En los violentos años 70 de Argentina, Carlos Alberto García Muñoz era un militante de la Unión de Estudiantes Secundarios, manejada por la guerrilla 'Montoneros' que terminó enfrentada al jefe de partido y tres veces presidente constitucional Juan Perón. Aquella guerra interna a tiros y bombas del peronismo desembocó en el golpe de Estado de 1976 y, a partir de allí, los militares desataron una 'cacería' contra todos.

Él cayó capturado por los represores y fue a parar al centro ilegal de detención 'Mansión Seré', una antigua casona en el barrio bonaerense de Morón que la fuerza aérea y la policía usaron como prisión encubierta. Allí pasó unos meses con grilletes y encapuchado, pero junto a otros tres prisioneros consiguieron huir una noche de guardia floja, el 24 de marzo de 1978, desnudos y deslizándose con sábanas anudadas desde un tercer piso. Los cuatro partieron al exilio.

Entonces García Muñoz se convirtió en uno más de los miles de latinoamericanos que deambulaban en el limbo del exilio en Barcelona. Allí se unió sentimentalmente a la española María Jesús Anguren Sanjulian y la pareja tuvo dos hijos. No obstante, con los años se separaron y él insistía en pedirle, sin éxito, que volvieran a intentarlo pese a que ella lo había denunciado por maltrato físico.

En 1999, según ha testificado al diario digital Infobae la abogada catalana María José Varela, que representó a la mujer durante la querella y el juicio, él irrumpió en la casa familiar. "Cuando comenzó a hablarle de manera amenazante, ella se encerró en su habitación. Pero no le sirvió de nada, porque él rompió la puerta de una patada, la empujó y le dio un puñetazo", ha narrado la letrada.

Y ha recordado que a continuación "el hombre procedió a violarla hasta dejarla inconsciente y todo esto mientras los hijos pequeños de la pareja estaban en la casa gritando y pidiendo auxilio. La víctima, además, se estaba recuperando de una operación de útero, por lo que no podía defenderse".

Cuando los policías llegaron a la vivienda, alertados por los vecinos que oían los gritos de los niños, García Muñoz todavía estaba agrediendo a la mujer, según el portal. La abogada Varela aseguró que como resultado de la violación, María Jesús quedó embarazada y la criatura nacería prematura. García Muñoz fue condenado por la sección 5 de la Audiencia de Barcelona a 15 años de prisión, por el sumario número 27/2001.

En la Nochevieja de 2011 la justicia española dio por cumplida la condena y lo liberó. Entonces García Muñoz no se lo pensó dos veces y emprendió el regreso a Argentina. Hizo declaraciones a la prensa pero omitió recordar de qué situación venía y atribuyó la decisión de retornar "al momento político que se vive, donde se retomaron muchas ideas y conceptos de mi época". "Veía la efervescencia de esta lucha desde España y me retorcía de no poder participar", dijo.

El 'cristinismo', entonces, lo recibió con los brazos abiertos y como un héroe por su historia de fugitivo de la barbarie de la dictadura. Suele participar en actos públicos abrazándose con la mismísima Presidenta Cristina Fernández, viuda de Kirchner. El 10 de diciembre pasado la mandataria señaló su presencia durante un acto en la Casa Rosada e instó al público a aplaudirlo por tratarse de un sobreviviente de la dictadura.

Además, García Muñoz ha conseguido que lo enchufen de funcionario en la Secretaría Nacional de Derechos Humanos, donde se encarga de evaluar los pedidos de subsidios y pensiones que presentan los represaliados por la dictadura. Según Infobae, los viejos compañeros de militancia sabían de sus problemas con la justicia española aunque lo más probable es que nadie le haya avisado del antecedente a la Jefa de Estado.

También participa activamente en las redes sociales, tanto en su página personal de Facebook (que ha estado activa hasta el mediodía de este lunes y que desde entonces figura como 'contenido no disponible') como la de grupo y se muestra abrazado en fotografías con altos cargos del gobierno, entre otros, el ministro argentino de Transporte y aspirante a presidenciable, Agustín Rossi, así como con Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo.