Alexis Tsipras ha optado por la estrategia de defenderse atacando. Cuestionado por sectores de su partido, que consideran que ha hecho demasiadas concesiones al Eurogrupo, el primer ministro griego, líder de la izquierdista Syriza, ha cargado este sábado con fuerza contra los partidos conservadores en el poder en España y Portugal —y aliados con su antecesor, el exjefe de Gobierno Andonis Samarás—, durante un discurso ante el comité central de la formación. “Nos enfrentamos a un eje de poderes, liderado por España y Portugal, que por razones políticas obvias intentó llevar la negociación al abismo”, sostuvo Tsipras.
“Su plan era y es desgastar, derribar o llevar a nuestro Gobierno hacia una rendición incondicional antes de que nuestro trabajo produzca resultados y antes de que el ejemplo griego afecte a otros países. Y, especialmente, antes de las elecciones en España”, prosiguió el primer ministro. De esta forma, Tsipras no solo intentó reivindicarse ante sus filas, como víctima de supuestas conspiraciones, sino que de pasó entró en la campaña electoral española.
El primer ministro griego afirmó que su país fue capaz de lograr un acuerdo con el Eurogrupo pese a los intentos de asfixiarlo por parte de los conservadores españoles y portugueses, temerosos de que una victoria de la izquierda pudiera abrir la vía a un cambio de ciclo en ambos países.
Tsipras inauguró la convocatoria del comité central cantando las excelencias del pacto con los socios, “un acuerdo-puente en el que no hay medidas de austeridad”. Formulando por primera vez en público —y como mandatario y a la vez socio europeo— lo que hasta ahora no había pasado de ser una crítica más o menos velada en el seno de Syriza, el jefe del Ejecutivo acusó a su predecesor Samarás de tenderle una trampa, “junto con las fuerzas conservadoras en Europa”, para firmar una prórroga de sólo dos meses —que concluía ayer—, maniobrar para convocar elecciones anticipadas en ese periodo y dejar en herencia al nuevo Gobierno una crisis financiera imposible de gestionar.
Secretario de Estado para la UE: "No somos adversarios del pueblo griego"
Miguel González
Tras las declaraciones de Tsipras, el Secretario de Estado de España para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, ha negado que exista ningún tipo de animadversión hacia el Gobierno de Syriza desde España. “Los problemas de Grecia se solucionan con reformas, y no con declaraciones", ha afirmado.
Y ha añadido: "España ha demostrado una gran solidaridad con el pueblo griego, comprometiendo 26.000 millones de euros, tanto el Gobierno anterior como el actual, en un momento muy complicado para España. Nosotros somos solidarios con ellos y no sus adversarios. Debemos recordar que el acuerdo que alcanzó el Eurogrupo se logró por unanimidad y que es una acuerdo bueno para todos, sobre todo para Grecia, porque le permitirá seguir en una senda económica que era la correcta”.
En las negociaciones con el Eurogrupo, subrayó Tsipras, España y Portugal, “trataron de empujar a Grecia hasta el abismo, asumiendo el riesgo de una evolución fuera de control, para evitar un contagio político en sus países”. Y frente a todos los participantes, que han reiterado la unanimidad que reinó entre los socios, el primer ministro griego aseguró que las conversaciones con el Eurogrupo no descarrilaron ante el temor de Francia, China y EE UU a un escenario de inestabilidad. “Intentaron que hiciéramos concesiones inaceptables, bajo la continua amenaza de la quiebra”, subrayó el líder izquierdista.
El plan supuestamente urdido por los tres partidos conservadores del sur de Europa preveía un recambio: sustituir el “gobierno de salvación social” de Syriza y su socio de coalición, ANEL, por “un gobierno de dudosa legitimidad democrática, moral y política” como el que en 2011, dirigido por el tecnócrata Lukás Papadimos, reemplazó al socialista Yorgos Papandreu.
El ex primer ministro Samarás replicó a Tsipras acusándole de crear “enemigos imaginarios”, en referencia a España y Portugal. “Debería darle vergüenza”, declaró al diario Kathimerini el político conservador –cuyo liderazgo al frente de Nueva Democracia pende de un hilo desde la derrota electoral-; “de esta manera justifica sus mentiras y habernos llevado a este punto muerto”.