Por cierto, con una foto no basta para conocer la película.
O esa foto está armada o el que pedalea es un pobre infeliz que cree en duendecitos de colores.
Puede ser cualquiera de las dos cosas. No descarto ninguna.
Al fin de cuentas, gusanos y traidores hay por todos lados.
Cuando me cruzo por una calle de Buenos Aires con algún impresentable que lleva en alguna de sus prendas la bandera yanqui o la inglesa me resulta indignante.
Pero ver un cubano, en la propia Cuba, que enarbole la bandera del Imperio, me da repugnancia y mucha tristeza.
Lamentablemente hay gente que se deja engañar por los cantos de sirena, a pesar del medio siglo de brutal agresión imperialista.
Esta clase de personas (sin memoria, sin orgullo, sin patriotismo y sin conciencia política) son el prototipo de la decadencia humana.
Justificar al enemigo y besar al verdugo es el escalón más alto en el camino hacia la estupidez.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)