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De: Matilda  (Mensaje original) Enviado: 22/04/2009 19:15
Ante la Cumbre de Las Américas

Obama se engancha al Imperio; por Norelys Morales Aguilera


InSurGente.- Andrés Oppenheimer, uno de los comentaristas estrella de la Gran Prensa, bien pudiera reclamar para sí el récord del “Libro más vendido con el contenido más refutado por la historia”. Todos recordarán “La Hora Final de Castro”. Por honestidad intelectual simplemente, el autor debió escribir otro para intentar repararla. No lo hizo. Peor todavía, el necio vuelve a la carga: “Hablando de la Cumbre de las Américas, Obama debería decirles a los líderes latinoamericanos que le pedirán normalizar totalmente las relaciones con Cuba: ``Okay, estoy dispuesto a discutirlo, pero sólo si ustedes están dispuestos a cumplir con los acuerdos hemisféricos que exigen la defensa colectiva de la democracia en cualquier lugar de la región, incluyendo Cuba'. (Imagen: Obama entre el mandato imperial y la llamada de los pueblos)






Sin embargo, se le sigue considerando un gran analista a pesar de sus fiascos. Él representa una línea de pensamiento y acción contra Cuba. Ante lo obvio y los hechos de la nueva Latinoamérica que se dispone a dialogar con Barack Obama,  Oppenheimer escribió en el Nuevo Herald, con la arrogancia de quien dicta acciones para toda la región:



“Hablando de la Cumbre de las Américas, Obama debería decirles a los líderes latinoamericanos que le pedirán normalizar totalmente las relaciones con Cuba: ``Okay, estoy dispuesto a discutirlo, pero sólo si ustedes están dispuestos a cumplir con los acuerdos hemisféricos que exigen la defensa colectiva de la democracia en cualquier lugar de la región, incluyendo Cuba'



El tema de “la democracia” en Cuba, junto con otros que conforman una matriz de opinión de los grandes medios en respuesta a políticas de Estados Unidos respecto a la Isla, tienen objetivos que en el devenir de los hechos se afianzaron y no han cambiado. Pese al fracaso de las distintas administraciones en 50 años contra la pequeña nación que no representa más que un ejemplo que les perturba o les obsesiona,  y cuyas armas se han mellado, al costo del sacrificio de los cubanos.



LA DEMOCRACIA ES PARA ACABAR CON LAS CONQUISTAS REVOLUCIONARIAS



Luis René Fernández Tabío , profesor e investigador del Centro de Estudios sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, citado por IPS, explicó en 2007 que desde el triunfo de la Revolución cubana el objetivo medular de la política de Estados Unidos ha sido “retrotraer la historia  y hacer colapsar su gobierno, debilitar y quebrar su sistema económico y político, e instalar otro de tipo democrático representativo y de economía abierta y de mercado, donde el dinero proveniente de Estados Unidos pueda restablecer la supeditación política y económica de la isla.”



El bloqueo contra Cuba fue impuesto por el gobierno estadounidense el 3 de febrero de 1962 a través de la Proclama 3447. Así se estableció oficialmente el cierre total de todo comercio entre los Estados Unidos y Cuba, mediante una decisión presidencial, amparada en las facultades de la Ley de Asistencia Exterior de 1961 para la Casa Blanca.



De conformidad con estos preceptos el Presidente ordenó al Secretario del Tesoro promulgar todas las medidas y regulaciones que fuesen necesarias para hacer efectiva la prohibición de importaciones a territorio norteamericano de todos los productos de origen cubano y todos los importados desde o a través de Cuba.



Ante el fracaso, porque la Isla seguía ahí, en medio de la ofensiva neoliberal, en 1996 quedó promulgada la Ley conocida como Helms-Burton, la cual codificó todas las normas, regulaciones, leyes y órdenes presidenciales adoptadas desde 1962 con relación al bloqueo económico financiero y comercial impuesto a Cuba, sin importar su jerarquía normativa. La guerra económica total la siguieron llamando “embargo”.



George Bush, su administración y la mafia de Miami, retocaron todo y diseñaron el escenario en el cual nombraban hasta el interventor de la Isla, como en Irak, y los personajes que se harían cargo del terror, “tomando nota”, dijo de los seguidores del  “régimen”. ¡Democracia con guerra y tortura!, como ya han probado en América Latina que saben hacer.



Cálculos conservadores revelan que el daño directo acumulado que ha provocado el cerco económico a Cuba supera los 93 mil millones de dólares, casi dos veces el Producto Interno Bruto de la Isla. Al valor actual del dólar, ese monto equivaldría a no menos de 224 mil 600 millones de dólares.



