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General: LOGROS Y RETOS DE LA REVOLUCIÓN CUBANA
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 09/10/2013 16:33 |
ALAI, América Latina en Movimiento
2010-02-09
Cuba
Un balance de medio siglo[1]
Logros y retos de la revolución cubana
Raúl Romero |
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Han pasado ya cincuenta años desde que la sociedad cubana, encabezada por el Movimiento 26 de Julio, derrocó al dictador Fulgencio Batista y a la oligarquía de la isla. Desde entonces mucho se ha dicho sobre ese proceso que influyó –e influye- en toda América Latina. Sin embargo, ante la crisis[2] que actualmente enfrenta el capitalismo neoliberal, manifestada en una de las más grandes recesiones económicas de la historia, aunado al ascenso de gobiernos de corte socialista en el continente americano, se vuelve indispensable reflexionar sobre los logros y retos que hoy enfrentan la sociedad y el Estado en Cuba; este es el objetivo del presente ensayo. La tarea no fue fácil. Las miles de páginas que se han escrito sobre el tema fueron al principio una fuente de información valiosa. Más tarde, a la hora de discriminar y seleccionar información, se convirtieron en un obstáculo. Por ello, en este escrito intentamos recuperar las generalidades que aparecen en la literatura sobre el tema.
El trabajo se divide en tres partes. En el primer apartado analizamos los logros en materia de educación, salud y vivienda; los cuales son reconocidos como “derechos fundamentales” por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este punto nos apoyamos con algunos datos estadísticos con la intención de apegarnos lo más posible a la realidad, evitar el autoengaño y argumentar “objetivamente” nuestra posición en cuanto al tema. En la segunda parte analizamos los elementos que marcan la diferencia entre el socialismo cubano y “socialismo realmente existente” reproducido en la hoy extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Al final, planteamos algunas interrogantes y enumeramos parte de las deudas que el Estado cubano tiene con su pueblo.
I. Los logros: educación, salud y vivienda.
Uno de los grandes logros en lo teórico y en lo práctico de la revolución cubana, es que ha sabido transformarse a medida que el orden mundial y las nuevas relaciones sociales se lo exigen. Quizá por ello la revolución cubana ha enfrentado con éxito diferentes momentos críticos de su historia nacional y del continente: desde la etapa de dictaduras neoconservadoras impuestas y financiadas desde Estados Unidos de América en América Latina, los varios intentos por derrocar o asesinar al ex - presidente Fidel Castro –también apoyados por EUA-, hasta la caída del bloque soviético, principal socio económico y aliado político de la mayor de las Antillas.
Dos ejemplos basten para ilustrar este reordenamiento en la política cubana. El Partido Comunista de Cuba (PCC), “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”[3], se autodefinió desde su origen como ateo, atendiendo así la premisa marxista que dice que las religiones son el “opio del pueblo”. Este hecho reflejaba un marxismo ortodoxo incompatible con la realidad latinoamericana, la cual se caracteriza por contar con una sociedad mayoritariamente católica. En 1980, como respuesta resultado de la crítica de la sociedad nacional e internacional, el PCC se redefinió como laico[4]. Esta apertura encuentra su máxima expresión en 1998 cuando por vez primera Juan Pablo II (quien fue considerado uno de los responsables del declive del comunismo europeo) visitó Cuba.
Otro de los temas sobre los cuales se han hecho fuertes críticas al Estado cubano, y sobre el cual también se evidencia una apertura en cuanto a las políticas gubernamentales, es el referente a la diversidad sexual. Muchos son los detractores que han calificado de “homofóbico” al gobierno de Fidel Castro, sin embargo no dicen nada cuando se trata de reconocer que desde hace algunos años el gobierno cubano también se sumergió en la batalla por el respeto a las diferencias sexuales. En 2004 el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) empezó una amplia campaña por la diversidad sexual, que materializó sus logros en 2008 cuando se celebró en la Isla el Día Mundial contra la Homofobia. Por la misma línea, en marzo de 2009 tuvo lugar la Campaña por el respeto a la libre orientación sexual, evento que concluyó con la firma de la resolución número 126 suscrita por el ministro de Salud Pública José Ramón Balaguer y en la en la cual se establece la creación de un Centro de Atención a la Salud Integral de las Personas Transexuales. Esta nueva institución se encargará de realizar tratamientos médicos totales o parciales de cambio de sexo.
Pero no es en el área de religión o de sexualidad donde el gobierno cubano ha alcanzado sus máximos logros, sino en garantizar a la sociedad cubana los derechos fundamentales más importantes: alimentación, salud, educación y vivienda.
En materia de salud los logros son innegables. Ilustremos con algunos datos. La alimentación está garantizada por el Estado; mediante la entrega de una canasta básica se asegura la ingesta necesaria de proteínas, carbohidratos y grasas; componentes de una alimentación sana (conocidos en la nutriología como macronutrientes). La esperanza de vida al nacer en Cuba es de 77 años y por cada 158 habitantes existe un médico. En 2005 el porcentaje del Producto Interno Bruto destinado a los servicios de salud en Cuba representó el 7.1%, mientras que en México para el mismo año fue de 6.4%. De igual forma, el porcentaje del gasto total en salud por parte del gobierno cubano en el mismo año fue de 90.8%, mientras que el gobierno de los EUA únicamente cubrió 45.1% y el mexicano el 45.5%[5]. Cierto es que las diferencias demográficas y económicas entre estos países son enormes, pero el ejemplo nos es útil si se trata de señalar el compromiso que el gobierno cubano tiene en este campo.
El sistema de salud de Cuba tiene cuatro niveles: el médico de la familia, que vive a unas cuantas cuadras de la casa; el policlínico del barrio; el hospital del la zona; y los institutos especializados. Los servicios de salud son gratuitos, incluyendo los de tecnología avanzada. No está por demás decir que en esta materia aun existen fuertes problemáticas; basta mencionar la inexistencia o escasez de ciertos medicamentos, insumos y equipos médicos, lo anterior como consecuencia del bloqueo económico impuesto y ratificado por los distintos gobiernos de EUA desde 1962 y que a la fecha se calculan en 93,000 millones de dólares las pérdidas, según datos del gobierno encabezado por Raúl Castro.
En educación los logros también son irrefutables. Como resultado de la Campaña Nacional de Alfabetización y Postalfabetización iniciada desde 1959, Cuba se autoproclamó como Territorio Libre de Analfabetismo el 22 de diciembre de 1961. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura –UNESCO, por sus siglas en inglés- señala que el 99.8% de los cubanos mayores de 15 años saben leer y escribir, porcentaje que alcanza el 100% en la población entre 15 y 24 años[6].
Como es sabido, Cuba es un “Estado socialista” y casi todos los bienes de la nación y que de sus tierras y mares se obtienen son propiedad de la sociedad y administrados por el Estado, sin embargo, éste reconoce la necesidad que el pueblo sea propietario de sus viviendas. El artículo noveno constitucional dice que el Estado trabajará para que cada familia “tenga una vivienda confortable”; punto que es ratificado en la Ley General de la Vivienda:
“La propiedad personal de la vivienda debe entenderse en el verdadero sentido de esa forma de propiedad en las condiciones concretas de construcción del socialismo en nuestro país, es decir, esencialmente como el derecho de disfrutar de una vivienda por el propietario y su familia, sin pago alguno después de abonar su precio, sin que en ningún caso puede el derecho de propiedad personal de la vivienda convertirse en un mecanismo de enriquecimiento ni de explotación.”[7]
Varios especialistas en el tema han dirigido su crítica al sistema cubano señalando que estos logros se han conquistado a costa de la libertad individual o de restricciones políticas. En el siguiente apartado analizamos cómo esas libertades democráticas también son un hecho en Cuba, aunque aun tienen algunas deficiencias.
