Celia Sánchez estuvo en el corazón de la revolución cubana por más de dos décadas y después de reunirse con Fidel Castro, en 1957, se convirtió en su ayudante indispensable.
Se ha especulado que eran amantes. Pero ni Sánchez cuando estaba viva, ni Castro, nunca hicieron referencia a los rumores. Fuera de Cuba, poco se ha escrito sobre el papel que Celia Sánchez jugó hasta su muerte en 1980.
La primera imagen de Sánchez y Castro juntos fue tomada cuando se conocieron, en 1957, pero Sánchez ya había jugado un papel crucial en su vida.
Después de que Castro tuviera un aterrizaje desastroso en Cuba desde México en diciembre de 1956 -y perdiera a la mayoría de sus hombres- una red clandestina de familias campesinas organizadas por Sánchez fue fundamental para la supervivencia de los rebeldes.
Celia Sánchez Manduley nació en 1920. Creció en la ciudad azucarera de Media Luna, en Oriente, la zona tropical del este de Cuba.
Su madre murió cuando ella era joven y esto la acercó a su padre, el doctor Manuel Sánchez Silveira. Era un hombre culto y comprometido con el Partido Ortodoxo liberal. Celia Sánchez aprendió de él sobre política y fue su asistente, lo que le permitió ver el efecto de la pobreza extrema en sus pacientes.
También se hizo conocida en la región y sus contactos locales le serían de gran utilidad más adelante.
Cuando Fulgencio Batista tomó el poder en Cuba por segunda vez después de un golpe de Estado en 1952, Sánchez -al igual que millones de cubanos- se indignó.
Estaba convencida de que la violencia sería necesaria para derrocar a su dictadura, y comenzó a organizar la resistencia.
En julio de 1953 Castro hizo su primer intento de derrocar a Batista y atacó al cuartel Moncada en Santiago. Sánchez se unió al movimiento de Castro, llamado 26 de Julio.
Cuando él regresó de su exilio en México, ella organizó el transporte de suministros a sus rebeldes en Sierra Maestra, reclutó voluntarios y fue uno de los principales puntos de contacto.
En 1957, en la Cuba de Batista, Sánchez fue la mujer más buscada del país. Cuando se le hizo demasiado peligroso quedarse en la llanura, se unió a Castro en la Sierra Maestra.
Se le dio el puesto de mando de La Plata, desde donde supervisaba el suministro de alimentos, ropa y armas: todo lo necesario para sostener a las fuerzas rebeldes en la guerra de guerrillas. Ella nunca estaba muy lejos de Castro. También fue al campo de batalla.
La exguerrillera y brigadier general Teté Puebla General tenía 15 años cuando conoció a Sánchez en la Sierra Maestra.
"La primera batalla en la que Celia participó fue Uvero, en mayo de 1957. Fue muy duro. En aquel momento los guardias de Batista controlaban gran parte de la sierra. Bombardearon y mataron a muchos campesinos".
Sánchez tuvo un papel de liderazgo claro.
"Ella estaba en el control de algunas de las áreas, en las que en ocasiones murieron 40 o 50 personas. A veces, los guardias quemaba todas las casas en un pueblo, para que la gente no tuviera dónde vivir. Y además de todas sus otras responsabilidades, Celia también se hacía cargo de esas familias".
Cuando Castro llegó al poder en 1959, Sánchez siguió siendo su ayudante más valiosa, y trabajó junto a él hasta su muerte.
Ella estaba a cargo de numerosos proyectos revolucionarios. Desde la supervisión de la "reeducación" de las familias de los insurgentes anticastristas hasta fundar parques o garantizar que los cubanos pudieran tomar helados, Celia se encargaba de todo.
En Cuba, estas se suelen presentar como las ideas de Castro que se llevaron a cabo por su asistente de confianza. Desafortunadamente, no hay fuentes que nos digan si Sánchez inició políticas. Así, por ejemplo, no tenemos idea de cuál fue su aporte durante acontecimientos como la crisis de los misiles cubanos.
Castro nunca ha hablado mucho sobre el rol de Sánchez. Y, por lo que sabemos, ella no escribía ningún diario. Pero Celia Sánchez era muy consciente de la importancia histórica de la prueba documental.
Durante su estancia en la Sierra Maestra conservó hasta el último pedazo de papel, cada orden de batalla que pudo salvar, con el fin de establecer un archivo histórico de la revolución.
Nidia Sarabia recuerda cómo le ayudó a Sánchez a organizar el archivo en la década de 1960:."Ella vigilaba todo el papeleo - incluso cuando estaban siendo bombardeados con napalm. Tenía esta idea de que incluso un pequeño pedazo de papel de un soldado rebelde, o de un campesino semianalfabeto, tenía una importancia vital".
Fue un proyecto que atesoraba en su corazón.
"Fue una de las ideas más importantes y queridas que tuvo", dice Sarabia. "Y nadie más pensaba en ello. Tal vez Fidel sí, pero ninguno otro de los líderes pensó que había que guardar esos papeles".
Desde que murió de cáncer de pulmón en 1980, Sánchez se ha convertido en un icono en Cuba. Es vista como alguien que, por encima de todo, se dedicó a los ideales de la revolución y de Castro.
Nunca tuvo marido y no hay evidencia de que haya tenido algún romance después de la década de 1950.
Castro está casado con la madre de cinco de sus hijos, y hay personas que conocían a Sánchez en Cuba que dicen que ella no fue amante del expresidentes.
Pero en Miami, Huber Matos, de 92 años de edad, quien fuera uno de los comandantes de Castro en la guerrilla, cuenta una historia diferente: "Yo fui a Costa Rica en busca de armas para llevar a la Sierra Maestra.
"Cuando regresé en 1958, Celia Sánchez estaba junto a Fidel Castro y me di cuenta de que su relación no era sólo política, sino también íntima".
"Ellos simulaban que no, pero no hacía falta verlos en la cama para saber que había una relación que iba más allá de la política".
Hoy en Cuba, Huber Matos es considerado por muchos como un hombre que no es de fiar. Es un excomandante que estuvo 20 años en la cárcel por traición y sedición.
Pero, entre los exiliados cubanos de Miami, Matos es un héroe que denunció la influencia comunista en 1959 y pagó por sus principios.
Andy Gómez, miembro del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, cree que Fidel Castro fue siempre la prioridad de Celia Sánchez.
"Fidel Castro, ante todo, quería el poder. Y Celia quería seguir allí, y realmente creía que todo aquel que desafiara el poder de Fidel debía ser eliminado.
"En primer lugar se trataba de su relación con Fidel", añade, "y en segundo lugar, lo que quería para Cuba". La historia de Fidel y Celia es un ejemplo más de cómo la historia revolucionaria de Cuba sigue siendo un territorio en disputa entre los leales de la isla y los exiliados anticastristas en EE.UU.
Según la historiadora Tiffany Sippial, de la Universidad de Auburn (Alabama), la ausencia de testimonios de los protagonistas les permite a ambos bandos construir sus propias historias.
"En Cuba, les permite a todos hacer hincapié en que Fidel Castro y Celia Sánchez se centraron exclusivamente en el proyecto revolucionario.
"En Miami, subrayar la relación sexual que había entre ellos es una forma de romper la santidad de su compromiso político".
Pero lo que no discute ninguna de las partes es la importancia de esa relación y la posición inexpugnable de Celia Sánchez en el epicentro del poder en Cuba.