|
General: Decenas de estudiantes desparecidos tras un ataque de la policía en México
Elegir otro panel de mensajes |
|
De: t-maria2 (Mensaje original) |
Enviado: 01/10/2014 13:57 |
Decenas de estudiantes desparecidos tras un ataque de la policía en México
Tras el estallido de violencia del pasado fin de semana en Guerrero, estado del sur de México, decenas estudiantes de magisterio llevan desaparecidos 72 horas
La pequeña localidad de Iguala, en el convulso estado de Guerrero, lleva cuatro días sin ver el sol. El estallido de violencia que este fin de semana ensombreció la ciudad y que acabó con seis muertes y 17 heridos sigue deparando amargas sorpresas: la última ha sido la desaparición de decenas de estudiantes de magisterio, los llamados normalistas, que fueron blanco de los ataques armados de agentes municipales, comandos parapoliciales y muy posiblemente también sicarios. Aunque se sospecha que la mayoría permanecen escondidos por miedo a la represión policial, la falta de datos y, sobre todo, la incapacidad de las autoridades para encontrarles ha alentado los peores escenarios. La movilización emprendida por sus compañeros, padres y profesores ha permitido dar con algunos, y de los 58 desaparecidos iniciales, anoche, al cierre de esta edición, quedaban aún unos 40 por encontrar. "Una de las estrategias es dispersarse y no quedar en grupo. No es la primera vez que sucede un caso de esta naturaleza. Tenemos fe en que sea esto lo que está pasando”, señaló el presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Guerrero, Ramón Navarrete. El Gobierno estatal, en un gesto que evidencia su desesperación, ha pedido ayuda a la población para que aporte pistas. Nadie habla aún de muertes, pero los carteles con los rostros de los desaparecidos auguran una nuevo capítulo negro en México. Veintidós agentes municipales han sido detenidos por los crímenes.
La ferocidad de los ataque de Iguala (130.000 habitantes) ha superado los patrones habituales del enfrentamiento entre la policía y los normalistas. La historia de este pulso data de años y está plagada de sucesos oscuros; el último ocurrió el 12 de diciembre de 2011, cuando dos estudiantes fueron asesinados en la autopista del Sol. El caso nunca se esclareció, pero los dedos de sus compañeros apuntaron a las autoridades locales.
A 300 policías se les requisaron las armas para determinar su responsabilidad en los hechos
El pasado fin de semana, esta tensión, por motivos que se desconocen, se disparó. El viernes, terminadas las clases, los normalistas de la escuelas de magisterio de Ayotzinapa, donde viven en régimen de internado, habían acudido a Iguala a recaudar fondos, el denominado boteo. Estos estudiantes, fuertemente ideologizados y que en ocasiones actúan armados con barras y palos, se han constituido en un pequeño poder autónomo dentro de un estado salvaje como es Guerrero, considerado el más peligroso de México junto con Tamaulipas. Sobre las nueve de la noche, se dirigieron a la central de autobuses. Allí tomaron varios vehículos. “Lo hacen a menudo, y los conductores lo saben; como no tienen dinero, esperan a que los transportes se queden sin viajeros y piden que les lleven hasta su destino”, cuenta un vecino de Iguala. El objetivo era viajar hasta la escuela de Ayotzinapa. Algunas versiones sostienen que allí pensaban retener los autobuses para acudir con ellos a la Ciudad de México el próximo jueves y participar en los actos en memoria de la matanza estudiantil de Tlatelolco de 1968. “Ni hubo rapto ni amenazas; habíamos hablado con los chóferes de los autobuses y accedieron a hacernos el favor de llevarnos a la escuela normal”, explicó un estudiante a los medios locales.
Al salir los vehículos, llegó la policía municipal. El intento por cerrarles el paso acabó a balazos. Pero los estudiantes lograron superar el cerco. Por poco tiempo. A escasos kilómetros, en la avenida del Periférico Norte, fueron interceptados nuevamente. En esta ocasión, el tiroteo fue brutal. En el ataque participaron policías municipales y también, según han revelado grabaciones en poder de la procuraduría, grupos de civiles. Dos normalistas murieron; otros cinco resultaron heridos graves.