II. Liberación, emancipación y democracia: construyendo un nuevo socialismo
La libertad y la democracia son valores que se refuerzan y se vuelven bandera en la modernidad. El proyecto ilustrado se propuso liberar a los hombres de las cadenas del oscurantismo y construir redes de redistribución del poder en nombre de la igualdad. Libertad, igualdad y fraternidad fueron las banderas de la Revolución francesa, símbolos de transición social y de ruptura con el sistema anterior. Sin embargo –como ya lo señalaron Adorno y Horkeimer[8]-, esta misma modernidad civilizada y racional, en lugar de promover la liberación de las naciones, reprodujo las formas más crueles de esclavitud y discriminación racial; “capitalismo salvaje” como lo llama Samir Amin[9]. El liberalismo-capitalista hizo de la libertad su emblema. Pero, como ya señaló Marx desde hace dos siglos, se limita solamente a la libertad de mercado, por lo que la “libertad” es degenerada en mercancía a la que sólo tienen acceso aquellos quienes pueden pagarla.
Como en muchos de los países que fueron colonia, en Cuba la lucha por la libertad pasa por la lucha de liberación nacional. El movimiento que se levantó contra la dictadura de Batista evidenció la sobrevivencia de estructuras impuestas desde la colonia que imposibilitaban el desarrollo integral de la nación y fortalecían la dependencia ya no hacia el Imperio español, sino hacia el imperialismo construido desde los EUA. El antropólogo mexicano Jorge Alonso señala al respecto que “la lucha de la sociedad cubana es un ejemplo de emancipación, de liberación del dominio imperialista norteamericano y de dignidad en la autodeterminación”[10]
Este antiimperialismo distintivo de la Revolución en Cuba fue, junto al humanitarismo, el argumento principal para tender lazos solidarios con otros pueblos del mundo: apoyo logístico, asistencia médica, ayuda en procesos de alfabetización y otras formas de solidaridad son parte del “capital social” que Cuba ha dado a los pueblos que también buscan conquistar una independencia y soberanía real.
En los años recientes, cientos de maestros cubanos ayudaron a los gobiernos de Venezuela y Bolivia en su lucha contra el analfabetismo. Hoy, estos tres países son los únicos libres de analfabetismo en América Latina. No está por demás decir que en mayo de 2009 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, a través de su Presidente Miguel d’Escoto, informó la designación de Cuba como “Paradigma de Solidaridad Internacional”.
No es diferente dentro de la isla. La cultura de la solidaridad se encuentra muy asentada en la mayor parte de la sociedad cubana. Los lazos que le unen son tan fuertes que igual les hacen responder rápidamente a los ciclones y huracanes que constantemente azotan a la Isla, que estar preparados para cualquier amenaza de guerra. Pero la revolución cubana plantea no sólo una lucha por liberación nacional, sino que al mismo tiempo se pone al frente la idea de emancipación. Desarrollemos esta idea.
En la Grecia antigua los esclavos y las mujeres eran excluidos en la toma de decisiones que garantizaban el “bien común”. Participar en esta democracia era exclusivo de los hombres “buenos y justos” con propiedades. El “gobierno del pueblo” (demos-kratos) era en realidad el gobierno de un grupo privilegiado. Con el asenso y triunfo del liberalismo como ideología política y el capitalismo como doctrina económica, se da una apertura en los canales de participación. La figura del esclavo fue eliminada y a la mujer se le fue insertando gradualmente en las democracias electorales.
El obrero o proletario, dueño únicamente de su fuerza de trabajo, conquistó mediante la organización derechos fundamentales que marcan una diferencia radical con la forma de vida del esclavo. Pero al no poseer los medios de producción, enajena su fuerza de trabajo y destina el mayor tiempo de su vida a buscar el mínimo indispensable para la sobrevivencia de él y su familia. Si en la antigüedad los esclavos estaban excluidos de la condición de ciudadanía por no ser propietarios, en la modernidad los obreros tampoco gozan de ese atributo por no poder comprarlo. Las cadenas de metal que mantenían atado al esclavo son sustituidas por el hambre, la miseria y la explotación del obrero. Ambos están impedidos para emanciparse y realizarse como sujetos mientras permanezcan atados.
Estas cadenas fueron rotas en Cuba; país donde el hambre, la miseria y la explotación no existen. Desde el triunfo de la revolución se planeó construir una sociedad donde la condición de ciudadano no se convierta en una forma de mercancía, donde la democracia no sea más un instrumento a través del cual una minoría explotadora ejerce su dominación.
Podemos identificar tres diferentes momentos de la Revolución Cubana. El primero se caracteriza por la existencia de un fuerte movimiento popular con la idea de liberación nacional como bandera. En la segunda etapa (1962) vemos el nacimiento de un nuevo estado que se autoproclama marxista-leninista y que encuentra en la Unión Soviética un aliado estratégico comercialmente hablando, pues en la misma etapa fue expulsado de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Es también en este segundo periodo cuando el Estado cubano comienza a vivir una descentralización en varias de sus funciones. Luego del fracaso de los 10 millones de de toneladas de zafra en 1970[11], el gobierno de Cuba percibe los inconvenientes de los métodos burocráticos y del centralismo administrativo. Se inicia entonces la creación de la Asamblea Nacional del Poder Popular con el objetivo de descentralizar todas aquellas áreas en las que la autoridad municipal puede tomar decisiones sin que estas resulten opuestas o contradictorias a los intereses del Estado. Los municipios adquieren una autonomía que les permite administrar escuelas, centros de salud, servicios de transporte, carreteras y unidades de producción.
La tercera etapa comienza con la crisis de la URSS, fenómeno que afecta directamente en la economía de la isla. Sin embargo este proceso también evidencia la fortaleza del sistema político cubano, pues quedó claro que no era un sistema importado, que es un producto de su propia historia y no una extensión del socialismo europeo. El discurso beligerante contra Cuba por parte del gobierno norteamericano también mutó en esta fase. El argumento de la “amenaza para la seguridad” fue sustituido por el de “promoción de la democracia”.
La democracia ejercida en Cuba tiene una fuerte perspectiva popular, en contraposición a la democracia electoral característica de occidente. Pero lo anterior no impide la realización de elecciones, las cuales refuerzan la legitimidad de esa democracia popular.
En Cuba todas las personas pueden votar y ser votadas cumpliendo los 16 años. Los candidatos son elegidos por los consejos populares (uno por cada barrio). Para cada puesto se proponen como mínimo dos candidatos y ocho como máximo. Para ser electo hay que recibir más del 50% de los votos. No existen campañas electorales. La labor de difusión realizada por las comisiones electorales. Se garantiza así la parcialidad y el trato equitativo de todos los candidatos.
