Las pruebas
Por Horacio Verbitsky
Encontré los documentos que se reproducen en la versión de papel de este diario, en el archivo de la Cancillería, cuyo director, el ministro Carlos Dellepiane, los guardó en la caja fuerte para impedir que fueran robados o destruidos. El primero es la carta en papel con membrete y sello de la Compañía de Jesús, en que Bergoglio, como superior de la provincia jesuita, pide a la Cancillería un trámite de favor para Jalics, quien luego de recuperar la libertad se radicó en una casa de ejercicios de la Compañía en Alemania. El segundo es el memo del funcionario de la Secretaría de Culto que recibió a Bergoglio, Salvador Orcoyen, quien aconseja al Canciller el rechazo de la solicitud, sin explicar los motivos. En el tercer documento, cuya gravedad no escapaba a Orcoyen, quien lo redactó por separado, explica que el propio Bergoglio recomendó por debajo de la mesa el rechazo de la solicitud que había presentado por encima. Para ello empleó las mismas acusaciones que, según los sacerdotes, había hecho circular antes entre los militares, con la imaginable consecuencia del secuestro de los cuatro: le atribuyó “contactos guerrilleros” y “actividad disolvente” dentro de la Iglesia y desobediencia a su Superior. También entraba en detalles que nadie más que el Provincial Jesuita podía haberle suministrado: Yorio y otros dos sacerdotes habían sido expulsados de la Compañía, pero Jalics no, ya que “tiene votos solemnes”. Una persona que aceptó transmitirme las reflexiones de Jalics con acuerdo del sacerdote dijo que “durante meses Bergoglio contó a todo el mundo que sus sacerdotes estaban en la guerrilla. Un obispo le confesó a Jalics que era Bergoglio quien se lo había dicho. Jalics le reprochó que jugara así con la vida de ambos”.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)