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General: A 25 AÑOS DE LA MUERTE DE BERNARDO JARAMILLO OSSA
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 22/03/2015 11:40 |
'Bernardo Jaramillo murió en mis brazos'
Hace 25 años asesinaron al líder de izquierda. Mariela Barragán, viuda, reconstruye ese momento.
Por: ANGY ALVARADO RODRÍGUEZ |
1:06 a.m. | 22 de marzo de 2015
“Él no le tenía temor a nada y creo que ese fue el peligro y su sentencia de muerte”. La frase es de la abogada barranquillera Mariela Barragán, viuda de Bernardo Jaramillo Ossa, el destacado líder político de izquierda que fue asesinado en el Puente Aéreo de Bogotá, el 22 de marzo de 1990, es decir, hoy hace 25 años.
Bernardo y Mariela se conocieron en noviembre de 1988. Un dirigente comunista los presentó y fue amor a primera vista. A los dos meses de conocerse, él llegó a Barranquilla a pedir su mano.
El 22 de marzo de 1990, a las 8 de la mañana, la pareja iba rumbo a Santa Marta a descansar unos días luego de una extenuante campaña presidencial. A pesar de tener cerca de 20 escoltas y carros blindados, Jaramillo - para esa época candidato presidencial de la Unión Patriótica - fue atacado por un menor, de 16 años, cuando caminaba junto con su esposa a esperar el vuelo. (Lea también: Así era Bernardo Jaramillo, el gran líder de la UP)
El sicario, identificado como Andrés Arturo Gutiérrez, le propinó cuatro disparos a Jaramillo. Dos de estos en el tórax. Jaramillo cayó al piso y aunque fue trasladado de inmediato por sus escoltas al Hospital Central de la Policía Nacional, llegó sin signos vitales.
Arma y falso documento de identidad que portaba el sicario. Fotos: Archivo EL TIEMPO.
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Según investigaciones, el sicario llegó sobre las 7 de la mañana al puente aéreo y se encontró con un hombre alto y barbado. Le entregaron un maletín de cuero color café en el que guardaba una subametralladora mini-Ingram número 3802836, arma con la cual ejecutó el crimen; un ejemplar del libro sobre la vida de ‘El Mexicano’, escrito por el periodista Fabio Rincón y un periódico para cubrir el arma.
Llevaba además una revista dentro de la cual fue encontrada una foto de Jaramillo Ossa. Se asegura que recibió 300. 000 pesos para cometer el crimen. Fue recluido, en principio en La Picota, y luego conducido a El Redentor, un centro de rehabilitación para menores. Meses después fue asesinado en hechos confusos.
“En esa época los escoltas no tenían la preparación de hoy, era una cantidad de personas armadas pero en un momento de tensión no sabían cómo reaccionar. El jefe de escoltas quedó en shock, y a mí me tocó cargar a Bernardo con otros escoltas”, narra Barragán. (En video: 25 años del asesinato del líder político Bernardo Jaramillo)
Mariela recuerda que el político no tenía chaleco antibalas ni sabía del manejo de armas. “No tenía por qué correr, huir o esconderse. Era una persona honesta, respetuosa de las leyes y correcta, que solamente quería transformar a este país a través de sus ideas que eran de izquierda. No teníamos que vivir en el exilio como lo vivimos nosotros (estuvieron en Francia por casi un año)”, indicó.
Bernardo Jaramillo y Mariela Barragán. Foto: Álbum familiar.
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Bernardo murió en los brazos de Mariela. Él le advertía a su familia que en cualquier momento podía morir. Sus últimas palabras de despedida fueron: “Abrázame y protégeme que me voy a morir”.
Las amenazas contra su vida eran constantes. Durante la campaña electoral no podían entrar a algunas zonas porque las autoridades les decían que no tenían cómo garantizar su seguridad. “Era un momento muy difícil, no solamente nos sentíamos temerosos sino que cuando entrábamos a un sitio con tantos escoltas las personas se iban”, agrega.
Nunca pudo disfrutar de la libertad. Fue una época en la que, según recuerda, los integrantes de la Unión Patriótica no podían estar tranquilos en lugares públicos, todos los días había una persona asesinada y tenían que ir a muchos funerales. El Estado calcula que desde el surgimiento de la UP, en 1985, al menos 5.000 personas murieron en el genocidio contra este partido político de izquierda, entre ellos el también expresidente de la UP y excandidato presidencial Jaime Pardo Leal, el 11 de octubre de 1987.