El voto es libre, secreto y directo. El colegio electoral se encarga de realizar el escrutinio y desde hace por lo menos tres décadas siempre hay un gran número de ciudadanos cubanos, diplomáticos, periodistas y observadores extranjeros. Aunque el voto es voluntario, desde 1970 a la fecha se ha registrado la participación de más del 90% de la población en edad de votar. Ningún representante, diputado o delegado recibe un beneficio por desempeñar su cargo; el Estado les paga un salario exactamente igual al que tenían en sus trabajos antes de desempeñar su cargo, empleo al que regresaran una vez finalizado su mandato. La rendición de cuentas y el mandato revocatorio son un componente importante del sistema electoral.
Una de las características de la sociedad cubana es su fuerte cultura del debate y el diálogo. Por las calles de la Habana o en las plazas públicas, pueden encontrarse a grupos de cubanos y cubanas discutiendo sobre varios temas. En las “guaguas” el silencio no existe. La gente interactúa, opina, y si no está de acuerdo, discute. Los tonos verbales llegan a ser muy altos. Un número amplio de cubanos se agrupa en distintas organizaciones, las cuales tienen peso importante en las decisiones del Estado.
SISTEMA POLÍTICO CUBANO
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Organizaciones políticas
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Organizaciones estatales
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Organizaciones de masas y asociaciones
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Partido Comunista Cubano (PCC)
Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)
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Asamblea Nacional del Poder Popular
- Consejos populares
- Asambleas municipales
- Asambleas provinciales
Órganos de Gobierno
Institutos Armados
Órganos de Administración de Justicia
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Central de Trabajadores de Cuba (CTC)
Federación Estudiantil Universitaria (FEU)
Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP)
Comités de Defensa de la Revolución (CDR)
Federación de Mujeres Cubanas (FMC)
Federación Estudiantil de Enseñanza Media (FEEM)
Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC)
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La idea de una sociedad democrática había sido un tema tabú para los grupos más ortodoxos del “socialismo burocrático”. Todo aquel que se atrevía a defender los principios democráticos era catalogado como “agente del imperialismo” o impulsor de la “democracia burguesa”. Cuba se fue moviendo en una dirección que parecería muy heterodoxa frente a las doctrinarias del “socialismo real”. Se entendió la necesidad de un nuevo socialismo, pero también y fundamentalmente, la urgencia de la democracia en el socialismo. Así, Cuba dio una lección para los movimientos armados o sociales que le siguieron: más que ajustarse a la doctrina, es necesario ajustar la doctrina a los hechos.
El programa ideológico que se impulsa y defiende desde la tierra de Martí ha sabido integrar y combinar en su proyecto elementos como la liberación, la democracia, la emancipación y el socialismo[12], pilares fundamentales en la construcción de un mundo más justo. Estos elementos, junto a la descentralización de la justicia y la administración, marcan una diferencia radical con el socialismo burocrático estalinista.
III Los retos: sistema de partidos y relevo generacional.
“La Revolución tiene obstáculos por delante, no puede hacer las cosas a la perfección, tiene sus errores, pero la Revolución tiene un perenne propósito de superarse y rectificar aquellas cosas que no hayan acertado”[13], reconoció Fidel Castro desde los inicios de la revolución. El “hombre nuevo” del Che es un hombre que se equivoca, comete errores; su virtud radica en saber reconocerlos.
Hoy, cincuenta años después del triunfo de la Revolución, al Estado cubano se le plantean interrogantes como el sistema de partidos o la alternancia en el poder. Cierto es que estos puntos no garantizan una sociedad democrática. Aún así, pienso que el pueblo cubano se ha forjado una conciencia revolucionaria tan fuerte que hoy puede abrirse a estás “libertades políticas” y reforzar la legitimidad sus logros.
Hace apenas unos años esto era algo imposible: la amenaza constante de guerra le obligaba a poner ciertos candados en su sistema. Pero hoy, ante la nueva geopolítica y el posible cambio en la política exterior de EUA, son preguntas que la Revolución debe replantearse.
De igual forma, el relevo generacional y las nuevas relaciones sociales sacan a flote algunas contradicciones. Lo seductor de la sociedad de consumo también ha permeado en el pueblo de Cuba. La apertura mediática y el contacto con el turismo ha despertado en más de un cubano la curiosidad por la libertad del mercado. Las contradicciones propias de la revolución se presentan nuevamente.
Los cambios parecen impostergables y de cierta forma el Estado también ha seguido revolucionándose. Pero todos estos retos no son alcanzables si el embargo económico y la amenaza de guerra por los EUA siguen latentes. En esto depende Cuba de sus aliados internacionales: únicamente con la consolidación de los nuevos bloques que desde el sur se construyen, que garanticen una seguridad económica y política al exterior, nace la posibilidad de una mayor flexibilización del Estado cubano.
Cuba no es un modelo a imitar, pero si un referente del cual aprender, tanto de los triunfos como de los fracasos. Las revoluciones no se exportan, nacen y tienen características diferentes en cada país.
- Raúl Romero es estudiante de sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Académico del Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM. Periodista del medio independiente The Narco News Bulletin.
Notas:
[1] Publicado por primera vez en Folios, Revista del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco, no 15 (otoño-invierno, 2009): 22-31. http://www.iepcjalisco.org.mx/folios/edicion15/folios15.html
[2] El concepto de crisis, emanado de las ciencias médicas, hace referencia a un estado de enfermedad en el organismo o sistema. El desenlace o superación de la crisis puede ser la muerte del organismo o la recuperación y fortalecimiento de este. Con esta categorización no auguramos el fin del capitalismo, sólo describimos el momento en que se encuentra y que es compartido por otros especialistas. Cfr. Sen, Amartya. “El capitalismo más allá de la crisis” en Letras Libres año XI, no. 125. (mayo, 2009): 14-19. http://www.letraslibres.com/index.php?art=13756 y Amin, Samir. Más allá del capitalismo senil. España: El Viejo Topo, 2003.
[3] Así definido en el artículo 5° de la Constitución Política de Cuba.
[4] Hay que recordar que Fidel Castro se autodefinía como ateo (que niega la existencia de dios), calificativo que luego sustituyó por el de agnóstico (que señala que lo divino es inaccesible al conocimiento humano, duda pero no niega)
[5] Todos estos datos pueden consultarse en la página electrónica de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuba: http://www.who.int/countries/cub/es/, México: http://www.who.int/countries/mex/es/ y EUA: http://www.who.int/countries/usa/es/
[6] Datos obtenidos de la página electrónica de la UNESCO. http://portal.unesco.org/education/es/ev.php-URL_ID=40288&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
[7]Ministerio de Justicia. Ley General de Vivienda. Tomado del sitio electrónico Cubanet http://www.cubanet.org/ref/dis/vivienda_6.htm
[8] Cfr. Adorno, Theodor y Max Horkheimer. Dialéctica del Iluminsimo. Madrid: Akal, 2007.
[9] Amin, Samir. “Capitalismo, imperialismo, mundialización” en América Libre No. 13, (2001).
http://www.nodo50.org/americalibre/anteriores/13/amin13.htm
[10] Alonso, Jorge. Cuba: la rectificación. Universidad de Guadalajara-Departamento de Investigación Científica y Superación Académica, México, 1999, pp. 19.