Los estudiantes, aterrorizados, huyeron por la ciudad. Decenas de ellos aún no han aparecido. Pero la noche de terror aún no había terminado. De madrugada, un autobús que transportaba a un equipo de fútbol de Tercera División, Los Avispones de Chilpancingo, fue asaltado en una carretera federal. Los atacantes eran hombres encapuchados, posiblemente vinculados al narco. Murieron un menor futbolista, el conductor del autobús y una mujer que viajaba en taxi. Aunque se especula que la agresión se debió a que el transporte fue confundido con uno de los vehículos tomados por los normalistas, las causas de este asalto aún no han sido aclaradas. Para rematar esta efusión de violencia, en la misma avenida Periférico Norte donde se registró el ametrallamiento de los estudiantes, fue hallado por la mañana un cadáver desollado y con las cuencas de los ojos vacías. El lunes fue identificado como un normalista. El tercer estudiante asesinado.
El pánico desatado por estas muertes convirtió Iguala en una ciudad vacía. Comercios y bares cerraron sus puertas. El espanto de los asesinatos movilizó a las autoridades. Durante el fin de semana, la localidad fue tomada por fuerzas estatales. La Comisión de Defensa de Derechos Humanos envió a 10 visitadores para esclarecer lo ocurrido. El presidente Peña Nieto pidió el martes al Gobierno de Guerrero que asuma la responsabilidad de la violencia que se vive en la zona. "El Gobierno federal no puede sustituir las responsabilidades que tienen los gobiernos estatales", señaló, y añadió que los tiroteos en Iguala son un "hecho lamentable" que merecen una investigación profunda.
A 300 policías se les requisaron las armas para determinar su responsabilidad en los hechos. Finalmente, 22 fueron detenidos y enviados a Acapulco ante la posibilidad de hubiese un intento de liberarles. Cientos de padres y compañeros de los estudiantes han salido a la calle para exigir el esclarecimiento de los hechos y la reaparición “con vida” de los normalistas desaparecidos. El alcalde de Iguala, José Luis Abarca, sobre quien recae el peso político de la barbarie sufrida por los estudiantes se ha negado a dimitir y en un ejercicio de cinismo ha asegurado que esa noche “no oyó nada”. La procuraduría investiga su participación. El PRD, su partido, ha pedido que presente su dimisión.
Esta oleada de violencia se desata en un momento especialmente sensible en México. La matanza de 22 supuestos narcos a manos de militares en Tlatlaya, en una zona próxima al estado de Guerrero, ha puesto a México en el punto de mira de las organizaciones humanitarias. Aunque ocho militares han sido detenidos por la sangría, los relatos de abusos policiales y ejecuciones extrajudiciales son extremadamente frecuentes y en su mayoría, como ha alertado el relator de la ONU Christof Heyns, quedan impunes.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 4 de 4
Siguiente
Último
|
|
Camino a la muerte
Recorrido por la montaña de Guerrero y las fosas en las que los narcopolicías detenidos dicen haber asesinado y quemado a los estudiantes mexicanos
El Camino Real de Iguala, una vereda de tierra y piedras con casitas humildes a los lados, se estrecha hasta hacer imposible el paso de los coches. A partir de ahí hay que abrirse camino a machetazos; se dice en el lugar que hasta los perros llevan un machete encima. Esta es la senda —una hora a pie monte arriba— que conduce al cerro de Pueblo Viejo, donde las autoridades mexicanas encontraron 28 cadáveres calcinados. Lo que queda de la matanza que tiene en vilo a México es un cinturón, un sombrero de paja colgado en la rama de un árbol, unos pantalones de mujer y algunos restos óseos que el servicio forense parece haberse olvidado. Se trata de un lugar apartado, semiselvático, casi inaccesible: territorio con el sello del narco.
La reconstrucción que los investigadores están haciendo del caso sitúa en el principio de este camino a la muerte de los estudiantes de magisterio desaparecidos hace más de una semana. La policía municipal, según esta versión ofrecida por sicarios y agentes detenidos, detuvo a los jóvenes después de reventar un acto de la mujer del alcalde de Iguala (de unos 140.000 habitantes) y tras secuestrar unos autobuses con los que pretendían desplazarse. En un primer tiroteo por las calles de la ciudad mataron a dos de los estudiantes. El resto, en un número todavía por determinar, fueron trasladados al patio de la comisaría y allí supuestamente entregados a unos sicarios de un cartel llamado Guerrero Unido. Los narcotraficantes estaban molestos por la intromisión en su territorio de estos chicos, de entre 19 y 23 años, a los que consideraban unos alborotadores.
