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General: 2013: avances en La Habana para la paz en Colombia
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 11/01/2014 09:05 |
2013: avances en La Habana para la paz en Colombia |
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22 de diciembre de 2013, 01:34Por Daniel Urbino La Habana, (PL) Si bien las conversaciones de paz para Colombia comenzaron en La Habana en noviembre del pasado año, fue durante el 2013 que se lograron acuerdos esenciales en cuestiones como la agraria y la participación política.
Tras más de medio siglo de conflicto, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el gobierno de Juan Manuel Santos anunciaron a finales de mayo un pacto parcial.
Necesitaron siete meses solo para la rúbrica del primer punto -de seis que tiene la agenda- pero a pesar de ello, los acuerdos sobre el desarrollo integral agrario fueron un hito. Jamás se logró tanto en procesos similares realizados anteriormente.
El acceso y uso de la tierra, la formalización de la propiedad, las fronteras agrícolas y la protección de zonas de reserva fueron algunas de las cuestiones sobre las que se logró consenso.
Asímismo, la mesa alcanzó posiciones comunes en los programas de desarrollo con enfoque territorial, la infraestructura y adecuación de tierras, la salud, educación, vivienda y erradicación de la pobreza en el campo, al igual que en el estímulo a la producción agropecuaria y la política alimentaria y nutricional.
Ambas partes declararon que esto era el inicio de trasformaciones radicales de la realidad rural y agraria de Colombia, "con equidad y democracia".
Debido a una polémica cláusula de confidencialidad, los detalles sobre el funcionamiento futuro de lo pactado se desconocen.
Además, las pláticas se rigen por un principio según el cual "nada esta acordado hasta que todo esté acordado". O sea, hasta la concreción de un acuerdo final el arreglo es pura teoría.
El jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, se apresuró en explicar que lo convenido "se hará con pleno respeto por la propiedad privada". El uno por ciento de la población de Colombia posee la mitad de la tierra de ese país.
Para el jefe de la delegación insurgente a las pláticas, Iván Márquez, el convenio tiene salvedades puntuales que necesariamente tendrán que ser retomadas antes de la concreción de un acuerdo final.
Así y todo, la posición común alcanzada por ambos bandos fue un paso importante hacia la paz.
PARTICIPACIã"N POLÍTICA
Tras sellar el primer compromiso, los diálogos volvieron a sumirse en la cotidianidad de los encuentros, con declaraciones entre partidarios y enemigos del proceso.
La tensión tuvo su clímax al finalizar una de las rondas de la mesa, cuando la delegación gubernamental acusó a la insurgencia de ralentizar las conversaciones y de hacer política con un exceso de retórica ante los micrófonos.
No obstante, poco tiempo transcurrió cuando comenzaron a escucharse rumores sobre un segundo compromiso. La expectativa aumentó más aún con la extensión de uno de los ciclos más allá de lo previsto, algo inusual en la dinámica de los diálogos. Al mediodía del seis de noviembre y tras casi seis meses de debates, las delegaciones comunicaron en La Habana que lograron consenso sobre la futura participación política de las FARC y otras organizaciones en la vida política de la nación.
Con esto, se cerraron temas trascendentales muy vinculados a las causas de la fundación del grupo armado hace más de medio siglo.
Entre los asuntos en los que consiguieron anuencia, sobresalen los derechos y garantías para el ejercicio de la oposición política y para los nuevos movimientos que surjan tras un acuerdo final, abriendo la puerta a los nuevos partidos que surjan tras el cese de la beligerancia, o sea, a la futura conversión del grupo armado en una fuerza política legal.
Además, se reconoció el derecho de reunión, a la libre circulación y expresión, la libertad de conciencia y la oposición en una democracia, cuestiones cardinales propuestas en diferentes plataformas por la guerrilla.
Se trata -agregó Iván Márquez- de que en nuestra patria se respete el derecho a la vida, a la diferencia, a la opción política y la no estigmatización, y se puedan debatir las ideas sin temor a ser asesinado, perseguido, desaparecido o criminalizado.
No sobra recordar que a mediados de los 80, varios grupos y organizaciones beligerantes pasaron a la vida civil tras negociaciones con el gobierno y se agruparon en el Partido Unión Patriótica (UP). Un par de años después la membresía de la UP fue prácticamente exterminada.
El acuerdo comprende la conformación de un estatuto de oposición que brinde garantías a aquellos que se declaren en oposición y la creación de Circunscripciones Transitorias Especiales para la Paz en zonas afectadas por la guerra, mediante las cuales esas poblaciones tengan una representación en la Cámara de Representantes.
EPÍLOGO
Por el momento, el tercer punto referido a la búsqueda de una solución al problema de las drogas ilícitas, centra la discusión.
El debate gira por una parte en torno a la erradicación de cultivos como la coca y por el otro sobre las causas que generan el narcotráfico.
Si convenimos que no es lo mismo coca que cocaína, resulta ilógico que para acabar con el narcotráfico se deba erradicar una planta que puede brindar beneficios a la humanidad, explicó Márquez.
