TEATRO
Purgar la desmemoria
Se reestrenó en La Habana monólogo varias veces laureado en Cuba y otros países
Por ROXANA RODRÍGUEZ (cultura@bohemia.co.cu)
Fotos: CORTESÍA DEL ACTOR ALFERDO REYES
3 de marzo de 2015
Este montaje se ha presentado en escenarios cubanos, entre
ellos el teatro Milanés, de Pinar del Río, y en El Mejunje,
de Santa Clara
El drama de la emigración contado desde una de sus aristas menos frecuentes: la del que se queda, es la historia que el actor Alfredo Reyes Martínez teje y desteje en el unipersonal Calcinados o elogio del barrendero, escrito por Manuel (Pollo) Martínez y que recientemente se exhibió en la sala Osvaldo Dragún, del habanero Centro Cultural Raquel Revuelta, y representó a Cuba, junto con otros proyectos, en el 14º Festival Latinoamericano del Monólogo Teatro a una voz, que cada año se celebra en la ciudad estadounidense de Miami.
Desde su estreno, en octubre de 2006, en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, la pieza no ha dejado de conmover al público y la crítica a escala local e internacional, por la fuerza con que, en poco menos de 60 minutos, moviliza sensaciones, estados de ánimo, emociones. El montaje, a cargo del colectivo Teatro de Bolsillo, que dirige Dagoberto Luaces, se interna en las fibras más hondas de la sensibilidad humana, y los espectadores transitan abruptamente de la hilaridad a la desolación, del desconcierto al sosiego, de la desmemoria a la evocación, a partir de referentes comunes a varias generaciones de cubanos.
Miguel es un barrendero -al menos esa resulta su caracterización física y psicológica- alegre, ocurrente, pero abrumado por las partidas, los adioses, las separaciones, el desmembramiento familiar tras marcharse del país su hermano, a pesar del aliciente de que “ahora estará mejor, te mandará un dinerito y un paquete. Eso resuelve…”, como expresa el propio personaje en varios momentos de la obra; en tanto, a cada instante cuestiona cómo sopesar la efímera compensación material ante la carencia afectiva de un ser querido ausente.
El personaje, excepcionalmente defendido por Alfredo Reyes, incita a desterrar la desmemoria por medio de los objetos que va recogiendo mientras limpia una calle del Vedado que bien pudo ser de cualquier latitud, pues el fenómeno de la migración y su costo de dolor y desamparo emocional lastran, en todas las regiones del orbe, a la familia que decide quedarse.
De ahí parte la universalidad de la partitura dramática, capaz de sacudir los sentimientos de quienes disfrutan el montaje; por tal razón, ha recibido diversas distinciones, como los premios de la Popularidad y el Especial del Jurado Catina Vera, otorgados en el 8º Encuentro de Teatro Otoño Azul (2007), que se celebra en la ciudad de Buenos Aires, Argentina; en dicha nación suramericana, pero en la urbe El Dorado, en Misiones, también le fue conferido el lauro a la mejor actuación masculina en el 8º Encuentro del Arte y la Cultura Mercosur 2007, y en esa misma categoría (interpretación masculina) conquistó el galardón del Festival Teatrales de Invierno, ocurrido en La Habana en 2006.
El dramaturgo, el director y el actor asumieron un tema que
ahora mismo perturba a personas de diversas latitudes
La música de los años 60, 70 y 80, los dibujos animados rusos, Toqui, Violeta y sus muñecos, el campamento de pioneros de Tarará, la guerra de Angola y su ingente impacto para los cubanos, son algunas de las alusiones que sustentan la historia personal de este hombre al filo de las cinco décadas de vida, asido a la resistencia por no olvidar los avatares de su tiempo, en una suerte de remembranzas de olores, sabores, sucesos, circunstancias, etapas que conciernen a distintas hornadas de compatriotas.
A medio andar entre la tragedia y la comedia, salpicado de teatro del absurdo, el barrendero de Calcinados o elogio… sugiere un símbolo vinculado con el hecho de purgar en la desmemoria para jamás relegar la identidad que nos convierte en los seres auténticos que somos.