CASA DE LA GUAYABERA
Las manos que no llegaron al bolsillo
Una prenda de vestir orgullo de los cubanos, aunque muchos no podamos adquirirla
Por ERNESTO M. LARA CABANAS (Estudiante de Periodismo)
17 de marzo de 2015
Una colección de la emblemática prenda da
la bienvenida a los visitantes que asisten a
la Quinta Santa Elena, sede del proyecto
sociocultural La Guayabera.
(Foto: havanatimes.org)
En materia de costura mi madre no sabe ni poner un botón. Sin juzgarla por eso, puedo decir a su favor que ese no es su fuerte en las labores de la casa. Ella hace cualquier cosa, hasta pintar una pared, esos días en los cuales los hombres estamos en el trabajo, martillando o arreglando alguna otra pieza del hogar.
Por suerte para mí, presté atención a las clases de Educación Laboral en la primaria. Allí aprendí a ensartar la aguja, hacer algunos puntos, unir y remendar segmentos de tela, incluso, ponerle un botón a la blusa de mi madre. No obstante, gozaba la dicha de tener una abuela que se sentaba ante su máquina de coser y ayudaba a casi toda la familia con su aguja e hilo; hasta hoy lo sigue haciendo.
En un viaje a Sancti Spíritus pude visitar un lugar que me recordó esa etapa de mi vida. Al entrar, observé impresionado una gran colección de prendas, colgadas en paredes y percheros. En aquella casa, antigua Quinta de Santa Elena, a la orilla del río Yayabo, se puede admirar la tranquilidad del paisaje. Las aguas serenas, aunque no cristalinas, trasmiten un sosiego capaz de dominar al más feroz animal. La Quinta abrió sus puertas el 4 de junio de 2012 para acoger al proyecto cultural La Guayabera, encargado de desarrollar el único museo de la prenda nacional existente en la Isla.
El director de la instalación, Carlos Figueroa, expresa que la iniciativa “surgió en 2007 para revitalizar la tradición de esta prenda de vestir en Cuba y en Sancti Spíritus, donde incluso existe la costumbre local de celebrar el Día de la Guayabera cada 25 de julio”. Figueroa explica que han intentado promover en la Asamblea Nacional del Poder Popular la iniciativa de establecer esa celebración para toda la Isla.
En la Casa de la Guayabera funciona una Iniciativa Municipal de Desarrollo Local, la cual ha propiciado el desenvolvimiento del proyecto, conjugando acciones culturares como exposiciones de artes plásticas, actividades musicales, entre otras, con ofertas gastronómicas. Además, allí trabaja un sastre que confecciona esas prendas y las vende, lo cual genera ingresos al proyecto.
Ciro Bianchi, periodista y promotor del proyecto sociocultural, asegura que si bien no hay documentos que avalen el origen de la guayabera en la provincia de Sancti Spíritus, tampoco hay datos en contra de esta versión, ni ninguna otra región cubana ha disputado la paternidad de la prenda.
En un artículo titulado Verdad y mentira de la guayabera, publicado en el sitio Cubadebate, ese periodista afirma: “La versión que ubica el origen de la guayabera en Sancti Spíritus, en 1709, no parece pasar de ser una mera propaganda comercial. La echó a andar con fuerza en los años 50 del siglo pasado una sastrería espirituana, La Casa Vázquez, propiedad de Valeriano Vázquez, que se proclamaba ‘el rey de la guayabera de las mil alforcitas’, establecimiento sito entonces en la calle Máximo Gómez, 21, de esa ciudad, aunque el anuncio reconoce como autor de la versión a un hoy olvidado Pedro Carballo Bernal, quien la incluiría en su libro Tradiciones antillanas, que este escritor no sabe si se llegó a publicar”.
Una leyenda sobre la pieza de vestir cuenta que en 1709 el matrimonio formado por los andaluces José Pérez Rodríguez y Encarnación Núñez García llegó a Sancti Spíritus. José quería una prenda a partir de una tela de lino o hilo traída de España y se lo dijo a su esposa. Pretendía tener unas camisas sueltas, de mangas largas, para usar por fuera del pantalón y con bolsillos grandes. La mujer llevó a cabo el encargo y al tiempo aquellas camisas se popularizaron en el territorio.
El argumento que Ciro Bianchi expone para dudar de esta historia es el siguiente: “Lo que sí resulta inconcebible es que un hecho meramente doméstico quedara registrado en la historia y con tanto lujo de detalles: fecha, nombre de los protagonistas, diseño de la ropa… como para que los historiadores del futuro pudieran proclamar, sin sombra de duda, que ahí nació la guayabera. Es una historia tan perfecta que no deja más alternativa que la de dudar de su veracidad. Pero marca el inicio de la leyenda de la guayabera o fija la entrada de esta en la leyenda”.
La literatura recoge, en contados ejemplos, la mención a la prenda de vestir, por ejemplo, Leonela, novela de Nicolás Heredia publicada en 1893, pero que cuenta una historia anterior al estallido, en 1868, de la Guerra de los Diez Años.