[11] El Estado se había propuesto producir esta cantidad de zafra (azúcar) pero no lo logró.
[12] González Casanova, Pablo. “Democracia, liberación y socialismo: tres alternativas en una” en Observatorio Social de América Latina No. 8, 2002, 175-180.
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal8/casanova.pdf
[13] Harnecker, Martha. Cuba: ¿dictadura o democracia? México: Siglo XXI Editores, 1984, pp. 29.
REFERENCIAS
ALONSO, Jorge (1990). Cuba: la rectificación, Universidad de Guadalajara: Guadalajara.
AMÍN, Samir (2001). “Capitalismo, imperialismo, mundialización” en América Latina, núm. 13.
BOBES, Velia Celia (2007). La Nación inconclusa. (Re) constituciones de la ciudadanía y la identidad nacional en Cuba, FLACSO: México.
DILLA, Haroldo (comp.) (1997). La democracia en Cuba y el diferendo con Estados Unidos, Centro de Estudios sobre América: La Habana.
GONZÁLEZ Casanova, Pablo. (1995). “Democracia, liberación y socialismo: tres alternativas en una” en Observatorio Social de América Latina, núm. 8
MARTÍNEZ Pérez, Liliana. (2006). Los hijos de Saturno. Intelectuales y revolución en Cuba. FLACSO/Miguel Ángel Porrúa: México
http://alainet.org/active/36056&lang=es
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Como es sabido, Cuba es un “Estado socialista” y casi todos los bienes de la nación y que de sus tierras y mares se obtienen son propiedad de la sociedad y administrados por el Estado, sin embargo, éste reconoce la necesidad que el pueblo sea propietario de sus viviendas." |
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Eusebio Leal: “No podremos entender la Revolución sin la República”
20 mayo 2012 |
Eusebio Leal
Por Pedro Martínez Pírez
A propósito del 20 de mayo de 1902, nacimiento de la República neocolonial cubana, compartimos esta entrevista concedida por el Historiador de La Habana Eusebio Leal, a la Revista Temas:
-Eusebio, ¿República mediatizada, Seudo- rrepública o simplemente República, la cubana que nació el 20 de mayo de 1902 y terminó el Primero de enero de 1959?
-Creo que República, y que, además, es una República que nace bajo las circunstancias de no ser la hija legítima de la Revolución, sino su aborto. Quiero decir: se había fundado una república en Guáimaro, ahí está nuestra tradición revolucionaria, democrática. Los principios fundamentales de nuestras esperanzas futuras se sentaron en Guáimaro, en abril de 1869. Si observamos el proceso que vino después, vamos a ver cómo a partir de la creación de ese territorio libre del colonialismo español -el que el Ejército Libertador pudo sostener y donde, queramos o no, estuvo el gobierno revolucionario con todas sus luces y sombras-, nace ese proceso.
Y se extingue cuando se declara disuelto el Gobierno Revolucionario, no el que fenece con la paz de El Zanjón, y ni aun con el Consejo Revolucionario que se crea después de la Protesta de Baraguá, y que persuade a Antonio Maceo de la necesidad de su partida al exterior, convenciéndolo de que no perezca en una reyerta inútil, cuando ya no había esperanzas materiales y solamente quedaba y quedaría el eco y la luz del acto moral de Baraguá; sino el que termina después de los hitos posteriores, aun el de 1895, con la disolución del Ejército Libertador más tarde, y con la del gobierno presidido por Bartolomé Masó.
Podríamos analizar todos y cada uno de estos hitos: la primera república, la cespediana; la que se extingue con el pacto de El Zanjón; la que sobreviene con el Consejo Revolucionario, presidido por el venerable Silverio del Prado, por Manuel Calvar, por Maceo, por Vicente García; la que sobreviene después, en el 95, con posterioridad a la discusión en La Mejorana entre Martí, Gómez y Maceo, en la que se debate la forma de gobierno. Esto queda atrás en el momento en que, de hecho, se declara disuelto el Ejército mambí, se extingue el gobierno revolucionario, y comienza ese lapso oscuro que es la ocupación norteamericana, enjuiciada por Máximo Gómez, de forma breve y precisa, en su anotación del 8 de enero de ese año 1899: “tristes se han ido ellos [los españoles] y tristes nos hemos quedado nosotros, porque un poder extranjero los ha sustituido”.
Máximo Gómez reconoce implícitamente que había un poder real -el español-, que a lo largo de siglos había privado al pueblo cubano de ejercer, llegado a la madurez de su vida, estando presentes en la sociedad cubana los elementos formativos que la favorecían, una opción independentista -a la que nunca tuvimos en realidad acceso-, fallido primero el intento de que Cuba se incorporase al movimiento de liberación hispanoamericana iniciado en México, y en todo el sur por Bolívar y por los padres fundadores; el resultado del 68 después, y finalmente el desastre de la intervención norteamericana, que Gómez en ese mismo párrafo señala. En esa misma anotación, dice que es una “intervención impuesta por la fuerza”. En esta entrevista no podemos explayarnos en criterios diversos sobre el hecho, pero lo cierto es que los norteamericanos llegan, eso es lo histórico; desconocen al gobierno revolucionario; utilizan al Ejército Libertador como unos cargadores, como unas tropas de adelanto que van limpiándoles el camino, hasta que se esfuma la ilusión de que los americanos vienen a Cuba como aliados.
El propio Gómez -para volver a citarlo- en su célebre carta de respuesta al Capitán General Ramón Blanco, que le insta a una alianza entre tropas cubanas y españolas para arrojar fuera a los yanquis, le responde: “Me asombra su atrevimiento, al proponerme nuevamente términos de paz, cuando usted sabe que cubanos y españoles jamás pueden vivir en paz en el suelo de Cuba. Usted representa en este Continente una monarquía vieja y desacreditada y nosotros combatimos por un principio americano; el mismo de Bolívar y Washington [...] Yo solo creo en una raza: la Humanidad; y para mí no hay sino naciones buenas y malas; España habiendo sido hasta aquí mala, y cumpliendo los Estados Unidos, hacia Cuba, un deber de humanidad y civilización, en estos momentos”; para, poco después, con aquella agudeza que tenía, y como hombre que conocía demasiado la cuestión cubana por dentro, y había oído tanto a Martí, diga: “No veo el peligro de nuestro exterminio por los Estados Unidos, a que usted se refiere en su carta. Si así fuese: “La Historia los juzgará”". El juicio está montado en la ocupación americana, en ese período de ocupación -1900-1902-, cuando quedan claras todas las intenciones; cuando estas se ponen de manifiesto, con brutalidad absoluta, en la asamblea constituyente de 1901 en el Teatro Martí; cuando se les advierte a los asambleístas que si no hay enmienda no hay República. Y a la constituyente, que tenía como único objetivo -para el cual había sido elegida-, preparar una base constitucional para la República futura, le impone el deber de legislar sobre cómo serían las relaciones futuras entre Cuba y los Estados Unidos, y le impone la Enmienda Platt, que no solamente merma, sino mutila todos los atributos de soberanía de la República que nace el 20 de mayo de 1902.
