¿Solo el 25% de la población cubana está sumida en la pobreza? Quien recorra La Habana no tarda en suponer que esa estadística es falsa.
"¿Qué opinas sobre el nuevo modelo económico?"
"Que es pura mierda."
"¿No crees que Raúl arregle el desbarajuste, 'sin prisas, pero sin pausas?'"
"Bah, eso significa que necesitaremos otros 50 años para darnos cuenta de la gran metedura de pata."
Quien responde así no es un crápula, es un ingeniero de 43 años propietario de un taxi particular (almendrón), con ganancia neta de alrededor de 800 pesos diarios (26 euros). Él revela que los impuestos, la compra de combustibles, los remiendos mecánicos del cacharro y los inspectores y policías corruptos, ya lo tienen al borde de la quiebra.
Compartimos un banco del parque localizado en las calles 15 y 16 en el Vedado. Al frente, una efigie dedicada a Wilfredo Lam. Al fondo, una iglesia. Por los alrededores circulan transeúntes, niños juegan, ancianos permanecen ensimismados en sus tertulias, mientras algunos alcohólicos se meten un cañangazo.
"Cuba es un país sin futuro", afirma. Luego señala a un fiñe que corretea con una carriola: "Ese es mi hijo, lo matriculé para que aprenda inglés con un profesor particular. Estoy luchando para largarme para los Estados Unidos".
"En Cuba resulta imposible edificar un negocio próspero", añade. "Nadie puede soñar con tener algún día una flota de carros y crear una veintena de empleos, porque te peleas con el 'abusador del barrio' (el Gobierno)."
"Con el poder todo, y contra el poder nada", sentencia. "Aquí, el billete contante y sonante está predestinado a los corruptos y los hijos de papá. Está probado que trabajando nadie se hace rico, así que después que venda el almendrón, la casa y la madre de los tomates, me largaré pa’l carajo."
Hurgando en la realidad
"¡La cosa, se pondrá peor!", exclamó Chicho, otro cuentapropista del barrio que se dedica a vender helados de barquillo. "Pronto prohibirán la venta de helados, panes y galletas. ¿Cuál es la razón? Pues resulta que ahora dicen que los vendedores particulares le están haciendo la competencia al Estado."
Otro vecino (con doble ciudadanía) dedicado a la importación de ropa y otros artículos por encargo, argumenta que a consecuencias de la nueva restricción aduanera ya no puede recuperar el dinero invertido en el pasaje. "Ahora el cubano tiene que elegir la ropa que le guste o no le guste en las trapi-shopping o en las TRD. El motivo de las trabas es que el Gobierno no está calificado para competir con el sector privado", apunta.
¿Por qué los precios siguen tan altos?, averiguamos con un cooperativista a quien le arrendaron un área estatal para vender viandas y hortalizas. "Me entregaron el local totalmente desbaratado y lo tuve que reparar", responde. "Yo solo trato de recuperar mi inversión. La gente nos exige a nosotros, pero nadie le pide al Gobierno que rebaje los impuestos."
Chorreando sangre, pedazos de carnero son estibados hasta los mostradores del agromercado de 17 y K. La falta de higiene nos recuerda los expendios de la Edad Media recreados en las películas hollywoodenses. En medio de una nube de moscas se ofertan carne de carnero, pollo y piltrafas de cerdo. Todos los precios de la libra se fijan en los 25 pesos, los posibles compradores (todos humildes) pasan, observan y siguen de largo. "Por un socialismo próspero y sostenible", reza un grafiti en las proximidades. Entretanto, Ramón, un chofer de 59 años, se detiene frente al cartel, para llevarse la mano a la entrepierna y zarandearse los testículos.
En las shopping, la gente se apiña en los refrigeradores para escoger ―cuando aparecen― las ofertas más baratas, como el picadillo de pavo, hígado de pollo, mollejas, hamburguesas o salchichas canadienses. "El precio del resto de los cárnicos no está apto para todos los monederos", indicaba una anciana que buscaba con insistencia la bolsa de pollo más barata, mientras Raymundo, un jubilado de 78 años, asevera: "A juzgar por los precios, las papas, los ajos y las cebollas, compiten con la langosta por la categoría de comestible de lujo".
Hace más de 6 meses, Mireya, otra anciana de 75 años, envío su refrigerador marca HAIER al taller de Zapata y 25 en el Vedado, después que la pelotearon inmisericordemente (a causa de que los mecánicos atienden con prontitud solo a quienes le pagan por la izquierda). El precio de la reparación ascendió a más de 900 pesos y Mireya debió hacer una colecta para liquidar la cuenta. Ella solo recibe 266 pesos de pensión mensual, un monto que no le alcanza ni para mal comer. "¡Dios mío, una colecta!", exclama, "yo creía que solo eran rezagos del capitalismo".
El 95% de las edificaciones de la capital están en el límite de su vida útil. Las esquinas llenas de basura. Los derrames albañales son permanentes. El transporte urbano está colapsado y, según Armando, un farmacéutico de 54 años: "No necesitamos disfrazarnos de extraterrestre como Silvio Rodríguez, para convencernos de que el pueblo esta jodido o, mejor dicho, requetejodido".
La historia oficial
Contradiciendo la realidad, el Centro Félix Varela y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales ―ambos oficialistas― estiman que el solo el 25% de la población cubana está sumida en la pobreza y, según estudios, los negros y las mujeres se apretujan en la parte más estrecha del embudo. Los pocos informados se preguntan: "¿Y cuál es el límite de pobreza para Cuba?"
Estancamiento de la economía, terapias de choque, centralismo, incapacidad de la empresa socialista, bajo desarrollo de las fuerzas productivas, ínfimos incentivos, etc., son las críticas hechas por renombrados economistas al nuevo modelo económico en una serie de entrevistas de la autoría de Ariel Terrero, director del Instituto Internacional de Periodismo "José Martí", publicadas en el blog oficialista Cubaprofunda, bajo el título "Doce economistas en pugna". Por su parte, el portal Cubadebate reprodujo el mismo texto con este sobrenombre eufemístico: "¿Qué está pasando con la economía cubana?". Se presume que dicho artículo causó la destitución del ministro de economía Adel Yzquierdo.
"Se nos está pasando la anestesia del nuevo modelo económico", indica Roberto, un economista de 48 años. "Mientras los frijoles, la carne y la leche no lleguen a las mesas cubanas y sigamos aterrillados con la doble moneda y los bajos salarios, las reformas seguirán siendo una ficción. El 'bloqueo' ya no es el villano que tiene que ahogarse en el estercolero, las culpas apuntan al Gobierno cubano que no acaba de liberalizar la economía".
A la pregunta de qué expectativas esperamos para diciembre, cuando se reúna la Asamblea Nacional, responde Roberto: "Lo lógico es que Marino Murillo no vuelva a rumiar la misma choricera de lineamientos y nuevo modelo económico, porque la economía dejó de crecer y los ajustes urgen. Por infortunio, en la viña del Señor todo puede suceder y, mientras nuestro parlamento siga idolatrando las unanimidades, las decisiones las seguirán tomándolas unos pocos…. Sabes, si yo fuera diputado le recomendaría a Raúl Castro: 'Salga a la calle y mírele la cara a la gente, mi General'".
Y concluye: "Al no existir una alternativa opositora al régimen, se deduce que a los dirigentes se les importará un bledo el sufrimiento de un pueblo, que no tiene el derecho a emitir votos directos para sacarlos del poder. Pero debemos reconocer, que los principales culpables del meollo somos nosotros, por terror a curarnos de espantos y sacarnos el alien que se nos metió en el cuerpo".