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General: La cultura estratégica de China
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De: Ruben1919  (Missatge original) Enviat: 25/08/2013 12:16

La cultura estratégica de China

Para la sabiduría milenaria de Oriente, la fuerza material no es la clave del poder. Conquistar una posición invencible pasa, más bien, por la construcción de una civilización espiritualmente superior a todas las demás

 

Podemos, quizá, aceptar que China, como muchos vaticinan, se convierta a corto plazo en la primera potencia económica del planeta. Aunque la gloria no está del todo cantada, tanto en función de las dificultades de su proceso de reforma como de las reacciones de los países desarrollados de Occidente a través, entre otros, del fomento de acuerdos de libre comercio de gran amplitud, dicha realidad pudiera llegar a confirmarse en pocos años.

Otra cosa es, sin embargo, que China disponga de los atributos indispensables para afirmarse como una potencia global integral. Y no se trataría tanto de sus insuficiencias en materia tecnológica o militar, que trata de corregir a marchas forzadas habilitando políticas y presupuestos millonarios, ni del agravamiento de las contradicciones sociales o políticas, que le exigirán por largo tiempo una exhaustiva atención a los asuntos internos, sino de algo más sutil y de mayor alcance, esto es, la carencia de un pensamiento, de una ideología que pudiéramos calificar de universal.

A día de hoy, su influencia cultural es limitada y viable solo y de manera limitada en su entorno más inmediato. Entendida como reto ideológico a Occidente, plantea numerosas reservas. Si su modelo económico, aún singular en muchos aspectos, sugiere la imposibilidad de su traslación automática a otras latitudes, en el orden del pensamiento, también sus especificidades culturales y nuestro distanciamiento respecto a sus claves, dificultan su universalización o siquiera el mínimo mestizaje.

Dicho esto, cabría señalar igualmente que Oriente nos es indispensable y que la primacía excluyente del pensamiento occidental es una muestra de provincialismo de nuestra cultura, ajena a cualquier empeño auténticamente cosmopolita. Se ha avanzado mucho en las últimas décadas en la interacción económica con Asia, pero poco en la comprensión de su universo espiritual.

El reconocimiento de ese foso inmenso inspira una dinámica política cultural exterior por parte de China que ha ganado intensidad en los últimos años. Su objetivo a medio plazo, como en otros campos, es incrementar su presencia e influencia política más allá de la Gran Muralla, pero ahora mismo se conformaría con ser más entendida y aceptada, enarbolando la bandera del respeto a la diversidad.

A la inevitable curiosidad, debe sumarse la idoneidad de la cultura para llegar a comprender la lógica y el proceder de las autoridades chinas, muy deudoras de sus raíces más profundas, donde radican las principales fuentes de su previsibilidad.

La historia tiene un papel central, y gobiernan con una mano en el presente y otra en el pasado

Dos textos nos serían hoy de mucho provecho en esta labor tan indagatoria como interactiva. El más conocido es El arte de la guerra, de Sun Zi; quizá menos, Las 36 estratagemas, un clásico de la estrategia taoísta.

El arte de la guerra de Sun Zi tiene más de 2.000 años de antigüedad, pero sigue abordándose como una obra plenamente actual. Lo es por la acertada contundencia de muchos de sus aforismos, pero, sobre todo, porque es parte sobresaliente de ese legado de la milenaria civilización china que ejerce una poderosa influencia en la conducta política y en la mentalidad de los dirigentes actuales. Estos conceden al conocimiento de la historia un papel central en su formación, gobernando con una mano en el presente y otra en el pasado.

La esencia del pensamiento de Sun Zi consiste en la apuesta por métodos no violentos para alcanzar la victoria en un conflicto. El arte de la guerra se fundamenta en el engaño, dejó escrito, y siempre es preferible ganar sin luchar. Gran parte de la cultura estratégica de China suscribe la idea de que no es la fuerza material la clave del poder —lo cual no quiere decir que sea irrelevante—, sino la moral y la inteligencia. Es la atracción cultural la fuerza más eficaz para doblegar cualquier hostilidad. Por eso la construcción de una civilización espiritualmente superior a todas las demás es el principio de cualquier posición invencible y el fomento de su poder seductor la mejor garantía para una convivencia pacífica. La similitud con el poder blando es notoria. Tal era, en parte, la lógica que inspiró los reinos tributarios de China durante varios siglos.