Sí, fue una República, fue reconocida por las grandes potencias, por España, por los Estados Unidos; fue reconocida por Europa, por Japón, por China. Ahí tenemos las cartas de reconocimiento de todas aquellas personalidades. Fue reconocida por todos los pueblos iberoamericanos; pero en realidad la República, como tal, no existió, porque desde el punto de vista jurídico, el gobierno de los Estados Unidos podía intervenir en Cuba sin consultar al Congreso ni al Presidente. Y eso lo ejerció entre 1902 y 1905, en todas las presiones sobre el gobierno de Tomás Estrada Palma, y de una forma brutal cuando ese propio presidente, prevaricando de sus deberes, llama al gobierno norteamericano, en una acción en la cual participa el Ministro de Cuba en Washington, Gonzalo de Quesada, quien pide al presidente de los Estados Unidos la intervención en Cuba. Ambos, Gonzalo de Quesada y Estrada Palma, eran discípulos amados de Martí. Hasta el último momento de su vida está refiriéndose con cariño y con afecto a Estrada, a quien él había llamado “el cenobita de Central Valley”. En la carta del Secretario de Estado norteamericano está citado el telegrama de Quesada que dice: “esto aquí nadie lo sabe, solamente el Presidente y yo”.
Es decir, se hizo a espaldas del Congreso, a espaldas de los sectores de opinión. En medio de un conflicto interno, se solicita la intervención norteamericana. Es un acto de soberbia del presidente Estrada Palma, al no querer reconocer los resultados de unos comicios electorales que estaban viciados, porque la República que se entroniza nació con todos los vicios de corrupción propios del modelo que le había sido propuesto como fórmula de existencia. Dicen que el Presidente norteamericano estaba muy molesto, porque la torpeza de los políticos cubanos venía a deshacer la imagen “grande y generosa” que los Estados Unidos habían dado ante el mundo. La nación norteamericana había cumplido el compromiso solemne de ambas cámaras -expresado en la fórmula de que el pueblo de Cuba es y de derecho debe ser libre y soberano- al intervenir en Cuba. Esa libertad había sido conculcada por la Enmienda Platt, pero quedaba una formulación pública, un teatro montado, y ese teatro venía a ser disuelto por Tomás Estrada Palma, y eso no convenía a los intereses norteamericanos. Ellos no querían estar aquí, la escena maravillosa había sido la partida, la entrega de la República; pero tuvieron que volver, y cuentan que el Presidente norteamericano le expresó a Gonzalo de Quesada: “Dígale al presidente Palma que yo puedo enviar ahora mismo los barcos que me pide, pero que piense en la mancha imborrable que caerá sobre su nombre”.
-A partir del 20 de mayo de 1902 nace un nuevo Estado, y se crea una república que usted dice que no existió en los primeros años por la vigencia de la Enmienda Platt, pero que ha dejado una historia con luces y sombras, a partir de Estrada Palma, pasando por José Miguel Gómez, Menocal, Zayas, Machado…
-Nosotros podemos explicar la historia; lo que no podemos hacer es borrarla. Cuando no se tiene el valor de explicarla, se acude al expediente de omitirla. Yo pienso que eso es un grave error, que ha costado muy caro a los que la han negado. Varias veces he escuchado decir al compañero Fidel que quienes han negado su historia han desaparecido.
No podemos dejar de pensar que el Secretario de Educación Pública del gobierno interventor, en un período, fue Enrique José Varona. Ya sabemos qué representa Varona en la historia de la evolución del pensamiento cubano. Sabemos que en el momento del voto por la Enmienda o contra la Enmienda se escinde la opinión cubana. Una posición era la de quienes creían necesario rechazarla -recurriendo a un expediente de heroísmo que no tenía convocatoria, porque se habían roto las bases de unidad, y la información que podría haber permitido movilizar a muchos, estaba fragmentada.
Otros creían que debíamos tomar lo que se nos daba y luchar por lo que aspirábamos, o por lo que habíamos luchado siempre. Esa es una verdad; y vamos a observar cómo, tanto en el gobierno de Tomás Estrada Palma como en los posteriores, participa un conjunto de figuras de gran relevancia para Cuba que no pueden ser, en forma alguna, borradas y tijereteadas de la historia. Nos quedaríamos sin nadie si no somos capaces de situar lo que usted ha llamado, con razón, la luz y la sombra de un proceso. No hay posibilidad ninguna, es un proceso en el cual se forja un sentimiento antimperialista, en que renacen con fuerza, después de la poda, los más valiosos sentimientos patrióticos. Es un período en el cual figuras como Juan Gualberto Gómez, Manuel Sanguily, Enrique José Varona, por citar solamente algunos nombres, van a librar la batalla por el análisis y la búsqueda de una posición cubana frente a las nuevas amenazas de injerencia norteamericana -que son en muchos casos rechazadas- y contra las relaciones que se han creado en Cuba, precisamente por no haber triunfado la revolución martiana “con todos y para el bien de todos”.
No estaba publicada todavía la mayor parte de la obra de Martí; por eso comprendemos la avidez con que Mella, profundamente flechado por el Maestro, busca testimonios martianos en las figuras sobrevivientes de la gran gesta; por eso el papel del doctor Eusebio Hernández, por ejemplo; una tremenda figura, no solo un gran científico, sino un gran patriota, de primerísima línea, consejero de Maceo, compañero y amigo de casi todos los fundadores. Hay un libro precioso con su correspondencia y con todo lo que significó. Además, Mella lo pondera de forma extraordinaria.
Es la etapa en que nace el movimiento obrero, en que se llevan a cabo las primeras huelgas, en que va surgiendo, precisamente, una conciencia proletaria en medio de las necesarias influencias, que venían de nuestra propia matriz española o europea, como el anarcosindicalismo. Tuvimos hasta la fortuna de tener en esa corriente a hombres de la talla de Alfredo López, a quien Mella reverencia como una verdadera figura de primera línea en el orden humano. Es la etapa en que se forja y nace el primer Partido Comunista de Cuba, con un Primer Secretario que era español y que es deportado poco después; lo cual agrega condimento a que nuestra ruptura con España siempre fue con la España política, pero no con la de la raíz, de la rabia y de la idea de que hablaba García Lorca; porque de ahí nos vienen los fundadores de las organizaciones obreras, de la masonería librepensadora y anticlerical, de las organizaciones culturales iniciales. No olvidemos que sin esa continua relación con la España vital no se comprendería la partida a España, apenas treinta años después, de aquella masa de jóvenes que va a combatir por el sueño democrático de la humanidad, en defensa de la República, y que vaya entre ellos uno de los jóvenes más esclarecidos de su generación, Pablo de la Torriente Brau.
Esto es muy complejo, no admite simplificación, no admite decir que todo ha comenzado con nosotros. El movimiento encabezado por Fidel es, como él mismo lo definió, una continuación de la revolución iniciada por Céspedes. Esa revolución adopta, desde el 68 hasta el 59, distintas etapas, y una de ellas es la de la lucha en el período republicano, proclamado luego de la primera y segunda intervención norteamericana en Cuba, y del terrible amago de intervención que sobreviene a la revolución del 30. Hubo entonces injerencia política, pero ya no pudo haber intervención militar con desembarco, porque ya había cristalizado una conciencia que pone al país al borde de una verdadera y grande revolución.