“El 89 y 90 fueron dos años duros llenos de sufrimiento, dolor, sangre en la parte política y eso nos afectaba. A la salida de la habitación teníamos a dos policías y todo era rodeado de armas. Eso no es una vida normal, es una vida de locos. En Colombia no existe la pena de muerte, pero nosotros fuimos condenados a morir”, afirma.
25 años después del asesinato de Bernardo Jaramillo, el crimen sigue impune. En octubre de 2014, la Fiscalía lo consideró crimen de lesa humanidad y la investigación quedó a cargo de la Unidad de Análisis y Contexto de la Fiscalía (Unac) (Lea también: Ya son 11 los casos con categoría de lesa humanidad)
Edición del 23 de marzo de 1990 tras la muerte de Bernardo Jaramillo. Archivo EL TIEMPO.
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Entre las pistas del crimen, la Unac planteó que los magnicidios de los candidatos presidenciales Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, asesinados entre 1989 y 1990, no fueron casos aislados y que correspondían a una estrategia coordinada con un propósito común: generar zozobra y eliminar del mapa a dirigentes que podían amenazar el proyecto narcoparamilitar y sus alianzas políticas. (Lea: Jahel Quiroga, la mujer que vivió para contar los muertos de la UP)
En el 2011, según la Procuraduría, miembros del DAS en la época de los asesinatos estarían ligados a las muertes de los candidatos presidenciales. Hasta el momento, no se conocen nombres de responsables.
En un comienzo se dijo que el extinto narcotraficante Pablo Escobar fue el autor intelectual del hecho, versión que fue negada por el exjefe del cartel de Medellín. Luego, se señaló como autores intelectuales a los hermanos Fidel Antonio y Carlos Castaño, jefes paramilitares. Ellos fueron condenados por asociación para delinquir y por homicidio con fines terroristas.
Valla publicitaria de la campaña de Bernardo Jaramillo Ossa para el periódo presidencial 1990 - 1994. Foto: Archivo EL TIEMPO.
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Bernardo: el luchador, el padre, el amigo y ‘cómplice’
Fue representante a la Cámara por Antioquia (1986), presidente de la Unión Patriótica después de la muerte de Jaime Pardo Leal (1987), concejal del municipio de Apartadó por el PCC (1982), senador (1988) y candidato a la presidencia (1990).
“Era un hombre que leía y estudiaba mucho. Decía que Colombia debía ser liderada con todas las fuerzas políticas y dar paso a la oposición. Buscaba la inclusión, legado que 25 años después aún sigue vigente”, dice Mariela, quien también apoyaba las causas sociales y lo acompañó a todas las campañas políticas hasta el día de su muerte. Solo alcanzaron a convivir dos años.
Detrás de ese hombre que entregó su vida por el trabajo social y la política, cuenta Mariela que también había un ser apasionado por la música. “Era un joven aventajado, alegre, sociable y bailarín. Le gustaba la salsa (Héctor Lavoe, Willie Colón), el rock en español (Los Prisioneros), era un fiel amante del tango y también le gustaba la música paisa. Un hombre muy tierno. Era de lavar y planchar”. Bernardo llamaba a las cosas por su nombre. “Al pan, pan, y al vino, vino”, agrega.
Hoy, cuando se cumplen 25 años de uno de los magnicidios que más enlutó al país, Mariela y demás familiares de Bernardo, como su hijo Bernardo Jaramillo Zapata (del primer matrimonio de Jaramillo con Ana Lucía Zapata), le exigen al Gobierno celeridad en las investigaciones y esclarecer quién estuvo detrás de este asesinato.
“La justicia tiene que funcionar y operar para tener una sociedad estructurada, fuerte, decente y con reglas claras. Al Gobierno y al Estado le ha faltado decisión política y compromiso con la justicia. Es una vagabundería que todavía después de 25 años un crimen no haya sido resuelto”, puntualizó.
Mariela Barragán y Bernardo Jaramillo (1990). Foto: Angel Vargas/ EL TIEMPO y archivo.
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Familiares de Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo y José Antequera piden memorial
Los familiares de estos líderes lanzaron la campaña ‘Vuelos truncados, legados vigentes’ con la cual se impulsará la construcción de una huella permanente de reconocimiento de estos tres personajes en el aeropuerto El Dorado de Bogotá.