Si El arte de la guerra es una obra de todos los tiempos, objeto de estudio en las academias militares de todo el mundo, en universidades y escuelas de negocios, desde el punto de vista de las relaciones internacionales reviste el máximo interés en un momento de transición como el actual.

La agresividad no es sinónimo de vigor; sirven más la fragilidad y la capacidad de adaptación

Son muchos quienes en China comparan la fluidez del tiempo presente con la época de los Reinos Combatientes (siglos V a III antes de Cristo) cuando este libro tuvo mucho predicamento. Fue una etapa en la que diversos feudos pugnaban por hacerse con el poder central, inmediatamente posterior a Sun Zi (Periodo de la Primavera y Otoño) y previa a la fundación de China. Aquella era una China internamente multipolar y el juego de relaciones y conflictos entre los actores emergentes, que no estaban en condiciones aún de superar el poder hegemónico, sugiere hoy el estudio de sus acciones para intuir y orientar los vectores de conformación del orden de la posguerra fría. Los estrategas chinos llevan años estudiando a conciencia aquel periodo histórico tratando de deducir las claves aplicables al tiempo presente.

La propia escuela del PCCh y de su ejército es muy deudora de esta obra de Sun Zi. Mao reconocía abiertamente su influencia en las estrategias que le permitieron vencer a un rival infinitamente más poderoso como el Kuomintang. Otro tanto podemos adivinar cuando Deng Xiaoping enfatizaba su principal contribución a la política exterior de la China posmaoísta: no hay que apresurarse, hay que esperar el momento. Esa paciencia, cultivada con las alianzas (llámense OCS, BRICS u otras) es lo que permite ganar en el último momento. Observar la política exterior de China y contrastarla con El arte de la guerra de Sun Zi ilumina sus contornos y ayuda a entender mejor la razón y sentido último de muchos comportamientos.

Por su parte, Las 36 estratagemas constituye una reflexión sobre el arte de la victoria, reuniendo las leyes para el éxito en la contienda con el adversario. La más celebrada en China es la que invita a la fuga en condiciones adversas. Nada que ver con nuestro deshonor. Mao, con su Larga Marcha, la evidenció como un modo de avanzar.

La importancia atribuida a este texto era tal que siempre ha estado rodeado de mucho secreto y solo circulaba en núcleos reducidos de estrategas militares. Hasta 1979 ha permanecido oculto al gran público. El pragmatismo y la flexibilidad sobresalen como sus principales principios inspiradores.

Ambas obras son de gran aplicación en todos los contextos competitivos y en ellas encontraremos algunos trazos básicos del pensamiento chino, moldeadores de su filosofía y aplicables tanto en la política interna como en la diplomacia, la comunicación, la gestión en sentido amplio, los negocios o en la vida social. No solo en el orden militar. Toda una despensa de instrumentos con vocación práctica.

Ambas tienen en común la fabulación de estratagemas para vencer por medio del engaño y las argucias psicológicas en un contexto de hostilidad. El más sabio es aquel que no combate o que si se ve obligado a hacerlo, se comporta como el agua, obteniendo la victoria sin luchar. Si uno analiza la política continental hacia Taiwán puede comprender cabalmente el sentido de esta estrategia. La agresividad no es sinónimo de vigor; el poder en Oriente se asocia más con la fragilidad y la capacidad de adaptación.