De igual forma, la insurgencia fustigó la política desarrollada por el gobierno para combatir las drogas, la cual, según ellos, solo enfrenta a los débiles y deja a un lado las causas esenciales del fenómeno.
Hasta el momento, las únicas propuestas concretas que se han hecho públicas vinieron del grupo armado, el cual presentó varias iniciativas para encaminar la solución.
Muchos vaticinaron que para el cierre del año se lograría un acuerdo final o estaría bien cerca de lograrse. Incluso el presidente Juan Manuel Santos exigió resultados para noviembre, pero los tiempos reales no se supeditan al discurso oficial.
La guerrilla lo ha dicho, el fin del conflicto más largo de la región no puede subordinarse a calendarios ni intereses políticos.
Para el 2014 los retos serán mayores. Lo logrado es un avance sin precedentes pero hay que tener en cuenta que representa solo un tercio de la agenda.
Hay temas pendientes -la dejación de las armas, las víctimas y la refrendación del acuerdo final, entre otros- que no serán fáciles de abordar con agilidad.
Por si fuera poco, el próximo año aparecerán nuevas presiones a causa del calendario electoral colombiano, que pronto pondrá a punto su maquinaria para los comicios al Senado y la Cámara de Representantes primero, y en mayo para la elección presidencial.
Previendo esto, se barajó de manera informal que la mesa hiciera una pausa hasta que pasara el sufragio pero el propio Santos negó esa posibilidad, por lo que las pláticas continuarán con el ritmo previsto.
ool/urb/rcg
* El autor es periodista de la redacción Nacional de Prensa Latina | |
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Juntemos todas las rebeldías, unamos todas las manos
Exclusión, invisibilización y exterminio no han acallado un proyecto histórico de cambio democrático. Hoy su renovación es inminente y el camino empieza con las elecciones de octubre.
Jaime Caycedo Turriago
El presidente Santos designa una Comisión asesora con exclusión del Frente Amplio por la Paz, la Democracia y la Justicia Social que contribuyó decisivamente a su reelección solo en razón de su respaldo a la continuación de los diálogos de La Habana. El gobierno tiene pleno conocimiento de que el Frente hace un aporte efectivo en la veeduría del cese unilateral decretado por las FARC y que participa de la preparación de una amplia cumbre mundial del arte y la cultura y de una gran movilización por la paz el próximo 9 de abril.
Los pasos gubernamentales sobre el proceso son importantes. Pero la paz es asunto de toda la nación y no se puede seguir admitiendo la invisibilización discriminatoria tradicional, que entre varias razones ha sido causa de la guerra. Se hace odiosamente notorio que Santos pretende hacer una paz de espaldas a la inconformidad ciudadana, a la protesta social que pide un plan de desarrollo conectado con los reclamos de la gente del común, de las y los trabajadores, del mundo popular rural que exige del gobierno el cumplimiento de acuerdos nunca ejecutados.
Ese país real que no quiere más ser maltratado por el Esmad ni por el paramilitarismo redivivo que esconde mal la cobertura de complicidad que le tiende la impunidad del sistema. Una paz equitativa y justa, que reconozca como prioridad atender las carencias de las mayorías, que supere las desigualdades más críticas y construya todas las garantías para la no repetición de los exterminios, tiene que ser una construcción colectiva, obra de la movilización popular.
El núcleo de esta construcción es el programa que defiende como bandera la solución de paz, las reformas sociales agraria, laboral, de la salud, de la educación y el techo, el proceso constituyente que refrende acuerdos, formalice la apertura democrática y oriente la solidaridad con los cambios avanzados de América Latina. La única arma de los oprimidos en esta lucha por la justicia social para la paz es su unidad y su movilización organizada y masiva.
El gran movimiento por la paz que impulsa el Frente Amplio recibe su reconocimiento del pueblo, aunque el gobierno lo invisibilice. Sin embargo el proceso de unidad necesita motores que dinamicen su marcha. Ante la despolitización que preconiza el régimen proclamamos la necesidad de ganar en consciencia, en independencia de proyecto y en decisión política. Para un vasto contingente de la inconformidad comprometida con la paz la Unión Patriótica y Marcha Patriótica son motores imprescindibles de la unidad. Después de un siglo de exclusión se reclama el legítimo derecho de la oposición democrática y social colombiana a asumir el reto del poder.
Exclusión, invisibilización y exterminio no han acallado un proyecto histórico de cambio democrático. Hoy su renovación es inminente y el camino empieza con las elecciones de octubre. La propuesta es concreta: con la política de Frente Amplio, con el programa de la paz democrática, con unidad para la movilización y el protagonismo social, convocamos al diálogo para integrar listas unitarias, plataformas comunes, coordinación de acuerdos y aval concertado con la personería de la Unión Patriótica. ¡Por la paz con justicia social juntemos todas las rebeldías, unamos todas las manos!
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