se les permitió hacer dos llamadas a la semana.
Una conmovedora misa por las víctimas fue celebrada el viernes en la principal iglesia católica del pueblo, donde se rezaron plegarias "por todos los que se sienten con la necesidad de encontrar otro país para vivir", urgiendo a los que quieren partir a que busquen "las vías más seguras para sus vidas".
También hubo una oración para que las autoridades cubanas "logren el necesario progreso material y espiritual".
Los familiares de los sobrevivientes están pidiendo a las autoridades mexicanas que no los deporten a Cuba, y que les permitan seguir su viaje a la frontera con Estados Unidos.
Niurka Aguilar, la madre de 47 años de una de las sobrevivientes, Maylin Pérez, dijo que fue el quinto intento de su hija de 30 años de abandonar la Isla. Ella esperaba reunirse con su esposo, que logró hacer el viaje y ahora vive en Texas.
"Si la viran, se va a volver a ir. Lo que pido es que la dejen llegar a Estados Unidos", dijo.
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