Para la mentalidad occidental no resulta fácil la comprensión profunda de los contenidos de estas obras. La complejidad de las ideas que incorporan y la necesidad de trascender el sentido literal de cada una de las expresiones exige un conocimiento íntimo de la cultura y civilización china para explorar sus sutilezas y desgranar sus sentidos metafóricos. Pero el esfuerzo vale la pena. Su incorporación al bagaje propio nos libraría de nuestro unilateralismo armándonos de razones para reivindicar un ecumenismo de nuevo signo.

Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China.



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De: Ruben1919 Enviat: 15/03/2015 12:37

La nueva normalidad de China

La economía del gigante asiático marchó en general con “paso seguro” y registró “progresos sobre la base de la estabilidad”, según el informe más reciente del Gobierno chino

China apuesta a la innovación del pueblo como garantía de su desarrollo futuro. Foto: XINHUA

China cumplió sus metas de desarrollo económico y social fijadas para el 2014, emprendió con buen pie la profundización integral de la reforma y dio pasos sólidos en la construcción de una sociedad modestamente acomodada.

De acuerdo con el más reciente informe del Gobierno chino presentado esta semana por el primer ministro, Li Keqiang, la economía del gigante asiático marchó en general con “paso seguro” y registró “progresos sobre la base de la estabilidad”.

Las cifras hablan de un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 63,6 billones de yuanes —aproximadamente 10,4 billones de dólares—, un 7,4 % más que en el ejercicio precedente y cercano a la previsión del 7,5 %.

Según expresó Li Keqiang ante los delegados que asisten a las sesiones de la Conferencia Consultiva Política Popular y la Asamblea Popular Nacional, en Beijing, el proceso de reforma y apertura continuó profundizándose mientras el país ha entrado en una etapa de “nueva normalidad”.

Luego de varios años con crecimiento del 10 % como promedio, la economía china transita ahora por un periodo de avance estable y de ritmo normal (7,5-8 %).

De acuerdo con la explicación del Premier, el concepto de la “nueva normalidad” significa que la sociedad debe ajustarse a la desaceleración del crecimiento y equivale a decir, además, que el país se esforzará por llevar adelante un modelo de desarrollo más sostenible y eficiente para las próximas décadas.

“Nuestro país, el mayor país en vías de desarrollo del mundo, aún se halla y permanecerá largo tiempo en la etapa primaria del socialismo. La neutralización de los diversos tipos de contradicciones y riesgos, el saltar por encima de la ‘trampa de la renta media’ y la materialización de la modernización dependen fundamentalmente del desarrollo, el cual debe mantener un ritmo de crecimiento razonable”, afirmó al enunciar los logros del 2014 y los retos que el nuevo año trae para la nación.


DESARROLLO SOSTENIBLE Y RIQUEZAS COMPARTIDAS
Entre los principales logros del 2014, Li Keqiang destacó la ampliación del alcance de la Zona Experimental de Libre Comercio de Shanghai y la creación de otras zonas similares en Guangdong, Tianjin y Fujian. Las autoridades también simplificaron algunos mecanismos burocráticos para el establecimiento de nuevos negocios extranjeros en China.

Subrayó que las exportaciones continuaron al alza y se incrementó la cooperación con el exterior en sectores como las líneas férreas, la electricidad, los hidrocarburos y las telecomunicaciones.

En el orden social, recordó que el Gobierno chino perfeccionó la política de fomento del empleo, elevó el índice de colocación de los graduados de los centros docentes superiores, amplió el acceso a los servicios sociales básicos e implantó un sistema unificado del seguro de vejez para las poblaciones urbana y rural.

No obstante el trabajo realizado y la notable intención del Gobierno de dar respuesta a las necesidades sociales, el Primer Ministro sostuvo que el pueblo aún muestra descontento con temas como la asistencia médica, la vivienda, el transporte, la educación, la distribución de los ingresos, la contaminación ambiental y otros.

Puso énfasis en el éxito de la política encaminada a fortalecer la base agrícola, facilitar el desarrollo rural y fomentar una vida campesina próspera. Dijo que por undécimo año consecutivo la producción nacional de cereales y legumbres creció, lo cual contribuyó a disminuir las importaciones y a garantizar el núcleo duro de la dieta básica china.