Las muertes se registraron entre los meses de marzo y abril de los años 89 y 90, por lo que este sitio hoy se convierte en un símbolo de una memoria que, según los familiares de los lideres, no puede perderse como parte del derecho de las víctimas y de la sociedad colombiana a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.
ANGY ALVARADO RODRÍGUEZ ELTIEMPO.COM vivrod@eltiempo.com
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Jahel Quiroga, la mujer que vivió para contar los muertos de la UP
Tuvo que sobrevivir bajo la amenaza de morir en cualquier momento por pertenecer a ese movimiento.
Aunque han pasado más de 20 años, el recuerdo está intacto. Una tarde, Jahel Quiroga llegó a su casa y encontró a su hijo menor metido en el clóset. Estaba ahí desde que colgó una llamada en la que le preguntaban por qué a su mamá no le gustaba el Ejército, por qué su mamá era amiga de 'ellos'. Se referían a los miembros de la Unión Patriótica (UP), cercanos a su madre y quienes para la época empezaban a ser amenazados y asesinados. Al otro lado del teléfono se escuchaba una voz amenazante y temeraria. El niño no supo qué responder, solo atinó a esconderse. Desde entonces, Jahel tuvo que sobrevivir bajo la amenaza de morir en cualquier momento por el simple hecho de pertenecer a ese movimiento.
Jahel llegó por casualidad a la militancia. Aunque cuando estudió ingeniería industrial en la Universidad Distrital hizo parte de movimientos estudiantiles, fue en Barrancabermeja (Santander) donde descubrió, en pleno centro de la clase obrera, lo que significaba la resistencia civil, la lucha por la reivindicación.
"Me maravillé viendo a los curas revolucionarios, era como un laboratorio donde estaba naciendo un gran experimento", cuenta esta mujer, desde una oficina en el centro de Bogotá, que por años ha sido una especie de búnker y desde donde logró, tras años de trabajo y en medio de amenazas, recopilar cada caso de lo que se considera el exterminio de la UP. Lo hizo porque lo que empezó como una curiosidad, se convirtió en su vida. En Barrancabermeja se despojó, casi sin darse cuenta de su papel de esposa de un alto ejecutivo de Ecopetrol y terminó llamándose "compañera" con defensores de derechos humanos. Justamente su trabajo en esa área, la convirtió dos veces en Concejal de ese municipio.
"Organicé el comité de derechos humanos departamental. Allí vi que Barranca así como era un pueblo de resistencia civil, así mismo vivía en una represión durísima". Era mitad de los años 80. Y Jahel, madre de dos hijos que no llegaban a los diez años, empezaba a ver morir a sus "compañeros". De algunos recogió sus cadáveres.
"¿Por qué los mataban? Es lo que hasta hoy me pregunto", dice y recuerda el crimen que la marcó y que la comprometió a buscar justicia. "Leonardo Posada fue el primer representante a la Cámara electo por la UP que fue asesinado. Ocurrió un sábado sobre las seis de la tarde. Salía de la sede política del partido cuando unos tipos le dispararon desde una moto. Después se bajaron y lo remataron", cuenta. No puede evitar llorar y dice que eso marcó la triste historia de exterminio de la UP, pero también su convicción para que no se quedara en la impunidad.
"Acabaron con todos". Jahel sobrevivió, dice ella misma, gracias a que por el trabajo de su esposo contaba con un esquema de seguridad, pero también a que ante el primer atentado, que cobró la vida de su secretaria, se fue del país.
"Habían matado a Orlando Higuita, quien fue elegido conmigo en el Concejo para llevar la representación del partido. Y en un error, una mujer que reemplazaba a mi secretaria y que era muy parecida físicamente a mí, fue asesinada porque los sicarios creían que era yo. Me tuve que ir", cuenta. Es difícil creer que detrás de un semblante tan tranquilo como el que tiene, exista una historia de tanta persecución y miedo.
Jahel no terminó su segundo periodo como concejal porque se tuvo que ir un año a Estados Unidos cuando se dio cuenta de que su nombre figuraba en la lista de personas que serían blanco de atentados. Al regresar, se radicó en Bogotá y se unió a algunos miembros del comité de derechos humanos de Barranca que también habían tenido que salir corriendo de la región.
"Seguía sintiendo la necesidad de saber por qué había pasado, qué de malo habían hecho", dice. Y habla de la época en que, junto con el padre Javier Giraldo, recorrían el Magdalena Medio recogiendo muertos, poniendo denuncias, reclamando por la vida de sus amigos.
