El abogado del fundador de Wikileaks consideró que el cambio de posición de la fiscal sueca, que se negaba a hacer el interrogatorio fuera de Suecia, era una victoria para su cliente, pero alertó que hay varios pasos por delante.
Página/12 En Gran Bretaña
Desde Londres
La fiscalía de Suecia aceptó un interrogatorio en Londres del fundador de Wikileaks, Julian Assange, sobre las cuatro denuncias por delitos sexuales que pesan en su contra. Según explicó en un comunicado la fiscal Marianne Ny, el cambio de posición se debe a que los delitos prescribirían en 2015. “El tiempo se acaba y considero que debo aceptar una pérdida de calidad en la investigación y asumir el riesgo de que el interrogatorio no ayude a su avance, ya que no hay otras medidas disponibles mientras Assange no esté en Suecia”, señaló la fiscal Marianne Ny.
En declaraciones a Página/12 desde Suecia, el abogado de Julian Assange, Thomas Olsson, consideró que este cambio de posición era una victoria para su cliente, pero alertó que hay varios pasos por delante. “Estamos felices de que hayan decidido eso, pero frustrados de que les haya tomado tanto tiempo llegar a esa decisión. Ahora la fiscalía necesita la aprobación del Reino Unido para proceder con el interrogatorio. Eso sí, una vez que hayan realizado este interrogatorio tendrán que formular una acusación o dejarlo en libertad”, señaló Olsson.
Assange se encuentra en la Embajada de Ecuador desde que en 2012 la Corte Suprema británica fallara a favor de su extradición a Suecia. Según el fundador de Wikileaks, en Suecia no existen garantías de que no vaya a ser extraditado a Estados Unidos, donde sería juzgado por la filtración masiva de documentos oficiales secretos a Wikileaks, razón real de fondo, según Assange, de una demanda en su contra que ha tenido muchas vueltas legales y políticas.
La denuncia fue formulada por dos mujeres suecas en 2010 poco después de que Assange se convirtiera en una causa célebre internacional con la difusión de un video en el que helicópteros estadounidenses asesinaban civiles iraquíes, y la publicación entre julio y octubre de documentos clasificados de la guerra en Irak y Afganistán. En agosto de ese año, durante una visita de Assange a Suecia se produjeron las alegaciones que fueron desestimadas en aquel momento por el juez a cargo. La odisea legal comenzó en septiembre cuando la fiscal sueca Marianne Ny reabrió el caso: dos meses más tarde Suecia solicitaba su extradición.
El proceso ha sufrido todo tipo de filtraciones, dudas sobre los testimonios, debates por las redes sociales, bromas, alegaciones y desmentidos. El telón político de fondo ha contribuido a la confusión. En Estados Unidos, el ex candidato a la nominación republicana Mick Huckabee llegó a proponer la ejecución de los responsables de la filtración de Wikileaks y una larga lista de congresistas declararon a Assange virtual culpable de la muerte de soldados estadounidenses. Con todo el peso de Estados Unidos detrás, en diciembre de 2011 Interpol emitió un alerta rojo por Assange que lo colocaba en la lista de criminales más buscados del planeta, por encima de acusados de violación masiva y sistemática en conflictos bélicos.
En el campo de Wikileaks hoy son optimistas. El periodista islandés Kristinn Hrafnsson, portavoz de Assange, se mostró convencido que se desestimarán las denuncias. “La Corte Suprema de Suecia anunció recientemente que atenderá el caso y es bastante obvio que fallará a favor de Julian”, indicó. La realidad es que, a pesar de todo el revuelo, Assange todavía no ha sido acusado formalmente de nada. El primer paso es que la fiscalía, después del interrogatorio, decida o no dar ese primer paso.
El abogado defensor de Assange prefirió no especular sobre si su cliente aceptaría ir a Suecia en caso de que finalmente haya una acusación formal de la fiscalía. “No nos adelantemos. Vamos paso a paso. Primero la fiscalía tiene que decidir qué hace”, indicó Olsson a Página/12.
En todo caso, por primera vez desde que Ecuador le concedió asilo, se abre una posibilidad de que el fundador de Wikileaks eluda el destino de record Guinnes en una embajada que por el momento está en manos del cardenal Jozesf Mindszenty, quien pasó 15 años en la sede estadounidense en Budapest, luego de la invasión soviética de Hungría en 1956