lo que fue en su momento la reina de las calles de La Habana
Reina antes del triunfo de los Castro (foto de Internet)
Por Augusto Cesar San Martín y Vladimir Calderón Frías | Desde La Habana, Cuba | Cubanet
El arribo al poder del actual gobierno cubano marcó el inicio de una era de desastres urbanísticos en Cuba. Desde 1959, la mala política de conservación destruyó cada una de las 11 cuadras con sus 943 metros de largo por 42 de ancho que conforman la avenida Reina, actual Simón Bolívar, en La Habana.
La avenida comienza en el Parque de la Fraternidad Americana (antiguo Campo de Marte) y termina en su encuentro con la avenida Carlos III, actual Salvador Allende.
Para comprender mejor el deterioro progresivo del patrimonio urbanístico de Reina debemos describir su contexto actual.
En el municipio Centro Habana, atravesado por esta avenida, el pasado año ocurrieron 1537 derrumbes parciales catalogados como A, B o C, según la gravedad. Las cifras extraídas de las estadísticas de la Oficina de Rehabilitación y Desarrollo (ORD) municipal, muestran además 31 desplomes constructivos totales.
Los registros de la ORD indican que un 80% de las construcciones de la localidad se encuentra en mal estado de conservación, con graves afectaciones en fachadas. Agregan estos archivos oficiales que un 67% de las capacidades de vivienda está constituido por cuarterías.
Un especialista en la materia, quien solicitó omitir su nombre y profesión, reveló a CubaNet que ¨en el municipio existen 103 edificaciones calificadas como ‘estática milagrosa’, con un promedio de 3 a 4 pisos de altura, con puntal de 4.65 metros¨.
Los restos de Reina
La falta de mantenimiento preventivo destruyó el patrimonio heredado en la calzada, constituido por edificaciones de gran valor arquitectónico.
Según el censo de septiembre del 2012, la avenida está compuesta por 845 viviendas entre cuartos (en ciudadelas) y casas unifamiliares, ocupadas por 4867 habitantes.
Las estadísticas del gobierno municipal registran 33 cuarterías en la calzada, integradas por 122 cuartos, 15 en estado regular y 95 en mal estado.
La misma fuente oficial estima que el 73 % de las construcciones de la avenida se encuentran en mal estado de conservación. La cifra agrupa a los 37 edificios enclavados en la vía que contienen 723 apartamentos.
Datos de la ORD local, registran en la avenida, 107 viviendas en buen estado, 229 regular, 509 catalogadas como malas, 3 derrumbes totales y 58 desprendimientos de algunos elementos estructurales en la vivienda.
La lista de desastres incluye 63 derrumbes parciales de techos y 19 casos de construcciones en estado crítico.
Antes de ser mendiga
San Antonio el Chiquito fue el primer nombre del camino extramuros que llevaba a los habitantes de La Habana hacia el ingenio del mismo nombre, ubicado en la actual intercepción de las avenidas Belascoaín y Reina.
Cuando el camino se convirtió en calzada, adoptó el nombre de San Luis de Gonzaga como consecuencia de una ermita que se encontraba en el ala este de la vía.
A finales del siglo XVII, con el delineado del paseo Tacón (avenida Carlos III, actual Salvador Allende), recibió el nombre de Calzada de La Reina en honor a la soberana española Isabel II.
Durante la época colonial, Reina fue dotada de construcciones domésticas, civiles y comerciales. Las que sobreviven la negligencia en su conservación, les falta aliento para continuar el aporte urbanístico al entorno con la imagen neoclásica del desarrollo inicial de la ciudad.
La Reina de las calles fue el nombre recibido la calzada durante la República. En esta etapa también se enriqueció con estructuras religiosas, domésticas y de servicio, principalmente comerciales.
Quienes recuerdan el esplendor de la avenida, la califican como un deleite de vidrieras, comercios y lumínicos que invitaban al paseo por los refrescantes portales; componentes del sistema de calles comerciales de la capital.
Los arcos carpaneles, triobulados y de medio punto que resguardan el camino de los paseantes de un extremo a otro, inspiraron al escritor Alejo Carpentier en su novela, El Siglo de las Luces, para bautizar a La Habana como la ciudad de los portales.
En la avenida solo tres espacios carecían de portal, un comercio de sombreros ubicado entre las calles Gervasio y Escobar, el área colindante con el cine Cuba, y la casa donde falleció el ilustre filólogo y bibliotecario, Antonio Bachiller y Morales. Una construcción neoclásica en ruinas.
Los derrumbes sumaron más espacios abiertos a los portales arrancándole la razón a las páginas del Siglo de las Luces.
La calzada contuvo en su composición una de las plazas comerciales más grandes y conocidas en La Habana, el Mercado Tacón. Convertido en la plaza El Vapor durante la República, donde se vendían variedades de frutas y comestibles ligeros, propios de la isla. Es ocupado en la actualidad por el parque El Curita.
Valorizaban la vía desde el punto de vista comercial y cultural, la Cámara de Comercio China, la imprenta Excélsior-El País, y los cines Reina y Cuba. Estructuras deterioradas, en ruinas o convertidas en albergues temporales para los damnificados por derrumbes en la ciudad, como es el caso de los cines.
Aportes de la revolución
Destruir edificaciones con meticulosa indolencia, es el mayor aporte de la teoría revolucionaria de conservación urbanística.
Durante 54 años se incorporaron dos edificaciones que alteraron el perfil constructivo de la calzada. Una domestica de dos plantas en 1999, y otra de tres, en el 2009, con un servicio de rehabilitación integral.
A partir de la demolición en el año 1961 del mercado El Vapor, se constituyó el parque El Curita, dedicado a Sergio González, participante de la llamada noche de las 100 bombas en La Habana durante la lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista.
El Patrimonio perdido
El Palacio de Aldama, la más importante de las mansiones domésticas urbanas construidas en el siglo XIX, encabeza la lista de edificaciones patrimoniales de la avenida, devastadas por el abandono en su conservación.
Considera el especialista que ofreció la declaración anónima para este reportaje que la calzada ¨requiere de un programa de mantenimiento, rehabilitación de redes técnicas y el rescate de servicios públicos¨.
¨Lo lamentable es que eso no va a suceder… Las deformaciones generadas por el deterioro prometen un daño irreversible para la avenida ¨, afirmó.
Durante el 2014 la política de conservación en la calzada se resumió en la reanimación (pinturas y revestimiento) de 7 fachadas, y la impermeabilización de 3 cubiertas.
Sin embargo los programas de conservación de la Oficina de Historiador de la ciudad, auxiliados por la metodología de la UNESCO, se aplican con eficacia en el llamado Casco Histórico de la ciudad, zona de atractivo turístico por el tema colonial.
La ausencia de programas de protección del patrimonio y reanimación urbana afecta a toda la ciudad y en especial la llamada zona neocolonial o republicana, donde se ubica la avenida. La metodología de rescate llega a Reina con la ubicación, en los espacios dejados por los derrumbes, de contenedores temporales de ventas, pertenecientes a la oficina del Historiador.
Los lumínicos y comercios desaparecieron en el desamparo, llevándose las luces que iluminaban a la reina de las calles. Las huellas del esplendor que sobreviven al abandono, muestran a los paseantes el orgullo de una ciudad apagada por el deterioro. Señales claras de que Reina no era el actual paseo invadido por aguas albañales, o un andar arriesgado a través de portales y estructuras que amenazan con aplastar al caminante.