Manifestó que aumentaron los ingresos de los residentes en zonas rurales y el campesinado en general, un sector de la población que en los últimos años se había quedado rezagado en comparación con el urbano.

Aun cuando en la China actual todos los habitantes viven mejor que sus ancestros, la aspiración del gobernante Partido Comunista es que “el enriquecimiento sea conjunto”. El enorme desafío de la redistribución de las riquezas en la nación más poblada del planeta es el propósito de la política del Sueño chino, que busca establecer para el año 2020 una “sociedad modestamente acomodada”.

El Gobierno aspira a que dentro de cinco años el PIB chino equivalga al doble del registrado en el 2010 (10,34 billones de dólares) y que para entonces la renta per cápita también se duplique.

Durante su alocución, Li Keqiang también destacó el impulso dado al desarrollo del sector de los servicios y al de las industrias emergentes estratégicas, incluyendo la de circuitos integrados, la de fabricación de equipos de gama alta y la de vehículos de nuevas energías o energías limpias.

Las nuevas vías férreas puestas en funcionamiento sumaron 8 427 kilómetros y las líneas ferroviarias de alta velocidad en servicio llegaron a 16 000 kilómetros. Se pusieron en operación 112 000 kilómetros de autopistas y se fortaleció todavía más la construcción de vías fluviales y de la aviación civil.

Desde 1979 el modelo de desarrollo extensivo aplicado en China descansaba en el fomento de la inversión extranjera y la exportación, pero ahora se quiere que el crecimiento sea más intensivo. Esto pasa porque las producciones de la llamada “fábrica del mundo” ganen en calidad y se vuelvan cada vez más competitivas en el mercado internacional. También explica el énfasis del Gobierno en la introducción de las aplicaciones de la ciencia y la técnica en los procesos de producción y en la construcción de una civilización ecológica y sostenible para las futuras generaciones.


DOBLE MOTOR DE CRECIMIENTO
Según Li Keqiang, “el desarrollo económico de China ha entrado en una nueva normalidad y se encuentra en el mo­mento crítico de subir cuestas y pasar baches”.

“Los males de los regímenes y mecanismos, así como las contradicciones estructurales, constituyen obstáculos en el ca­mino de nuestro avance; de ahí que, si no profundizamos las re­formas ni reajustamos la estructura económica, nos resultará muy difícil hacer realidad un desarrollo sano y sin altibajos”, sostuvo.

El Premier argumentó que “la propuesta de un 7 % como meta aproximada del crecimiento económico responde a nuestra consideración tanto de las necesidades como de las posibilidades, está vinculada con el objetivo de consumar la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada, se corresponde con el aumento del volumen global de la economía y se adapta a la exigencia de actualizar su estructura, por lo que se aviene con las leyes del desarrollo y con la realidad objetiva”.

“Si mantenemos un desarrollo a tal ritmo durante un periodo relativamente largo, las bases para materializar la modernización serán más sólidas”, subrayó.

Con estas ideas en mente, Li Keqiang puntualizó que China necesita contar tanto con el motor tradicional como con un motor nuevo de crecimiento.

Las más recientes medidas gubernamentales han estado orientadas hacia alentar el consumo interno y la innovación, ya que el país tiene una población de más de 1 300 millones de habitantes —el mayor mercado del mundo, ahora con poder adquisitivo— y una mano de obra compuesta por 900 millones de personas.

Por tanto “el doble motor” del que habla el gobernante chino se explica en el despliegue por parte de las masas de actividades emprendedoras e innovadoras, y el aumento de los productos nacionales y los servicios públicos.

La nación, llamada a ser la primera economía del orbe en pocos años, está pensando en su futuro y apuesta por su gente. Toma las medidas necesarias para movilizar los recursos humanos con que cuenta, alentándolos a que exploten al máximo sus potencialidades, y a más de 70 millones de empresas para que desempeñen un rol activo en el desarrollo.



 
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