Tampoco podemos omitir que, en medio de todo eso, hay en la República elementos vitales que luchan, por ejemplo, de una forma patriótica por deshacer la Enmienda Platt, desde el punto de vista jurídico, y lo logran cuando hacen que sea finalmente abolida, no como un acto de generosidad del nuevo trato preconizado por Franklin D. Roosevelt, sino como resultado de una gran lucha nacional, en la cual los embajadores, los ministros cubanos -entre ellos Cosme de la Torriente- van a desempeñar un papel muy importante para la desarticulación del aparato jurídico de la Enmienda. Ellos logran barrenarla completamente. Además, estaba delante el proceso revolucionario, fallido, inconcluso; pero real, en el cual se paga el altísimo precio del exilio y muerte de Mella, de la partida frustrada y del asesinato de Guiteras, hechos que nos permiten pensar en el precio que paga el pueblo cubano por todo esto.
También hay un movimiento obrero que tiene una significación enorme en este período, con una gran ventaja para Cuba, y es que los grandes dirigentes obreros del país, formados en el seno de aquel primer Partido Comunista, lo fueron de una forma muy flexible. Dirigentes muy originales porque partían de experiencias vividas muy originales, porque cumplían sus deberes de cara a la clase trabajadora; verdaderos dirigentes, extraordinariamente queridos por el pueblo cubano. No se puede concebir la historia de ese movimiento sin hablar, por ejemplo, de Jesús Menéndez, caído en plena juventud y que logró lo que parecía imposible, en una batalla contra las más poderosas transnacionales de aquel momento.
No podemos olvidar -en la Habana Vieja en particular- el papel de Aracelio y de Margarito Iglesias, como no se puede olvidar el de Miguel Fernández Roig o el de José María Pérez, por solamente citar los nombres de los mártires.
-Durante la República se crea también la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), y en la Protesta de los 13 hacen irrupción los intelectuales.
-Claro que sí, un movimiento intelectual muy fuerte que se inicia, precisamente, con aquellos jóvenes libertadores que, al concluir el proceso independentista, quedan inconformes con el destino incierto de Cuba. Entonces se produce un movimiento, y ahí está ese fermento intelectual de hombres de los que hoy estamos conmemorando los centenarios. Con nombres como Don Fernando Ortiz que, ya desde el comienzo, desde su juventud, está buscando las raíces y las claves interpretativas de la sociedad cubana; Emilio Roig de Leuschenring, “el infante terrible”, como lo llamaron; aquella generación que está en la Protesta; figuras que conocimos y nos pudieron dar un testimonio tan hermoso de aquellos años como José Zacarías Tallet y Juan Marinello, por citar algunos nombres.
Tenemos a Rubén Martínez Villena, siguiendo la huella de Mella, a quien Neruda, con tanta razón, llama “el discóbolo cubano”; detrás de ellos, Raúl Roa y toda esa gran generación, extraordinariamente elocuente, dotada de la capacidad de la oratoria, de la conversación, que logran en sus tertulias en el Naranjal, en el hotel Ambos Mundos, en el Lafayette, en el corazón de La Habana, donde se reúnen con los viejos representantes del pensamiento cubano, con el propio Eusebio Hernández, con Juan Gualberto, con Sanguily, con Varona. Vemos el fin de la vida de Varona; ahí está Roa describiendo en una semblanza lo que significó este para la juventud cubana, y cómo van a buscarlo, y cómo Varona -despojado ya de todo, sin nada material-, se convierte en el abanderado de esa moral, de esa ética cubana, indestructible.
Creo que sí, que hubo un movimiento de cambio, de transformación, una generación que tuvo articulistas brillantes, caricaturistas brillantes como Conrado Massaguer, por ejemplo; revistas espléndidas de pensamiento cubano como Social, hasta llegar al momento crucial, ya en el 30, con una generación aún más joven que viene detrás. Por ahí llegaremos a Nuestro Tiempo, por ahí llegaremos a Orígenes, por ahí llegamos a toda la pintura cubana de esa época; por ahí andamos del brazo de músicos como Amadeo Roldán, de Caturla. Entonces, simple y sencillamente, te diré que esa República fue extraordinariamente fecunda, en todos los aspectos.
-¿Cuáles son los momentos o facetas de la historia de aquella República que demandan hoy un ejercicio más acuciante de reinterpretación o revalorización?.
-Creo que toda la historia republicana es muy importante para su estudio; porque se corre el riesgo siempre de simplificaciones, de reducciones muy mecánicas, en las cuales falta la capacidad de investigar situaciones concretas nacionales e internacionales, el papel de las grandes personalidades en la historia de Cuba, el de las vanguardias políticas y culturales que fueron tan importantes y que borran por completo la imagen del proceso republicano como desierto de virtudes. En él aparecen precisamente los precursores y promotores del proceso revolucionario en su doble vertiente; quiero decir en su vertiente política y en su vertiente cultural.
Esta es una coincidencia muy importante en la historia de Cuba, que marca una regularidad de la Revolución, y es la coincidencia de las vanguardias culturales con las vanguardias políticas. Una inclinación a los problemas sociales ha sido determinante, de forma permanente en esas vanguardias cubanas. Las élites han sido, son, se hacen evidentes, pero son intrascendentes. Las que desempeñan un papel importante son las vanguardias, y no se puede confundir lo uno con lo otro. El proceso republicano es riquísimo: en las relaciones internacionales, por ejemplo, la batalla librada por Cuba por la derogación del apéndice constitucional, es decir, de la Enmienda Platt. ¿Cómo se logra esa derogación formal, que fue una victoria jurídica sobre el Departamento de Estado norteamericano? ¿Cómo se logra el reconocimiento de la pertenencia de Isla de Pinos a Cuba, que era discutida?
Y con Isla de Pinos se discutía también la existencia virtual del archipiélago. Se le concedía a Cuba soberanía nada más que sobre la isla grande. Esa batalla fue importantísima. La presencia de Cuba en la fundación de la Liga de las Naciones, la presencia de Cuba en la fundación de la UNESCO, la presencia de Cuba en el Tribunal Internacional de La Haya. El hecho de que haya sido un cubano su presidente -el doctor Bustamante-, el papel que su doctrina jurídica tuvo para los derechos internacionales, y sobre todo el derecho de las pequeñas naciones, particularmente las pequeñas naciones hispanoamericanas. Entonces yo considero que hay que estudiar la República, que no puede ser borrada de un plumazo; hay que ver el papel que desempeñaron las contradicciones, las posiciones de los grupos de batalla en esa época. Por ejemplo, los que aprobaron la Enmienda Platt, bajo qué condiciones. Generalmente no hubo ninguna anuencia, o casi ninguna a favor del carácter real de la Enmienda como elemento de intervención, como elemento de sujeción, como elemento de menoscabo de la soberanía cubana, hasta hacer inviable esa soberanía. No hubo generalmente anuencia a eso. Los que la aceptaron para continuar la lucha consideraban que era necesario tomar en ese momento lo que se nos daba, para buscar y aspirar a lo máximo. Quiero decir que hay que estudiar, estudiar profundamente, y no se puede, de ninguna manera, hablar de la República como de un monstruo inexistente, de algo que no existió. No es posible.
-¿Cómo evalúa la labor realizada por la historiografía republicana? ¿La obra, por ejemplo, de figuras como Ramiro Guerra, Herminio Portell Vilá, Leví Marrero y Emilio Roig de Leuchsenring?