En Bogotá, en una diminuta oficina en La Rebeca, en pleno centro, se las ingenió para seguir buscando la verdad de los crímenes contra la UP. El miedo que aún sentía, le producía fuerza, dice. Por eso, en 1993 fundó Reiniciar, una organización que tenía como fin recuperar y documentar los casos del genocidio contra la UP. No fue fácil. Las intimidaciones seguían y tuvieron que cerrar la oficina durante un año, en el que ella decidió radicarse en Europa.
Al volver, con Aída Avella, hoy candidata vicepresidencial, se comprometieron a recopilar la información necesaria para entablar una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por el genocidio contra la UP. Y lo hicieron. Uno por uno, nombre por nombre. Documentaron en total 6528 casos. No había bases de datos ni sistemas de punta para hacerlo, pero con lápiz y papel lo lograron.
"Sobrevivimos para volver. Y aunque quedamos pocos, logramos mantener la memoria de la UP, que nos devolvieran la personería jurídica y tener liderazgos dentro de la izquierda política del país", dice Jahel, quien junto a su amiga de tantos años hoy son la cara de la Unión Patriótica en el escenario político del país.
¿Qué quiere la UP?
La Unión Patriótica lo que quiere y lo que le ha manifestado al Gobierno es que después de 20 años de haber documentado los casos, después de haber pasado durante siete años en una búsqueda de una solución amistosa (1999-2006), el Estado entre a reconocer la responsabilidad por las víctimas que nosotros tenemos.
¿Cuántas víctimas esperan ustedes que el Estado reconozca?
Deseamos que al menos reconozcan 6528, teniendo en cuenta que no son todas porque tenemos un subregistro. Esta cifra incluye homicidios, desapariciones, torturas, detención arbitrarias, desplazados, exiliados.
El Gobierno se muestra dispuesto a crear una comisión que defina el universo de víctimas y las responsabilidades del caso…
No se trata de un número. Lo que esperamos es que después de tanto tiempo el Gobierno reconozca y repare.
¿Qué tipo de reparación buscan?
Necesitamos una reparación política al grupo político como tal y una reparación integral individualizada con las víctimas. Por lo menos que comencemos con las víctimas que representamos.
¿Qué diferente tiene la propuesta de solución amistosa que hace hoy el Gobierno frente a la que adelantaron durante siete años?
Nada. Por eso lo rechazamos porque es como arrancar de cero. Esta propuesta que nos hacen es exactamente lo que ya hicimos. No fue posible avanzar por el presupuesto y por los ataques del Gobierno de Álvaro Uribe, pero es lo mismo.
Se ve indignada con la propuesta del Gobierno…
Claro. En este país lamentablemente sufren del síndrome del 'génesis', que creen que las cosas nacen cuando llegan ellos a los puestos. Aquí no hay memoria y es el colmo que los funcionarios del Estado no conozcan el caso y se note que no han leído el expediente en su totalidad.
En los últimos días se han llevado a cabo varias citas en la CIDH para hablar del tema a las que usted no ha asistido…
No puedo asistir porque desde el 2003 no tengo visa. No me la quitaron, pero no me volvieron a renovar. Con esto, han violado mi derecho a participar, al trabajo, a ejercer mi profesión y mis convicciones.
¿Cómo ve la justicia en el país?
Es importante que se garantice la no repetición y en este caso no se ha dado.
¿Reiniciar a cuántos miembros y víctimas de la UP representa?
A 6.500 víctimas y a los familiares de ellos que son los que han dado el poder para representarlos.
¿Qué ha sido lo más difícil de llevar el proceso de la UP?
Escuchar propuestas como las que hace el Gobierno, en las que denigran de las víctimas, de su memoria y revictimizan a sus familiares.
El Gobierno se ha mostrado dispuesto a trazar una raya frente al pasado, a tomarse este caso en serio, ¿ustedes se niegan a aceptar lo que proponen?
No se puede construir sobre la impunidad. No hay forma de reconciliarnos si no sabemos la verdad sobre todas estas cosas. Tenemos que decir qué pasó, quién lo hizo, cómo lo hicieron y asumir la responsabilidad. Ese es el mejor camino hacia la reconciliación.