DISPOSICION AL DIALOGO DE LA HABANA



Aún así, ningún analista serio puede negar la disposición de La Habana a negociar el diferendo. El presidente Raúl Castro lo ha reiterado varias veces, pero negociaciones en igualdad de condiciones, respeto mutuo y no la voluntad de subvertir el orden constitucional de la Isla que se empeñan en ilegitimar, tanto los grandes medios norteamericanos y europeos, como los mafiosos de Miami y sus mercenarios en la Isla.



En el cambio de la era Bush a la de Obama, aún no hay signos de respeto a que la Isla puede darse su propio gobierno con el consenso de sus nacionales.



Las medidas de Obama de cara a la Cumbre de Las Américas responden a una política diseñada desde la campaña presidencial para la nueva imagen y rol que considera el poder imperial. Los cambios en viajes, remesas, etc. estaban previstos por el flamante mandatario y sus declaraciones no dejan dudas, cuando las incluyó en el plan del presupuesto. Subterfugio legal del la “gran democracia” estadounidense.



“En los próximos días, presentaré un presupuesto ante el Congreso. Con demasiada frecuencia, hemos visto estos documentos como simples números en un papel o una lista detallada de programas. Veo este documento de forma diferente. Lo veo como una visión para Estados Unidos: un plan de acción para nuestro futuro”, según recogen los documentos de la Casa Blanca  www.whitehouse.gov/spanish



EL BLOQUEO SIGUE



Las intenciones de cambiar en Cuba las reglas del juego hacia un capitalismo dependiente de la economía norteamericana están intactas. “Todo se hace por la libertad de Cuba.”,  ha declarado el asesor presidencial de Obama para América Latina, Dan Restrepo.



En su Reflexión del 13 de abril, refiriéndose al bloqueo y al presidente de Estados Unidos en la Cumbre de Trinidad y Tobago, Fidel Castro escribió: “Ahora solo falta que Obama persuada allí a todos los presidentes latinoamericanos que el bloqueo es inofensivo.”



No podrá conseguirlo la eficaz oratoria del presidente norteamericano. Los propios documentos oficiales de su gobierno lo desmienten. la Hoja Informativa de la Casa Blanca denominada “Aumentar el contacto con el pueblo cubano” del 13 de abril expresa:

http://www.america.gov/st/democracy-spanish/2009/April/20090414133600emanym6.939334e-02.html?CP.rss=true



“Todos los que abrazan valores esenciales de la democracia desean profundamente una Cuba que respete los derechos humanos, políticos y económicos básicos de todos sus ciudadanos. El presidente Obama considera que estas medidas ayudarán a que esta meta se haga realidad.”



Mientras Washington piense así, seguido de sus ilustres analistas de la gran prensa, como Andrés Oppenheimer, ni eliminarán el bloqueo ni habrá respeto hacia la Isla.



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De: Gran Papiyo Enviado: 05/02/2015 05:26
Jueves, 5 de febrero de 2015
Opinión

Cuba y la Internet

Por Atilio A. Boron
 

El nerviosismo que se ha apoderado de la derecha latinoamericana con la “normalización” de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba ha desatado una serie de manifestaciones que asombran por la impunidad con que se desfigura la realidad. Un ejemplo lo ofrece la columna de Andrés Oppenheimer en La Nación del martes 2 de febrero, cuyo título lo dice todo: “La clave de la libertad en Cuba es el acceso a Internet”. El articulista, conocido por su visceral rechazo a toda la obra de la Revolución Cubana, se pregunta si “el régimen cubano aceptará la ayuda estadounidense para expandir el acceso a Internet”. Poco más adelante, recuerda que en su discurso del 17 de diciembre de 2014 Obama dijo que “Washington eliminará varias regulaciones que impedían a las empresas estadounidenses exportar teléfonos inteligentes, software de Internet y otros equipos de telecomunicaciones, pero a juzgar por lo que me dicen varios visitantes que acaban de regresar de la isla, hay buenas razones para ser escépticos respecto de que el régimen cubano lo permita”. El remate de su artículo es de antología: “Washington debería centrarse en Internet. Y si Cuba no quiere hablar del tema, Estados Unidos y los países latinoamericanos deberían denunciar al régimen cubano por lo que es: una dictadura militar a la que ya se le acabaron las excusas para seguir prohibiendo el acceso a Internet en la isla”.

Prefiero no perder tiempo en rebatir la inaudita caracterización de Cuba como una dictadura militar, que en un examen de Introducción a la Ciencia Política merecería el fulminante aplazo del estudiante que osara manifestar una ocurrencia (que no es lo mismo que una idea, más respeto a Hegel, ¡por favor!) de ese tipo. Oppenheimer no es uno de los energúmenos que pululan en la televisión norteamericana, violadores seriales de las más elementales normas del oficio periodístico. Pero el nerviosismo y la desesperación que se ha apoderado de los grupos anticastristas de Miami –cada vez más reducidos y desprestigiados– lo deben haber contagiado e impulsado a escribir una nota pletórica de falsedades. Me limitaré a señalar tres.