Vimos que los policías se los llevaron. Se están queriendo lavar las manos diciendo que fue el crimen organizado
Un portavoz de los estudiantes
"Los asesinos tuvieron que llegar hasta esta bifurcación en camionetas y trasladar a las víctimas a pie. No hay de otra", dice un guía en las faldas del cerro. El camino escarpado de unos dos metros de ancho, rodeado de espesa vegetación y lianas que hay que esquivar, comienza a estrecharse tras 20 minutos de caminata. A partir de ese momento, solo se puede ir en fila india. "Ya podemos oler la putrefacción", añade un miembro de la comitiva de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que inició este lunes la ascensión hasta las fosas. Los servicios de rescate han dejado a su paso mascarillas, botas y cubrebocas tirados en el suelo. El último tramo que lleva hasta la zona donde se encontraron los cadáveres es especialmente empinado y desde ahí ya se puede observar la cinta amarilla de la policía: "Precaución".
Las fosas se encuentran en medio del cerro, en una hendidura oculta tras los árboles. La maleza, las pendientes y los animales salvajes convierten el lugar en territorio inalcanzable para las autoridades. Ha sido durante años escondite de los carteles. Ocultarse en el monte es una costumbre muy arraigada en la tradición guerrillera de la región. Aquí, creen los investigadores, los sicarios ejecutaron a las víctimas y las fueron arrojando a los agujeros cavados esa misma noche. Colocaron cuerpos, troncos de madera y más cuerpos formando una pira que encendieron con gasolina. Los restos de la fogata —ropa, botellas, colillas— aún pueden apreciarse. Se necesitaron de cuatro y hasta cinco miembros del Servicio Médico Forense (Semefo), sujetados por una cuerda, para bajar los cadáveres. Las pruebas de ADN para confirmar la identidad de los fallecidos se puede prolongar durante semanas que pueden hacerse eternas en una situación tan tensa como la actual.
Las familias de los estudiantes, también llamados normalistas, no han visitado las fosas porque no creen que sean los restos de los suyos y dudan de la versión oficial que habla de la connivencia entre el narco y la policía. Iguala está lleno de carteles con la cara de los alumnos desaparecidos y una oferta de recompensa de 77.000 dólares para quien de una pista que conduzca hasta ellos. "Vimos que los policías se los llevaron. No puede ser posible que fuera el crimen organizado. Nosotros no les hemos hecho nada a ellos. Se están queriendo lavar las manos diciendo que fue el crimen organizado", dijo este lunes un portavoz de los estudiantes que pertenecían a la escuela de un municipio cercano, el de Ayotzinapa. El caso que ha movilizado al presidente Enrique Peña Nieto y ha puesto en cuestión la capacidad de controlar el territorio del gobernador de Guerrero presenta todavía muchas incógnitas. El alcalde de Iguala y su jefe de policía, de quien se sabe desde hace un año por informes federales que trabajaban para el narco, están prófugos.
A un lado de la vereda por la que transitaron asesinos y víctimas vive un taxista. El domingo bautizó a su hija más pequeña en una carpa que montó con la ayuda de un cuñado. Los invitados bebían tequila y comían carnitas mientras el servicio forense bajaba del monte los cadáveres encontrados. Policías y militares que llevaban horas trabajando sin descanso en la recuperación de los cuerpos se unieron al banquete. El taxista no puso muy alta la música por respeto a los muertos pero fue a la tienda a comprar más alcohol y comida para consolar a los vivos.
|
|
|
|
La policía se alió con los narcos en la matanza de estudiantes en México
El fiscal señala también al alcalde del municipio donde ocurrió la matanza y buscará procesarlo
Martes, 7 de octubre del 2014
Los padres de los estudiantes asesinados rezan frente a un altar erigido en Ayotzinapa, en memoria de las víctimas de la matanza.
El jefe de la policía ordenó detener a los estudiantes y el jefe de los narcos ordenó que los mataran. Así resumía este lunes el fiscal del estado mexicano de Guerrero, Iñaky Blanco, la oscura trama que hace 11 días disolvió a tiros una manifestación en Iguala y secuestró a 43 estudiantes de magisterio para llevarlos a una muerte atroz. Hasta 28 cuerpos calcinados, «algunos completos y otros fragmentados», aparecieron en seis fosas comunes el pasado fin de semana; ayer eran analizados por los forenses, mientras las lágrimas y gritos de familias y estudiantes llegaban hasta la autopista.
Las autoridades de Guerrero se dieron «entre 15 días y dos meses» para confirmar identidades, pero el fiscal Blanco reveló las confesiones de cuatro sicarios del grupo Guerreros Unidos, quienes aseguraron que 17 estudiantes que iban en un autobús fueron trasladados a ese paraje de Pueblo Viejo, un lugar que los vecinos de Iguala conocían ya como «el cementerio de los narcos». Blanco insistió en que no podía adelantar que se tratara de ellos y explicó: «Los cuerpos fueron colocados sobre una cama de ramas y troncos, y rociados con una sustancia inflamable acelerante, que pudo ser diésel, gasolina o petróleo».