SALLY PALOMINO CARREÑO salpal@eltiempo.com REDACCIÓN JUSTICIA
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25 años y el país aún llora a Bernardo Jaramillo
Fotos | Colprensa | LA PATRIA Colombia aún recuerda a este líder, 25 años después de su muerte.
COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
“Mi amor, no siento las piernas, esos hp me mataron, me voy a morir”, le dijo en tres oportunidades el manizaleño Bernardo Jaramillo a su esposa, Mariela Barragán, el día en que el entonces aspirante a la Presidencia de la República fue asesinado.
“El 22 de marzo viajábamos a Santa Marta; él iba a preparar el pleno del Partido Comunista y de la Unión Patriótica, para iniciar la campaña a la Presidencia”, narró Barragán, recordando el día en que su esposo perdió la vida ingresando al Aeropuerto ElDorado. “Fue una campaña muy dura porque en ella murieron tres candidatos presidenciales”, añade en clara referencia a Luis Carlos Galán; del Partido Liberal; Carlos Pizarro, del M-19, y “mi Bernardo”, dice.
"Ese día, como siempre, salimos hacia el aeropuerto, Bernardo no quiso ponerse el chaleco antibalas (…) cuando entramos al puente aéreo, me tomó de la mano y empezamos a caminar. Cuando llegamos al frente de la droguería, sentí unos disparos, sentí porque no vi, sólo vi a lo lejos un agente de policía, yo pensaba que era un robo, pero de los escoltas que llevábamos, que eran 16…, uno de ellos me empujó, entonces yo caí encima de Bernardo, él ya estaba herido”.
Este testimonio fue entregado por la señora Barragán en el documental El baile rojo, memoria de los silenciados, dirigido por Yesid Campos, y en el que se narra el genocidio de la Unión Patriota.
Brillaba
Bernardo Jaramillo Ossa fue un político de izquierda que militó en la Unión Patriótica durante los años 80. Tras el asesinato de Jaime Pardo Leal, Jaramillo se convirtió en presidente de ese movimiento hasta el día de su muerte, aquel 22 de marzo de 1990.
Manizaleño de nacimiento, Jaramillo, de 35 años (1955), desde joven hizo parte de la izquierda colombiana. Desde que pisó la facultad de derechos de la Universidad de Caldas se enroló en las juventudes comunistas, siendo esas banderas enarboladas hasta el día de su fallecimiento.
En 1977 se casó con Ana Lucía Zapata, una profesora risaraldense, de cuyo matrimonio nacieron Paula Tatiana y Bernardo Jaramillo Zapata. En 1985 Jaramillo se vinculó de manera formal a la Unión Patriótica, desde donde criticó duramente el proceder de las guerrillas de las Farc y el Eln por la “combinación de todas las formas de lucha”.
A pesar de lo cual siempre defendió que se realizara un proceso de paz con estos grupos, por lo que se hizo amigo de Carlos Pizarro Leon-Gómez, excomandante del entonces recién desmovilizado M-19.
Su carisma y las ideas que exponía, sin pelos en la lengua, lo llevaron a que en 1986 fuera elegido Representante a la Cámara por Antioquia. En ese torrente político, y con la UP en la mira de la ultraderecha, Jaramillo vio cómo varios de sus compañeros caían producto de la intolerancia.
“Él significó el momento culmen del liderazgo de la UP y sobre todo lo hizo enarbolando un sentido de renovación, un sentido de apertura hacia una visión mucho más incluyente, inclusive hizo crítica a la izquierda tradicional”, dice Álvaro Villaraga, director de Acuerdos de la Verdad del Centro de Memoria Histórica.
En 1990 su nombre salió a la luz pública como la carta de la UP para llegar a la presidencia de la República, posibilidad que muchos vieron cerca por el favoritismo que despertaba, y tan cerca estaba de la primera magistratura del país, por lo menos para la ultraderecha, que para cerrarle el paso decidió asesinarlo.
“Era el líder más connotado de la izquierda en su momento y para esta misma significó perder uno de los más ilustres dirigentes de esa época”, añade Villarraga.
Ese temor de los enemigos de la izquierda se hizo más fuerte cuando se habló de una candidatura conjunta para la Presidencia de la República, de la que harían parte Carlos Pizarro-León-Gómez, y él (Jaramillo).
Las voces
Para Lázaro Vivero, 25 años después del asesinado de Bernardo Jaramillo, no es mucho lo que ha cambiado. “Cualquier muerte de un dirigente independiente es algo nefasto”.