-Son, a veces, enfoques distintos, distanciados por una actitud fundamental ante la cuestión de la injerencia norteamericana en Cuba. Ramiro Guerra, por ejemplo, es el historiador; es un maestro, un pedagogo. Su Historia es un documento de una eticidad absolutamente inobjetable, y él en sus libros se asoma, se coloca ante el dilema de la injerencia norteamericana en la República, la denuncia; no produce un análisis profundo de las causas y razones, y no desnuda el fenómeno; pero llega hasta el umbral, evidentemente; es hasta ahí donde podía llegar. Y eso está avalado por su conducta, por su vida personal, y por su carácter. Emilio Roig sí entra de lleno en el problema.
Yo te diría, por ejemplo, que para comprender el pensamiento cubano, es indispensable estudiar La expansión territorial de los Estados Unidos, de Ramiro Guerra. Es un libro fundamental para poder entenderlo. Pero también es importante estudiar a Herminio Portell Vilá, que después, con su vida, se aparta de las que habían sido sus convicciones; pero no olvidemos nunca que es el autor de una obra monumental que se llama Cuba y sus relaciones con Estados Unidos y España. Es un libro esencial para estudiar, para comprender el diferendum cubano-norteamericano; esta obra y otras del profesor Portell Vilá.
Tomó un protagonismo importante en los congresos internacionales de historia, convocados por Emilio Roig; estuvo en un círculo de amigos, muy apreciado por Roig; después vino un distanciamiento profundo cuando, llevado por su anticomunismo absoluto, no se da cuenta de las originalidades y de las virtudes que estaban presentes en la Revolución cubana. No la interpreta, y aterrorizado, se va a poner al servicio de los propios intereses que ha combatido. Este es un análisis que hay que hacer, pero sin invalidar la obra. Esto es importantísimo.
-¿Leví Marrero y Emilio Roig?
-Leví Marrero: una obra monumental. Una obra mo-nu-men-tal, que nadie puede desconocer. Hay que situarlo dentro de esa obra de la geografía política cubana, en que cada cual hace un aporte importantísimo, muy concluyente: es el trabajo de Pedro Cañas Abril, son las investigaciones de Sara Isalgué y de Salvador Massip, son los propios trabajos del joven Núñez Jiménez en su momento. Pero Leví Marrero es un hombre de gran sabiduría y su obra es una obra enciclopédica que tendrá que ser consultada, independientemente de sus posiciones personales. Es algo a lo que se puede aplicar aquello de que “el arte no tiene patria, pero los artistas sí”. O sea, podemos enjuiciar las posiciones personales del doctor Leví Marrero; podemos someterlas a debate; pero no su obra.
-¿Y Emilio Roig?
-Emilio Roig de Leuschenring fue uno de los hombres más completos, a mi juicio. Pero es un hombre que se desenvuelve en otros rangos. Emilito se percató de la importancia de la polémica política y de la prensa; no se perdió nunca en su gabinete a hacer historia, solamente a investigar y a publicar libros, sino que fue un polemista; y además un costumbrista. Se dio cuenta de que las costumbres y el carácter tenían mucho que ver y condicionaban o tipificaban mucho la posición de los cubanos ante la sociedad y la historia; por eso fue un costumbrista, por eso fue un periodista.
Advirtió el papel de la ciudad, de las grandes ciudades, y particularmente de La Habana, como lugar que tiene un gran peso en la historia de los acontecimientos. Y por eso fue, además, el historiador de la ciudad. Se dio cuenta de la importancia de los monumentos públicos como resortes de la memoria, y por eso defendió y creó instituciones. Pero lo más importante de su obra, de su sentido martiano, de su carácter cubano, es que está signada por una comprensión de que el pueblo cubano había luchado y había logrado su independencia por su propio esfuerzo; de que Cuba debía ser libre -como decía Martí- de España y de los Estados Unidos; de que el imperialismo norteamericano había tenido un papel nefasto en sus relaciones con Cuba. No hablo de la cultura norteamericana, no hablo de la nación norteamericana, hablo de la acción imperial desnudada a lo largo de su obra: en su estudio sobre la Enmienda Platt, en su ensayo luminoso “Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos”. Él deja claro, muy claro, que hay una diferencia absoluta entre las vanguardias políticas, defensoras de la justicia, defensoras de los inmigrantes, defensoras de los pobres, de los negros, de Cuba, y la élite política plagada de intereses inconfesables que siempre creyó que Cuba era la fruta madura que debía desprenderse del árbol. He ahí la distinción entre Roig y las otras personalidades que hemos mencionado.
En el Centro Histórico de La Habana hay algunos símbolos de esa República; está el Palacio Presidencial, el Capitolio, y está también el Palacio del Segundo Cabo, que es anterior, pero donde sesionó la primera Legislatura cubana.
Y acabamos de terminar la restauración de la Cámara de Representantes, construida en 1913, anterior al Capitolio y que hemos conservado; porque el Palacio del Segundo Cabo se transformó, se cambió; pero hemos logrado restaurar la Cámara de Representantes, restituir en ella un busto de Máximo Gómez, cien años después, el mismo día y a la misma hora en que había sido expulsado por una Asamblea Legislativa formada por muchos cubanos de mérito, no solo por oportunistas y traidores. El que se paró allí para decir “si hay que fusilar a Máximo Gómez y hace falta un General para hacerlo, cuenten conmigo”, era un patriota imborrable de la historia de Cuba. Tal era la confusión del momento.
El mismo día y a la misma hora, entronizamos su monumento en bronce en el hemiciclo de este primitivo Parlamento, de esta Cámara Baja cubana. En el mismo edificio en el que Raúl Roa realizó su impresionante labor editorial y de divulgación cultural en el Ministerio de Educación, en los tiempos de Aureliano Sánchez Arango. En el mismo lugar a donde llegó Eduardo Chibás, con su denuncia, que era en definitiva un enfrentamiento contra la corrupción conceptual y latente de la República, independientemente de que fuese cierto o no que Aureliano tuviese las fincas que se le atribuían en Guatemala. El lugar desde donde Armando Hart dirigió la campaña de alfabetización -porque ya era Ministerio de Educación en el momento del triunfo de la Revolución. Ahí estuvimos, y el doctor Hart me dijo, “desde aquí dirigimos el movimiento de la alfabetización en Cuba”. Ese lugar está totalmente restaurado, con todos los atributos del Ministerio de Educación y los de la Cámara de Representantes, las condecoraciones de aquella época, las medallas conmemorativas, los documentos, el texto constitucional de 1940. Es decir, no podemos explicar la historia de Cuba, ni amar la historia actual, desconociendo el pasado, ni admitir tampoco una explicación simplista porque, sencillamente, es poco serio.
-¿Cuál sería a su juicio el balance de la cultura de aquella República y su legado al momento actual?
