
El gobierno portugués comenzó a pagar parte de su deuda con la troika
en un contexto en el cual la situación del pueblo es cada vez más
precaria debido al alto desempleo y la deuda pública.
A pesar de la devolución anticipada de 17.000 millones de euros por
parte del estado al Fondo Monetario Internacional (FMI), los últimos
datos expuestos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) indican
que Portugal ha retrocedido una década en materia de pobreza.
Dicha entidad ratifica que en el presente, como en 2004, una de cada
cinco personas vive en la miseria, lo que representa a dos millones de
afectados.
El riesgo de pobreza es del 20 por ciento para las mujeres, 18,9 por
ciento para los hombres, y para los menores de 18 años, la tasa asciende
al 25,6 por ciento de la población, según la misma fuente.
Otra señal de alerta es la alta tasa de paro del 13,4 por ciento, sin
embargo, tener empleo no es sinónimo de escapar de las carencias, pues
uno de cada 10 trabajadores portugueses son afectados por este flagelo,
declara el experto en políticas públicas, Carlos Farinha Rodrigues.
“Si al principio de la crisis ya había señales de que las
desigualdades y la exclusión estaban aumentando, hoy es innegable que se
ha invertido el ciclo de reducción de la pobreza”, dijo el economista.
“Cuando nos fijamos en lo que ocurrió hasta el año 2009, vemos que
gran parte de la reducción de la pobreza se debía a las estrategias
sociales, particularmente las dirigidas a aumentar los ingresos y la
inclusión social, como fueron el suplemento de Solidaridad para
Ancianos, la Renta Social de Inserción, y las pensiones sociales”,
agrega el especialista.
Farinha Rodrigues sostiene que la eliminación de estas políticas en
los últimos tres años es la única explicación para el fuerte aumento del
desempleo y de las debilidades sociales en el país.
La famosa troika, compuesta por el Banco Central Europeo (BCE), el
Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea (CE) impuso en
2011 un paquetazo de medidas neoliberales que atentan contra los
derechos de la clase trabajadora lusa.
La “ayuda” de estos organismos multilaterales somete al país
“auxiliado” a aceptar medidas y reformas económicas que están
deteriorando las condiciones de vida de las familias obreras.
En el caso de Portugal, debido a las exigencias del trío el Poder
Ejecutivo adoptó drásticas medidas de ajuste fiscal, desde reducción de
inversión, gasto público y pensiones, hasta aumento de impuestos y
recortes salariales, que han acabado con el bienestar popular.
PL