Solo en un mundo al revés nos habríamos imaginado que la puerta de seguridad en la cabina de los aviones, implementada tras los atentados del 11 de septiembre para garantizar la integridad de tripulantes y pasajeros, se podría convertir en un mecanismo mortal. Pero la semana pasada, cuando se supo que en su ruta hacia la muerte el copiloto Andreas Lubitz había impedido el reingreso a su puesto de mando del capitán de la aeronave de Germanwings estrellada deliberadamente en Francia, quedó claro que este mundo está patas arriba.

Solo en un mundo al revés es posible ver que un partido como el Centro Democrático exija cárcel para los miembros de las Farc y se oponga a que participen en política, tras un eventual acuerdo de paz con el Gobierno, a pesar de que la bancada uribista cuenta entre sus congresistas con un exguerrillero como Everth Bustamante, quien luego de la desmovilización del M-19 no ha pagado un minuto de cárcel y lleva décadas dedicado a la política y la burocracia oficial.

Solo en un mundo al revés un presidente como Nicolás Maduro le pide a alguien como Ernesto Samper, que no tiene visa de ingreso a Estados Unidos, que le sirva de mediador para limar las asperezas entre este país y Venezuela. Y solo en ese mismo mundo al revés un presidente como Barack Obama declara que la patria de Bolívar, gobernada por un tipo que habla con pajaritos, es una amenaza para el país del Tío Sam. ¿En qué cabeza cabe?, preguntaría mi tía...

Solo en un mundo al revés un abogado como Abelardo de la Espriella dice que la ética no tiene que ver con el derecho, mientras su colega Jaime Lombana lo refuta, afirmando que lo que no tiene relación con el derecho es el sentido común.

Solo en un mundo al revés se explica que agentes de la DEA en Colombia acepten regalos y fiestas con prostitutas pagadas por narcotraficantes y que sus superiores en EE. UU. les impongan sanciones de unos cuantos días de suspensión. Solo en un mundo al revés un gobierno que persigue y castiga implacablemente a quienes se untan del dinero de la mafia es tan permisivo y laxo con sus propios funcionarios cuando cometen los mismos pecados.

Solo en un mundo al revés un defensor a sueldo de Álvaro Uribe como Jaime Granados recicla documentos apócrifos y acusaciones falsas para desprestigiar a un periodista serio y respetable como Daniel Coronell.

Solo en un mundo al revés a un mandatario como Juan Manuel Santos se le ocurre la genial idea de derogar la Ley de Garantías Electorales –que congela la nómina y el gasto público en época de elecciones– aduciendo que es innecesaria porque ya no hay reelección, como si los actuales alcaldes y gobernadores no tuvieran interés en seguir administrando directa o indirectamente el poder en sus feudos, tal y como ocurre en Barranquilla, donde la familia Char sigue enquistada en la administración. (A propósito, ¿no será hora de cambiarle el nombre a esa ciudad por ‘Charranquilla’?).

Solo en un mundo al revés se entiende que el mismo gran colombiano que se ufanaba de gobernar con “honestidá y transparencia” haya dejado una estela de corrupción que ha salpicado a gran parte de sus excolaboradores más cercanos.
Solo en un mundo al revés los magistrados afirman que no tienen garantías para ser investigados por sus jueces naturales del Congreso y muchos políticos creen que son perseguidos por la justicia.

¿Será que el revés es el nuevo derecho de este mundo?

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Colofón: en el caso de la solicitud de medidas cautelares para proteger a la comunidad wayú, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos acaba de admitir como prueba judicial el documental El río que se robaron, realizado por el periodista Gonzalo Guillén. Importante noticia.