Primero, no puede ignorar que a causa del bloqueo Cuba ingresó parcial y tardíamente al ciberespacio, y cuando se produjo la vertiginosa expansión de la banda ancha y de la Internet, la Casa Blanca presionó brutalmente a quienes le ofrecían esos servicios a la isla para que los interrumpieran de inmediato, orden que por supuesto no pudo ser desobedecida por los pequeños países de la cuenca del Caribe. Por eso, hasta la llegada del cable submarino procedente de Venezuela, hace poco más de un año, la conexión de Internet en Cuba se hacía exclusivamente por satélite. Ahora existe ese enlace físico, pero desgraciadamente el grueso del creciente tráfico cubano todavía debe transitar a través de lentos y muy costosos enlaces satelitales, y con un ancho de banda absolutamente insuficiente. Problemas que no se deben a una decisión de La Habana sino a la obcecación de Washington.

Segundo, antes de preguntarse si La Habana aceptará la ayuda que promete Obama convendría que Oppenheimer averiguase si Washington aceptará poner fin al cerco informático dispuesto en contra de Cuba. Su argumento parece salido de una canción para niños de María E. Walsh: “El reino del revés”. No fue Cuba quien ante el advenimiento de la revolución de las comunicaciones decidió hacerse un harakiri informático, sino que fue el imperio quien, consciente de la importancia de esas nuevas tecnologías, extendió los alcances de su criminal bloqueo para incluir también a la Internet. Cualquiera que haya visitado ese país sabe que no se puede acceder a muchísimos sitios de la red ni disponer de los principales instrumentos de navegación en el ciberespacio. Si lo intenta, casi invariablemente aparecerá un fatídico mensaje de “Error 403” diciendo algo así como “Desde el lugar en que se encuentra no podrá acceder a este URL” u otro más elocuente: “El país en el que se encuentra tiene prohibido acceder a esta página”. No se puede utilizar el Skype, el Google Earth o las plataformas de de-sarrollo colaborativo Google Code y Source Force, o descargar libremente las aplicaciones del Android. Y cuando se puede, el reducido ancho de banda hace prácticamente imposible trabajar con un mínimo de rapidez y eficiencia. Todo esto, ¿por culpa del gobierno cubano? A mediados del año pasado, el CEO de Google, Eric Schmidt, encabezó una delegación que visitó a Cuba como respuesta a las acusaciones de que el gigante informático bloqueaba el acceso a sus servicios. Después de comprobar que varios productos de Google no estaban disponibles, Schmidt señaló oblicuamente al responsable al decir que “las sanciones estadounidenses en contra de Cuba desafiaban a la razón”.

Tercero, tal vez Oppenheimer tiene razón en su escepticismo, pero no por causa de Cuba sino de Estados Unidos. Porque, ¿cómo olvidar que a comienzos de su primer mandato Obama ya había prometido lo que volvió a prometer hace poco más de un mes: “suavizar” algunas sanciones contempladas para las empresas informáticas que tengan negocios con Cuba? ¿Qué fue lo que ocurrió? Poco y nada. Ojalá que ahora sea diferente. La Ley Torricelli, de 1992, había permitido la conexión a Internet por vía satelital pero con una decisiva restricción: que cada prestación fuese contratada con empresas norteamericanas o sus subsidiarias previa aprobación del Departamento del Tesoro. Este impuso estrictos límites y estableció sanciones extraordinarias –por ejemplo, multas de 50 000 dólares por cada violación– para quienes favorecieran, dentro o fuera de los Estados Unidos, el acceso de los cubanos a la red. Lo que hizo Obama, en marzo de 2010, fue eliminar algunas de estas sanciones, especialmente para las empresas que faciliten gratuitamente aplicaciones de correo electrónico, chat y similares. Pese a ello, en 2012, la sucursal en Panamá de la compañía Ericsson tuvo que pagar una multa de casi dos millones de dólares al Departamento de Comercio de Estados Unidos por violar las restricciones de exportación de equipos de comunicación a Cuba. Como siempre: una de cal, otra de arena. Por eso la accesibilidad sin restricciones a la red continúa tropezando con los grilletes del bloqueo. La “ciberguerra” que Washington le ha declarado a Cuba, un país que sigue estando escandalosamente incluido en la lista de los “patrocinadores del terrorismo”, continúa su curso. ¿Cumplirá esta vez Obama con su promesa? ¿Quién es el que “prohíbe” el acceso a la Internet en Cuba?

SALUDOS REVOLUCIONARIOS  

(Gran Papiyo)       



 
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