Para este dirigente político no son ciertas las versiones que señalan que en Colombia llevamos más de 50 años de guerra, pues considera que son muchos más. “En este país desde la muerte de Jaramillo y muchos otros dirigentes más “hemos visto cómo se asesina a una persona por el sólo hecho de no compartir sus pensamientos o sus expresiones”.
“No hay derecho a que se le quite la vida a una persona solo por sus ideas, sin importar si se comparten o no”, agrega Vivero, al cuestionar las que llamó “prácticas politiqueras y corruptas que se han tomado el país, y que al ver a alguien brillar por sus ideas de cambio, seguro será asesinado”.
Ese panorama, según Lozano, pasa en la izquierda y en la derecha y recordó que lo que todos en el país esperamos es que retome un rumbo de la decencia.
Álvaro Villarraga, director de Acuerdos de la Verdad del Centro de Memoria Histórica, califica el asesinato de Jaramillo como “un golpe moral”, pues para él este dirigente encarnaba una renovación en la izquierda. “Él fue muy paciente, no solamente en rechazar las masivas violaciones a los Derechos Humanos y las violaciones del Estado y los grupos paramilitares, sino que también fue crítico con la guerrilla y los llamó a la paz”.
Frente a las dudas acerca de si hoy hay garantías para la oposición, Villarraga considera que “ese fue un momento en el que el nivel de guerra sucia estaba exacerbado, se estaba dando, sin exageración y por decenas, el asesinato de dirigentes políticos de la izquierda o inclinación progresistas. A finales de los 80 nos muestra que la gran mayoría de asesinados de la época fueron de la UP.
Actualmente no puede decirse que sea el mismo nivel de violencia, sin embargo, no se han conseguido con claridad las garantías para la izquierda. No existen las garantías necesarias, tanto así que no se ha aprobado el estatuto de la oposición, esto es inaudito, tanto que de nuevo se está negociando esto en la mesa con las Farc en La Habana”.
Según este experto, lo que se ha vivido en estos 25 años es una clara muestra de la impunidad, y en el caso de Jaramillo, es claro que ese fue un crimen, donde los indicios señalan que hay responsabilidad estatal, de las Fuerzas Militares y de los grupos paramilitares.
Fue una fase avanzada del genocidio a la UP: Iván Cépeda
- ¿Qué cambios generó para el país la muerte de Bernardo Jaramillo?
Fue muy traumático, porque se trataba de una fase avanzada del genocidio contra la Unión Patriótica (UP), hay que recordar que ya había sido asesinado un primer candidato de la UP, Jaime Pardo Leal, y con el asesinato de Bernardo Jaramillo prácticamente se diluyeron las esperanzas de llegar de manera fuerte para disputar la presidencia.
Hay que recordar que Bernardo Jaramillo, cuando fue asesinado, tenía una favorabilidad muy alta en las encuestas y también, junto a él fueron muertos otros candidatos presidenciales, así que ese asesinato que ocupa un lugar de gran impacto en todo lo que fue y ha seguido siendo el genocidio contra la UP.
- ¿Usted cree que después de ese genocidio, hoy hay garantías para la oposición?
Creo que hay que evitar que vuelva a ocurrir en nuestra historia y más en el contexto en el que estamos con un proceso de paz. Un caso similar al de la Unión Patriótica sería muy lamentable, ad portas de unos acuerdos de paz y de la esperanza que tiene hoy Colombia de ponerle punto final al conflicto armado. Nunca más puede darse de nuevo un hecho tan grave como el genocidio.
- ¿Cómo se imagina el país si no hubieran sido asesinados líderes como Bernardo Jaramillo?
Estoy seguro de que si no se hubiera producido ese baño de sangre, la UP y todas las fuerzas de izquierda hubieran logrado llegar a gobernar este país…, había mucho talento en esa generación que fue eliminada en esa vía de la violencia y porque existían muchos sectores que se sentían atraídos por las propuestas y por el carisma político de esos dirigentes.
- ¿Cómo recuerda a Jaramillo?
Él fue un hombre lleno de energía y vitalidad, con muchas ganas de la política en Colombia y renovar las prácticas de la izquierda, era una figura política muy atractiva porque combinaba su juventud y su experiencia al lado de los movimientos sociales en el Urabá. Tenía una formación intelectual que lo hacía un dirigente político que tenía la capacidad de presidir a Colombia.
Era el líder más connotado de la izquierda en su momento. Recuerdos.
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