La orden
Cuando ya tenía a 33 sospechosos detenidos, entre policías y narcos, el fiscal guerrerense señaló: «Fue el director de seguridad pública municipal de Iguala, Francisco Salgado, quien dio la orden de detener a los estudiantes, en tanto que la instrucción de matarlos provino de un sujeto apodado 'el Chucky'. Iñaky Blanco dijo que también se busca al alcalde de esa población, José Luis Abarca, y se le levantará la inmunidad para poder procesarlo. En otro lado, varios estudiantes recordaban «las imágenes de sangre» de aquel sábado en que municipales y pistoleros dispararon a matar.
Llegaron a Iguala en autobuses desde su Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Y cuando se retiraban, las patrullas de los municipales les cortaron el paso, los ametrallaron y «se llevaron a muchos». Uno de los alumnos, que «iba en el tercer autobús», recuerda que bajó con un compañero para tratar de apartar, junto a otros, el vehículo policial que impedía el paso. «Entonces nos empezaron a disparar y a él le pegó una bala en la cabeza», explica. «Vi un charco de sangre, grité y cuando intentamos tirar de él nos 'rafaguearon' otra vez y ya desde entonces fue una descarga continua contra nosotros», añade.
Los casquillos
Tras las ráfagas, los propios municipales recogían los casquillos. El estudiante afirma que incluso les gritó: «¿Qué hacen, cabrones?» Dispararon contra el autobús, lo rodearon, bajaron encañonados a los estudiantes. «Los acostaron en el suelo y se los fueron llevando en grupos. Los subieron a las patrullas. Eran como 30». Al menos seis personas, entre ellas tres de los conocidos como «normalistas» (por su escuela Normal), murieron esa noche. Y ese fin de semana familias y estudiantes contaron hasta 43 desaparecidos, «la mayoría de primer curso» de esa escuela de magisterio cuya puerta proclama: «Ayotzinapa, cuna de la conciencia social».
Después de una semana de manifestaciones y reclamos, los estudiantes y los familiares siguieron exigiendo ayer «la aparición con vida de los 43 desaparecidos» y cortaron el tránsito en el autopista del Sol, que baja de la capital a Acapulco. Los organismos de derechos humanos pidieron también que las autoridades «no se limiten a lo encontrado, sino que den prioridad a una búsqueda de personas vivas».
A última hora de ayer, el presidente, Enrique Peña Nieto, ordenó a su Gabinete de Seguridad «conocer la verdad» de unos hechos que calificó de «indignantes, dolorosos e inaceptables». La intervención federal, con la «profunda investigación» exigida por el presidente, no disipó la conclusión del sacerdote Alejandro Solalinde, conocido activista defensor de inmigrantes: «México es una tumba clandestina, porque todo lo enturbian y no hay claridad en la justicia mexicana» |
|
|
|
MÉXICO Víctimas de la narcoguerra
'Le arrancaron la piel y los ojos'
-
No está claro quién mató a los 43 estudiantes, si fueron narcos o si fue la policía
-
"Lo acontecido es uno de los sucesos más terribles de los tiempos recientes", dice la ONU
Familiares de asesinados en las fosas comunes celebran un funeral en Ayotznipa. YURI CORTEZ AFP
JACOBO G. GARCÍA Especial para EL MUNDO Ayotznipa (México)
Actualizado: 07/10/2014 06:55 horas
Fue una masacre. A mi compañero le pegaron un tiro en la cabeza y se debate entre la vida y la muerte. Yo tengo un disparo en la pierna y al 'Chilango' le arrancaron los ojos y la piel de la cara. Faltan además 43 compañeros de esta escuela y no pararemos hasta que los entreguen, explica Juan, un alumno que la noche del 26 de septiembre se libró por poco de estar en una de las seis fosas que conmocionan a México.
"Éramos unos 80 alumnos, salimos a por tres autobuses como habíamos hecho otras veces. Solemos 'tomarlos prestados' un par de días par ir a las manifestaciones, en esta ocasión a la del 2 de octubre en la Ciudad de México que rememora la matanza de Tlatelolco, y luego los devolvemos".
En la pista de baloncesto de la escuela de magisterio de Ayotzniapa, junto a retratos de Lenin o Marx, Juan Pérez (nombre ficticio) traga lágrimas y saliva con cada frase. Mientras enrolla en la palma de la mano una tortilla de maíz, hace pausas largas para explicar la noche más siniestra que se recuerda, misma en la que desaparecieron 43 compañeros de magisterio que nadie ha vuelto a ver y que se intuye pueden estar en las fosas encontradas el domingo.