En la década de 1920 comienza a surgir la guayabera actual, producto de la transformación de la chamarreta (de chamarra, casaquilla que no ajusta al cuerpo, larga hasta poco más abajo de la cintura, abierta por delante, redonda, con mangas) y la camisa campesina. Muchos costureros de Sancti Spíritus y Zaza del Medio contribuyeron en ese proceso.
El proyecto de La Guayabera surgió en 2007, para revitalizar
la tradición de su uso en Cuba y en Sancti Spíritus, donde
incluso existe la costumbre local de celebrar el Día de
la Guayabera cada 25 de julio.
(Foto: CLAUDIA RODRÍGUEZ)
Se confeccionó entonces de dril caqui hasta que, en los años 30, empezó a utilizarse el hilo. Gana pronto las ciudades del interior del país, pero no le resulta fácil conquistar La Habana. Sin embargo, con la caída de Machado (1933) las costumbres experimentan cierta modificación. En los años 40 empieza a generalizarse e imponerse en la capital el uso de la guayabera con una modificación: un lazo de mariposa.
Según Ciro: “Con la llegada al poder del doctor Ramón Grau San Martín (1944) la guayabera entra en el Palacio Presidencial. A Carlos Prío, su sucesor y discípulo, en cambio, le parece poco apropiada para los actos protocolares y la destierra de los eventos del Gobierno. Pero ya la guayabera se había apoderado de las vitrinas de las mejores tiendas y conquistaba espacio en los anuncios comerciales”.
Caminando por las salas de exposición de la Quinta de Santa Elena, recordé las que mi abuelo guarda en su armario: azules, rojas, blancas, con mangas largas, cortas, con botones de muchos tipos, incluso dorados relucientes. Tiene unas muy elegantes, para momentos muy formales, y otras para los que no lo son.
En 1955, una resolución de la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo dispuso la expulsión de la guayabera de los juzgados; para entonces una buena, de bramante de hilo puro, valía tanto como un traje barato; ya no es solo de hilo; puede ser de algodón. Su confección se simplifica. Deja de ser blanca, la manga no siempre es larga y los habituales botones de nácar pueden ser sustituidos por otros corrientes.
Después de estar un tiempo “desaparecida” en los colgantes de las tiendas, allá por los años sesenta, comenzó a vérsele nuevamente en la década del setenta. En 1994 el expresidente cubano, Fidel Castro, asombró al mundo entero al presentarse en la IV Cumbre Iberoamericana en Cartagena, Colombia, con un modelo blanco de mangas largas, que sustituyó por primera vez desde 1959 a su uniforme verde olivo en un acto oficial. En octubre de 2010 la Gaceta Oficial de Cuba publicó una resolución firmada por el Ministro de Relaciones Exteriores de la Isla, proclamando “el uso de la guayabera como prenda de vestir, en los actos del ceremonial diplomático del Estado cubano y de su Gobierno”.
El director de la instalación, Carlos Figueroa, destaca la
importancia de contar con la colección más grande de
guayaberas que pertenecieron a personalidades de la política,
cultura, ciencias, entre otras. (Foto: CLAUDIA RODRÍGUEZ)
Pero, volvamos a la Quinta Santa Elena, allí existe la más grande e importante colección de guayaberas del mundo. Podemos ver, incluso, la más grande confeccionada hasta el momento, con cinco metros de largo por tres de ancho. Según el director del lugar, la muestra está organizada por partes, según la temática. De esa manera quedan conformadas las exposiciones de ciencia, política, cultura, deporte. En cada una se observan prendas de personalidades de esas esferas de la vida de nuestro país y del mundo, para reunir más de 180 ejemplares.
En este lugar se encuentran piezas usadas por el líder de la Revolución cubana Fidel Castro, Raúl Castro, el presidente venezolano Hugo Chávez, Gabriel García Márquez, Miguel Ángel Asturias, Alicia Alonso, Cintio Vitier. Otros de los famosos que han usado la tradicional prenda de vestir son el príncipe Alberto de Mónaco; el ex presidente de Sudáfrica Nelson Mandela y hasta el cantante Sting.
El lugar brinda la posibilidad de adquirir una de estas piezas por un precio de alrededor de 20 pesos convertibles (CUC), más barato que el de las vendidas en otros establecimientos a 30 CUC. Pensé en comprar una, pero aun a ese costo no podía. Volvieron a mi mente las prendas colgadas en el escaparate de mi casa.
“Seguro mi abuelo me regala alguna”, pensé. Tranquilas y pacientes, mis manos ni siquiera intentaron entrar a los bolsillos del pantalón. Continué admirando las colecciones expuestas en la Quinta de Santa Elena y luego me senté a la orilla del Yayabo a observar el paso de sus aguas por debajo de los arcos del antiguo puente. Recordé a mi madre y a mi abuela.