-Bueno, figúrate. Si nosotros, por ejemplo, no comprendemos el papel desempeñado por el grupo de Avance, o por Orígenes, o por la Sociedad Pro-Arte Musical, no podemos entender la cultura cubana. Fue allí, en Pro-Arte Musical, donde se abrió un espacio a la cultura, un espacio muy democrático, porque las vanguardias políticas cubanas -que eran vanguardias de izquierda, no crípticas, sino confesas- estaban allí; allí fueron a participar en la musicología, en el ballet, en las artes plásticas, en el teatro, pero sobre todo en la música. En ese período cristaliza el teatro cubano. ¿Qué pensar del grupo de Avance? Son las ideas, la defensa de las ideas, la organización de la vida cultural, las exposiciones, el trabajo con las personalidades políticas.
¿Qué pensar de Orígenes? Un grupo de meditación, de reflexión, como siempre tiene que haberlo en toda sociedad. No era una élite en una torre de marfil, era una vanguardia. Quizás menos polémica, una vanguardia que estaba en el culto de ciertas cosas, que son indispensables a toda sociedad y que la mezquindad de la vida republicana y de la sociedad -que podríamos llamar política- no permitía generar, y ellos lo hicieron. Y, desde luego, estaban también las grandes individualidades de la cultura cubana. En ese período hay una serie de cosas de una importancia tal, que no podríamos entender la Revolución sin la República.
Tomado de Temas, n. 24-25, enero-junio de 2001.
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Liberación, emancipación y democracia
Como en muchos de los países que fueron colonia, en Cuba la lucha por la libertad pasa por la lucha de liberación nacional. El movimiento que se levantó contra la dictadura de Batista se levantó además contra la dependencia del imperialismo estadounidense.
La democracia ejercida en Cuba tiene una fuerte configuración popular, en contraposición a la democracia electoral característica de occidente. Pero lo anterior no impide la realización de elecciones, las cuales refuerzan la legitimidad de esa democracia popular.
En Cuba todas las personas pueden votar y ser votadas cumpliendo los 16 años. La inscripción es universal, automática y gratuita. La base de nuestro sistema institucional son los delegados de circunscripción que se agrupan en consejos populares e integran las asambleas municipales. Los candidatos son propuestos y elegidos por el pueblo en reuniones públicas de las diversas zonas vecinales que componen cada circunscripción electoral, no por partidos de la politiquería. Para cada puesto se proponen como mínimo dos candidatos y ocho como máximo. Para ser electo hay que recibir más del 50% de los votos. No existen campañas electorales. La labor de publicidad es realizada por las comisiones electorales. En sitios públicos es colocada la biografía de los candidatos propuestos por el pueblo en las asambleas de barrio, no hay promesas electoreras y la elección o no, se basa en los méritos personales de la persona. Se garantiza así la imparcialidad y el trato equitativo de todos los candidatos.
El voto es libre, secreto y directo. El colegio electoral se encarga de realizar el escrutinio y desde hace por lo menos tres décadas siempre hay un gran número de ciudadanos cubanos, diplomáticos, periodistas y observadores extranjeros. Aunque el voto es voluntario, desde 1970 a la fecha se ha registrado la participación de más del 90% de la población en edad de votar. Ningún representante, diputado o delegado recibe un beneficio por desempeñar su cargo; el Estado les paga un salario exactamente igual al que tenían en sus trabajos antes de desempeñar su cargo, empleo al que regresaran una vez finalizado su mandato. La rendición de cuentas y el mandato revocatorio son un componente importante del sistema electoral. Aún así este sistema electoral no agota el contenido democrático de la sociedad cubana, la activa participación ciudadana no se limita a escoger, postular, elegir, controlar y revocar a sus representantes, existe una cultura participativa que va mucho más allá de la participación de los ciudadanos en su sistema representativo, existe una vigorosa sociedad civil.
Una de las características de la sociedad cubana es su fuerte cultura del debate y el diálogo. Por las calles de la Habana, en las plazas públicas, en los parques, pueden encontrarse a grupos de cubanos y cubanas discutiendo sobre varios temas. En las “guaguas” el silencio no existe. La gente interactúa, opina, y si no está de acuerdo, discute, critica. Los tonos verbales llegan a ser muy altos. Un número amplio de cubanos se agrupa en distintas organizaciones de la sociedad civil, como la Federación de Mujeres Cubanas, los Comités de Defensa de la Revolución, etc. Las distintas asociaciones como las de pedagogos, abogados, agricultores, economistas, artistas, minusválidos, y cientos de ellas más, las cuales tienen peso importante en las decisiones del Estado. Esas organizaciones y asociaciones abarcan prácticamente el universo de actividades, intereses y problemas que conciernen a todos los cubanos.
Además desde los primeros años de la Revolución el pueblo se organizó en milicias armadas para defender la patria, las armas las tiene el pueblo integrado hoy a las Unidades de Milicias de Tropas Territoriales, si la Revolución no contara con el apoyo de su pueblo, no duraría un segundo, (hablamos de millones de milicianos, armados y entrenados)
El programa ideológico que se impulsa y defiende desde la tierra de Martí y de Fidel ha integrado en su construcción elementos como la liberación, la democracia, la emancipación y el socialismo, pilares fundamentales en la construcción de un mundo más justo. Estos elementos, junto a la descentralización de la justicia y la administración, marcan una diferencia radical con el socialismo burocrático y los proyectos socialistas fracasados en Europa del Este el pasado siglo.
Haber derrotado al “fatalismo geográfico” que señalaba que en Cuba no podía sobrevivir un gobierno que no contara con el apoyo de los Estados Unidos. Es un logro importantísimo de la Revolución.
Haber derrotado la agresión militar, el terrorismo made in USA y la guerra económica impuesta por el imperio a todo lo largo y ancho del mundo y en todas las esferas de la economía y las finanzas es un logro.
La sobrevivencia ante el derrumbe económico de 1989-1993 cuando Cuba en medio de una feroz e intensificada guerra económica perdió sus principales mercados y fuentes de materias primas.
La dedicación al trabajo de los cubanos durante el catastrófico declive del salario real y los ingresos después de 1990. Impresiona el profesionalismo de muchos cubanos que durante año, desde 1990, ante el enorme deterioro del poder adquisitivo de sus ingresos, continuaron trabajando con seriedad y dedicación en la medicina, universidades, escuelas, el servicio público, u otros empleos. El trabajo abnegado de innumerables ciudadanos durante los años difíciles del Período Especial, 1990-2010, es en esencia lo que ha permitido la recuperación desde la profunda depresión de 1993.
Son importantes logros de la Revolución cubana, pero hay muchos más a los que nos referiremos en posteriores trabajos, pero:
Nuestro sistema democrático es el más importante logro de la Revolución, lo primero que habría que subrayar no fue copia de nadie, sino hubiera seguido el camino del modelo de Europa Oriental, pero el cubano perdura, vive y se desarrolla en un mundo sin campo socialista y bajo la hegemonía estadounidense. El modelo democrático cubano nace como evolución necesaria de su propia historia
LEER MÁS SOBRE EL TEMA AQUÍ:
https://elblogdelapolillacubana.wordpress.com/que-ha-hecho-la-revolucion-cubana-en-mas-de-50-anos-por-raul-capote/
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Me gustó mucho tu mensaje querida Tatis ...creo que has llegado a tener una claridad meridiana sobre la vida de Nuestra América gracias a tu nueva vida universitaria , a la carrera que elegiste y a tu sensibilidad social e inteligencia que ya conocemos ..... Te quiero ver aquí de continuo si es que consideras que te merecemos .- Un abrazo .- |
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