Piel oscura, pantalón rasgado y unas ropa tan limpia como remendada infinidad de veces. "Íbamos con los autobuses cuando una patrulla se puso delante y nos cortó el paso. El policía que la conducía salió corriendo y varios alumnos bajamos para moverla. Yo estaba delante con mi compañero 'La garra' moviendo el coche cuando oí un balazo, miré y me di cuenta que estaba en el suelo y su cabeza echaba sangre sin parar. De repente aparecieron muchos más policías que disparaban sin parar. Ráfagas que venían de todos los sitios hasta que otra bala me alcanzó a mí en la rodilla. Como pude corrí al autobús y durante veinte minutos rodearon el vehículo y abrieron fuego a mansalva, sin parar. Los cristales, las ruedas, la chapa...todos estaba destrozado y lleno de agujeros mientas aguantábamos tirados en el piso del bus, bajo los coches, escondidos.
En la segunda refriega aparecieron más policías que disparaban al resto de estudiantes que bajaron de los otros autobuses. Juan ya herido vio entonces como a otro 'compa' le daban en la boca y le dejaban en carne viva todo lo que va desde la frente al mentón.
"Nos estaban masacrando los policías en la calle Gálvez. Luego llegó otro vehículo con más gente armada que siguió abriendo fuego. Todos corrimos del lugar intentando escapar pero nos agarraron por la fuerza y metieron a los compañeros en la patrulla. Estaban muy bien coordinados y yo escapé de milagro. En un primer momento pensé que irían a comisaría pero cuando volví al lugar, unas horas después encontré a 'El chilango', tirado en el piso. Le habían arrancado la piel de la cara y le habían vaciado las cuencas de los ojos. Parecía una calavera. Ahí supe que esto era distinto" concluye entre lágrimas.
Tras la matanza se destapó la gran olla podrida que son algunos municipios como el de Iguala donde la policía está en la nómina del crimen organizado. La policía Federal (nacional) fue a por el alcalde pero este había huido un minuto antes. Luego detuvo a los 22 policías municipales que participaron en la matanza. Gracias a la confesión de uno de ellos, que reconoció haber matado a 17 estudiantes, se encontró la fosa de Pueblo Viejo donde han aparecido los 28 cadáveres que se están identificando.
¿Una advertencia del 'narco' a los estudiantes? ¿se le fue la mano a la policía? ¿masacre premeditada?...Por el momento sólo los forenses y algún habilidoso fotógrafo ha podido llegar al macabro escenario pero un policía que custodia el lugar relata lo que vio nada más llegar: "mire, es como si hubieran hecho una gran barbacoa. Primero una fila de jóvenes tumbados y alineados, encima madera y paja, luego otra fila de jóvenes y más madera, luego otra y así sucesivamente como si fuera un sandwich. Luego les echaron diesel y le prendieron fuego" recuerda.
"No queremos llorar, no queremos lamentarnos ni pedir caridad. Queremos que sepan que tenemos miedo pero que estamos encabronados. Muy encabronados, explica en el patio de la escuela Manuel, tutor de dos chicos desaparecidos hace diez días. Manuel, también da un nombre falso y advierte que en los próximos días van a arder el estado de Guerrero; "No podemos más" advierte.
Según el fiscal de Guerrero, Iñaki Blanco el grupo los Guerreros Unidos, un minúsculo pero sangriento cártel separado de los Beltrán Leyva está detrás de las muertes de los chicos. Sin embargo los padres de esta escuela de magisterio, de donde han salido guerrilleros tan conocidos como Lucio Cabañas, acusan directamente al gobernador del estado "que odia esta escuela porque somos incómodos y rebeldes y quiere cerrarla", explica Manuel. Los padres movilizados llegados de remotas comunidades perdidas en la montaña a duras penas hablan español pero mantienen intacto su discurso antisistema.
Pero mientras los forenses analizan los huesos encontrados, la ciudad de Iguala, escenario de la matanza, amaneció ayer empapelada con varias pancartas firmadas por los Guerreros Unidos en la que "damos 24 horas al gobierno de Guerrero para liberar a los 22 policías municipales detenidos" por estar involucrados en la matanza. Y advierten: "si no cumplen con su petición, darán a conocer los nombres de los políticos que los apoyan. La guerra ha comenzado" amenazan.
El escándalo nacional obligó a Peña Nieto a dar un mensaje a todo el país donde advierte "que se encontrará a los responsables".
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 4 de 4
Siguiente
Último
|
|
|
|
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|
Comentarios1